Tiempo de prodigios

Estoy alucinada, en el pleno sentido de la palabra. Con esta novela, he recibido una ráfaga de luz y conocimientos tan potente que me ha dejado deslumbrada.

El hilo conductor se basa en las vidas de Juan de Luna, morisco de Burbáguena, y su nieto, Román Ramírez, natural de Deza. Encontramos suficientes guiños para entender su valor simbólico: la necesidad de revisar la historia y de hacer justicia a la memoria histórica de ayer y de hoy.

Tiempo de prodigios es una enciclopedia completa del mundo morisco. Alguien podrá decir más –lo dudo- pero nadie podrá sugerir tanto.

¡Simplemente genial! Simeón inaugura un nuevo tipo de novela histórica. Mejor dicho, recrea la historia a la luz de las retóricas renacentistas. Como Umberto Eco, nos lleva de la mano por la jungla de una exhaustiva documentación en la que podríamos perdernos. Y siempre mirando a Burbáguena.

La novela abarca un siglo convulso. Un siglo de desasosiego para los moriscos. En 1501 comenzó la conversión en Granada. En 1502 en Castilla. Y en 1526 en el Reino de Aragón. La expulsión definitiva se produjo de forma escalonada entre 1609 y 1613.

Comienza in medias res. Don Juan de Luna, un médico famoso, conversa con su nieto de corta edad. La avidez de conocimientos del niño le lleva a recordar su vida y las de sus paisanos

Los recuerdos comienzan en 1526. El fatídico mes de febrero cuando llega a Daroca un correo del emperador Carlos I. Traía una orden de la Capilla Real de Granada que renovaba la Pragmática de Cisneros (1516) y que obligaba a todos los mudéjares de la Corona de Aragón a convertirse al catolicismo. Y los que ya se habían convertido tenían que abandonar los trajes, usos y costumbres moras.

“Los bautismos se llevaron a cabo sin instrucción religiosa y no borraron las diferencias, si es que las había, entre mudéjares y cristianos. Algo, no obstante, flota en el ambiente. Algo raro se avecina. Él que tan acostumbrado está a contemplar y analizar los fenómenos extraños, ha visto cosas raras, si no extraordinarias, en los últimos meses del año” (p. 27).

Aurelio Esteban, Carmen Romeo y Simeón Martín

Carmen Romeo vs Simeón Marín Rubio

Los moriscos añoran los tiempos mudéjares, como se llamaba a los musulmanes antes de la conversión. Una época de convivencia entre moros y cristianos que se rompió con las políticas centralistas españolas.

Desde 1526 hasta la expulsión, es una larga etapa en la que se rompe la convivencia pacífica. Son tiempos en los que no se toleran las diferencias, tiempos de persecución y torturas; tiempos de silencios y ocultamientos. Los “tiempos recios” de Santa Teresa, que dan título a una novela de Mario Vargas Llosa, Tiempos recios (2019), de Guatemala. Y nos recuerdan al Tiempo de silencio (1962), del franquismo, de Martín Santos.

C. Me han sorprendido el qué y el cómo de esta novela. ¿Cómo se te ocurrió contar esto?

S. Conocí a este personaje, fue el abuelo quien movió mi curiosidad, en Caro Baroja, Vidas Mágicas e inquisición. Luego lo vi en Gárgoris y Abidis de Sánchez Drago y en García Ballester, Los moriscos y la medicina. Después vino el proceso inquisitorial, la comedia Quien mal anda en mal acaba de Juan Ruiz de Alarcón. Fue todo eso lo que me llevó a imaginar cómo podía haber sido la vida del abuelo y del nieto. En el proceso de construcción son muchas las publicaciones que he encontrado que trataban sobre o hacían referencia a Román Ramírez. Todas hacían referencia a sus habilidades, tanto como sanador como memorioso, pero nadie hacía referencia a cómo fue su biografía. Supuso un verdadero reto inventar la conexión entre el abuelo y el nieto, ver cómo fue el proceso enseñanza aprendizaje. Comprobar la capacidad de asimilación de Román de cuanto le enseñaban.

C. Tiempo de prodigios se me ha revelado como una novela cervantina. Me han llamado la atención las dos partes evidentes: dos formas de novelar diferentes. La primera. Le dedicas tres largos capítulos a Juan de Luna, el famoso médico-sanador de Burgáguena. En la segunda, los seis capítulos siguientes, con centro en Deza, recreas la vida completa de Román Ramírez, el nieto. sanador como su abuelo y memorioso como su padre.

Dos ritmos y dos estructuras narrativas. Si las novelas están vivas, como esta, oímos su respiración. Aquí el respirar lento de la primera parte, con fragmentos autónomos, responde al patrón narrativo yuxtapositivo de la Edad Media. En la segunda, con una respiración entrecortada, subordinas los acontecimientos al personaje, como en la segunda parte del Quijote. En esta parte das entrada a las técnicas de la novela moderna. En la primera el sedentario don Juan de Luna y en la segunda el andariego Román Ramírez.

Y, como por azar, todo nos lo cuenta Cervantes, que en esos momentos estaba ensayando este tipo de técnicas, a punto de cristalizar en el Quijote.

S. Uno no puede quitarse de encima “el pelo de la dehesa”. Quiero decir que la formación de uno y cuanto ha leído se convierten, aunque no quiera, en elementos básicos de todos los constructos intelectuales, sean del tipo que sean. Este proceso que dices ver y que, seguro estará, no lo pretendí en ningún momento. Simplemente se impuso. Nos pasa en nuestras biografías: lo lentos que discurren los primeros años y “cómo se pasa apriessa”, como un sueño, después. Por otra parte, la necesidad forzosa en unos casos y en otros casos buscada, obliga a Román a ser un “caballero” bastante andante. Siempre el camino encuentra la justificación y supone un paso más en su definición.

C. Antes de seguir adelante, nos vamos a detener en el diálogo de Juan de Luna y su nieto. Ese diálogo con el que estructuras la primera parte.

“Años más tarde, Juan de Luna se lo comentaba a su nieto.

—¿Sabes de qué me estoy acordando, Ramón?

—¿Cómo lo voy a saber, abuelo?

—De los bautismos de Daroca. Bajamos desde aquí porque había que hacer bulto.

Se calla. Los recuerdos se le amontonan, acaricia la cabeza de su nieto y deja viajar a la memoria” (p. 23).

Aparte de traerme a la memoria “La sonrisa etrusca” de José Luis Sampedro, yo he querido ver allí la ficcionalizacion de un proceso real que estás viviendo con tu nieto.

S. Hay todo eso y más. Tú lo has podido reconocer porque partes con ventaja. Nos conoces a los dos, al nieto y al abuelo, y a las particulares circunstancias de ambos. Te puedo decir que todos los niños que aparecen en ese camino tienen un poco de mi nieto. También te puedo asegurar que no tenía presente en la redacción, la maravillosa novela de Sampedro. Pero sí, hay muchos elementos iguales o muy parecidos.

C. Los elementos narrativos universales que todos llevamos dentro. Nadie copia a nadie. Como diría Mijail Bajtin, todos participamos en el mismo diálogo, somos criaturas dialógicas.

Tras este inciso, volvamos a la retórica. No sé si son unas biografías noveladas o una novela histórica. Lo que sí sé es que es una novela renacentista en el fondo y en la forma. Que está documentada con muchísimo rigor y cariño. Es más, si leemos con atención Tiempo de prodigios, entenderemos muy bien cómo era una novela del XVI. De paso, te ha salido la vena didáctica: es una clase perfecta de retórica literaria.

A medida que vamos leyendo, nos damos cuenta de la cantidad de rasgos literarios y lingüísticos del XVI que quedan repartidos, como al azar, por estas 375 páginas, de letra menuda.

Aquí está todo medido y pesado, como en la prosa de Fray Luis de León.

S. Tan medido y pesado que esta historia me ha llevado ocupados casi veinte años. Eso no quiere decir que estuviese todos y cada uno de los días de ese tiempo sin hacer otra cosa. No. Pero es cierto que la redacción me ha llevado, con más o menos dedicación, diez años. La documentación ha sido muy laboriosa. Tu sabes bien que, en nuestra formación, no ha sido importante conocer las virtudes de las sustancias que guardaban en las boticas,  sí que hemos trabajado con las novelas de caballería, no en la tradición de vivir de su recitado.

Yo tampoco sé si una novela histórica, parece que sí pues ocupa casi todo el siglo XVI, o una biografía novelada, que lo es indudablemente. Partí de dos nombres, Juan de Luna y Román Ramírez, y a partir de ahí me inventé las biografías que suponen el elemento importante de la novela. Hay de todo. Personajes históricos, muy conocidos unos, menos otros, y muchos inventados, pero muy precisos para entender y dar sentido a esas vidas.

C, Muchos guiños a Cervantes y al Lazarillo. Háblanos de la carta. Y de esos papeles del final que sirven de marco narrativo y dan sentido a toda la novela.

S. Ahí sí que debo decirte que los dos modelos han estado presentes desde el primer momento. La carta a Cervantes y su reacción. Luego vino lo demás. Como en el Lazarillo, también con carta de por medio, se da cuenta de las andanzas virtudes y adversidades del protagonista. El autor del Quijote echaba mano de cualquier papel que saliese a su encuentro. En este caso todo lo justifica una carta y un papel doblado que ha recibido Cervantes.

C. Háblenos de esa obsesión de Román Ramírez por las novelas de caballería.

S. Es claramente la herencia de su padre. Se trata de aunar las dos profesiones: la de memorioso y la de sanador. Román solo lee una novela que no ha leído su padre: Don Cristalián de España, la única novela de caballerías escrita por una mujer. En todo lo demás es un fiel seguidor de. qué libros y cómo contarlos, de su padre. Esa habilidad de su padre le ha permitido salir adelante y ganarse la confianza de los poderosos. No otra cosa hace Román. Del mismo modo en medicina, es un fiel seguidor de cuanto aprendió de su abuelo Juan de Luna y, como él, también llega a ser un sanador requerido por todos, desde el propio rey a numerosos personajes anónimos y nobles y poderosos de Castilla y Aragón.

C. Eso. Y que no se nos olvide la gran ironía de esta novela. La que la convierte en una carcajada valleinclanesca. A Román Ramírez lo denuncian ante la inquisición por su oficio de memorioso y no por su condición de morisco.

Sigamos. En esta novela aflora tu pasión por el teatro. Yo diría que hay una a punto del teatro español del siglo XVI y una constante teatralización en todo el texto.

S. Absolutamente cierto. Hay dos autores teatrales con quienes ha tenido repetidos contactos: Bartolomé Palau y Lope de Rueda. Las técnicas de “dramatización”, las ha recibido de la observación y de las lecciones de de su padre. Él tiene todo de teatral en sus “lecturas”. Hay numerosos ejemplos en toda la historia de este memorioso.

C. Hablemos del gusto por las enumeraciones, tan valoradas en la novela del XVI. Así, a bote pronto, me vienen escenas de La lozana andaluza.

Y muchas de las novelas de caballería tan presentes en todas las páginas. Recuerdo una entrevista a Martín de Riquer en la que defendía la necesidad de recrear esos mundos con minuciosidad. “Muchos lectores de hoy pueden considerar aburridas o prolijas las descripciones de torneos y justas. Pero ¿qué harían ellos si tuvieran que contar los partidos de futbol en una novela? Tengamos en cuenta que no había medios de comunicación como hoy. ¿Sería suficiente con contar solo un partido a los seguidores del Real Zaragoza?

S. Si, así es. El siglo XVI es el que va construyendo a mi Román. No he sabido, tampoco lo he pretendido, echar por la borda mi experiencia como lector interesado, profesional si quieres, de la literatura. Sí; hay alguna cosa que puede recordar la obra de Delicado.

C. Es un tópico conocido que los prólogos se escriben el final y se colocan al comienzo. Pues bien, siguiendo el orden de escritura, hablaremos de este prólogo tan complejo. Tres prólogos en uno. Si no son más.

Una confesión del autor a sus lectores. Un monólogo desdoblado en diálogo, un proceso dialógico, como diría Bajtín, que permite contar los procesos interiores con distanciamiento e ironía.

S. Absolutamente cierto, y eso sí que lo he buscado

C. Pues ya que he dado en el blanco, seguimos con el prólogo. Yo lo veo como una justificación del acto mismo de escribir. “Hoy, aquí, ante la provocación que supone un papel en blanco, has decidido poner manos a la obra e imaginar cuáles y cómo fueron las andanzas de Román Ramírez” (p. 11).

Una autoficción del proceso real de escritura y una crítica irónica al tópico falsa modestia: “Llevas mucho tiempo dándole vuelta a la historia y a su personaje. Nada hay de extraordinario en él ni en quienes lo acompañan” (p. 11).Todos sabemos que, por el mero hecho de ser el protagonista de una novela se convierte en extraordinario y en protagonista de un tiempo de prodigios.

También veo una justificación del estilo narrativo que has elegido: “Tienes claro que lo escrito hoy es de hoy, aunque los pobladores del papel sean de hace siglos. Quieres escribir como se escribe hoy, sin imitar el castellano del siglo XVI, solo algún texto. Escribir algo que bien pudo ser así” (p. 12).

Y así lo será en adelante. Porque en esta novela quedan definidas para siempre las raíces de quien la escribe. Y para traer las viejas raíces al presente necesitamos de la vieja técnica literaria del recuerdo dentro del recuerdo, o de los flashback, como se dice en esta época de anglicismos.

Me gustaría contrastar mis impresiones lectoras con tu punto de vista, o con el del narrador que esto escribe.

S. ¿Qué quieres que te diga? Todo lo has dicho tú leyendo lo que he escrito yo. Ese ha sido, y voy a utilizar también un anglicismo, el leitmotiv de mi historia o de mi novela. Todo arranca con ese monólogo disfrazado en diálogo, por utilizar tus palabras. No quiero que nos extrañe nada en este tiempo de prodigios que justifica casi todo. Desde luego no justifica mis errores, que seguro que los hay y muchos.

C. Las escenas de Burbáguena rezuman una contención emotiva. Son los momentos en los que brillan las imágenes poéticas y el detallismo evocador.

“La vida en el lugar, Burbáguena, discurre pacíficamente, sin el menor sobresalto; cristianos y moros llevaban antes, según dicen, vidas separadas. Pero, en estos momentos, están completamente mezclados. Los moros, y ahora sus hijos, vivían en el Barrio Alto, junto a las eras, y en el barrio Moral. Los hijos han heredado los oficios de sus padres. Así, Miguel es zapatero, Juan, el molinero, hijo de Farag el molinero. El padre de Domingo, el blanqueador, era Yuce el blanqueador. Asensio y Ferrando, los cesteros, hacen lo mismo que su padre Ybraim el cojo. Brahem, el arriero, ha pasado el oficio y las caballerías a sus hijos, Fernando y Juan. Con esto hacen sus viajes a Zaragoza, a Barcelona y a Valencia. Cuando se trata de viajes de varias jornadas se juntan con los arrieros y carreteros de otros pueblos de la ruta” (p. 35).

Toda la novela mira a Burbáguena, a tu Burbáguea. ¿Cómo se vive esta experiencia literaria? ¿Es una especie de Macondo literario?

S. ¿Cómo la he sufrido? Muy intensamente. No solo lo de Burbáguena. Todos los lugares, todo ese mundo, me han tenido atrapado. Ha habido momentos  que dudaba de que llegase a cerrar la historia. A diferencia de Macondo, los casi cien años de soledad, son poco más de sesenta, no solo discurren en Burbáguena, tierra santa, lo llama su amigo Juan, cristiano viejo, sino que como en el Quijote o como en el Lazarillo, por citar los ejemplos que tú has traído, Román está casi siempre “en el camino”. Y no son de soledad. Sí de estar solo, pero siempre en intensa compañía.

C. Me gustaría cerrar nuestra charla con algunas citas en las que la magia de tu palabra va tejiendo un maravilloso tapiz.

Las páginas se van llenando de pequeños detalles que convierten la prosa en auténtica obra de arte. “Los desconchones de la pared se confunden con el ventanuco, menudo y tímido, abierto a la calle” (p. 85).

Descripciones emotivas y poéticas. ”Una cara se aproxima a la ventana, aplasta la nariz y las manos abiertas contra el cristal. El aliento dibuja círculos y la punta de la nariz parece una torta de manteca. Los ojos perdidos en el cielo buscan las estrellas familiares. En la cocina, el candil sueña caprichos en el techo, jugando las sombras y las llamas brillan en el hogar” (p. 85).

“Por el fondo de la calle se acercan unos puntitos luminosos, filas de cirios en manos de penitentes. El roce de los hábitos rasga el silencio, el contrapunto de los golpes de las matracas y la voz del cura… La fila discurre lenta, como una luciérnaga perezosa. Los Santos se elevan por encima de las cabezas de los penitentes” (p. 86).

S. Esa percepción es, pura y lisa, autobiográfica. Me gusta que se me escape la emotividad poética en esos momentos. Es más, te diré que, no solo en Burbáguena, sino en cualquier situación, cuando se escapa el lirismo emotivo, como dices tú, estamos próximos a la autobiografía o a la autoficción.

C. Y ahora, ¿cómo cerramos este encuentro?

S. En primer lugar dándote las gracias por tu lectura, espero que a los demás no les suponga ese esfuerzo, esa dedicación para sacar las sabias conclusiones con las que has adornado esta presentación del abuelo y su nieto y, uno vez muerto el abuelo, solo del nieto que lo va a tener presente mientras viva. Dar las gracias a cuantos han venido y a la editorial que ha creído que mi historia  merecía “ir a galeras.”

Pilar Nagore, Simeón Martín y Carmen Romeo. Feria del libro. Zaragoza, abril, 2023.

Simeón Marín Rubio (Burbáguena, Teruel, 1946)

Tengo el placer de presentaros a Simeón Martín Rubio. Y tengo tantas cosas que decir, que no sé por dónde empezar.

Conocí a Simeón cuando yo llevaba uniforme y calcetines blancos. Luego coincidimos en la Facultad, en esa época que tan bien refleja en su primera novela, Pintan Bastos. Profesionalmente nos fuimos pisando los talones. Yo llegué al Instituto Goya el mismo año que él se fue destinado a Borja, adonde también habían destinado a mi marido. Y la araña del destino nos fue envolviendo, fuimos haciendo amigos comunes, que llegan hasta hoy.

