La mecánica del amor

Alex, tendida sobre la cama, mira el techo de su habitación y juega con un mechón de su cabello. Lo pasa entre sus dedos, lo estira y lo enrolla. Lo hace una y otra vez.

–¿En qué piensas, Alex? –pregunta Marco.

–En el amor. Estoy pensando en el amor.

Alex se voltea y queda de frente a Marco.

–¿Tú nunca te has preguntado qué es el amor?

–No. ¿Por qué me lo tengo que preguntar?

–Ay, Marco. Ese es tu problema, no conoces el amor.

–¿Y, tú? ¿Tú lo conoces?

–No… No lo sé. Quizás.

–No entiendo.

Alex juguetea de nuevo con el mechón. No puede soltarlo en las noches de insomnio. Lo enreda tanto en su mano que se arranca hebras de cabello desde la raíz.

–Ese es tu otro problema, Marco. Que no me entiendes. Por más inteligente y evolucionado que seas, no eres capaz de comprender la complejidad de una mujer como yo.

–Pero estoy a tu lado, te acompaño la mayor parte del tiempo y hago todo lo que me pides.

–Eso no es suficiente. Necesito que me hagas sentir viva, que me quemes la piel con un abrazo, que me escuches con atención. Que te intereses en mis cosas. No necesito que solo me hagas compañía o que me salves. Necesito que avancemos juntos en este mundo. ¡Que te preguntes qué es el amor!

–¿Para qué tengo que preguntarme qué es el amor si te amo?

–Tú crees amarme –Alex hace una pausa, entorna los ojos, y agrega–: Eso es lo que crees, pero no puedes amarme si ni siquiera sabes qué es el amor.

–Claro que sé qué es el amor y por eso no me ha hecho falta preguntármelo. El amor es un sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia una persona o cosa a la que se le desea todo lo bueno.

Alex se levanta de la cama y agita las manos en un arranque de furia. Siente la sangre caliente que viaja por sus venas. Camina de un lado a otro de la habitación, aprieta las manos y tensa la barbilla.

–¿De dónde sacaste eso? ¡¿De Wikipedia?!

–Está en mi memoria.

–¿En tu memoria?

Alex pronuncia las palabras como si arrastrara las letras con dificultad desde el fondo de su garganta. Camina hasta la ventana de la habitación y abre las cortinas para que los rayos de la luna la iluminen.

–¿Está en tu memoria?

Alex se pasa la mano por la barbilla y fija la mirada en el horizonte.

–Pasé meses insertándote mis mejores recuerdos, mis experiencias más íntimas. Te di todo un decálogo de las emociones. Tienes la programación más sofisticada. Cualquier humano mataría por tenerla. Eres perfecto. Y, ¿la mejor definición del amor que puedes ofrecerme es algo que acabas de sacar de Google?

Alex suspira y mira de nuevo a Marco. Mientras lo observa siente como un sabor amargo le sube por la garganta. Se acerca a la cama y se sienta junto a él. Le acaricia el cabello y cuando le pasa la mano por el cuello oprime el botón que está detrás de su oreja. En la nuca se abre un compartimento en el que se pueden ver los circuitos maestros.

No lo piensa ni un segundo antes de desconectarlo.

Mónica Solano

 

Imagen de Johann Bret Bautista