La Zaragoza de las mujeres

La Zaragoza de las mujeres es un recorrido en clave femenina por las calles y la historia de nuestra ciudad. Es un estudio de cómo las mujeres hemos ido entrando en el callejero, es decir, del lento camino que hemos tenido que recorrer para conquistar pequeñas parcelas del espacio público.

¿Cuántas calles tenemos dedicadas a mujeres?

Cuando viajo por otras ciudades, siento la curiosidad de mirar y reflexionar sobre los nombres de las calles por las que voy pasando. Os puedo asegurar que Zaragoza es una ciudad muy moderna en eso de elegir nombres. A los zaragozanos nos enorgullece que uno de nuestros barrios, Valdespartera, tenga calles de películas; que otro, Arcosur, las tenga de videojuegos; y que las del Parque de Goya se refieran a cuadros de Goya. También os puedo asegurar que las aragonesas hemos sido pioneras en ocupar nuestras plazas y calles.

No obstante, lo de los topónimos urbanos dedicados a mujeres es una asignatura pendiente en todas las ciudades españolas y europeas. Por ejemplo, en Madrid, de sus 7.000 calles, no llegan a 1.000 las que tienen rótulos femeninos. En Zaragoza, de sus 3.200, 1.300 llevan nombre de personas. Y de esas, solo 170 están dedicadas a mujeres.

Con esta simple observación podríamos llegar a pensar que las mujeres hemos sido poco originales, poco creativas y poco trabajadoras. ¡Pero no, no ha sido así!

Estos datos me permiten afirmar que no se está haciendo justicia con nuestra presencia en la realidad social.

Un callejero hecho por mujeres

Las autoras de La Zaragoza de las mujeres queríamos incluir la historia de las calles y dar nuevos puntos de vista a las biografías. Considerábamos importante estudiar el desarrollo urbano para conocer en qué momentos habían ido apareciendo los nombres femeninos.

Al comienzo, nos pareció un trabajo sencillo, pero pronto nos encontramos con obstáculos inesperados. El primero tuvo que ver con las grandes lagunas de la documentación.

Mujeres sepultadas en las iniciales de sus nombres

Al comenzar el nomenclátor, o lista de las calles, nos encontramos con el primer reto: descubrir a las mujeres que estaban ocultas en las iniciales de los nombres propios. En los callejeros tradicionales, sin perspectiva de género, había calles dedicadas a personas, en las que el nombre propio aparecía, y aparece, sólo con la inicial. La tendencia general era atribuir esas iniciales a varones, pero a nosotras esa interpretación nos resultaba sospechosa, sobre todo, desde que descubrimos que la calle de Pilar Lapuente en algunos callejeros aparecía como P. Lapuente y en otros como Pedro Lapuente.

Si a esto sumamos que algunas calles estaban rotuladas sólo con un apellido, rescatar los nombres se volvía cada vez más complicado. Nos costó llegar a saber que La Bozada era el segundo apellido de la señora Gutiérrez de La Bozada: una propietaria cuyo nombre ignoramos todavía. Y lo mismo con la desaparecida calle de Margarita Peco, conservada en algunos documentos como «calle del Peco».

Reescribiendo biografías

A las mujeres muy biografiadas, reinas, santas y mujeres famosas, llegamos con facilidad, pero el punto de vista no hacía justicia a sus vivencias como mujeres. Así que decidimos reescribir sus vidas desde una perspectiva no androcéntrica.

Sumando dificultades

De otras mujeres no había rastro. Para reconstruir sus vidas entrevistamos a juntas de vecinos, a familiares y amigos. Algunas se nos resistían; otras se nos han resistido del todo.

Nuestros problemas fueron en aumento cuando llegamos a las calles desaparecidas. En muchos casos no pudimos biografiar a unas mujeres, cuya memoria se perdió cuando quitaron sus nombres de las calles que tenían dedicadas.

¿Por qué La Zaragoza de las mujeres?

ciudad-de-las-damas-1

Porque aspira a parecerse a La ciudad de las damas de Cristina de Pizan, que concibió una ciudad con lo que hoy llamaríamos “perspectiva de género”. Nosotras, como había hecho ella en el París de 1405, soñamos con espacios urbanos para mujeres, reclamamos nuestro peso simbólico en la ciudad, aspiramos a tener nombres en las placas y luchamos por conquistar el espacio público.

Las calles son de las personas que las habitamos y las recorremos cada día. Son como nuestra segunda casa, o mejor, como una parte de ella. Por eso las cuidamos y les ponemos nombres de personas a las que admiramos y queremos honrar.