Simeón, Chimeneo en la Facultad y Chime para los amigos, nació y vivió su infancia en Burbáguena. Cuatro siglos antes había nacido allí Bartolomé de Palau, un importante autor de teatro de la escuela prelopista, y la familia del médico Juan de Luna: su mujer, partera y su hijo, Román Ramírez, un memorioso recitador de novelas de caballería. En el mismo siglo XVI, pasó su infancia el nieto de Juan de Luna, Ramón Ramírez junior, otro morisco sanador como su abuelo y recitador memorioso como su padre. Precisamente esta familia de cristianos de moro nos convoca hoy para que oigamos las confesiones del proceso inquisitorial de Ramón Ramírez. Y estas raíces, tan largas y tan hondas, han condicionado la vida y las aficiones de nuestro Chime, habitante del barrio del Moral, como la familia de Juan de Luna.

Simeón es catedrático de Lengua y literatura, escritor de poemas y novelas, autor, adaptador y director teatral,

Ha ejercido de profesor en el Instituto Goya de Zaragoza (1972-1977), en el Juan de Lanuza de Borja (1977-1983) y el Avempace de Zaragoza (1985-2011), donde fue uno de los impulsores de la REM; creador y mantenedor del grupo de teatro del instituto y un profesor de referencia.

Con la escritura nos ha dado tempranas y constantes alegrías. A su primera novela, Pintan bastos (1980, Ámbito Literario), le siguieron Aire de un momento (Bóveda de Borja, 1981) y los escritos nacidos al calor del buen yantar en el Instituto Avempace: Silva de varia cocción. (Cuadernos 1 y 2. 1996-1997), Cocer y contar. (Cuadernos del 3 al 8. 2005). Y, finalmente, Comer y contar (Cuadernos del 9 al 23, 2006-2021). En ello sigue cada viernes durante el curso, hasta hoy.

Pero su gran vocación es el teatro, como habréis notado en las páginas de Tiempo de Prodigios. Ha sido, y es, director, autor, adaptador y actor en varios grupos teatrales.

En 1978 fundó el grupo de teatro del Instituto de Borja que representó sus obras en los pueblos de la comarca, dentro de las actividades culturales.

Los alumnos de Borja, dirigidos por Simeón, fueron los primeros que representaron en España Proceso por la sombra de un burro de Friedrich Durrenmatt. A esta le siguieron otras. Con Yerma de Federico García Lorca obtuvieron el Primer Premio de Teatro Rural en Alfajarín. También representaron Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipciaca, de José Martín Recuerda, escrita en 1970, inicialmente, prohibida por la censura.

En su etapa del Avempace (1985-2011), y como profesor jubilado (2011-2023) ha dirigido tres tipos de grupos teatrales: Sólo con alumnos. Con profesores y padres. Y, finalmente, solo con profesores, en lo que siguen hasta hoy, dentro de la Red de la Experiencia.

Han representado en Institutos y Centros Cívicos de todo Aragón. Muchas obras adaptadas por el propio Simeón y El derecho de la mujer al voto, de la que es autor. Una pieza única en su género que se representa cada año en varios centros y que ya es un clásico para la celebración del 8 de marzo.

Pero, por encima de los actos académicos, Chime es nuestro bardo de cabecera. Es el poeta que inmortaliza las hazañas de un grupo de amigos nacido al calor del instituto de Borja. Nosotros, sus amigos, hemos recogido esos poemas espontáneos, de gran frescura y calidad, en dos publicaciones; Cutorrimas, escritas en medio de las faenas de la matanza de unos cerdos en Maleján. Zaragoza. Y Pateando en las alturas, escrito en Espierba, Huesca, entre hígados y muslos de patos, salpimentados con abundantes partidas de guiñote.

Carmen Romeo Pemán

Reseña de Dame mi nombre

Iciar de Alfredo, autora de la novela «Por qué lloras», nos deja hoy una emotiva reseña de la novela de Adela Castañón, «Dame mi nombre». Es una gran alegría compartirla hoy con todos nuestros lectores. ¡Gracias, Iciar!

Orcas en mi piscina

Conocí a Adela en la Escuela de Escritores de Madrid, donde cursamos juntas un itinerario de novela de varios años y algún otro curso. Semana tras semana, escribíamos los ejercicios y los compartíamos, con tanto miedo como vergüenza, con el profesor y los compañeros. Tengo que confesarlo: me encantaba que le tocase comentar el mío. Aparte de encontrar todos y cada uno de mis puntos flacos, siempre me arrancaba alguna carcajada. Adela es divertida y generosa a partes iguales. Dedica al ejercicio del compañero un montón de tiempo, lo destripa y le da la vuelta. Como ella misma dice, se pone sus gafas de bruja y se lanza al mar. La dulzura de sus palabras, la exactitud y originalidad de sus comparaciones hacen que tu corazón se abra en canal y que, según vas leyendo sus opiniones, pases de la emoción a la risa en un segundo y acabes con dolor de costillas y los ojos llenos de agua. Y, sobre todo, comprendes que tiene razón. Lo hace tan fácil que te preguntas: Pero ¿cómo no me he dado cuenta yo antes?

Tengo que confesarlo: no tengo la menor idea de cómo escribir una reseña, solo soy capaz de decir si algo que leo me gusta o no; no puedo más que hablar de lo que ha significado para mí Dame mi nombre, un proyecto que nació durante el segundo año del Itinerario de Novela y que se ha convertido en toda una novela. He visto brotar ese libro desde sus primeras páginas; Juan Luis y Verónica, Ana, Andrés y Pablo son también buenos amigos míos. Adela los creó, les dio vida y, después de que escribiera la palabra «fin», los hemos desmenuzado juntas hasta dejarlos bien guapos. Son personajes que pertenecen a dos familias normales que tienen problemas normales, que se meten en líos, discuten y también ríen. Entre ellos se va tejiendo una historia llena de ternura que se entrelaza, se une y se separa; una historia tan cercana que el lector podrá reconocerse en cada pasaje. Es una historia cotidiana con la que es muy pero que muy fácil identificarse.

Dame mi nombre es Adela en estado puro. Tiene su misma sensibilidad y, al mismo tiempo, su fuerza. Los personajes se deslizan por tu cabeza sin que te des cuenta. Las tramas son suaves y avanzan con precisión, como el mecanismo de un reloj, que se intuye pero que no se ve. Tal y como ella misma dijo en la presentación del libro, el lector no encontrará grandes misterios, una acción trepidante o una historia épica, sino otra sencilla, con personajes cercanos con los que podrá identificarse sin problemas. Además, está tan fenomenalmente escrita e hilada de forma tan sutil que te cogerá de la mano en las primeras páginas y no te soltará hasta que llegues al fin. Eso es lo que me ha ocurrido a mí. Lo he leído varias veces y esta última casi del tirón. No he tardado ni quince días en hacerlo, y eso, para mí, es un suspiro.

Por si eso fuera poco, tengo que reconocer que lo pasé pipa como lectora cero de este libro. Eso fue lo mejor de todo. Leer el borrador me permitió estar cerca de Adela y poner en práctica mucho de lo que aprendimos en la Escuela de Escritores año tras año. Y, es curioso, pero hemos tronchado de risa al darnos cuenta de que solemos cometer errores similares. Por ejemplo, las dos explicamos las cosas hasta la saciedad. Uno de nuestros profesores, el inolvidable Fernando, solía decirnos que, con tantas vueltas y revueltas sobre un mismo tema, no hacíamos más que tomar al lector por imbécil. Pues bien, si no fuera por las correcciones de Adela, en mi libro yo habría escrito unas tres o cuatro páginas para explicar lo que es un kraken y también para describir cómo nadan en la piscina los bichos buzo, aclaraguas, barqueritos, garapitos o como quieran llamarse. Nunca olvidaré su comentario: «Hija, ni que hubieras encontrado orcas en tu piscina».

Adela es así, tiene una forma muy original de convencerte de que algo no va bien. Y lo hace de inmediato. De verdad, creo que en Dame mi nombre ella sí que lo ha logrado. No he encontrado una sola orca en su piscina. Y, además, puedo decir que me ha entusiasmado su libro, más si cabe que la primera vez que lo leí.  

Si quieres conocer alguno de sus relatos, puedes hacerlo aquí: http://www.letrasdesdemocade.com

Si te apetece leer Dame mi nombre, puedes comprarlo aquí.

Iciar de Alfredo

Imagen: Pixabay

«Como cada tarde”: Sara Puente y su bisabuela fragolina

Las fragolinas de mis ayeres

La tarde se convirtió en mañana y dejó de ser rutinaria. Ese día Dominica Bernués, la protagonista de la novela de Sara Puente, no bajó al huerto de la fuente como cada tarde. Dominica subió al Fosal a acompañar a su bisnieta en la presentación de la novela que le había dedicado. Y yo la acompañé con unas palabras que en mi nombre pronunció Chesus Asín. No faltó la presencia de José Ramón Reyes, el alcalde. Tampoco faltaron las jotas de Inés Laplaza, ni los amigos y familiares de Zuera, que acudieron prestos al llamamiento de Sara.

Presentación de Como cada tarde, una novela de Sara Puente, en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de El Frago. En la mesa, Chesus Asín, José Ramón Reyes, alcalde, y Sara Puente. De pie, Inés Laplaza, que cantó las jotas del texto de la novela. El Frago, 21 de agosto de 2021, a las 11,30h.

¡Buenos días fragolinos, y bien llegadas las gentes que nos acompañan!

Hoy estamos con Sara Puente, una descendiente de casa Juana María. Sara, con técnicas literarias atinadas y con una voz segura, acaba de sacar a la luz una novela fragolina.

¡Enhorabuena, Sara! Acabas de dar voz y sentido a las fragolinas de finales del siglo XIX y de principios del XX, a una generación de fragolinas y fragolinos de nuestros ayeres

En Como cada tarde, has dado vida a unas tradiciones y a unos legajos que eran propiedad de tu familia. Como dice Octavio Paz, has hecho literatura convirtiendo lo privado en público. Una de las formas más nobles de inmortalizar el pasado.

 Además, has dado un salto cualitativo enorme. Esta novela se puede leer como un tratado de antropología de todo Aragón. Aquí has recreado viejas costumbres y ritos de nuestro pueblo y de todos los pueblos aragoneses. Así que siguiendo con Octavio Paz, te diré que lo local es universal y lo efímero es eterno.

Y para dar este salto, vas salpicando tus páginas con frases lapidarias, refranes aragoneses, que convierten lo local fragolino en general de Aragón e incluso en lo ancestral de otras culturas rurales.

La hacienda solía heredarla el hijo mayor. Aquella era una ley no escrita. En esta frase, recoges una costumbre ancestral cualquier cultura rural. Este tema es el anclaje en el que fundamentas toda la novela.

Las mujeres, en Aragón eran las propietarias de los huertos cercanos a los pueblos, como una prolongación de lo doméstico. Desde el primer párrafo hasta el último sabemos que lo más preciado de Dominica era su huerto familiar

Y un poco más adelante, particularizas ese huerto, que prolonga la intimidad de la casa, en uno concreto que hay en la arboleda de El Frago, justo al lado de la fuente.

Ella optaba por ocupar muchos de sus ratos en trabajos intentando sacarle partido a ese pequeño trozo de tierra para aportar al hogar algo más y, cuando se sentía cansada, era en ese huerto donde prefería estar a solas.

Y Dominica se enfrenta, como heroínas calladas, a la miseria que la azotaba.

Entre las faldas llevaba un pequeño trozo de tela vieja en la que había envuelto un pedazo de pan y unas olivas, que pensaba darles a los chavales cuando quisieran merendar bajo la sombra del manzano ya cubierto de nuevas hojas. Solo a los dos mayores, Miguel y Julián. Al pequeño Rafael aún le sacaría un poco la teta para que mamase algo, a pesar de que ya iba siendo mocico para eso, pero así era una boca menos.

Como cada tarde, mientras los críos corrían a sus anchas subiendo y bajando la cuesta, entrando y saliendo del huerto, saltando la pequeña tapia, ella, sin perderlos de vista, daba vuelta por las hortalizas.

Dominica Bernués. La fragolina real

Sara, tu novela es una versión idealizada de tu bisabuela Dominica Luna Bernués (1884-1977), perteneciente a una familia de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX. Era hija de Demetrio Luna Casabona (1840–1928). y Petra Bernués Pérez (1848–1920), de casa Juana María, hija de Gil Bernués y de Juana María Pérez. Vivían en la calle Príncipe 4. También vivieron de recién casados en la calle Cubillo, en casa el Curro. En la partida de defunción de Petra, leemos: Estaba casada con Demetrio Luna Casabona, de cuyo matrimonio quedan cinco hijos llamados, Daniel, Agustina, Dominica, Félix y Juana Luna Bernués. Que el día 18 de mayo de 1918, en unión de su esposo Demetrio Luna otorgó testamento a favor de su hijo Félix Luna Bernués, ante el notario Pedro Remacha.

Pero, Demetrio y Petra fueron padres de más de cinco hijos, varios fallecidos de niños. Precisamente este dolor de las madres que pierden tantos niños y las campanas tocando a mortachuelo, o mortijuelo, es uno de los sentimientos más logrados en tus páginas.

Los hijos que sobrevivieron a Demetrio Luna y Petra Bernués los emparentaron con otras tantas casas de El Frago. De Daniel, casado con Marcela Casabona, proceden los de casa de las Escaleretas y quedan abundantes descendientes. Entre otros mis vecinos de casa Manuelico. De Agustina los que vienen a casa Navarro en El Terrao. Dominica y Manuel Puente Palacio (1873 – ¿?), los protagonistas de hoy, se casaron en 1903. Manuel nació en El Frago, no en Agüero, como se dice en la novela. Su padre sí que era de Agüero.

Su hermano Félix, el heredero, se casó con Dominica Ángel Soro, de casa el Tejedor, y fueron los padres de Eustaquio y Félix. ¡Cuidado! Que podemos confundir a las dos Dominicas. En realidad eran cuñadas.

Como bien sabes y cuentas en la novela, los hijos de esta extensa familia, como los de otras muchas, tuvieron que emigrar para sobrevivir. Estos fueron los nuevos Ulises fragolinos que ya no encontraron a sus Penélopes.

Esas familias, tras el arrojo de buscar mejor fortuna, dejaron en El Frago lo mejor de sus vidas y sus mejores recuerdos. Y aquí tu escritura testimonial cobra mucho sentido.

Esto es una novela, no un fragmento de historia.

Bien, pues siguiendo las convenciones de la creación literaria, estilizas y reduces las relaciones familiares. Intentas hacer una novela de personaje, el drama personal de tu bisabuela Dominica, y no una novela saga.

Dominica tendrá que pasar muchas pruebas, como las heroínas de los cuentos, para intentar llegar a ser ella misma. Pero a eso no se llega si no se rompen muchas cadenas con mucho dolor.

Dominica es un personaje que ama, ríe y sufre. Pero, sobre todo, es un personaje que evoluciona. Vemos cómo va cambiando en estas trescientas páginas. Es un personaje bien construido en busca de un deseo y nos va creciendo, psicológicamente, en las páginas de la novela, como las grandes heroínas literarias.

Y para que no lo entendamos como un libro de historia ni como una genealogía, comienzas por identificar a tu personaje con el apellido materno, Bernués. Con este bautizo, Dominica Bernués se convierte en el personaje literario que engendrará el drama de la dominación del patriarcado sobre sobre las mujeres rurales.

Una nueva narradora.

Además, idealizando su figura, cambias hasta el nombre de su casa. Llamas casa Bernués a la que los fragolinos conocemos como casa de Juana María.

Sara, como en un crisol, has fundido la voz de tu bisabuela y la tuya propia, un recurso que en tus manos tiene un resultado una muy original.

Desde el primer párrafo me enamoré de una narradora en tercera persona. No era como el narrador omnisciente de los centones narrativos tradicionales. Tampoco era una narradora excesivamente cercana a Dominica. Poco a poco, fui descubriendo a una narradora contemporánea, heredera de los narradores que tantas veces te han contado historias junto a las llama del hogar.

En ese descubrimiento de la narradora oculta, me ayudaron los giros de la trama, concebidos a la luz de las funciones de los personajes de los cuentos de hadas. El personaje que sale de casa y pasa una prueba. La mujer paciente que, como Penélope, espera la vuelta del marido. Los abundantes Ulises fragolinos que aparecen en cada esquina.

Descubrí a una narradora que cuenta la tragedia de unas vidas desarraigadas con el mismo tono y función que lo hacen los cuentos maravillosos.

El arranque de la novela nos anuncia un mundo verosímil y un narrador fiable, que se cree todo lo que  le han contado.

Como cada tarde, Dominica bajó con sus hijos y la tranquilidad que la caracterizaba hasta un huerto que tenía junto al río. Era una mujer joven, aunque ya con mucha experiencia. Alta y más que delgada, flaca, aunque con buena figura. Sencilla en el vestir. De pelo oscuro sin ser negro, rizado, sujeto en un sencillo moño bajo. De ojos claros y clara también la piel. La de la cara moteada de pecas. Mujer de semblante sereno y pasos firmes.

Con este retrato ya nos enganchas. En ningún momento querremos dejar de saber qué le pasa a Dominica.

Otros recursos literarios.

Antes de abrir la novela acaricié el tacto suave de esas tapas ilustradas con unos símbolos atractivos,  que nos llevan a un pasado que ya no existe.

A continuación la novela avanza con un sabio juego de anticipaciones y resúmenes narrativos. Poco a poco se va creando un mundo cerrado y angustioso en el que no queda ni un cabo suelto.

El papel manuscrito, lo sé porque me lo has chivado tú, es una parte de las capitulaciones matrimoniales que un día encontraron en un saco Félix y Eustaquio. Esas capitulaciones, tan importantes en nuestra legislación aragonesa, tienen un sentido práctico y son una especie de compra venta encubierta de las mujeres.

Sobre las capitulaciones vemos las llaves de la casa de Dominica, las que la ataban a una tradición familiar y la que ella estaba tentada de abandonar para conseguir ser ella misma y no un fruto de un concierto de intereses de hombres.

En las capitulaciones los padres sellaban el destino de sus hijos para siempre. Allí estaban reflejados todos los bienes y deberes de los futuros cónyuges. Los padres ataban la vida de la nueva pareja, sobre todo, las obligaciones de la mujer. ¡La foto es oportuna, simbólica y bellísima!

