El amor no es eso: contra la literatura romántica machista

Dentro de la literatura, la novela romántica tal y como se escribe hoy se considera un subgénero, una categoría menor de libros fáciles y planos. Fast-books los llaman, como llaman fast-food al Burger King porque es comida y, a la vez, no lo es.

En realidad, da igual. No se puede considerar alta literatura a todo lo que se escribe, independientemente del género, y no me voy a meter en este tema del que ya hablé la semana pasada en Origen cuántico. Sin embargo, quiero que nos paremos a pensar en la literatura romántica que se vende porque, si bien no es un género que me entusiasme (ni siquiera me interesa especialmente), me preocupa el mensaje que transmiten los últimos best-sellers que se han publicado, especialmente a sus consumidores más jóvenes.

Hace unos años, aprovechando que la daban por televisión, vi la segunda parte de Crepúsculo. No era mi intención, pues fui engañada al cine a ver la primera dispuesta a pasar un rato ameno con una película palomitera de vampiros y hombres lobos pegándose zarpazos y mordiscos. Podéis imaginaros mi decepción cuando me encontré con una historia sobre la relación de un hombre centenario que va al instituto y se enamora de una niña tan frágil que se aferra a él como una garrapata pensando que el control es amor.

Pero una amiga me dijo que la segunda parte era tan ridícula, con la protagonista gritando en sueños como si la estuviera desgarrando un zombie por dentro, que me iba a parecer divertidísima. Me dejé convencer, sí. Recuerdo que estábamos mi pareja y yo en casa, él con la boca abierta y yo con el ceño fruncido igual que una Anastasia Steele cualquiera*. No entendía nada. No me entraba en la cabeza que una chica tan joven tuviera necesidad de un chico al que apenas conocía y que, además, había llegado a hacerle daño aunque fuera “sin querer”. No entendía, tampoco, por qué se ponía en peligro solo para sentirlo unos segundos, en una suerte de chantaje emocional hacia él. Menos aún, por qué quería morir por no tenerlo al lado. Para mí eso no era amor, era una depresión de caballo por no entender cómo funcionaban las relaciones interpersonales y me agobiaba pensar que esa niña estuviera pasándolo tan mal sin que su padre la llevara a un psiquiatra.

Y entonces, cuando lo hablé con otras personas y les expliqué que me había sentido angustiada, agobiada, viendo la película, me contestaron con una frase lapidaria: “tía, es que tú no eres nada romántica”.

Pensaba que el problema era mío. En serio. Lo tenía completamente asumido. Pensaba que yo tenía un concepto del amor extraño o que yo no había sentido amor de verdad porque, a juzgar por lo que leía o veía, el amor de verdad te anulaba hasta el suicidio si no era correspondido.

Hasta que empecé a leer sobre relaciones tóxicas.

Esto no es amor

Me di cuenta de que el agobio que sentí con Crepúsculo fue una reacción lógica al ver a una niña en una relación enfermiza, donde un individuo controla a otro que se anula en una suerte de amor mal entendido.

Y lo llamaban romanticismo.

No penséis que este “romanticismo” se ve únicamente en novelas para adolescentes, no. Esta suerte de amor romántico de personas anuladas y controladas acecha detrás de muchas portadas, esperando agazapado a que un lector despistado las levante.

Después de mi experiencia con Crepúsculo creí que nunca mas me iban a pillar con la guardia baja, pero me equivocaba. En 2017 volví a caer en la trampa.

Si cuando fui a ver Crepúsculo pensé que estaba ante una nueva Underworld, cuando leí El descubrimiento de las brujas, de Deborah Karkness, pensé que se trataba de un libro de fantasía donde las mujeres y la magia tendrían un papel central en la trama. Os podéis imaginar mi decepción al darme cuenta de que era una novela romántica donde la magia era una excusa para mostrarnos a un vampiro que hace yoga (ejem) y que se empeña en encerrar a una bruja mucho más poderosa que él porque tiene miedo de que le pase algo. Iba leyendo y solo me imaginaba a un tío muy blanco con los colmillos alargados y en cuclillas sobre un pedrusco, dándose golpes en el pecho como un gorila mientras gritaba: “soy un hombre muy macho y protejo a mi novia aunque podría matarme con solo pensarlo”.