Una ciudadela de mujeres en El Actur

 

ciudadela-1

La ciudadela de La ciudad de las damas

En los años ochenta, cuando se construyó El Actur, se reservó un sector para mujeres escritoras y feministas. Este barrio poblado por mujeres nos recuerda a la ciudadela de La ciudad de las damas, donde las mujeres intervenían por derecho propio y eran consideradas ciudadanas.

Cristina de Pizan se adelantó a los enfoques de urbanismo que se promueven cuando las mujeres arquitectas y urbanistas acceden a los centros de poder ciudadano. Y sus ideas se hacen realidad cuando las mujeres participamos de forma activa en las políticas de los ayuntamientos. O cuando escribimos y hablamos sobre esa participación.

En La ciudad de las damas, desaparecía la cronología de la narración y todas las mujeres, las del pasado y las del presente, las ficticias y las reales, convivían en un mismo plano espacial. En Zaragoza convive la Reina Ester, una mujer de las Sagradas Escrituras, con Pilar Lapuente, una joven profesora de la Universidad. Y son vecinas de barrio, Cleopatra, el título de una película, y Pilar Miró, una directora de cine de carne y hueso.

Costumbre de dar nombres de personas a las calles

Día 8 de marzo.jpg

Publicado por el IES Goya de Zaragoza

La costumbre de bautizar a las calles con nombres de personas comenzó en el siglo XV, pero no se usó de forma sistemática. Hasta entonces, todos los topónimos eran descriptivos o funcionales. Teresa Gil, el primer nombre propio de una calle zaragozana, sustituyó a Castellana, de la que partía el camino que llevaba a Castilla: un nombre descriptivo muy útil para los ganaderos de la Mesta.

La rotulación se normalizó entre 1846 y 1861, con la publicación de cinco Reales Órdenes. Con ellas, las calles se convirtieron en un lugar privilegiado para contar la historia y conservar la memoria de sus protagonistas.

En esas Reales Órdenes, se decidió que en las placas de las calles se honraría a los mártires del cristianismo, a los héroes de la historia y a los personajes célebres fallecidos, como se reflejaba en el Callejero Zaragozano de 1863.

Una Real Orden de 1989, modificada en los años 1993 y 2000, daba entrada a personas vivas célebres.

Mirando a las mujeres en el espejo de los callejeros

Si nos asomamos a los callejeros, podemos comprender cómo se ha considerado a la mujer a lo largo de la historia. En el callejero de Zaragoza se exaltan los orígenes del reino de Aragón y su expansión. Ligadas a esos momentos están las calles de la Reina Petronila, reina por derecho propio, y de las reinas consortes: Ermesinda de Aragón, Felicia, Inés de Poitiers, Constanza de Sicilia y Violante de Hungría. Unas reinas importantes en la política de alianzas matrimoniales de Aragón.

Las heroínas de Los Sitios

Los Sitios de Zaragoza están recogidos con tal profusión que podríamos hablar de un Callejero de los Sitios.

La heroica ciudad de Zaragoza quiso mantener vivas estas gestas y se apresuró a rotular calles con nombres de sus héroes. Nuestras heroínas fueron las primeras mujeres del callejero con nombres y apellidos en 1863: Agustina de Aragón, Casta Álvarez, la Condesa de Bureta y Manuela Sancho.

No hace falta ser de Zaragoza para suponer que en alguna parte tiene que haber una placa y una escultura que recuerden a Agustina de Aragón apuntando un cañón contra la tropa francesa. O a Manuela Sancho empuñando un fusil desde lo alto de las murallas.

El callejero inmortaliza oficios de mujeres que se han perdido

Era muy frecuente que una calle cambiara de nombre cuando desaparecía el oficio al que hacía referencia. En la calle de la Galera estaba “La galera”, que así se llamaban las cárceles de mujeres. Y conocemos algunos oficios porque milagrosamente perviven en algunas calles: La Mosquetera o La Camisera.

Las mujeres, como los hombres, fueron propietarias de corrales, hornos y mesones. En la calle Marigaita estaba el Corral de la Marigaita, donde se fundió la campana de la Torrenueva. Y, en su época, fueron muy famosas la calle del Forno de Margarita Peco y la calle del Mesón de la Dama.

Los listados y apéndices

callejero-apendices

Los listados reflejan de forma meridiana las ausencias. Bien se hubieran merecido una calle Aurora Miret o María Liria, las primeras concejalas del Ayuntamiento de Zaragoza, allá por el año 1927.

Los apéndices finales sugieren cómo se ha ido creando el tejido social urbano. Pretenden ser una radiografía, clara y sencilla, de nuestra conquista del espacio.