En el reverso del libro, vemos una vela apagada, símbolo de un tiempo y unas vidas que se apagaron en sí mismas. Una vela que lleva superpuesta una llama alta y muy blanca. Con este símbolo quiero entender que nos avisas de lo importante que es recuperar los recuerdos. Más de la mitad de las páginas, en cursiva, son flash back, recuerdos en vivo y en directo.

Por eso la narradora no se esconde, cuenta el pasado mezclando palabras y frases del pasado con muletillas y expresiones de gran actualidad. Es que eso ha sido y es la novela. Dar vida a lo que se fue y alumbrarlo con una luz nueva para que no vuelva a morir.

Co las tramas vas tejiendo un delicado tapiz. La trama principal, el matrimonio impuesto a Dominica, la resuelves como una lucha contra los instintos, como en los dramas de Lorca. Y ese es el papel fundamental de Aurelio, un personaje de tragedia clásica, como el nombre que lo canta.

Por otra parte, abres el escenario con viajes de la protagonista. Eso te permite introducir costumbres de otros pueblos: Agüero, Luna y, sobre todo, Ejea. Las páginas de la feria de Ejea son memorables y excepcionales.

Las llaves de la casa de Dominica sobre sus capitulaciones matrimoniales, guardadas celosamente en casa de Juana María, en un saco, junto a otros documentos importantes de la familia.

Y termino

Hace tres semanas estuve comiendo en la Arboleda de la Fuente y, al marcharme, regué un arce, que la familia Puente Luna ha plantado cerca de la gran secuoya. Con el agua de la fuente quise ayudar a mantener vivo este recuerdo tan precioso y preciado. Espero que ese arce crezca como la llama de la vela que alumbra esta novela.

Espero que los lectores y amigos de Sara, cuando leáis Como como cada tarde, disfrutéis tanto como yo.

Enhorabuena, Sara, por este regalo que hoy nos haces a todos los fragolinos.

Sara con sus amigos de Zuera en la puerta mayor de la iglesia de San Nicolás de Bari de El Frago.

El 21 de enero de 1903, entró por allí la joven Dominica, soltera, de 19 años, para casarse con el viudo Manuel Puente, de 29 años. Los casó el párroco Mateo Echevarría Latorre. Asistieron a la ceremonia varias personas: parientes, relacionados y los testigos Eusebio Ángel y Miguel Laguarta. Y todo se hizo con «el consentimiento de los señores padres de la contrayenta«.

Sara Puente Gracia (Zuera, 15 de enero de 1959). Toda su vida ha transcurrido en Zuera, donde ha trabajado en varios puestos administrativos. Con la pandemia de la covid, la trasladaron de la Biblioteca Municipal al Aérea de Patrimonio y Medio Ambiente del Ayuntamiento.

Desde niña ha sido una gran lectora y le ha gustado escribir. Ha escrito relatos en concursos y en antologías de varias editoriales. Como cada tarde es su primera novela. Editada en Diversidad literaria, en el año 2021.


Foto del comienzo: Sara Puente y Carmen Romeo saboreando la llegada de Como cada tarde, en la Gran Vía de Zaragoza. Junio de 2021.

Carmen Romeo Pemán

«Dame mi nombre» de Adela Castañón: la primera novela mocadiana

El día 9 de julio, en el Casino de Marbella, se presentó Dame mi nombre, la primera novela de Adela Castañón Baquera. A los merecidos elogios que le dedicó Francisco Jiménez Vargas-Machuca, Curro para los que somos sus amigos, hoy quiero añadir un análisis más académico de esta primera novela MOCADIANA.

En Dame mi nombre oímos y reconocemos la voz característica de Adela Castañón. Esa voz con la que los lectores de Mocade estamos familiarizados. En nuestros cinco años de existencia, Adela no ha faltado ni un día a la cita con relatos, poemas y artículos. Hoy da un paso a un género mayor. En las páginas de esta novela escuchamos cómo esa voz ahora madura y segura, da vida a un universo literario nuevo y complejo. ¡Ahora, sí que tenemos escritora de verdad!

Dame mi nombre es mucho más de lo que hasta ahora había escrito Adela. Se nota que ha aquilatado el estilo con los relatos y que da un paso de gigante en la composición literaria. Aquí los personajes, muy sólidos, y con muchos matices en su personalidad, viven situaciones extremas y todos buscan su identidad, como si ese conocimiento fuera a liberarlos de sus fantasmas interiores.

Dame mi nombre lleva un título con connotaciones religiosas. Oímos la voz del Pablo que, como San Pablo, se cayó del caballo el día que lo llevaron a curar una herida al hospital. Y la oímos como si estuviera rezando. En el danos hoy nuestro pan de cada día del padrenuestro pedimos que un ser Creador nos conceda solo lo que necesitamos, y Pablo también pide solo lo que necesita; su nombre, es decir, su verdadera identidad, sus verdaderas raíces.

Él sabe que alguien tiene la clave de su identidad. Y la buscará, como si se tratara de un asunto policiaco, hasta conocer al Creador que posee la esencia de su ser.

Además de este conflicto, suficiente para afirmar que se trata de una novela psicológica, la intriga pivota sobre la búsqueda de perdón de Ana, la madre de Pablo. Una mujer rota que se confiesa y sufre un proceso de catarsis a lo largo de más de trescientas páginas

En ese proceso, que avanza despacio, como si de un parto se tratara, Adela le concede a Ana el tiempo que necesita para sacar a la luz el tormento que la devora. Y en torno al drama de esa Ana-madre, giran todos los personajes, tan rotos como ella. Adela, como una maga, busca y encuentra recursos literarios con los que bucear en las aguas más negras de sus personajes. El resultado es un profundo análisis psicológico con el que el lector se siente muy identificado.

Argumento. Más que sinopsis                                                

Se ha puesto de moda hablar de spoiler, pero es una palabra moderna del mundo de los best sellers. En literatura no podemos hacer un análisis preciso si no conocemos los hechos sobre los que se asienta una obra. Así lo entendían los autores clásicos. Al principio de una obra teatral salía un personaje a contar el argumento con la intención de que los espectadores, desprovistos del interés de la intriga, se centraran en otros elementos literarios. Y a esa misma finalidad obedecía la costumbre de publicar al comienzo de las novelas su argumento para que los lectores, libres del pathos, estuvieran atentos a los elementos literarios.

Booktrailer de presentación de Dame mi nombre.

Pues bien, siguiendo la línea de los clásicos, comenzaré por el contenido de la novela y seguiré con los elementos literarios que la avalan como una pieza clásica.

La novela comienza en 1999, cuando Ana, una chica de clase burguesa acomodada, no consigue que Víctor, su novio, le pida matrimonio. Ella fuerza las relaciones y hasta deja de tomar la píldora para quedarse embarazada. Ante tamaño fracaso, recurre a una inseminación artificial de un donante anónimo. Intenta presionar a Víctor, pero él la abandona porque tiene hecha la vasectomía y ese niño no es suyo.

A partir de este comienzo, la historia avanza unos dieciséis años, al principio en dos tramas paralelas y después se entrelazan en una sola. Aquí un hilo rojo, o azar, va uniendo las vidas de unos personajes que hasta entonces eran ajenas.

Por un lado, está Ana, que rechaza la idea del aborto y decide criar a Pablo. Conoce a Andrés, su marido, cuando Pablo tiene un año. Pronto se establece una excelente relación entre los dos y las dos nuevas hijas del matrimonio. En esta familia feliz, Ana, como una Madame Bovary, tiene un secreto que la atormenta. Y cobra más fuerza cuando su hijo Pablo se accidenta, por casualidad. En el hospital, Pablo se entera del grupo sanguíneo de su padre y, tras muchas dudas, llega a la conclusión de que Andrés no puede ser su padre biológico. En ese momento comienza una búsqueda desesperada de sus orígenes. Cuando Pablo le pregunta a su madre, ella le miente y despierta al monstruo dormido: el tormento psicológico de los dos.

En paralelo, está la vida de Juan Luis, un policía, y Verónica, la tutora de Pablo. La novela insiste en el pasado desestructurado de Juan Luis y en los deseos de maternidad de Verónica. Es obra del azar que uno de sus alumnos sea el retrato de su marido y que ese alumno dé un vuelco a sus vidas.

Los hechos, con varios giros de la trama, se complican hasta tal punto que las relaciones matrimoniales de las parejas están en juego.

La novela se cierra cuando todos cuentan la verdad. En el fondo, todo ha sido una lección moral, una oportunidad para que los personajes maduren a pesar de lo que ha sucedido en sus vidas. Al final, la autora entona una especie de canto de esperanza, pero la nueva felicidad es solo aparente. Ahora que ya se han desatado todas las pasiones, las aguas nunca volverán a su cauce.

El espacio

Como en las novelas psicológicas de don Miguel de Unamuno, el espacio casi desaparece. Esta es una técnica calculada y muy eficaz. Los personajes tensan sus pasiones como en A puerta cerrada de Jean-Paul Sartre. Los interiores un poco desdibujados nos obligan a entrar directamente en los conflictos, a través de expresiones y gesticulaciones muy repetidas: los movimientos de la cara se convierten en esos tics tan humanos que sugieren y callan lo que sufre un alma atormentada.

El tiempo

Está medido con una precisión de relojero. Es un elemento importante en el desarrollo de la intriga. Para conocer la edad de Pablo, tenemos que echar cuentas desde su concepción, y seguir los pasos de su evolución. A los diecisiete años, este adolescente, por un accidente casual, se plantea el tema de su identidad, existencial y real. Llega a dudar de que su padre sea el padre biológico y emprende una búsqueda, casi policial, de pruebas, en las que el tiempo pasado será su aliado.

No es una progresión lineal. Los flashbacks, muy oportunos y bien señalados con frases bisagras, nos ayudan a recomponer el gran puzle que es esta novela.

Los personajes

Cinco personajes principales llevan el peso de la trama. Los cinco, de clase media acomodada, ven cómo se complican sus vidas y todos dudan de todos. Sus conflictos nos atraen y sus intensas vivencias nos enganchan. Un adolescente y dos matrimonios que ponen en tela de juicio sus relaciones y sus mundos se tambalean.

Por un lado, Pablo y su familia. Su madre, Ana, la verdadera protagonista. Andrés, su padre adoptivo, que sirve de contrapunto. Como complemento, las hijas de Ana y Andrés, y Sara, la novia de Pablo.

Por otro, Juan Luis Medina, un policía de un pasado oscuro, y su mujer, Verónica, atormentada, como Yerma, por una maternidad que nunca llega. En este bloque, actúan de personajes secundarios, Argüelles, un policía veterano, amigo de Juan Luis; y Rosa, amiga de Verónica. Estos personajes secundarios son meros soportes para provocar conversaciones que nos ayuden a conocer mejor el interior de los principales.

Me detendré en Ana. En ella tiene origen la tragedia que, de repente, envuelve a otras vidas. Los demás personajes, incluso Pablo, el protagonista, se liberan y llegan a la catarsis, cuando ella confiesa.

Ana. La madre de Pablo es una mujer rota por los múltiples errores que va cometiendo. Este personaje de tragedia griega avanza desde la inseguridad del principio hasta la seguridad que le da la confesión.

Ana olvidó las mil frases que había ensayado por el camino. Se soltó de las manos de su novio, sacó el sobre del bolso y, con un pequeño temblor, se lo dio. Se arrepintió una vez más de lo que había hecho, pero ya no tenía remedio. Colocó las manos sobre las rodillas, las escondió debajo del mantel y se sujetó una con otra para evitar que temblaran. El miedo a un tercer fracaso sentimental se le subió a la espalda y tuvo que esforzarse para mantener una postura erguida. Seguía sin saber por qué sus dos novios anteriores la habían dejado, cuando ella había puesto todo de su parte y se había plegado siempre a sus deseos, sin pensar que ese podía ser el problema. Pero con Víctor parecía ir todo sobre ruedas, si se exceptuaba el punto muerto en el que se encontraba su relación, estancada desde hacía meses.

El conflicto

Pablo descubre que Andrés no puede ser su padre, que tiene que haberlo adoptado, pero nadie le cuenta la verdad. Sus intentos de conocer sus orígenes chocan con las mentiras de su madre, atrapada entre su hijo y su marido. Las investigaciones de Pablo desencadenan los acontecimientos que ponen en jaque a toda su familia y a la familia de Verónica, su tutora, que no se puede imaginar cómo va a cambiar su vida.

¿Qué podemos hacer cuando nuestros recuerdos se asientan sobre mentiras? ¿Hasta dónde seríamos capaces de llegar para conocer nuestros orígenes?

Adela pone en tela de juicio principios claves de nuestra ética. En esta novela se tambalean los valores tradicionales como el amor, la paternidad, la maternidad y la familia. Es decir, aunque el título, Dame mi nombre, apunta a la búsqueda de la identidad de Pablo como conflicto dominante, hay otros que le disputan la categoría.

Precisamente la tensión de conflictos muy potentes es uno de los grandes aciertos de esta novela. Y el protagonismo de Pablo queda en entredicho cuando lo enfrentamos a la confesión de su madre, que, sin quererlo, se convierte en antagonista.

La trama

Está muy bien tejida y calculada. Ni un cabo suelto. Desde el principio, como en Cinco horas con Mario de Delibes, conocemos el motivo de la culpabilidad de Ana, pero la historia se complica y se explica con abundantes prolepsis y analepsis. Las frases bisagra con las que entra y sale en los flashback y foreshadowing aclaran el fino entretejido de este tapiz. Por ejemplo, la culpabilidad, su vieja amiga, se sentó a su lado y comenzó a atormentarla es una frase que da entrada a un largo monólogo de Ana.

Con este entramado, el lector no se pierde en ningún momento gracias a la organización de la materia narrativa. Si Pedro Salinas dijo que hacer literatura consistía en hacer arquitectura, yo os digo que Adela es una de nuestras mejores arquitectas.

En la primera parte, los capítulos alternan entre el mundo de Pablo, y el de Juan Luis, el policía y padre biológico, ajeno a todo lo que sucede. Cuando ya tenemos el ambiente de las dos familias, las vidas comienzan a cruzarse y la tensión narrativa crece por momentos.

El azar

Funciona como el fatum de las tragedias clásicas. Va salpicando las páginas, aparece cuando menos lo esperamos. Con él aumentan las expectativas y la tensión. Como en la Historia de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez, comenzamos con el núcleo del problema, con una anticipación de una parte del final, pero nos falta lo más interesante: los motivos y los episodios que nos han conducido a ese final.

«Todo va a salir bien», pensó Ana. Sujetó el paraguas con una mano y con la otra apretó el bolso de piel contra su pecho, como si el sobre pudiera salir volando. La inseminación había sido un éxito. Respiró hondo y sonrió satisfecha porque, por primera vez en su vida, había tomado una decisión valiente.

Este arranque de novela nos atrapa desde la primera línea. A partir de aquí, sabemos que nos espera una aventura apasionante que nos impedirá abandonar la lectura.

Unas líneas más adelante, sabemos que Ana intentó atrapara a Víctor, su tercer novio, con un embarazo. El conflicto estalla cuando él le contesta que es imposible: Hace años que me hice la vasectomía. Inmediatamente nos enteramos del engaño: Ana había recurrido a la inseminación para atraparlo. Estos recursos que hace unos años nos habrían parecido de ciencia ficción son los que le dan un toque de modernidad. Son conductas de la clase media que hoy están a la orden del día.

A partir de la ruptura de este noviazgo y del nacimiento de Pablo comienza la aventura.

Andrés, el nuevo marido de Ana, no le había pedido nunca explicaciones, y a ella le hubiera avergonzado confesarle que Pablo fue fruto de una inseminación disparatada para atrapar a otro hombre. Y ahora, si su hijo empezaba a querer saber más sobre su origen…

Y los lectores, desde el momento que conocemos esta situación tan inesperada, acompañamos con placer el arco evolutivo de los personajes modulado por una serie de sobresaltos. El azar se convierte en el tema principal que se apodera de los personajes y los transforma en sus marionetas.

Los diálogos

Constituyen la parte más brillante de la novela. Adela, gran conversadora, traslada con acierto la oralidad del lenguaje. Llenos de imágenes vivas y chispeantes son el principal vehículo de caracterización de los personajes. Salpicados de acotaciones en las que una mirada de soslayo, un fruncir de ceño, una subida de cejas o unos dedos nerviosos traducen los dramas interiores y la claustrofobia que todos sufren. En realidad, los personajes hablan mucho, pero hasta el final no se confiesan con franqueza.

La portada.

La ilustración de Esther Cuesta (@Mentiradeloro) es muy simbólica y refleja con mucha fidelidad el núcleo de la historia. El chico de la imagen no tiene la identidad muy definida y se abraza las piernas de tal manera que quedan entre sus brazos los dos lados de un corazón. En uno vemos la silueta de una mujer con un niño de la mano, un guiño a la vida de Pablo con su madre antes de que se casara con Andrés. En el otro lado, en un plano más lejano, el hombre que camina en solitario nos sugiere un Juan Luis ajeno a todas las consecuencias de su donación atolondrada, anónima y solitaria.

Las letras del título están formadas por un hilo rojo que une en sus extremos las figuras insinuadas. Como el hilo rojo que une las escenas de la película De tu ventana a la mía, de Paula Ortiz,  hace referencia a un mito japonés, según el cual las personas unidas por ese hilo están predestinadas a encontrarse en la vida y a vivir historias importantes. Este hilo es la versión oriental del fatum greco latino.

Para terminar

Ya conocíamos la capacidad narrativa de Adela por sus relatos, pero en esta novela se nos ha manifestado como una hechicera de la lengua y una gran conocedora de los problemas psicológicos que atormentan al corazón humano.

Sabe dar un punto de modernidad a los temas clásicos. Nos presenta la vieja crisis de paternidad unida a las modernas vasectomías y donación anónima de semen. Los anhelos de maternidad se resuelven en inseminación artificial y propósitos de adopción. Su lección es que las alternativas de la posmodernidad ni son nuevas ni son la panacea.

En esta novela, lo cotidiano y la oralidad envuelven refinadas y premeditadas técnicas literarias, todo con el tono amable y la visión optimista de su autora.

Adela Castañón Baquera es una gran promesa para nuestras letras. Yo, que tuve el privilegio de asistir al nacimiento del primer embrión de Dame mi nombre, os puedo decir que con el proceso de escritura se ha convertido en una verdadera obra de arte.

¡Larga vida para Dame mi nombre!