Me preocupa que este sea el mensaje que se transmite en este tipo de literatura. Sin embargo, estoy convencida de que muchas otras novelas que no tienen tanta publicidad detrás presentan relaciones normales. Y por normal me refiero a una relación sana en la que ninguna de las partes está anulada, una relación donde hay un equilibrio de poder. Donde los individuos se quieren y se respetan como iguales, independientemente de su sexo, género o raza.

Una relación de amor normal y sana. O como debería serlo.

Empieza febrero y volveremos a ver en el cine películas cuyo mensaje es que si lo aguantas todo, palizas incluidas, tu pareja cambiará por ti.

Empieza febrero e intentarán enseñarnos que el amor es una dinámica de poder donde uno ordena y el otro obedece.

Empieza febrero, sí. Y tenemos la oportunidad de decirles a los demás que el amor no es eso que pretenden vendernos.

Por eso os propongo algo. Me gustaría que este mes recomendemos libros, películas o cómics en las que el amor no sea una relación de autoridad y abuso. Si es del género romántico mejor, porque es el que más sufre de estos roles machistas y agresivos pero, en realidad, creo que puede valer cualquier novela que pueda llegar a jóvenes. No podemos dejar que aprendan que el amor es eso que pretenden venderles.

Esto sí es amor: La visita del Selkie

Voy a empezar con una presentación. Como os he dicho antes, no soy muy de literatura romántica actual y cuando la leo, suelo llevarme unos chascos como el que he descrito arriba.

Sin embargo, no hace mucho tuve la suerte de que Libertad Delgado confiara en mí para poner en mis manos su novela. Me sorprendí siendo lectora cero de La visita del Selkie y disfruté mucho de la experiencia.

En La visita del Selkie, Berenice, una mujer que vive sola en su gran casa familiar e intenta obviar los rumores de sus vecinos sobre brujería, recibe la visita de Iszak, un joven al que conoció cuando solo era una cría y que desapareció sin dejar rastro. Casi a la vez, unos perros de aspecto imponente y ojos rojos como ascuas, seres sobrenaturales que el folklore de la zona relaciona con las malas noticias y un futuro complicado, aparecen en los alrededores de su casa y solo ella puede verlos.

La visita del Selkie es un libro que podría encajar dentro del género fantástico y del romántico. El tema básico, el de aquellos que solo se quedan en la superficie, es el amor. Amor de familia, tanto de la familia de Berenice hacia ella como el de Iszak hacia la suya. Sin embargo, hay otro tema, y quizá el que más me interesa, que es cómo la soledad puede convertirte en una persona desconfiada y huraña, y eso afecta a las relaciones más básicas entre Berenice y el resto del mundo.

Los personajes están bien construidos. Berenice es una mujer dañada en su interior y con una fuerte necesidad de amor, no necesariamente romántico, y a la vez es una persona lógica y con confianza en sus capacidades y sus rutinas. Seria, centrada. Iszak es como un niño juguetón que sabe vivir y disfrutar de la vida, e intenta contagiarle algo a la muchacha. Y Beatrix, la nueva amiga de Berenice, es una cabra loca que vive sin preocupaciones y que ha decidido disfrutar de la vida después de una horrible relación amorosa como aquellas que vemos en algunos best-sellers.

Tiene tres tramas bien perfiladas que hablan de amor, de obligaciones familiares y tradiciones y magia. Están bien construidas e hiladas y se trenzan y se desunen de manera amena gracias a una prosa bien conseguida, con un narrador al que difícilmente se lo pilla en un renuncio y con un tono perfecto para la novela.