Gracias a estos apéndices, sabemos que hay más nombres femeninos en los barrios que en el centro. Y que las mujeres del centro son casi todas santas y heroínas. No convenía que los grandes burgueses vivieran en una calle con nombre de jota. Así que todas las joteras fueron desterradas al Arrabal, donde se creó el Barrio de la Jota. Que eso de cantar la jota está bien para las Fiestas del Pilar y para que nos conozcan los turistas. Pero de ahí a recibir una carta en la calle de Pascuala Perié hay un abismo.

Con una simple ojeada, podemos comprobar que en los barrios, sobre todo en los rurales, hay muchas calles dedicadas a maestras, reivindicadas por sus alumnos y por las juntas de vecinos sensibilizadas con la recuperación de la memoria de las mujeres.

En los apéndices por fechas, podemos ver en qué momentos políticos se nombró a más mujeres. Durante el franquismo le dedicaron una avenida a Isabel la Católica y otra a Germana de Foix, la segunda mujer de Fernando el Católico. Con ellas también llegaron un gran número de abadesas y santas.

En los años ochenta, con los primeros ayuntamientos democráticos, un grupo de escritoras y feministas poblaron El Actur. Rosalía de Castro, Gertrudis Gómez de Avellaneda, María Zambrano, Clara Campoamor, Victoria Kent, Flora Tristán, Rigoberta Menchú, Pilar Miró o Virginia Woolf, entre otras.

En el año 2007 volvieron a entrar muchas mujeres: Amparo Poch, Ana María Navales, Juana Francés, Pilar Sinués, Marie Curie, Penélope Cruz, Pilar Aranda, Andrea de Casamayor y María Domínguez. En el año 2009, más de cuarenta mujeres, procedentes de un amplio espectro social, ocuparon nuevas calles o sustituyeron a viejos nombres del callejero franquista.

Nuestro callejero

Quiere ser una objetivación de la memoria y del olvido de las mujeres. Memoria para las que están, cuyas figuras hemos podido recuperar. Olvido para las que tuvieron dedicada una calle, pero se la quitaron, como le sucedió a la Baronesa de Purroy. Y olvido, también, para las que nunca la tuvieron.

La Zaragoza de las mujeres es un peldaño más en la larga lucha por el espacio público que comenzó hace varios siglos y que todavía no ha terminado.

Pretendemos que, además de ser una herramienta útil para conocer nuestra ciudad, nos ayude a entender que el pensamiento del ser humano corre parejo a las condiciones y estilos de vida de cada época. Y que la igualdad de las mujeres se logrará cuando esas condiciones y estilos de vida sean para ellas más igualitarios.

la-zaragoza-de-las-mujeres

Ficha técnica: Carmen Romeo Pemán (dir.), Gloria Álvarez Roche, Cristina Baselga Mantecón, Concha Gaudó Gaudó (2011): Callejero. La Zaragoza de las mujeres. Editorial: Ayuntamiento de Zaragoza.

Fotos y maquetación: Aurora Verón.

Carmen Romeo Pemán

11 comentarios en “La Zaragoza de las mujeres

  1. Mónica Solano dijo:

    Mi querida Carmen, me encantó este recorrido por la Zaragoza de las mujeres. Una vez más nos deleitas con un texto muy tuyo. Gracias por acercarnos a tus raíces y por llevarnos de la mano en ese recorrido por las calles de tu ciudad. Besos 🙂

    Le gusta a 2 personas

    • Carmen Romeo Pemán dijo:

      ¡Gracias, Mónica! No me cansaré de repertirte lo que me halaga que una amiga colombiana aprecie estos trabajos tan locales, tan aragoneses. Una vez más se hace realidad eso de que a lo universal se llega desde lo local.

      Me gusta

  2. María Jesús Burbano dijo:

    Me ha gustado mucho esta publicación y aprovechando la ocasión, decir que el libro «CALLEJERO La Zaragoza de las mujeres» hay que tenerlo y leerlo, es una joya para las mujeres zaragozanas y para las no zaragozanas, las cuales, verán surgir un sentimiento de admiración por las autoras de la obra, que han contribuído a demostrar la valía de las mujeres.

    Le gusta a 1 persona

    • Carmen Romeo Pemán dijo:

      ¡Gracias, María Jesús! Tú sabes que siempre has sido un referente importante para mí. Agradezco tus elogios y aprovecho para decirte que la valía nos la damos unas a otras. Que gran parte de mi valía viene de ti.

      Me gusta

  3. Mª Yolanda Gracia López dijo:

    Maravilloso trabajo, sin duda. Enhorabuena y gracias porque por muchas razones siento esta obra cercana,y necesaria. Muy muy interesante. Felicidades y gracias, como mujer zaragozana.
    Un saludo, Carmen
    Yolanda.

    Me gusta

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.