Currículum

Adela Castañón Baquera, (Málaga, 1957),  es licenciada en Medicina por la Universidad de Murcia. Amante de la lectura desde pequeña, siempre le ha gustado inventar historias, y hace unos años se empezó a formar como escritora con cursos y talleres literarios.

Desde 2016 compagina su trabajo de médica de familia en el Centro de Salud Leganitos, de Marbella, con la publicación de relatos y poemas en el blog Letras desde Mocade (https://letrasdesdemocade.com/).

Es coautora del libro El niño pequeño con autismo, editado por APNA Madrid, y traductora de la obra Habla signada para alumnos no verbales, de B. Schaeffer y otros, en Alianza Editorial.

Figura, como autora, en doce antologías de relatos y en una de poesía, publicadas por Escuela de Escritores. Ha participado en el Taller de Escritura Creativa de Carmen y Gervasio Posadas, en Literautas, en el Grupo Editorial 33 y en la Delegación de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Marbella.

Dame mi nombre es su primera novela. Y ya está trabajando en el borrador de una nueva, un proyecto antiguo que tiene muy madurado.

Carmen Romeo Pemán

¡Gracias a todos!

Hoy mi artículo tiene los mejores protagonistas del mundo: vosotros.

Porque todos y cada uno de los que estáis leyendo esto sois mis héroes.

Porque no es fácil ganar una batalla en soledad.

Porque si he podido vencer a los demonios del cansancio, del desaliento, de la inseguridad y muchos otros, y he conseguido escribir y publicar mi primera novela, Dame mi nombre, ha sido gracias a vuestro apoyo.

Por esas y por mil razones más, hoy, como os digo en este artículo, merecéis brillar uno por uno y recibir mi más sincero y emocionado agradecimiento.

Cuando era pequeña, recuerdo que muchos cuentos terminaban con aquello de «y se casaron, fueron felices y comieron perdices». Si trasladamos eso a la vida real, ahora que ya no soy una niña, sonrío y me digo con amor y con humor que ningún autor añadió a esos cuentos un capítulo más que dijera: «Y, por cierto, también vinieron la hipoteca, los niños, levantarse con los pelos de punta, y alguna que otra cosita así que olvidé mencionar». Y no es que me queje, eso nunca, y menos ahora que estoy en una nube.

Porque lo que ha conseguido que estos días mis pies no parezcan tocar el suelo es como un cuento escrito al revés, y ahora os lo explico:

Empecé a trabajar en mi novela y comenzaron los tropezones, los ratos de bajón, las ganas de tirar la toalla, los bloqueos, los pensamientos de «ay, madre, qué birria de historia me está saliendo» y, luego, vinieron nuevas batallas cuando llegó el turno de corregir, revisar, buscar portada, booktrailer, pensar la frase gancho, redactar una sinopsis que no fuera un spoiler total… En fin, como si eso fuera la parte nunca escrita de la cruda realidad que va detrás del final feliz de un cuento.

Y, cuando pensé que la publicación de mi novela pondría la palabra «Fin» en mi cuento de escritora, resulta que descubro que no es un fin, sino un principio: ahora estoy en la página esa en la que toca ser feliz y comer perdices. La parte difícil, la más dura, ha venido antes que esta otra parte de ilusión y de felicidad. Y eso es, en buena parte, porque mi criatura ya no es solo mía, ahora es vuestra, os pertenece, es del mundo, de los lectores, y no podía soñar ni de lejos con la acogida que ha recibido, que hemos recibido, tanto la novela como la autora.

Estoy abrumada, ilusionada, asustada, emocionada y podría escribir muchos más adjetivos aunque seguro que me quedaría corta. Pero, sobre todo, hay uno que destaca sobre los demás: me siento infinitamente agradecida. Gracias por vuestras palabras de apoyo, por vuestros comentarios, por vuestro cariño que son para mí como el mejor Premio Planeta.

Quiero pediros, además, un favor: si leéis mi historia, me encantará saber qué os ha parecido. Sobre todo me gustaría que compartierais conmigo lo que no os haya gustado, lo que os haya dejado con las cejas fruncidas, lo que echéis en falta. Todo lo que se os ocurra. ¡Y sin anestesia, jeje! Tengo ya otro borrador en el horno, y aunque el «embarazo» será largo (Dame mi nombre ha tardado tres años en ver la luz), quiero seguir aprendiendo a mejorar. Y os necesito para eso. Todos los comentarios serán bienvenidos y agradecidos, porque, como escritora, considero que aprender de los errores es una herramienta que no se debe desaprovechar. Gracias también por eso.

La felicidad no tiene precio, y vosotros, todos vosotros, me habéis regalado felicidad a manos llenas.

Por eso, hoy, merecéis ser los protagonistas de este cuento mío que habéis contribuido a crear y a hacerse realidad. El cuento de alguien que soñó con ser escritora y que lo consiguió gracias a que muchas personas la auparon hasta hacerla tocar el cielo con las manos.

Os quiero.

Adela Castañón

Foto: de la autora y de su novela

Por qué lloras. Una historia detrás de un libro

Mi publicación de hoy no es una reseña de un libro en sentido estricto. Tampoco es un artículo. Ni un relato. Si pretendiera hacer con esta entrada cualquiera de esas tres cosas, no le haría justicia a la historia que Iciar de Alfredo comparte con todos nosotros en su primera novela: Por qué lloras. Así que lo que voy a contaros es otra historia, o una parte de ella: la parte que conozco personalmente. Porque creo que vosotros, lectores, quizá podáis saborear todavía más el libro si tenéis acceso a los preliminares que rodearon su gestación. Será un poco como esas películas en las que, a veces, se añaden simpáticas tomas falsas que las enriquecen sin lugar a dudas. Así que vamos al lío.

Mis motivos

No sé hacer reseñas de libros. Es más, creo que sería una pésima reseñadora porque tengo el inoportuno don de hacer spoilers a las primeras de cambio. Tampoco me he esforzado nunca en explicar los puntos fuertes por los que me gusta o me deja de gustar una novela. Me limito a disfrutar, o no, de su lectura, si bien es cierto que desde hace unos años, de manera inconsciente, se me sube al hombro un pequeño diablillo crítico que, a veces, solo a veces, me señala algún fallo en la coherencia de la historia, o en el narrador, o en la técnica. Por suerte no es lo habitual, y sigo siendo capaz de saborear una historia sin tener que ponerme unas “gafas de bruja” de las que os hablaré luego.

Entonces, me preguntaréis, si no sé hacer reseñas, ¿qué es lo que os voy a contar, y por qué quiero contarlo? La respuesta es bien sencilla. He tenido la inmensa alegría y el honor de haber sido lectora cero de la novela de mi amiga Iciar. Y, como he visto de cerca el crecimiento de la historia, de sus capítulos, como la he visto crecer hasta convertirse en el precioso libro del que os hablo, necesito que sepáis cómo y por qué se gestó. Así. Sin más.

La autora. Iciar de Alfredo

Conocí a Iciar en 2016. Las dos nos habíamos matriculado en el segundo curso del Itinerario de Novela de la Escuela de Escritores. Por aquel entonces, el itinerario eran tres cursos; ahora son dos que se complementan con un curso adicional pero independiente, el Laboratorio de Novela. El nuestro fue un conocimiento virtual, ya que la Escuela está en Madrid y todos los cursos que he hecho, y ya van unos cuantos, han sido online. Tengo de ese curso, como de casi todos los cursos de la Escuela, un recuerdo maravilloso. El profesor, Fernando Maremar, se dejaba la piel en los comentarios que nos hacía, en sus explicaciones, y no solo era eso; consiguió, al menos en mi caso, y creo que en el de otros compañeros, que nos enamorásemos de lo que es “escribir”, del mundo que nos ofrece un folio en blanco cuando se entrega sin reservas para que volquemos en él lo que queramos. Iciar estaba repitiendo ese curso y recuerdo que eso me llamó mucho la atención. No negaré que, al principio, compartí esa extrañeza con Carmen, Carla y Mónica, compañeras de cursos anteriores que también estaban matriculadas en ese, pero pronto comprendí sus motivos: había repetido por el profesor, y lo cierto es que valía la pena. Ya lo he dicho, pero lo repetiré: Fernando Maremar no solo sabía enseñar. Sabía también transmitir el amor por la escritura.

Iciar y yo pronto empezamos a llamarnos entre nosotras “gemelilla”. Nuestra manera de escribir, nuestros estilos, eran de una similitud alucinante. A las dos se nos escapaban los adjetivos como churros, por no hablar de las explicaciones innecesarias. Éramos incapaces de sacrificar una palabra bonita, una aclaración de algo, y nos costaba la misma vida sacar las tijeras de podar para mejorar nuestros textos y despojarlos de toda floritura superflua que no les aportara nada. ¡Cómo dolía eso!

Mi gemela literaria y yo teníamos otra cosa en común: las dos éramos madres de unos seres especiales. Para mí, mi Javi, con su autismo y su alegría de vivir. Para ella, su Ici, protagonista de Por qué lloras, con la misma alegría de vivir que conservó hasta el final y que dejó, como regalo increíble, a su familia.

Iciar y yo nos conocimos en el segundo año de los tres que formaban entonces el Itinerario de Novela y me extrañó que, a finales del curso, ella dejara de entregar los ejercicios. En mi experiencia, los abandonos de alumnos se suelen dar al principio, pero tampoco teníamos entonces confianza como para preguntar. La eché de menos también al comienzo del curso siguiente. Me había acostumbrado a sus acertados comentarios a mis ejercicios y admito que también yo disfrutaba lo mío comentando sus tareas. Nos parecíamos tanto que, creo yo, las dos detectábamos en la otra los fallos que no sabíamos ver cuando los cometíamos al escribir. Éramos a veces tan exhaustivas en buscarnos los errores que acuñamos esa expresión, la de ponernos “las gafas de bruja”, para referirnos a esas críticas que podrían parecer despiadadas a quien no nos conociera, pero que nosotras adorábamos porque siempre iban repletas de cariño y de afán constructivo.

A poco de empezar el tercer año del itinerario de novela, Iciar volvió a aparecer por los foros. Todos nos quedamos destrozados cuando supimos el motivo por el que había estado ausente: su niña, su Ici, ya era un ángel.

Mentiría si dijera cómo me sentí al saberlo. De aquello solo recuerdo mi pena. Una pena enorme y una admiración sin fin por mi amiga, por esa amiga que volvía a buscar en las letras un consuelo que su alma necesitaba. Creo que lo encontró, y la prueba es la imagen que acompaña a este texto: empezó a escribir, y escribió, y escribió. Y llegamos a Por qué lloras.

El libro. Por qué lloras

Terminamos el tercer año del itinerario de novela. En junio de ese año, 2018, varios alumnos fuimos a la fiesta de la Escuela de Escritores en Madrid, y allí nos pusimos cara y voz. Mis amigas de Letras desde Mocade, Carmen, Carla y Mónica, y yo misma, ya nos habíamos conocido físicamente en la fiesta de dos años antes. Pero ese año fue todavía más especial. Iciar, que vive en Madrid, se encargó de organizar una cena para todo el grupo después de la fiesta de la Escuela de Escritores. Aparte de las cuatro “mocadianas” estuvo también nuestro profe de ese año, Ismael Martínez Biurrun, otro “crack” que pasó con nota la prueba de superar el listón tan alto que había dejado Fernando Maremar. Carmen llegó desde Zaragoza, Carla desde Barcelona, Mónica nada menos que desde Bogotá, ¡era la segunda vez que nuestra Moni cruzaba el charco, y para asistir de nuevo a una reunión mágica! Y, además, estuvo Mila, nuestra compañera y artista polifacética, que ya ha publicado su novela, Mukimono, que podéis conseguir y disfrutar aquí, y que, además, se ha alzado hace pocos días como ganadora del premio Latino Best Book Award, en la categoría libros de misterio. Ahí es nada, ¡ganar un premio entre todos los libros escritos en español en los Estados Unidos!

Cena de amigos después de la fiesta de la Escuela de Escritores

Recuerdo la jornada con un cariño especial. Mi hijo, Javi, me había acompañado, y pasar el día con él, con mi profe y con mis amigas, fue aún mejor de lo que esperaba, ¡y esperaba mucho! La química entre el grupo fue perfecta. Y cuando nos separamos todos nos sentíamos más unidos, si era posible.

Iciar nos comentó entonces que estaba escribiendo un libro porque necesitaba contar la historia de Ici. Yo andaba también entonces hilvanando lo que sería el borrador de mi primera novela, ¡a la que estoy poniendo ya el punto final de la fase de corrección!, y las demás, Carmen, Carla, Moni y Mila, también compartieron con nosotros sus proyectos. Mila ha sido la primera en publicar, y su Mukimono ocupa hoy un puesto de honor en mi biblioteca.

La cosa podría haber quedado ahí, pero poco después Iciar se puso en contacto conmigo para pedirme un favor: quería que fuese su lectora cero y que le ayudara a corregir su novela.

A mí me hizo mucha ilusión porque, entre otras cosas, yo no sabía lo que era eso de “lector cero” hasta que me metí en estos fregados de escritura. Y lo de meterme a correctora, pues casi que tres cuartos de lo mismo. Pero que mi gemelilla me pidiera eso me llegó al alma y le dije que sí, sin darle más vueltas y con una alegría tonta y loca. Creo que no pensé bien en dónde me metía. Aunque os digo una cosa: me alegro de no haberlo meditado y de haber aceptado del tirón. Me hubiera perdido una experiencia de vida maravillosa.

El caso es que Iciar fue muy clara al decirme lo que esperaba de mí. Si mal no recuerdo, sus palabras fueron algo así como “Mira, gemelilla, tú sabes de qué va mi novela de sobra, se la he dado a leer a mi familia y amigos, y todos me dicen que está genial porque, claro, ¿qué van a decir? Pero yo quiero contar una historia, no escribir un folletín al estilo de “La casa de la pradera” (una serie de televisión de hace más años de los que quiero acordarme, en los que raro era el episodio en que los telespectadores no acabábamos nadando en llanto ante los dramones de la familia Ingalls). La historia de Ici, su vida, está llena de momentos muy duros, pero también de luz, de alegrías, de batallas ganadas, y yo quiero contar eso”. Comprendí enseguida lo que Iciar me pedía: que me calara las gafas de bruja y que le corrigiera todo lo que quisiera sin reparos. Y yo, inconsciente y con un subidón de autoestima por lo que se me pedía, dije que sí, hale, que me tiraba a la piscina.

Y vaya si me tiré. Es más, en cierto sentido, casi casi hasta lo hice en sentido literal. Que ya lo vais a entender cuando pase al siguiente apartado:

Orcas en la piscina

Al principio, mi labor de correctora fue sobre ruedas. Al tener un estilo tan parecido, no me costaba trabajo descubrir, por ejemplo, los adjetivos sobrantes o las explicaciones de más. Recuerdo uno de los primeros capítulos, cuando Iciar escribió que volvía de la cocina al dormitorio de Ici con el dalsy y el termómetro en una mano, y un vaso de agua en la otra, o algo así. Le dije entonces que bastaba con decir que volvió de la cocina con esas cosas, y que no hacía falta que dijera que las llevaba en la mano, que el lector sería capaz de suponer que no se había puesto el vaso sobre la cabeza ni que llevaría el termómetro en la boca. En fin, esos comentarios con vena humorística creo que nos salvaron a las dos a lo largo de los meses que duró nuestro trabajo en común. Cuando llegaban los momentos duros solo teníamos que recordar cualquier chorrada de esas para sonreír y seguir avanzando. Y os voy a contar aquí cuál fue el momento cumbre de esa labor de corrección, porque el chascarrillo nos hizo reír tanto que me apetece compartirlo con todos vosotros.

Veréis, en un capítulo Iciar cuenta que Ici se está bañando con amigas y primos en la piscina, y explica que alrededor de los niños revoloteaban pequeños insectos de un tamaño así, y asá, y que esos bichitos abundaban en esa época del año, y que era por la humedad, y que se llamaban “aclaraguas”, creo recordar, y no sé cuántas cosas más que no sé si las buscaría en algún artículo de Wikipedia de zoología de insectos piscineros. El caso es que el párrafo, porque era todo un párrafo, zumbaba en mis oídos lectores como debían zumbar los dichosos bichejos aquella tarde. Y, para no andarme por las ramas, creo que lo señalé entero y, al margen, puse algo así como comentario: “Mira, gemelilla, ya puedes quitar todo esto. Basta que digas que por la piscina revoloteaban unos insectos incordiosos, aclaraguas, y punto pelota. Aunque elimines esa explicación no corres el peligro de que el lector piense que lo que había en tu piscina eran orcas”.

Bueno, todavía hoy, cuando nos acordamos de aquello, a las dos nos entra la risa floja. A veces hemos llegado incluso a bromear con escribir algún relato de humor que se titule así, “Orcas en la piscina”.

Para terminar, o casi, que todavía queda algo más

Iciar me mandó hace unos días por Whatsapp la foto de los ejemplares de su libro que, por fin, ha recibido. Y me entró tanta alegría que le dije que me apetecía escribir una reseña de su libro, aunque, como advertí al principio, esto no es propiamente una reseña, pero me da igual.

Hace poco publiqué una entrada compartiendo con vosotros, lectores, la noticia de que mi novela está también ya cerca del canal del parto. Quizá por eso soy ahora más capaz de entender cómo ha debido sentirse mi querida Iciar durante estos meses de espera. Es una sensación que, al menos a mí, me recuerda a los últimos meses de embarazo. Siento que mi criatura ya tiene forma y sé que se acerca el momento en que dejará de pertenecerme para ser propiedad de los lectores, para formar parte de ellos, que volará lejos de mí. Y ahora, al ver que Por qué lloras llega a mis manos, esa sensación de duelo extraño se desvanece, se convierte en una alegría compartida y en un estímulo para ese último empujón que me queda hasta conseguir ver mi historia igual que he visto ya las de Mila e Iciar.

Y por eso, porque adoro escribir, porque he tenido los mejores profesores y compañeros en mi aprendizaje, y porque estos cursos no solo me enriquecen como escritora, sino también como persona, quería contaros lo que os he contado.

