Hubo días en los que me sentí
una casa vacía,
que a los ojos del mundo se veía
hueca y llena de polvo.
Y a los ojos del alma, sin embargo,
aparecía repleta de un silencio
en el que resonaban tristes ecos
de palabras de más
y de besos de menos.
Demasiadas palabras pronunciadas
cuando no era oportuno.
Demasiados silencios provocados
por la duda y el miedo.
Y una ausencia de todos esos besos
que jamás existieron
y pesan en mi alma
y son como un recuerdo
de que, si están conmigo,
es porque, a ti, llegar no consiguieron.
Soñaba que mi casa,
esa casa vacía,
dejaba de ser mía para ser nuestra.
Y entonces se llenaba
del ruido de tus risas,
del tacto de tus labios en los míos,
tu cuerpo acomodado
en el lado derecho del sofá,
donde solo hay un hueco,
el que deja mi cuerpo,
que siempre tiene frío.
A falta de recuerdos
solo tenía mis sueños.
Ojalá que en mi piel hubiera un mapa
hecho de cicatrices
de momentos felices que se fueron.
Ojalá que tuviera
memoria de un pasado
de algún amor vivido,
aunque ahora hubiera muerto.
Ojalá que tú y yo
hubiéramos tenido alguna historia
aunque mi corazón, al terminarla,
se hubiera hecho pedazos.
Ojalá por lo menos una vez
me hubiese refugiado entre tus brazos.
Hubo días en los que me sentí
como un libro no escrito.
Nunca viví una historia de amor
más allá de mis sueños.
Pero también en sueños
el corazón se siente destrozado,
se rompe en mil cristales de dolor
que lastiman mi piel y me provocan
lágrimas por pensar en muchas cosas.
Se me negó luchar por no perder
lo que, ojalá, hubiéramos tenido.
Nunca pude afirmar
que no volvería a arder en otra hoguera,
que no querría sentir
caricias de otras manos
ni besos de otros labios
que no fueran los tuyos.
Nunca pude decirte que mi boca
no querría pronunciar otro nombre.
Y me hubiese gustado
poder haber perdido todo eso
porque hubiera existido,
¿lo comprendes?
Qué triste es no poder perder
lo que no se ha tenido.
Hubo días en los que me sentí
como una estatua muerta,
con el mundo girando mientras yo
quedaba detenida en un suspiro,
presa de los recuerdos de un instante
que tan solo en mi sueño había existido.
Y el tiempo se paraba,
se burlaba de mí y me recordaba
lo que había en mi vacío:
besos que no te di,
hijos que no tuvimos,
notas que no bailamos,
el roce de tu piel contra mi piel
que nunca tuve,
despertar los dos juntos,
abrazos enredados,
la luz del sol naciente
dibujando en tu piel y en la mía
las luces y las sombras de una canción de amor.
¿Comprendes mi tristeza?
Solo tengo la ausencia
de aquello que no tuve.
Y así, por no tener todo eso,
mi amor se fue vistiendo de cansancio
y se batió en lenta retirada
dejando un corazón que aún no había muerto,
que, como un ave fénix,
consiguió renacer de sus cenizas.
Y el corazón le suplicó a la mano
que escribiera estos versos
y cerrara esa puerta
para luego
recuperar la risa,
reencontrarse con la felicidad
y seguir adelante con la vida.
Adela Castañón
Letras desde Mocade 
Gracias, Adela.
Me has dejado pensativo.
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Gracias, Miguel. Que más vale tarde que nunca y hoy me asomé por aquí y descubrí tu comentario. Gracias, porque aún es tiempo. Un abrazo.
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«Ojalá»… Una de las palabras más cargadas de tristeza y de alegría al mismo tiempo. Qué anhelo y qué esperanza contienen tus palabras. Me encantaron. Un abrazo, compañera 🙂
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Muchas gracias, Lavie. «Ojalá» mis palabras sigan trayendo de vuelta otras palabras como las tuyas. Otro abrazo para ti. 🙂
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Me has dejado en silencio, pensando.
Gracias, Adela.
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Pensar siempre es bueno, Miguel, y el silencio puede ser un aliado. Muchas gracias por pasar por aquí y dejarme el regalo de tus palabras. Un abrazo.
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Cuántas casas vacías, libros no escritos, estatuas muertas… y todo por miedo a perder…
Me ha gustado mucho Adela, nos animas a arriesgar y si no arriesgamos en el pasado, curemos ese ojalá! en el presente, que todavía tenemos mucho por llenar!
GRACIAS! Un abrazo fuerte. Yolanda
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¡Qué sabiduría, Yolanda! Gracias por esas palabras lindas que me animan a seguir escribiendo. Como bien dices, ¡todavía tenemos mucho por llenar! Un abrazo fuerte también para ti. :))
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Querida ADela: Tú ya sabes mi opinión, eres única para vestir los sentimientos con un ropaje literario que nos envuelve y nos hace soñar también a nosotros. Publica. Ya has demostrado mil veces que eres una dotada por las musas para escribir poemas. Un beso y gracias por compartirlo con nosotros.
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Mi querido Curro, mi muy querido Curro, eres el «hado padrino» de mis escritos pero, sobre todo, lo eres de mis poemas. Quizá la prosa hubiera terminado por despegar sola, pero los versos… ¡ay, los versos! De no ser por ti, seguirían escondidos en lo más profundo de mi ser, y buscando desesperados el camino hasta mis dedos, hasta mi teclado, y hasta los ojos de quienes me leéis con tantísimo cariño.
Por mucho que te diga gracias, nunca será suficiente.
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¡Qué bien me han sentado tus palabras!
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¡El sentimiento es mutuo, Margarita! También a mí me alimentan las tuyas. Gracias y un abrazo. 🙂
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Adela, con este regalo esta noche dormiré mejor.
Un poema que invita a reflexionar.
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¡Muchas gracias, Maria Jesús Adan! Soy un desastre informático y no vi algunos comentarios, pero más vale tarde que nunca, así que ¡gracias de nuevo!
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¡Mi Carmen querida! ¡Gracias, amiga!
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Maravilloso poema! Me ha erizado la piel.
Felicidades! 🙂
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