Crónica de una metamorfosis

El mes pasado asistí en Valencia al II Congreso Escrivivir en el que, entre otras cosas interesantes, había una convocatoria de microrelatos que, para honrar a Kafka, tenían que empezar por una frase suya especificada en las bases. Participé y no gané, aunque admito que mi microrelato era un poco raro porque lo escribí en un rapto de inspiración y en verso libre. De todos modos, me divertí tanto al escribirlo que hoy os lo dejo aquí para arrancaros, o eso espero, una sonrisilla.

Crónica de una metamorfosis

Un escritor que no escribe es un monstruo que corteja la locura

y yo, pobre mortal,

era uno más entre los pretendientes

de la diosa Escritura,

un sueño inalcanzable.

Tuve miedo.

Me casé con la rutina.

Viví durante años en la cárcel segura y confortable

de un remedo del sueño de las masas:

un empleo estable.

El aire se espesaba,

respirar, cada día, costaba más.

Los alimentos ya no me saciaban,

la ilusión fue perdiendo sus fuerzas,

se ahogaba poco a poco.

Mi vida naufragaba

en la espuma impoluta

de mil folios en blanco,

las olas de un mar mudo,

amordazado,

un desierto incoloro

hecho de dunas

donde ninguna huella

dejé nunca.

Pero quemé mis naves,

lo dejé todo atrás.

O cambiar, o morir,

solo era eso.

Tomé mi decisión y, al despertar,

no era una cucaracha, ni un insecto,

y tampoco era yo, pobre Gregorio…

Por eso ahora…

Ahora me llaman loco

aquellos que no saben

que conseguí escapar de la locura

y, en brazos de mi amante,

la Escritura,

por fin puedo volar.

Adela Castañón

Imagen: Dmitry Abramov en Pixabay

3 comentarios en “Crónica de una metamorfosis

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