Y aquí viene el algo más

Terminé de escribir esta reseña y me acordé de todas esas personas maravillosas que he mencionado, de todos los que hemos acompañado a Iciar en su viaje por la escritura, y pensé que ahora se sentirían felices al saber que Por qué lloras ha visto la luz. Así que se me ocurrió preguntarles si querrían aprovechar este artículo para decirle algo. Por supuesto hay muchos más de los que aquí menciono, y a todos ellos también les dedico un cariñoso recuerdo. No están aquí por razones de espacio, porque solo he convocado a los que escriben a continuación. Quiero aclararlo para que nadie piense que hay ausencias voluntarias. Sé que, si me hubiera puesto en contacto con más personas, este artículo tendría, como mínimo, la extensión de una novela. Por eso tuve que conformarme con elegir una pequeña muestra de ese gran mundo de amigos de letras.

Así que, Iciar, aquí hay algunas personas que tienen algo que decirte. Te dejo con ellas:

TUS AMIGAS

Carla Campos

Desde siempre se ha dicho que los novelistas deben escribir sobre lo que conocen. Si nos guiamos por ese consejo, se supone que lo más sencillo sería escribir sobre tu propia vida. Sencillo. Pero para mí es una de las tareas más arduas que hay. Pocas cosas son más complicadas que ponerle palabras al amor por un hijo, a la calidez de una mirada, al sabor de un abrazo espontáneo. Tan difícil y, sin embargo, Iciar lo hace con soltura, con un amor que supura en cada palabra, que baila con cada letra. Ha sido un honor ver crecer esta historia y, sobre todo, compartir un pedacito de la vida de Ici.

 Carmen Romeo Pemán

No siempre la verdad de los hechos coincide con la verosimilitud literaria. Si esto sucede estamos ante un texto excepcional, por su calidad literaria y por la fuerza de la verdad.

Pues este es el caso de Por qué lloras de Iciar de Alfredo. Ha conseguido contar con distancia, y con desgarro, las vivencias de una enfermedad incurable que se llevó muy pronto a su hija Ici. Lo realmente impactante son el tono sereno y la invitación a celebrar la vida. Por qué lloras, además es un libro de ayuda, no de autoayuda. La Ici que aparece en estas páginas puede ayudar a otras Icis a llevar mejor su problema y a aceptar con alegría el paso de convertirse en ángeles.

Solo un alma grande y generosa, con una inteligencia fuera de lo común, es capaz de sobreponerse a un dolor trascendente y ofrecer en unas páginas, muy bien escritas, una invitación a seguir celebrando la vida. Gracias a una madre coraje, gracias a Iciar de Alfredo, Ici ha conseguido entrar en la inmortalidad. Porque esa es una de las virtudes de la literatura, convertir en inmortal lo que celebra en sus páginas.

Os invito a leer una novela hermosa, bien escrita y bien construida. Os invito a descubrir como del mayor dolor humano pueden surgir las páginas más bellas.

Gracias, Iciar de Alfredo, por este regalo. Gracias por escribir tan bien. Gracias por ser como eres.

Mónica Solano

Cuando Iciar nos compartió que su novela estaba lista, me dio un salto en el corazón y todos lo vellitos de los brazos se me erizaron, como si una corriente eléctrica me inundará todo el cuerpo de repente. Era una noticia maravillosa, porque había tenido la oportunidad de compartir una parte importante de la gestación de su obra y enterarme de que había salido a la luz me llenó de felicidad. Ver nacer esta historia y ser testigo de cómo Iciar nos deleitaba con la dulzura de sus palabras en cada avance de Por qué lloras, fue algo muy especial para mí. Siempre me ha costado montones mostrarle al mundo mis textos, porque temo que en mis palabras se desnude demasiado mi alma y ver como Iciar en cada párrafo se entregaba por completo, entregaba lo mejor de ella, de su historia, de esa parte tan intima de su vida, me hizo recordar, muchas veces, por qué me gusta tanto escribir. El tiempo pasa y a veces es inevitable volver de nuevo a la oscuridad en donde los miedos abrazan como un corsé victoriano. Por fortuna, llegan a nuestras vidas obras como Por qué lloras que nos devuelven a la luz, que nos llenan de amor y nos inspiran. Solo resta decir: gracias, hermosa Iciar, por regalarnos tanta luz con tu novela y por recordarme la importancia de la escritura como herramienta de sanación.   

Mila Tapperi Hajjar

En noviembre del 2019, en la mesa de un restaurante de Madrid, los comensales hablaban y decidían entusiasmados qué comer. Todos menos dos mujeres. Ellas estaban extasiadas, una al lado de la otra, viendo la pantalla de un celular. Esas mujeres éramos Iciar y yo y en la pantalla estaba el boceto de la portada y la contraportada de «Por qué lloras». Ella veía a su bebé y yo a mi «sobrino».

No es fácil explicar lo que me une a Iciar y a ese grupo tan especial que menciona Adela. Creo que escribir y dejarnos leer por la otra ha sido un poco salir de nuestra zona de confort y mostrar nuestro yo más vulnerable. Nos hemos expuesto y, por lo menos para mí, ha sido liberador. Por eso, a pesar de la distancia física, se ha creado una forma de intimidad profunda que no se siente con cualquiera.

Esa noche me sentía honrada de haber recorrido junto a Iciar una parte del camino que la llevó a transformar su pena en un acto de amor. 

No veo la hora de tener ese «sobrino» en mis manos, reconocer parte de sus páginas y descubrir otras. Sé que a este se sumarán los otros bebés del grupo, los espero con los brazos abiertos y los lentes puestos.

TUS PROFESORES

Fernando Maremar

Como ocurre a menudo con las personas que merecen la pena, Iciar cambió mi vida. Ella fue la primera alumna a distancia a la que conocí en persona. Tras varios años impartiendo cursos en internet para la Escuela de Escritores, rechazaba una y otra vez las propuestas de encuentros que me proponían los alumnos. Pero Iciar, además de apuntar buenas maneras como escritora y de ser una persona ejemplar, poseía ese suave tesón, franco, inocente, hermoso en su pureza, parecido al de una niña cuando insiste en tirar de tu camiseta para que, sí o sí, pruebes su helado de frambuesa.

Así que allá fui, a tomar un café con Iciar.

Y lo que hallé fue, efectivamente, una persona maravillosa, que me hizo ver a mis alumnos, para siempre, de una forma muy distinta a cómo los había concebido hasta entonces. Sin que ella dijese mucho, porque como buena escritora escucha más que habla, el brillo de sus ojos oscuros me confirmó su pasión por las palabras, así como su compromiso con el camino de la escritura, que a mi parecer empieza y acaba en uno mismo, aunque pase por numerosos lectores.

Tiempo después, tras los muchos vericuetos de la vida y de la literatura, me dijo que iba a escribir sobre su hija, Ici, que nos había dejado hacía unos meses tras una larga enfermedad. Entonces comprendí que lo lograría. Que por fin traduciría esa suave insistencia suya en el libro con el que soñaba, y que hallaría en la escritura lo que siempre sentí que buscaba en ella: un camino de aprendizaje, verdadero, que te abre la consciencia a la vez que te revela los misterios del universo.

Ese es el libro que ahora me ofrece, con su elegante inocencia, tirándome otra vez de la camiseta. Y me vuelvo hacia ella y lo recibo con las palmas abiertas y una sonrisa plena, como quien va a acoger en sus brazos, por primera vez, a uno de sus nietos.

Su hija, convertida en ángel, bate las alas desde el cielo. Se la ve encantada de que su madre también haya aprendido a volar, y de que ella, Ici, haya ejercido como instructora principal durante las lecciones finales de vuelo.

Ismael Martínez Biurrun

Cuando alguien pone un trozo de su alma en lo que escribe se nota inmediatamente. No importa si la historia tiene forma de thriller y todos los personajes llevan nombres inventados: la verdad está ahí. Con una serenidad insólita para una primera novela, Iciar ha sabido plasmar en estas páginas el vértigo y la luz, la emoción y el dolor del simple acto de vivir…, sobre todo cuando ese vivir supone sobrevivir a quienes más amamos. Fue un privilegio ser testigo de la gestación de esta historia, y estoy seguro de que sus lectores encontrarán en ella la misma autenticidad. Te deseo toda la suerte del mundo, Iciar.

Despedida

Por qué lloras tiene una historia detrás. Y os he dejado entrever un trocito de ella.

Pero no os engañéis. Lo mejor de todo, sin lugar a dudas, es dejaros ganar por la historia. Si queréis disfrutar de Por qué lloras, podéis obtenerla aquí. Y para conocer un poco más a la autora, podéis asomaros a esta entrevista con ella.

Dos joyas en mi biblioteca

Adela Castañón

Imágenes: cedidas por Iciar de Alfredo, Mila Tapperi Hajjar y Adela Castañón

Día del libro. Presentación. Pilar Martínez Barca, “En luna llena”

#Yomequedoencasa

Estamos confinados por la pandemia del coronavirus. Hemos aprendido sustituir los actos presenciales por los virtuales. Hemos cambiado el contacto por escritos e imágenes virtuales.

Así que, desde mi casa, voy a imaginarme la presentación de En luna llena, un poemario  de Pilar Martínez Barca, editado por PRAMES.

Carmen Serrano. 1

Carmen Serrano acompañando a María Pilar en una de sus presentaciones

Llego apresurada al FNAC y en la puerta me espera Pilar Martínez Barca con Carmen Serrano, empujando su silla de ruedas. Las conozco por separado. Nunca las había relacionado. Las saludo con efusión.

—Anda, ¿así que os conocéis? —Carmen se vuelve hacia mí—: ¿Y tú, de qué conoces a María Pilar?

—Desde hace muchos años. Fue uno de esos momentos mágicos que nunca se olvidan.

—Es que María Pilar siempre cautiva. Pero, cuenta, cuenta.

Le cuento que conservo una imagen fotográfica de nuestro primer encuentro.

Era el curso 1978-1979, yo acababa de llegar de Teruel al Instituto Goya de Zaragoza. Una tarde, un poco antes de Navidad, al acabar mis clases, fui a dejar la libreta de notas en mi armario del Departamento de Lengua. Me sorprendió que estuviera la puerta entornada, Y aún me sorprendí más cuando vi a una adolescente en una silla de ruedas, sola. Estaba tan concentrada en su escrito que ni se enteró de que yo había aparecido.

Sin que lo notara, me apoyé en una estantería, como si me hubiera dado un mareo. Y es que en su lugar estaba viendo a Pili Rizo, una alumna de Teruel, también con parálisis cerebral. Las dos tenían tetraparesia con más de un 80% de discapacidad reconocida. Pili había sido mi alumna más querida y más brillante.

La volví a mirar, me acerqué y le toqué el hombro. La saqué de su ensimismamiento, y sus ojos me cautivaron.

—Es que soy alumna del Instituto Nacional de Bachillerato a Distancia (INBAD) y estoy haciendo un examen de Lengua con Carmen Sender —a la vez que me hablaba le temblaban las manos.

—Tranquila —Le acaricié el hombro—. Veo que Carmen Sender te ha dejado tu tiempo y no quiero molestarte.

Guardé mi libreta. Le di un beso en la mejilla y me fui. En el camino a mi casa se cruzaban dos sillas de ruedas, dos miradas inquisitivas, dos almas grandes atrapadas en unos cuerpos que no les correspondían. O sí. Esa limitación externa podría ser el acicate que moldea personas fuera de lo corriente, personas talentosas con valores interiores muy profundos.

Después vinieron más relaciones. En 1989 celebramos un acto hermoso en el Instituto. Fuimos combinando los poemas de su libro Historia de amor en Florencia con cuadros de Isabel Guerra. Rosa Palacios, la profesora de Arte, comentaba los cuadros y yo sus poemas.

De repente, me doy cuenta de que María Pilar está callada en la silla y me mira como si yo fuera una aparición.

—¿Te acuerdas? —me dirijo a ella.

—Pues claro que me acuerdo. Me has hecho recordar a Bernardo Bayona, a Pilar Idoipe y a la madre Paz González Moro, que tanto me marcó.

Entonces saco una cuartilla del bolso y le digo:

—Seguro que no te esperas esto que te voy a leer. Lo escribiste en 2014 cuando falleció la madre Paz.

In memoriam. Paz González Moro. En 1978, comenzaba yo el BUP en el INBAD. “No sabíamos cómo hacerte los exámenes, pero el Director del INBAD en el Goya me dijo que eras inteligente, que te diera una oportunidad. Y decidimos hacértelos tipo test”. Del casi autodidactismo –con las clases de mis padres en casa– y la oportunidad de sacar el Graduado Escolar con la asociación Auxilia, a la Universidad, tres grandes profesoras y mujeres me marcaron en el Bachillerato: Carmen Sender Garcés, Lengua y Literatura; Mari Paz González Moro, Matemáticas; Rosa Palacios Gil, Historia e Historia del Arte. Belleza, voluntad y creación.

—Y un poco más adelante seguías:

Fui a presentar mi libro La fuerza de los límites en el Episcopio y en el IES abulense López Aranguren, donde la madre Paz me acompañó y me dijo; “Lo más bonito que he hecho en toda mi carrera ha sido ayudarte a sacar los estudios”.

María Pilar se quedó pensando sin mover un músculo. Y, sin darle tiempo, aproveché para dar un giro a nuestra conversación:

—Oye, ya sé que como niña solitaria te refugiaste pronto en la poesía. Pero me gustaría saber qué te supuso el Instituto Goya.

—Jejeje, —Se ríe y cierra los ojazos—. Eres tramposilla —me dice—. Creo que lo sabes de sobra. Carmen Sender me influyó mucho. Iba a tutoría con ella y cada día me repetía lo mismo: «Tienes que escribir porque tienes mucho que decir».

—Pues fue clarividente. Entonces tenías mucho que decir. Y hoy te lo repito yo. Ya has dicho muchas cosas, pero aún te quedan muchas más en el tintero. Así que, sin perder tiempo, vamos a ver de qué va En luna nueva. Un poemario que ha estado esperando esta publicación desde que el año 2015 ganó XXIII Premio Nacional de Poesía “Acordes”.

—Vamos —me responde, con una voz aterciopelada que guarda para los que más quiere.

Foto portada

 

Si sus primeros libros, Epifanía de la luz de 1988 e Historia de amor en Florencia de 1989, fueron para mí una gran revelación, los doce libros siguientes han sido la consolidación y la profundización de aquella voz incipiente.

Desde su primer poemario pensé: “¡Madre mía, qué buena es!”. Pilar es un ser de luz que nos ilumina con su poesía y hace realidad los deseos de Carmen Conde en sus libros Sea la luz y Ansia de la gracia.

A Pilar, cualquier rayo de luz le sirve para iluminar los abismos de nuestro ser. Su último libro, En luna llena, la luz nos llega de la luna, la diosa Astarté, la diosa madre, la diosa femenina por excelencia. La que exalta los valores del amor y la transcendencia de los placeres carnales. Pero Pilar transciende el mito, y todos los placeres nos llevan al conocimiento y a la plenitud de la gracia

Encabeza el libro con dos citas, dos agujas para navegantes. Así el lector no pierde el hilo poético con el que teje esta madeja de finas hebras.

…siempre fuiste viciosa de la luna y de las historias que se inventan o se recuerdan bajo sus efectos narcóticos. Carmen Martín Gaite.

Amar es compartir la luna llena. María Jesús Sanjuán.

En sus poemas de juventud ya estaban las semillas de los frutos que hoy recoge En luna llena. En este, y en todos sus libros, oímos una voz de altos vuelos literarios. Tan altos que Pilar ya es una referencia en la poesía española contemporánea. Y una voz única entre las personas con discapacidad funcional.

La primera vez que leí el libro, cuando lo cerré, se me quedaron colgando unos versos que sintetizan el sentido de los trece poemas que lo integran.  Y, si me apuráis, son la clave de toda su andadura poética.

    • Mi Señora, la Luna, me ha invocado.
    • Presagios de gaviotas entrecruzan los sueños,
    • ese estrecho sin luz de la memoria.
    • Y me va renaciendo tanta pasión antigua,
    • comunión con la Diosa de la Tierra,
    • del Agua y de la Sangre.

El mensaje poético

En luna llena es un libro introspectivo y de memoria nostálgica de su pasado. Por aquí desfilan las personas y los objetos que fueron significativos en su vivir cotidiano. Esas personas y objetos que ya solo perduran en su recuerdo.

Su poesía, como la de Carmen Conde, brota de un arraigo religioso, de una voluntad ascética, de un vitalismo existencial y de una fe muy segura. En las dos, se une la conciencia de ser mujeres, su vocación de escritoras y su condición de creyentes.

María Pilar depura la realidad y cultiva las grietas. Fractura la realidad o espera a que se agriete para captar lo que está más allá del simulacro. Parte de lo concreto y se abre a un mundo imaginario. Con la palabra llega a la esencialidad de los objetos de su entorno.

Algunos recursos literarios

Utiliza un yo poético objetivado, siempre en tercera persona, que es el trasunto de su personalidad y el portavoz de las verdades eternas. Su madre se convierte en la madre y su admirada Victoria Atencia en la niña que toca el arpa.

El ritmo brota del fluir de natural de las palabras, acompañado por estructuras sintácticas y semánticas rítmicas.

—¿Cómo trabajas la métrica, Pilar? —le pregunté en una de nuestras frecuentes charlas.

—Los metros me salen espontáneos, después de mucha práctica. Últimamente intento romperlos a conciencia por innovar.

Y los rompe bien. Porque en ningún caso se pierde el ritmo dominante.

Trabaja mucho el vocabulario. Junto al uso dominante de palabras cotidianas, nos asaltan palabras inesperadas que dan un nuevo punto de vista a todo el poema: calmo, hondo, entrerrosado,

Sintagmas en los que junta dos palabras que cobran un nuevo significado: entrañada de otoño.

Invierte las frases hechas para darles un nuevo sentido: Hablamos de lo humano y lo celeste-

Usa la intertextualidad con gran dominio, especialmente el poema Postal en las páginas, en el que explícitamente su voz se mezcla con la de María Victoria Atencia.

Estructura general del libro

Si escribir es hacer arquitectura, como decía Pedro Salinas, nunca hubo una casa mejor construida que este poemario. Los poemas parece que están puestos al azar. Pero no, en ese camino hacia la ascensión final, unos sustentan a otros. Y todos tienen sentido cuando los hemos leído en el orden que ha elegido su autora.

  1. Crepúsculo interior

En este crepúsculo interior, la luz del alma de Pilar brilla mil veces más que la del exterior. Y, a diferencia del crepúsculo de fuera, nunca se apaga.

