Encerrada en Vallangosta

#MitologíasFragolinas

De la serie Mis micros

Como todas las noches, me acosté mirando al techo de mi alcoba. La cal de los maderos se resquebrajaba en dibujos caprichosos. En las partes nudosas se abrían rendijas que cobijaban mis sueños. Como era una niña larguirucha no me costó ningún trabajo escabullirme sin que nadie lo notara. Al otro lado de la rendija se abrió un camino que me llevó hasta un valle muy estrecho. Tan estrecho que las hadas que lo habitaban lo llamaban Vallangosta. A mí me pareció una exageración. Pero, de repente apareció un hombre corpulento y alto, mayor que los gigantes de los cuentos.

El hombretón me miró desde arriba y, de repente, comencé a crecer. Mi cuerpo se esponjó como la masa que crece deprisa cuando se le echa la levadura. Llegó un momento en que las laderas del Valle me aprisionaron y me quedé inmóvil sin atreverme a dar un paso. Noté cómo me iba convirtiendo en piedra. Y ahora, desde el silencio del valle, puedo oír a los viajeros que desde lejos me señalan con el dedo.

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A la izquierda del Arba, se entra a Vallangosta

Carmen Romeo Pemán

8 comentarios en “Encerrada en Vallangosta

  1. Josefina López dijo:

    Un hermoso mini, con metamorfosis incluida, y unas bellas imágenes para ilustrarlo. En un valle angosto nos sentimos también en estos días de semirreclusión, esperando encontrar una salida. Un abrazo, Carmen.

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