Esta es mi primera recomendación, pero pienso hacerme eco de todas las novelas de las que queráis hablarme durante este mes. Creo que es importante que dejemos claro, tanto a editores como a editoriales, qué es amor y qué queremos consumir. Ayudadme a conseguirlo.

*Esta es la única mención que voy a hacer sobre 50 sombras de Grey porque esa cosa no es literatura y no pienso hablar más de ella.

Carla Campos

@CarlaCamposBlog

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Imagen de Clem Onojeghuo en Unsplash

6 comentarios en “El amor no es eso: contra la literatura romántica machista

  1. L. M. Mateo dijo:

    Genial artículo, Carla.
    Me pasó lo mismo que a ti. Hace años entré en pánico al leer «Crepúsculo», no suelo leer romántica, pero la relación me pareció tan insana y la protagonista tan pueril que cuando terminé la saga quise tirarla a la basura. Me dijeron lo mismo que a ti, que no soy nada romántica.
    Hace un par de años una amiga me regaló la saga de Harkness, y volví a sentirme igual. De hecho, cuando me preguntó qué me había parecido le respondí con un «Es «Crepúsculo» para treintañeras que creen en las relaciones enfermizas. Así nos va». No te digo la cara de poema que me puso.
    De Grey directamente pasé de largo.
    Me apunto tu recomendación, a ver si salgo de mi zona de confort y dejo de odiar la romántica en general.
    Un abrazo.

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  2. Adela Castañón dijo:

    Carla, amiga… ¡lo has «clavao»! ¿Por qué lo llaman amor, cuando quieren decir…? (¡Ay, yo creo que quienes lo llaman así es que no saben terminar la frase y echan mano de lo primero que se les pone por delante!)
    En serio, Carla, te ha salido un artículo espléndido. ¡Has estado brillante hasta con la imagen para ilustrarlo! (Conste que no lo digo por las bombillitas…) :)))
    Muchos besos.

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  3. Mónica Solano dijo:

    Me encantó este artículo. Amé cada palabra 🙂 Comparto completamente tu punto de vista y estoy de acuerdo en que, no necesitamos más damiselas desamparadas y al príncipe azul en su corcel blanco para rescatarlas. Me gusta mucho el romance y alucino con las historias de amor, pero siempre me ha quedado ese gustillo agridulce cuando la mujer termina en la casa criando una horda de niños incontrolables y consintiendo a su marido que la mantiene. Con este artículo recordé una novela muy famosa en mi país. Recuerdo que todo el mundo tuvo que ver con ella en su momento. No era como todas las novelas, esta era preciosa y la protagonista lograba convertirse en una mujer exitosa, en todos los niveles, pero… sí, ahí viene el «pero», al final, como en todas las novelas quedó con el amor de su vida y, después de pasar por todas las penurias que te puedas imaginar y hacer realidad sus sueños, todo su éxito se desvaneció y terminó criando niños en una granja cafetera. Obviamente casi muero con ese final, y me pregunté: ¿por qué ella no pudo seguir siendo una profesional exitosa y al mismo tiempo estar con el amor de su vida? Todavía me lo pregunto porque casi todas las historias de amor funcionan igual: una de las partes tiene que renunciar a su vida, si esta no encaja con la de la otra. En fin, no le doy más largas, que ya me excedí con mi comentarios 🙂 Pero quiero que sepas que amo cuando escribes estos artículos que, aunque pueden herir muchas susceptibilidades, abren la puerta para cuestionarnos y reflexionar sobre lo que consumimos todos los días. Besitos.

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  4. Brenda Pichardo dijo:

    Últimamente en todas las películas veo esa dinámica machista del amor: ella rescatada por un hombre, ella sufriendo por tener su atención, ella sintiendo culpa por no ser la mujer ideal para él: lo cierto es que mientras esto siga ocurriendo en la vida real, los referentes en el cine no cambiarán mucho… Por otro lado, me pasa lo contrario en la literatura, cada vez me topo con libros escritos por mujeres con otra mirada hacia el amor… luego intercambiamos recomendaciones, saludos Carla!

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