Podríamos considerarlo como un poema prólogo en el que parte de un yo presente en constante experimentación y evolución. Un yo atento a la realidad exterior y a las cosas. Como en muchos poemas de Juan Ramón, los objetos nos llevan a la transcendencia.

    • Ahí están los tejados, tan diversos
    • y las suaves estrías de las nubes,
    • y el reflejo irisado del crepúsculo.

A partir de estos tres elementos, con un suave ritmo ternario, llegamos a un interior en el yo comulga con lo trascendente. Esta actitud nos recuerda al poema Intelijencia de Juan Ramón: “Que por mí vayan todos/los que no las conocen, a las cosas” (Eternidades)

En Crepúsculo interior iniciamos un viaje como el de Carmen Conde  en el Ansia de la gracia. Iremos disfrutando del camino a la transcendencia.

Pilar siempre parte de un aquí y un ahora, desde donde levanta el vuelo. El atardecer del interior de la casa nos lleva al atardecer dentro del alma. Los objetos y las experiencias corporales le sirven de trampolines para abrirnos el yo más bello y más calmo, el que se produce en los abismos del yo poético.

    • Pero es más bello contemplar muy calmo
    • cómo atardece dentro, allá en lo hondo
    • Contemplo la ventana, ya es de noche
    • y se acerca la hora de la entrega,
    • de la dádiva hermosa, de los frutos.

Y toda la experiencia interior está vivida como una entrega amorosa corporal. Como el ansia de encuentro de los enamorados. Qué cerca estamos de la experiencia mística de San Juan de la Cruz.

  1. Mesa de trabajo

La mesa de trabajo trasciende todas las fronteras de un cuadrado de madera y nos muestra la riqueza que puede esconderse en esa superficie: todo un mundo que la autora comparte con nosotros y lo hace, también, un poco nuestro.

Además le sirve para reflexionar sobre la inspiración poética. La escritora ya no se siente un médium, como en la concepción romántica. Ella, en la soledad de su mesa de trabajo. lucha con el papel en blanco para que la lleve a encuentro con su yo más íntimo.

    • Se dora ya la mesa y sus contornos,
    • mientras la luz se posa tan callada
    • como el aire entrañable de poniente.

Los objetos cambian con luz, como en la pintura impresionista. Y como los impresionistas  tiene predilección por el poniente y por el otoño. Por la naturaleza en su estado pleno, como en el poema de Juan Ramón Jiménez, «El otoñado”.

  1. Postal en las páginas

Encuentra una vieja postal en el libro De Marta y María de María Victoria Atencia, al que pertenece el poema: Que tu mirada colme mi pecho de ternura, uno de los versos del poema.

Esa postal es un poema visual entre otros muchos escritos en las páginas del libro. Pilar nos traduce ese poema en bellas frases que nos hacen ser, como ella, parte del libro, parte de la postal, y parte de la música del arpa hecha poesía.

    • La niña tañe el arpa, y un acorde
    • de cálida armonía va fluyendo
    • de su mirada ausente y silenciosa.

Hasta tal punto se siente ensimismada en el libro que hace suyos algunos versos de María Victoria Atencia.

    • A veces, sin quererlo, los instantes,
    • los versos entrañados, las figuras,
    • pasaron a ser carne en nuestra carne,
    • aliento consagrado en nuestro espíritu.

El mar de Atencia entrando en su casa es a la vez un sueño fantástico y un símbolo de la poderosa intensidad de la naturaleza y su efecto dominante sobre los hombres.

María Victoria Atencia también se servía de referentes concretos y de experiencias vividas. A partir de ellos, con esquemas simbólicos y con imágenes visionarias, llegaba a la transcendencia. No nos extraña, pues, que sea una de las autoras preferidas de Pilar.

  1. Tarde de domingo.

Tarde de domingo que ahora, en estos tiempos de confinamiento, es una llamada a la esperanza, a disfrutar de nuevo de cosas que, quizá, con las prisas de correr siempre al exterior, habíamos dejado olvidadas. Y un homenaje a la familia que devuelve a ese centro de nuestra vida todo su valor.

Cuando comienzo la lectura me invade el espíritu sosegado de la Oda a la vida retirada de Fray Luis de León y no me abandona hasta el final.

    • Hace frío del lado de la noche,
    • y todo se recoge en la salita
    • con esa sencillez que impregna la costumbre.

No me resisto, y voy a copiar el retrato de la madre.

    • La madre, reposada, repasa los periódicos,
    • la sombra tras la sombra, las miserias
    • del hombre y su contorno. Todo es cálido
  1. Nostalgia naif

Un cuadro detallado, color, luz y vida que la autora convierte en frases, en párrafos, que nos hacen entender cómo se puede ver con los ojos del alma la nostalgia.

Este poema de estructura circular pretende atrapar para siempre la belleza que encuentra en un paseo por el parque.

  1. Cuarto de baño

¿Cómo puede sentirse el inicio de una jornada con esa intensidad? En ese cuarto de baño la imaginación de la autora se prepara, se acicala y se viste de gala para salir de allí dispuesta a que mil cosas se derramen, hechas palabra y luz, en esa jornada a la que se enfrenta día tras día.

Uno de los poemas más bellos en el que sentimos nostalgia de la madre que tantas veces nos ayudó en el baño de la mañana.

  1. De cine

Sea cual fuere la película que inspiró este poema, desluce si se compara a esa historia de película que se nos narra en estos versos. Porque da igual lo que hubiera en la cartelera del cine. Es mucho más bonito lo que proyecta la autora en el poema.

No obstante, tras varias lecturas, caigo en la cuenta de que la autora parte de una tarde con uno de sus amigos, después de ver la película argentina “Un lugar en el mundo”.

    • ¿Recuerdas?, sucedía en la Argentina,
    • bajo la piel más pobre del planeta
    • y los astros más puros.
    • Los padres, la otra hermana, el visitante,
    • o ese joven ingenuo que iniciaba
    • su marcha hacia un espacio hermoso, digno.
  1. Canción de cuna

Nunca, ningún regalo, tuvo tanto valor como las palabras de una madre, de todas las madres del mundo, a esos hijos que todavía están dentro del vientre. Porque se gestan a la vez el hijo y el amor. Y ese amor tan perfecto se puede sentir y respirar en cada una de las palabras de este hermoso poema.

  1. Nocturno

Siempre fue la noche el reino de los sueños. Y este nocturno hermoso y rico nos hace desear que se retrase el amanecer, para seguir disfrutando del banquete de sensaciones que nos evoca cada verso.

Sensaciones que nacieron de las notas de un Nocturno de Chopin tocado por sus hermanos.

  1. Confidente

En este poema cada uno de nosotros se convierte en un privilegiado confidente de emociones puestas en palabras que nos hacen sentirnos afortunados al tener la ocasión de recibirlas

  1. Rosaleda

Sumergirnos en la lectura de este poema es como pasear por la Rosaleda del Paque Grande de Zaragoza, disfrutar de los olores, de la luz, de los sonidos. Y todo eso es posible, sin levantar la vista del papel, porque la autora nos conduce de la mano y nos deja sentados allí, generosa y gentil, para que también sintamos que estamos en un lugar al aire libre.

  1. En plena luna

Fuego, palabra, agua y pan. Vocablos poderosos, alimento del cuerpo y del espíritu que la autora engarza, como las perlas de un collar, en esa plena luna, colmada de riquezas y emociones. Y, como los cuatro puntos cardinales, nos deja una vez más el regalo de sus versos.

Y como siempre, todo presidido por la nostalgia y el recuerdo de la vida que vuelve. Aquí los cuatro puntos cardinales están relacionados con los momentos de la Pascua Juvenil que vivió en el Santuario de Nuestra Señora de Misericordia.

  1. Preludio íntimo

Un perfecto final para un perfecto poemario. La luna, esa hechicera que inspira a los poetas, es el broche más puro y brillante de estos versos, la mejor despedida, con esa bendición que alcanza a la autora y, por ende, a todos y cada uno de los que le hemos leído.

Para terminar

Los comentarios de los poemas son un resultado de una larga conversación con Adela Castañon Baquera, a quien pertenecen algunas frases. Adela es escritora, poeta, compañera de Letras desde Mocade, y, sobre todo, la madre de Javi, un joven con autismo. Su Javi, nuestro Javi, como ahora nuestra Pilar, son dos seres de luz. Con su simple presencia iluminan nuestras vidas.

Para mí, En luna llena es un espléndido poemario con el que he realizado un apasionante viaje desde los objetos que me rodean hasta el interior de mí misma. El mismo viaje que realizó Pilar mientras lo iba escribiendo.

En luna llena es un libro introspectivo y de memoria nostálgica del pasado de su autora. Por aquí desfilan las personas y los objetos que fueron significativos en su vivir cotidiano. Esas personas y objetos que ya solo perduran en su recuerdo.

Los poemas de Pilar son fruto de una sensibilidad exquisita y de un gran conocimiento de la literatura. Y, por encima de todo, llevan el sello luminoso de su personalidad. Por eso son tan buenos. Porque los ha escrito una persona con el don que solo Dios concede a sus elegidos.

Pilar y sus nuevos libros.

 

CURRICULUM. Elaborado por la Asociación Aragonesa de Escritores

María Pilar Martínez Barca (Zaragoza, agosto 1962). Doctora en Filosofía y Letras, Filología Hispánica (Lengua y Literatura, 1997). Poetisa y escritora.

Es crítica literaria y articulista de opinión en diversos diarios. Colabora en Heraldo de Aragón y en la revista Humanizar (Madrid), donde lleva la sección sobre discapacidad “La fuerza de los límites”. Medalla a los Valores Humanos (DGA, 1989). Premio Tiflos de Periodismo 2008.

LIBROS

Epifanía de la luz, Zaragoza, 1988. Poemario editado con la subvención económica de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja (actual Ibercaja).

Historia de amor en Florencia, Madrid. Col. Altazor, Asociación Prometeo de Poesía, 1989. Patrocinado por el Excmo. Ayuntamiento de Zaragoza.

Flor de agua, Zaragoza. Institución Fernando el Católico, Diputación Provincial de Zaragoza, 1994. Poemario premiado con una Ayuda a la Creación Literaria, concedida por el Ministerio de Cultura.

Manuel Pinillos o la consagración a la poesía, Zaragoza, Diputación Provincial, Institución Fernando el Católico, 2000.

Se está muy bien aquí. Diario de una amistad, Madrid, Huerga y Fierro editores, 2002. Accésit XVIII Premio Internacional de Poesía Fernando Rielo (Madrid, diciembre 2000).

El corazón en vilo, Madrid, adamaRamada ediciones, 2005.

Poesía completa (1948-1982) de Manuel Pinillos, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, Colección Larumbe de Textos Aragoneses, 2008.

La manzana o el vértigo, Zaragoza, Libros del Innombrable, 2009.

Del Verbo y la Belleza, Madrid, Setelee, 2012. Accésit XXV Premio Internacional de Poesía Fernando Rielo (Madrid, diciembre 2007).

La fuerza de los límites, Zaragoza, Libros del Innombrable, Col. Joseph Merrick, 2012.

Cuentos desde la diversidad (Ed.), Zaragoza, Libros del Innombrable, Col. Joseph Merrick, 2013.

Fando y Lis (Ed.), de Fernando Arrabal, Zaragoza, Libros del Innombrable, Col. Joseph Merrick, 2015.

En luna llena, XXIII Premio Nacional de Poesía Acordes, Ayuntamiento de Espiel –Córdoba–, Concejalía de Cultura, 2016.

Pájaros de silencio, XXXV Premio Internacional de Poesía “Juan Alcaide”, Madrid, Verbum, 2016.

El bosque circular, Zaragoza, Libros del Innombrable, Col. Joseph Merrick, 2019.

De la noche al Ángelus, Zaragoza, Imperium Ediciones, Col. Imperatrix, 2020.

En luna llena, XXIII Premio Nacional de Poesía Acordes, Zaragoza, Prames, Col. Las tres sórores poéticas, 2020.

TEXTOS EN COLECTIVOS Y ANTOLOGÍAS

Breve Antología Poética, Zaragoza, 1984. Junto a otros compañeros poetas.

Incluida en el «I Indice de Poetas en Lengua Española» (Madrid, 1988).

Rerum Novarum. Antología de poetas jóvenes aragoneses, Revista Rolde, Zaragoza, 1989.

Penúltimos poetas de Aragón, Zaragoza, Col. Veruela, Diputación de Zaragoza, 1989.

Antología Poética General, de la Asociación Prometeo de Poesía, Madrid, 1990 (junto con una cincuentena de poetas de España e Iberoamérica).

“Me sedujiste, Señor”, Sal terrae (Revista de teología pastoral), Valladolid, febrero de 1992.

«Llama viva. Taller de poesía religiosa», en Imágenes de la fe, Núms. 261-262 (1992).

Poesía-relato 1991, con «Septenario de amor», Primer Premio de Poesía en el III Certamen Literario «Universidad de Zaragoza», Universidad de Zaragoza, 1992.

Antología. Poemas a viva voz, tomo III (Sesiones Poéticas de los cursos 1988-89, 1989-90 y 1990-91), Zaragoza, Institución «Fernando el Católico», Diputación Provincial de Zaragoza.

Los nuevos poetas, Barcelona, Seuba Ediciones, septiembre 1994.

Incluida en el Apéndice III (1997) de la Gran Enciclopedia Aragonesa, Zaragoza, U.N.A.L.I., 1982.

Frac poético, arte y cultura, segundo volumen, Zaragoza, Diputación Provincial de Zaragoza, 1998. Coordinación de Feli Burillo Baliestra.

Ecos de la Bahía, II, Círculo Poético (Juventud Idente, Islas Baleares), Mallorca, 2001.

Poemas 2002 (XX Premio Ciudad de Zaragoza, Excmo. Ayuntamiento de Zaragoza, octubre de 2002).

POEMAS EN REVISTAS

En varios números de Cuadernos de Poesía Nueva, de la Asociación Prometeo de Poesía.

Desde otro punto de vista, Madrid, CEAPAT (Centro Estatal de Autonomía Personal y Ayudas Técnicas), 2003. Con motivo del Año Europeo de las Personas con Discapacidad.

Historias de la vida. De amor, ilusión, humor, nostalgia. Y siempre verdaderas, Madrid, J de J Editores, 2009. Del programa radiofónico “Historias de la vida”, Cadena COPE, a beneficio de Manos Unidas.

Javier Barreiro, Ed., Diccionario de Autores Aragoneses Contemporáneos, Zaragoza, Centro del Libro en Aragón, 2010.

Ángel Guinda y Nacho Escuín, Eds., YIN. Poetas aragonesas (1960-2010), Tarazona (Zaragoza), Olifante. Ediciones de Poesía, 2010.

José Antonio Conde y Raúl Herrero, Eds., La luz escondida (Una poética de los ángeles), Zaragoza, Libros del Innombrable, col. Biblioteca Golpe de Dados, 2010.

“Amor y maternidad. La voluntad de ser”, prólogo a Maternidad adaptada, Estrella Gil García, Alicante, Editorial Club Universitario, 2010.

III Concurso Nacional de Relatos “Mujeres Viajeras”, Madrid, Ediciones Casiopea, 2011.

“Camilo y la diversidad funcional. Un nuevo concepto de salud”, en Francisco Álvarez, MI y José Carlos Bermejo, MI (Ed.), Diez miradas sobre Camilo de Lellis, Santander, Sal Terrae, 2013.

VIII Encuentro de Poesía en la Red. Antología poética IV, Santiago de Compostela, abril 2013.

“Pleno de Presupuestos sobre ruedas”, en Crónicas Parlamentarias (28.12.2011–28.12.2012) VIII Legislatura, Zaragoza, Cortes de Aragón, 2013.

Juan Domínguez Lasierra (Dir.), Los cisnes aragoneses. De Marcial a los penúltimos poetas, Delsan Libros, Zaragoza, 2013.

Cuentos para compartir, Zaragoza, edición de los autores –en beneficio de ASPANOA–, 1.ª edición, diciembre 2013.

Antología I Concurso de Narrativa “Deseos”, Madrid, Asociación Letras con Arte –www.letrascnarte.es.tl–, abril 2014.

Versos y Agua, Murcia, Asociación de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios de Cartagena, septiembre 2014.

I Antología de Poesía Navideña Leopoldo Guzmán Álvarez, Sevilla, Asociación Literaria de Alanis y Sierra Norte (ALAS), diciembre 2014.

I Certamen de Microrrelatos “Valores Humanos”, Letras como Espadas, febrero de 2015.

La quinta-esencia de Albada, Zaragoza, Libros Certeza, 2015.

Habitando el Olvido. Cuentos y Poemas, Cuaderno Literario N.º 22, Iniesta –Cuenca–, 2015.

Antología poética. XIII Encuentro de Poesía en la Red, Pontevedra, septiembre 2015.

Parnaso 2.0. Antología de poesía aragonesa del siglo XXI, Zaragoza, Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón, mayo 2016.

Teresa de Jesús. De Goya a los académicos de hoy, Zaragoza, Museo Goya – Colección IberCaja, septiembre 2016.

Amantes. 88 poetas aragoneses, Zaragoza, Olifante. Ediciones de Poesía, 2017.

Sendas hacia la igualdad, Zaragoza, Asociación Aragonesa de Escritores –Feria del Libro, 31 mayo – 4 junio–, 2017.

Ahora que calienta el corazón. Poemas a las estaciones del año, Madrid, Editorial Verbum, 2017.

AA. (Antonio Astorgano Abajo, Coord.), “Homenaje a Juan Meléndez Valdés en el bicentenario de su muerte (1754-1817)”, en Revista de Estudios Extremeños, 2 vols., Año 2017 – Tomo LXXIII, Número Extraordinario, Centro de Estudios Extremeños, Diputación de Badajoz.

Enjambre. 36 relatos vividos en Aragón, Zaragoza, Editorial Comuniter, 2018.

Mujerarte (Poemas y Relatos), Premios XXV Edición – 2017, Delegación de Igualdad, Lucena –Córdoba–, 26 abril 2018.

Relatos en 90 segundos, Zaragoza, La Fragua del Trovador, 2018.

La danza de la muerte, Natalio Bayo et la santa compaña, Zaragoza, Prames, col. Las tres sórores – imagen y palabra, noviembre de 2019.

Enjambre 2 Panal de prosa y verso, Zaragoza, La Fragua del Trovador, febrero de 2020.

PREMIOS

Medalla a los Valores Humanos (DGA, 1989). Premio Tiflos de Periodismo 2008. Premio Nacional de Poesía Acordes (2015). Premio Internacional de Poesía Juan Alcaide (2016). Premio Mujerarte de Poesía (2017). Primer premio categoría Crónica en el Concurso Helen Keller de discapacidad (Bogotá, 2018), entre otros. Dos veces finalista del Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística.

COLUMNISTA

Reseñas literarias y columnas de actualidad en El Día de Aragón (1988-90), El Periódico de Aragón (1991-94), El Diario de Ávila (1992-94), Trébede. Mensual Aragonés de Análisis, Opinión y Cultura (2001-2003). Actualmente colabora de forma asidua en Heraldo de Aragón, desde 2000 (aunque mi primer trabajo largo publicado en el medio, precisamente sobre discapacidad, data de 1982), y en la revista Humanizar a partir de 1994. Madrid, Centro de Humanización de la Salud, http://www.humanizar.es, donde coordina y dirige la sección sobre diversidad funcional: La fuerza de los límites.

DIRECTORA

Colección Joseph Merrick sobre diversidad Funcional (discapacidad), en la editorial Libros del innombrable.

Blogs: La lámpara encendida

Revista Digital Humanizar

Presentación PMBarca.7

Carmen Romeo Pemán

Letra de médico. La ilusión de un relato publicado

¿Sabéis aquello que se siente cuando se tienen quince años y el chico que te gusta te mira a los ojos y te dice que estás muy guapa? ¿O cuando un test de embarazo da positivo después de meses de intentar tener un hijo? ¿O si un décimo de lotería resulta premiado con el gordo? Yo sí lo sé. Al menos las dos primeras cosas, que la tercera es pura ficción, aunque todas las Navidades lo siga intentando. Y, a pesar de que sea una frase tópica, he vuelto a sentir esas mariposas en el estómago que siempre desprenden felicidad cuando se ponen a mover sus alas. Y os voy a contar por qué.

Leo desde que tengo memoria. No recuerdo una época de mi vida en la que no haya estado leyendo algo, lo que fuera. Y escribo desde hace unos cuantos años, aunque el gusanillo me estuviera mordiendo mucho tiempo antes. Pero lo de escribir siempre lo conjugaba en futuro, ya se sabe, lo típico de “algún día escribiré”. Sin embargo, gracias a mi amigo Curro, al que nunca se lo agradeceré lo bastante, comencé a escribir como quien no quiere la cosa. Todo empezó al intercambiar emails sobre distintas cuestiones, tanto médicas como legales. Yo soy su médico y él es mi abogado, pero pronto esa relación profesional se convirtió en una amistad sincera. En cierto momento, cuando le escribí algo humorístico en alguno de nuestros correos, empezó a preguntarme que por qué no me decidía a escribir. Le dije que era uno de mis proyectos, y en nuestros correos, o mejor dicho en los suyos, empezó a aparecer siempre una graciosa coletilla de despedida: “¡Escribe, leches! ¡Escribe!” Medio en serio, medio en broma, no dejó de chincharme y pincharme hasta que le hice caso y empecé a hacer pinitos y a tontear con la literatura. Me matriculé en un curso on line de escritura, y ahí me perdí. O, mejor dicho, ahí me gané a mí misma la partida contra mis aplazamientos. El gusanillo logró, por fin, hincarme los dientes y la escritura se hizo un hueco en mi vida.

A ese primer curso siguieron otros. Tengo que mencionar con especial cariño los que he realizado con la Escuela de Escritores, donde conocí a tres amigas, Carmen, Carla y Mónica, con las que comparto el blog, “Letras desde Mocade”, que creamos para mantenernos en contacto y seguir avanzando juntas en nuestro hacer como escritoras. Allí compartí también aprendizaje con más compañeros y compañeras y estoy segura de que en algún curso futuro volveremos a coincidir. Dos de ellas, Mila e Iciar, ya han hecho realidad sus novelas, y yo estoy trabajando en la corrección del borrador de mi primer proyecto largo. Mientras tanto he acumulado un buen montón de relatos, cuentos, artículos y poesías que he ido publicando en Letras desde Mocade.

La Escuela de Escritores realiza todos los años un encuentro de fin de curso y publica anualmente un libro con la recopilación de relatos de los alumnos. Yo he participado ya en cinco, además de haber resultado finalista en algún concurso y de tener en los libros de otras escuelas mi rinconcito de gloria, como los demás compañeros. También me siento orgullosa de haber traducido el libro “Habla signada para alumnos no verbales”, publicado por Alianza Editorial.

¿Y por qué os cuento todo esto? Pues muy sencillo: porque acabo de recibir los ejemplares de cortesía de un libro, “Letra de médico”, en el que también colaboro como autora de un relato. Y este libro es especial porque, por primera vez, me llamaron para pedirme que colaborase con un escrito mío. Un compañero médico que me sigue y me lee en el blog me pidió permiso para darle mi teléfono a otro médico jubilado que escribe y que ha sido el promotor del libro. Y este médico, el Dr. Ángel Rodríguez Cabezas, me llamó y me pidió que le enviara algunos relatos para ver si daba el perfil y lo incluían en la obra. Lo hice así, y el resultado ha sido que una de mis historias sea parte de este libro recopilatorio de relatos escritos por médicos que, como yo, aman la literatura.

Una cosa, bien linda por cierto, es tener en mi biblioteca varios libros en los que figuro como una de las autoras. Pero que, por primera vez, me hayan venido a buscar para un proyecto literario, ha conseguido que vuelva a sentir en el estómago esas mariposillas de emoción que os mencionaba al principio al ver ese proyecto convertido en realidad. El próximo 26 de noviembre tendrá lugar la presentación de la obra en el Colegio de Médicos de Málaga, y me siento feliz y emocionada al asistir por primera vez a un acto así como protagonista junto a los demás autores.

Y como me gusta compartir mi felicidad siempre que puedo, he querido dedicar hoy mi publicación en el blog a contaros esa buena noticia. Abrir el paquete y ver la obra impresa es leña que aviva la hoguera de mi deseo de seguir creando historias. Continuaré escribiendo más relatos, mi novela, más poesías… Y todo lo que escriba será siempre un homenaje y un agradecimiento a vosotros, lectores.

Os dejo el enlace al relato incluido en Letra de Médico, La mirada equivocada, puesto que es uno de los que publiqué en su día en Letras desde Mocade. Y espero que lo disfrutéis como lo he hecho yo al poder saborearlo en letra impresa, aunque sea bastante más legible que la tradicional letra de médico.

Así que aprovecharé también para daros a todos las gracias. Porque la escritura no sería lo que es si no contara con lectores. Y en ese sentido me considero afortunada porque he tenido el apoyo de todos vosotros, los que me leéis o me comentáis, desde el principio de mi andadura. No estaría aquí sin eso, de modo que sois parte de mi éxito y de mi satisfacción de hoy al ver publicado este libro.

Y, cómo no, agradecer también al Grupo Editorial 33, y a todos los que han hecho posible que el libro Letra de Médico sea una realidad, por haber querido contar conmigo para este precioso proyecto.

A todos, gracias. Os quiero.

Adela Castañón

 

 

 

Imágenes tomadas por la autora

El sabor metálico de Eva

En junio de 2019, como otros años, me paseaba por la Feria del Libro en la plaza del Pilar de Zaragoza. De repente, vi a una chica, para mi joven, que corría y daba vueltas de una caseta a otra. Me la quedé mirando. Sí era ella, Eva Pardos. La misma que corría de un aula a otra en las clases del Pabellón Sur del Instituto Goya, cuando yo hacía todas las guardias allí. Aquel año de mis guardias, ella estaba en primero de BUP. Era dicharachera, alegre y contagiaba con su risa.

Museo Van Gogh, 1993. Recortada

Eva Pardos en Amsterdam, en el museo de Van Gogh.

Seguí viéndola dos años por los pasillos del instituto. Era amiga de algunos de mis alumnos.

En tercero fuimos juntas al Viaje de Estudios a los Países Bajos. En Amsterdam visitamos una exposición monográfica de Van Gogh. Volví a verla correr por los pasillos. No se quería perder ni una sola obra. Yo la miraba cómo se relamía y cómo sentía la adicción que produce el sabor de la belleza estética.

No la tuve en el aula hasta COU. Ese año la disfruté. Que eso es lo que le sucede a un profesor cuando contagia el amor de su asignatura a un alumno. Eva fue una de esas alumnas que nunca pasan desapercibidas. Tenía la misma mirada inquisitiva con la que también ella me reconoció en la plaza del Pilar.

—Hola, Carmen, ¿te acuerdas de mí?

—¿Cómo te voy a olvidar, Eva Pardos Viartola? —El nombre y los dos apellidos de mis alumnos se me salen de golpe. Se me quedaron grabados a fuerza de pasar lista todos los días—. ¿Qué haces por aquí con esas carreras?

—Pues que firmo dos libros. En dos casetas.

—¿Cómo?¿Dos?

—Sí. Un libro de relatos, Sabor metálico. Y participo en una antología: Mujeres a la orilla del Ebro.

La acompañé a las dos casetas. Compré sus dos libros y comenzamos a charlar del pasado, del paso del tiempo, del presente y de sus ilusiones de futuro. Y a partir de ese día hemos mantenido una relación fluida.

Me invitó a que le presentara Sabor metálico en Madrid, pero me resultó imposible. Y le prometí que se lo presentaría aquí, en Letras desde Mocade.

Eva, espero no defraudarte.

Sabor metálico. Presentación en Zg

En Sabor metálico reúne diecisiete relatos, diecisiete ventanas abiertas a mundos nuevos. El afán de novedad en temas y técnicas le da un toque de juventud. Pero su prosa ya es madura y experimentada.

El sabor de cada relato

En una especie del cuaderno de bitácora saboreé cada uno de los relatos, acompañada por su autora, que de vez en cuando me apostillaba para aclarar mis dudas.

Estas notas se pueden leer de forma parcelada. Antes o después de cada relato. Son pequeñas contraportadas que pretenden ayudar a desentrañar el sentido profundo de los textos y animar a su lectura.

No están pensadas para leerlas de tirón, sino para acompañar a una lectura pausada, como se suelen leer los libros de relatos y de poemas.

Sabor metálico y una cerveza. Recortada

Vanesa y los juguetes

Aquel día salió al jardín, apiló sus juguetes y los quemó. Mientras ardían pensó: “Ya sé por qué el hombre necesita medir el tiempo”.

El tic-tac y los juguetes evocan algo muy profundo. Con historia de Vanesa, con un tránsito a la vida adulta y su decisión de quemar la nostalgia, Eva recrea el ubi sunt de Manrique y la obsesión machadiana del tiempo. Ese tiempo garcilasista que seguirá cambiándolo todo, “por no hacer mudanza en su costumbre”.

La incertidumbre del tiempo está muy bien reflejada en el final abierto del relato.

Cuando Eva me dijo:

—Carmen, es el primer relato que escribí.

No pude por menos que contestarle:

—Yo no te contagié el amor por la literatura. Solo te ayudé a reconocer unos instintos que llevabas dentro y que tardaron unos años en despertar. En este relato ya está todo tú mundo, así que es un buen comienzo. Me atrevería a llamarlo un relato-prólogo.

La Tierra dejaba de girar

Esta distopía, en la que un suceso extraordinario nos invitar a pensar en la pérdida de la normalidad cotidiana, me ha recordado El año de la inmortalidad de escritora aragonesa Ángeles de Irisarri.

La Tierra que poco a poco va dejando de girar es una señal apocalíptica en la van entrando elementos fantásticos.

El primero un Profeta paradójico, “la premonición del pasado”. Como Mínimo, un personaje de El estrellero de San Juan de la Peña de Ángeles de Irisarri, camina hacia atrás en el tiempo en busca de su pasado.

“La que huye sin saber adónde” personifica un sentido trascendente nihilista.

Y el Grupo, cada vez más numeroso, me hace pensar en una humanidad que ha perdido el norte. Al final se produce el choque inevitable y la Tierra deja de girar.

La gran habilidad de Eva consiste en que dota de acción y movimiento a una fábula trascendente. Nos muestra lo maravilloso y sus efectos sin necesidad de explicarlos.

El sofá

—¿Y este relato tan diferente? Yo veo una serie de acciones casi vertiginosas, pero sin una trama bien definida, como sin nos quedáramos en el regusto de sumar anécdotas sucias —le dije.

—¡Jajaja! Me encanta que lo hayas visto —me contestó—. Es un pequeño homenaje a la “generación beat” y al “realismo sucio americano”. Lo escribí a partir de un relato largo y luego fui quitando hasta dejar el armazón. Si te das cuenta, al final el ritmo frenético, acelerado por las frases cortas, da paso a una situación relajada.

—Pues, Eva, solo puedo rendirme a tus pies. Supongo que será muy del gusto de la gente de tu edad, de los que os pasabais los días escuchando a Barricada en el patio del instituto.

Sol mudo

Como profesora de literatura, antes de entrar en el relato, me fijo en la sinestesia del título, del más puro estilo gongorino. Y antes de comenzar a leer ya me enamora.

En el primer párrafo aparece ese Doscastillos que me lleva a tu pueblo de origen, en el corazón mismo de las Cinco Villas. A Uncastillo,  que fue un núcleo importante del republicanismo español:

Aparecieron en el pueblo unos hombres con camisas azules e insignias rojas. Solo recuerdo que mataron a los perros y pasaron a ser ellos quienes se reunían cada mañana en la plaza.

Y me permito el lujo de copiar la descripción inicial del paisaje:

La carretera, angosta, como el cauce seco de un río. Un carro tirado por dos bueyes me llevaba a mi destino.

Y esa síntesis con la que nos sumerges en la España Vacía:

No había ni un alma. Después de mucho tiempo recordaría con tristeza ese pensamiento de aquella primera tarde calurosa, porque nunca encontré ni un alma en Doscastillos.

Con gran habilidad mezcla lo natural con lo fantástico. En un pueblo calcinado, donde los hombres no hablan, nos encontramos con una asamblea de perros que deciden las leyes no escritas. Este momento es uno de los mejores del relato, es como una síntesis en forma de fábula clásica. A partir de aquí el mensaje se extiende a toda la narración en olas concéntricas:

Perros que ni envejecían ni enfermaban, que jamás llegaron a mi consulta. Habían estado siempre allí como si la muerte se hubiera olvidado de ellos.

El simbolismo es como el de la Parábola de un náufrago de Miguel Delibes: una sátira contra la deshumanización que producen los fanatismos. En la obra de Delibes, don Genaro, un funcionario sumiso, se convierte en un perro.

La atmósfera asfixiante y las descripciones escuetas ayudan a crear una sensación de desasosiego en el lector.

Chowder

Chowder, “sopa de pescado” en alemán, es un breve diálogo entre un abuelo y su nieto Samuel. Recrea una situación que inspira mucha ternura y que sirve de contrapunto a la dureza del tema.

En el fondo, nuestras lecturas son diálogos con el texto y con otros textos que nos trae a la memoria. Pues bien, desde sus primeras líneas, este relato me reenviaba a La sonrisa etrusca de José Luis Sampedro. Tanto que tuve que interrumpir y releer a Sampedro. No tienen nada que ver en el contenido, pero sí en el punto de vista y en el tratamiento del narrador.

El abuelo, un emigrante checo, en 1934 era un cocinero de un restaurante de moda en Berlín. Después de ganarse el favor de Hitler, los nazis descubrieron su verdadera identidad. Al final, la historia se cierra con una vuelta a los orígenes.

Cuando le comenté que había sentido el cierre un poco precipitado, me respondió con ojillos de complicidad.

—Quería hacer algo histórico con los alemanes y la Segunda Guerra Mundial. Este relato fue la primera chispa, pero creo que será más largo. O quién sabe, igual lo incluyo en una novela.

—Pues ya que me has revelado un secreto, esperaré con impaciencia esa novela. Y ahora, si te parece, pasamos al siguiente.

Lágrimas en los abetos

Cuenta la reacción que el suicidio de Anelka provoca en su hermano Mijail Novikov. El narrador nos lleva de la mano y, poco a poco, acabamos aceptando cómo el dinero disuelve los deseos de venganza.

—¿Y este giro en tu narrativa? —le pregunté.

—Pues es que soy una enamorada de la literatura rusa y de Chejov. Es un cuento muy clásico, lo sé. Pero me gusta experimentar.

—En el fondo es una denuncia irónica del maltrato de las mujeres.

Eva sonrió. Pero yo sabía que aprovechaba sus gustos literarios para reivindicar  los derechos de las mujeres.

Por cierto, Lágrimas en los abetos me hizo  pensar en Lágrimas en los tejados de Sandra Araguás, otra joven escritora aragonesa.

Canícula

Un relato de apariencia sencilla en el que las palabras tejen con delicadeza una historia castellana, en la línea de las de los noventayochistas, Delibes o Cela.

El viajero que abandona el pueblo quiere guardar en su pupila todo lo que alcanza su vista:

A la izquierda, el campo de mi abuelo, terreno baldío, ya no hay nada que pueda hacer allí, demasiado joven para quedarse. A la derecha los melocotoneros de su padre, su padre que ya no está. La agonía ha venido y recorrerá el camino que no tendrá retorno.

En estos relatos, con mucha frecuencia, nos encontramos con el fantasma de la España Vacía que tan bien definió Sergio del Molino: un camino sin retorno que solo vive en la nostalgia.

La casa se llenará de risas

Es una historia muy valiente, el negativo del mito del príncipe destronado. Los celos pueden convertir a un niño en un gran malvado. El buen tono de Amelia, la narradora-niña, me recuerda al tono de El príncipe destronado de Miguel Delibes.

Lo novedoso es el juego irónico de contrastes: entre el título y el tema que articula la trama, entre los paisajes soleados y lo sórdido de la historia. Un relato que no nos deja indiferentes.

¡Fuera de aquí todas!

Es uno de los relatos que más me ha impactado. Un texto metaliterario que dialoga con la obra de la que pretende ser un apéndice.

Es una forma ingeniosa de dar salida a Pepe el Romano, el novio de Angustias en La casa de Bernarda Alba de Lorca.

—Eva, ¿cómo se te ocurrió esta genialidad?

—Pues muy fácil, Carmen. Desde la primera vez que leí La casa de Bernarda Alba, se me quedó rondando una pregunta: ¿Qué pasó con Pepe el Romano, un personaje tan grande y tan pequeño en la obra?

Efectivamente, este relato da vida a lo que sucede cuando Bernarda dispara. En ese momento el gran ausente toma la palabra.

Ciénaga de ceniza. En She was so bad

Ciénaga de ceniza

Cuando comencé a leerlo, me vi traspuesta al mundo de El perseguidor de Julio Cortázar. A esas noches insomnes a ritmo de jazz.

Pero las técnicas y el contexto son muy modernos. Aquí nos vemos involucrados en “la ciénaga del cenicero que teníamos debajo de la cama”.

Como un enfant terrible, la narradora con un ritmo poético trepidante nos conduce a la locura de las noches de saxo y sexo.

—Este cuento fue una auténtica prueba de estilo. Yo lo llamo un relato circular.  Cuando lo releo me da la sensación de dar giros. Es el relato más “loco” de todo el libro. Me inspiré en el colombiano Rafael Chaparro —Eva dixit.

Sabor metálico

Este relato  da título a todo el libro. Está contado con una verosimilitud a prueba de fuego. Está tejido con la misma minuciosidad con la que el oficinista, que está de baja por ansiedad, reconstruye la vida de Julia, su nueva vecina. Todo encaja como en una gran labor de orfebrería. Una historia de tomo y lomo: con mucha intriga y con una gran sorpresa final.

El sabor metálico de estas páginas es una metonimia de sabor ácido que impregna todo el libro. No entro en análisis más profundos, diré simplemente que es magistral.

Quince días para la jubilación

Los quince días marcan la edad de la narradora, Eva Dospar, un heterónimo de la autora. Una trama limpia y clásica encierra un mundo musical moderno para hacerlo eterno.

En las dos partes que sirven de marco, la primera y la tercera, la narradora decide escribir un artículo sobre el recién fallecido Paco de Lucía. Y la segunda parte, el recuerdo de sus tiempos universitarios gira en torno a la música de Led Zeppelin: “El grupo que escuché mientras lo escribía”, me comentó Eva.

Curso de escritura

La narradora parece un alter ego de la autora y el texto un ejemplo de autoficción. Pero, a medida que avanza su conversación con el profesor de escritura, va ganando el punto de vista ficcional. Al final, di un respingo en el sillón. El amable profesor resultó ser un coleccionista de amantes asesinadas.

Me quedé sin respiración. Todo me sabía a poco. La historia solo estaba esbozada, sugerida.

Hotel Miguel Ángel

La maleta se convierte en una metáfora de situación que tensa el ambiente. Mi imaginación, como la de la narradora, iba al cien por hora. Al final, como en el soneto con estrambote de Cervantes: “caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese y no hubo nada”. Y me entró la risa. ¡Qué humor tan fino!

Vecinas

Muy buena historia. Después de acabarla me seguí desternillando un buen rato. Cuando hablé con Eva de todos y cada uno de sus relatos le dije:

—¡Eres la bomba! No cambiarás nunca. Pero me encanta le aire fresco de tus páginas.

—Pues esta historia me sucedió de verdad. Es una de esas veces en las que la realidad supera la ficción. En las que lo más real parece inverosímil.

Cafetería

La narradora, de un aspecto normal, parte de un aquí y un ahora:  la cafetería de la plaza del Pilar de Zaragoza donde se está tomando un café. Y, de repente, le pica la cicatriz del brazo. Esa anécdota, también normal, la convierte en un personaje extremadamente sensible.

A partir de ese momento el relato avanza en dos planos. El real y el evocado. La madurez se contrapone a la infancia.

Cuando el lector funde los dos planos, adivina todo lo extraordinario que evocan nuestros rituales. El resultado es un relato entrañable, con una prosa madura.

De una a dos

El relato más complejo del libro. Como la maquinaria de un reloj de precisión y a la manera de H.P. Lovecraft, el maestro de terror, va desarrollando una compleja historia sucedida en Zaragoza. En lugar de hacer spoiler, dejaré hablar a su autora.

—Es uno de mis favoritos. Ante de sentarme a escribir me leí los cuentos completos de H.P. Lovecraft y muchas crónicas de los periódicos de los años 60. Y después le dediqué mucho tiempo al diseño de la estructura.  Quería sintetizar las vidas de cuatro personajes y de tres generaciones. Me encantó escribirlo cuando ya lo tenía el puzle montado.

Para terminar

Sabor metálico, como la mente inquieta de Eva Pardos, es un libro poliédrico. Es un libro joven, que juega con la experimentación. Cada relato apunta hacia un camino literario diferente.

Y eso requiere una lectura en tiempos diferentes. Esa concepción nos obliga a leer y a sentarnos al borde del camino antes de pasar al siguiente. Nos obliga a reflexionar y a releer.

Es uno de esos libros en los que el sabor metálico inicial, con las sucesivas lecturas, se va convirtiendo en agridulce. Y en la última nos deja el agradable sabor de una literatura que nos atrapa.

Eva, tú no me has defraudado.

Sabor metálico. Presentación en Madrid

Presentación en Madrid

 

Eva Pardos Viartola (Zaragoza 1974). En 1993 acabó el Bachillerato, entonces BUP y COU, en el Instituto Goya. En la Universidad de Zaragoza cursó Biblioteconomía y Documentación, estudios que le ayudaron a que su amor por los libros siguiera creciendo. Actualmente ejerce como docente en «MasterD», una empresa de formación. Y combina su trabajo con la dedicación a la escritura. El curso 2018, volvió a la Universidad y realizó el Máster del Profesorado.

De su vocación literaria

En el Instituto Goya, mi profesora Carmen Romeo, me transmitió su pasión por la literatura. Pero mi vocación por la escritura me llegó un poco tarde, cuando ya tenía 40 años. Como todas las cosas importantes de la vida, entró de puntillas, casi por casualidad. Mi pasión literaria me llevó a uno de los talleres de escritura creativa que entonces proliferaban en Zaragoza. Allí comenzó de una forma muy gratificante mi afición por la escritura. Esta afición me llevó a los talleres de Mario de los Santos, Óscar Sipán, Julio Espinosa e Irene Achón. Con los relatos de esos cursos comencé a publicar en las antologías: “Buscando los orígenes de aquello”, “She was so bad” y quedé finalista en un concurso de la Unión Europea.

Compartí mi pasión con otros colegas y formamos el grupo “La Flama”, al que pertenezco desde 2016. Hoy nos dirige Ángel Gracia, escritor y poeta. Allí vamos desarrollando nuestra propia voz y buscamos la manera de seguir mejorando nuestro quehacer literario.

Quiero aprovechar estas charlas para darles las gracias a Reyes y David, de Pregunta Ediciones. Ellos me han apoyado siempre y me animaron a recopilar todos los cuentos y a publicarlos en un volumen. De su empeño nació “Sabor metálico”.

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Obras

Buscando los orígenes de aquello. Antología de relatos. Pregunta Ediciones, 2014.

Mujer ni más ni menos. Concurso de micro-relatos, día de la mujer. Quedó finalista con Horizontes. Parlamento Europeo, 2015.

She was so bad. Antología de relatos pulp. Editorial Aloha, 2016.

Salvajes. Relato. En Ecléctica, Revista de fotografía, mayo de 2017.

Mujeres a la orilla del Ebro. Antología de escritoras aragonesas. Coordinación, Ana Vivancos. Prólogo de Julia Duce. Editorial Apache, 2019.

Sabor metálico. Pregunta Ediciones, 2019. Su primer libro de relatos.

Mujeres a la orilla del Ebro. Presentación

Mujeres a la orilla del Ebro

Aunque no es el objetivo principal de este estudio, me gustaría presentaros a las compañeras de Eva en esta antología de voces jóvenes zaragozanas. Para que no se pierda su memoria, voy a nombrarlas: Lucía Arca, Laura Bordonada Plou, Irene Cisneros, Esther García, Sylvia Marx, Teresa Palomo, Pepa Pardos, Eva Pardos Viartola, Rosa Vidal y Ana Vivancos.

Me habría gustado citarlas a todas con el apellido materno, porque nuestras genealogías femeninas son importantes, pero por alguna razón que no alcanzo a adivinar, solo aparecen con el apellido paterno.

Como ellas dicen: “No importa de dónde venimos, pero sí adónde vamos. Los beneficios de este libro son para Armanixer, una asociación que ayuda a mujeres con discapacidad”.

Recomiendo a los lectores que se acerquen a estas páginas llenas de energía y de prosa novedosa. Estas mujeres rompedoras son la voz de nuestro futuro.

Carmen Romeo Pemàn

Con otras autoras de la antología

De izquierda a derecha: Laura Bordonada, Teresa Palomo, Eva Pardos y Ana Vivancos

Santa Isabel, el barrio con más calles de mujeres

A mediados de marzo Vanesa Rodríguez Pascual y Mar Hevia Díaz nos invitaron a presentar nuestro libro La Zaragoza de las mujeres en el club de lectura del Centro Cívico. Y allí fui con Inocencia Torres y Concha Gaudó. Pero no pudieron acompañarnos ni Gloria Álvarez ni Cristina Baselga, las otras dos autoras.

Mar Hevia, la bibliotecaria, nos guardaba una sorpresa. Nos esperaba con Pilar Almenar Bases, una maestra nacida en Santa Isabel, que tiene dedicada una calle en el cercano barrio de Movera. No podía comenzar nuestro encuentro con mejor augurio. De la mano de Mar y de Pilar, y con la animada participación de los tertulianos, hablamos y hablamos de las calles con nombres de mujeres y de mucho más. Sobre todo de la activa participación de las mujeres en la vida socio cultural, animadas por la Asociación de Mujeres Río Gállego, que desde el año 2010 tiene dedicada una calle.

El caso de Pilar Lapuente

La intensa y extensa conversación comenzó por nuestros primeros pasos hacia lo que acabó siendo La Zaragoza de las mujeres. Les contamos que empezamos haciendo una lista con las calles dedicadas a las mujeres y que nos parecía que esos inicios iban a ser pan comido, pero que enseguida surgieron las dificultades.

Los callejeros al uso escribían las iniciales en lugar de los nombres propios completos. Y nos surgían preguntas de este tipo: «¿Quién se esconde detrás de una P?» Pues nada más ilustrativo que el caso de Pilar Lapuente, una profesora universitaria, nacida en Santa Isabel.

Pilar Lapuente

Pilar Lapuente Mecadal, 1959.

En unos callejeros encontrábamos P. Lapuente y en otros Pedro Lapuente. Un día, por casualidad, alguien nos comentó que hacía unos años que le habían dedicado una calle a Pilar Lapuente. ¿Cómo era posible que en Zaragoza no se le hubiera ocurrido a nadie que detrás de una P había más Pilares que Pedros? Así comenzamos una búsqueda, casi policial, hasta que llegamos a Pilar. Cuando le contamos nuestras aventuras, nos respondió que ella tuvo que escribir varias veces al Ayuntamiento hasta que logró que apareciera su nombre.

Pilar Lapuente estuvo muy dispuesta a colaborar con nosotras y nos escribió su biografía, en la que resaltó que pertenecía a la familia de los Esquiladores. También hablaba de sus logros académicos y del orgullo que sintieron sus vecinos cuando le concedieron una medalla de joven investigadora. Tanto que insistieron en que le dedicaran una calle.

El magisterio de Agustina Rodríguez

Pilar Almenar se llenaba de gozo cada vez que hablaba de su maestra, Agustina Rodríguez, que había nacido en una familia de labradores de un pueblo de Zamora. Después de varios destinos, llegó a Santa Isabel donde se jubiló.

Agustina Rodríguez

Agustina Rodríguez, 1915.

En el año 1948 Agustina Rodríguez obtuvo el traslado a Santa Isabel. Cuando llegó no tenía local para dar clases ni tampoco vivienda. Construyó, con su marido, una casa escuela y la alquiló al Ayuntamiento. Dedicaron la planta baja a vivienda y usaron la primera como aula. Agustina fue un ejemplo más de los muchos maestros que dejaron lo mejor de sus vidas enseñando a los niños, aunque para ello tuvieran que realizar actos heroicos que nada tenían que ver con su profesión. Pero es que, además, la labor de Agustina dio grandes frutos. Desde su escuela unitaria preparó a muchas niñas para estudiar bachillerato. Con su buen hacer se convirtió en la maestra carismática del barrio.

El peso de la educación en Santa Isabel

Avelina Tovar

La semilla de Agustina germinó pronto y los vecinos quisieron rendir un homenaje a más maestras en sus calles. Entendieron lo importantes que son las genealogías para que la enseñanza cale en las gentes con buenos resultados. Por eso eligieron dos maestras de dos generaciones anteriores a Agustina.

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Concpeción Gimeno Gil, 1850

Concepción Gimeno Gil, nacida en Alcañiz en 1850, estudió Magisterio en Zaragoza. Ya era una periodista famosa cuando le dedicó un gran elogio a su maestra, doña Gregoria Brun.

Avelina Tovar, una maestra de maestras, nació en Pontevedra en 1878, pero pronto arraigó en Aragón. La labor de esta directora de la Escuela Normal de Huesca fue decisiva para las generaciones siguientes.

Mujeres de otros campos culturales

Ana Belén Fernández

Ana Belén Fernández, 1974

El barrio de Santa Isabel, volcado en la cultura, eligió mujeres significativas de varios campos.

Rosa María Aranda representa a las escritoras aragonesas y Pilar Delgado a las mujeres que se han dedicado al teatro.

Ana Belén Fernández, una joven judoca, es un modelo de deportividad y esfuerzo para los jóvenes del barrio.

La acción y el compromiso social

Rigoberta Menchú

Rigoberta Menchú, 1959

Santa Isabel, un barrio joven y dinámico, se caracteriza por su compromiso social y lo refleja en el nombre de dos de sus calles. Una dedicada a la pacifista Rigoberta Menchú, nacida en Guatemala en 1959,  y otra a la Asociación de mujeres del barrio.

Las santas

En los callejeros tradicionales no faltaban las santas, que eran excelentes modelos de comportamiento para las mujeres católicas. Sus biografías las escribieron varones cultos, casi siempre clérigos, con la intención de exaltar y salvaguardar los valores y las leyes del patriarcado.

Por eso, en La Zaragoza de las mujeres, hemos reescrito sus vidas desde un punto de vista no androcéntrico. Y hemos comprobado que sus modelos siguen siendo válidos, porque advierten de los excesos que se cometieron con ellas y que se siguen cometiendo, siempre por las mismas razones.

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Santa Alodia y Santa Nunila. Detalle del retablo de San Salvador. Leyre (Navarra)

Aquí, además de Santa Isabel de Aragón, tenemos a dos santas mudéjares: las hermanas Alodia y Nunila, hijas de un musulmán y una cristiana.

Santa Isabel, princesa de Aragón y reina de Portugal, es la santa por excelencia y el modelo para mujeres mediadoras y pacifistas. El barrio debe su nombre a la estancia que pasó en un palacio de la zona. También le han dedicado una avenida y una urbanización. Y una calle como Reina de Portugal.

Alodia y Nunila fueron dos santas oscenses, nacidas en Adahuesca y martirizadas en Alquézar. Como no aceptaron el matrimonio que les impusieron sus padres, las encerraron en una casa de prostitución, donde se mantuvieron vírgenes. Rechazaron la religión musulmana, que les imponía la ley, y las decapitaron por apostasía. Fueron víctimas de malos tratos y de la intolerancia religiosa. Las castigaron ejemplarmente para que otras mujeres no se rebelaran contra las leyes ni contra los pactos androcéntricos.

Para terminar

En estas líneas me he limitado a subrayar los valores de las moradoras en las placas de las calles de Santa Isabel. Sus biografías ocupan un largo capítulo en nuestro libro La Zaragoza de las mujeres.

Pilar Almenar

Pilar Almenar, 1953

Santa Isabel es el barrio periférico que tiene mayor número de calles con nombres femeninos.

La sensibilización con la cultura y la gran labor social de las mujeres hunde sus raíces en los tiempos de Agustina Rodríguez y creció con sus alumnas. Buen ejemplo es Pilar Almenar, una hija de agricultores, que, como su maestra y como Pilar Lapuente, se esforzó en sacar lo mejor de sí misma y entregarlo a sus alumnos.

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Santa Isabel, 08/06/2019

Como prometimos en nuestra visita de marzo, cuando salió nuestro libro Paseos por la Zaragoza de las mujeres volvimos a Santa Isabel. Ahora el encuentro con las mujeres iba a ser en las calles, haciendo un paseo por las huellas que las mujeres han dejado en los espacios públicos del barrio.

En la plaza de Serrano Berges nos esperaban Vanesa Rodríguez Pascual, de la Junta Municipal, y Mar Hevia Díaz, la bibliotecaria, acompañadas por sus compañeras del club de lectura. Me gustaría nombrarlas a todas, porque ellas fueron la clave del éxito del nuestro paseo, pero no tengo todos sus nombres. Por supuesto, no faltaron ni Pilar Almenar Bases ni Pilar Gea García, dos maestras que ya están inmortalizadas en el callejero.

Desde aquí les doy las gracias. Todas ellas hicieron posible el milagro, todas consiguieron que esa  mañana de junio fuera inolvidable y  entrañable.

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Poco a poco íbamos llegando a la plaza de Serrano Berges

Asistimos Cristina Baselga, Concha Gaudó, Carmen Romeo e Inocencia Torres. Por distintos motivos no pudieron acompañarnos ni  Gloria Álvarez ni Aurora Verón, las otras autoras del libro.

Con paso sosegado y hablar menudo, recorrimos todas las calles, disfrutamos de los olores de una naturaleza primaveral, y nos calentó un sol que ya anunciaba el  verano.

Concha Gaudó dirigía el recorrido. Las otras, es decir, las demás, escuchamos atentas sus explicaciones sobre los tipos de urbanismo que iban apareciendo y sobre la transformación de un barrio de origen rural.  Nos paramos delante de las placas dedicadas a mujeres. En esos momentos de descanso, unas a otras nos quitábamos la palabra en una animada charla de preguntas y respuestas.

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Santa Isabel, 17/06/2019

Y como dice el refrán: «no hay dos sin tres». A los pocos días de presentar Los paseos por la Zaragoza de las mujeresTelevisión Aragón nos propuso participar en la serie La primera mujer, en el capítulo dedicado a las maestras. Y nosotras decidimos grabar nuestra colaboración con las maestras que tienen su protagonismo en Santa Isabel.

¿Por qué elegimos este barrio? Simplemente, porque es un caso paradigmático. En sus calles están representadas todas las generaciones de maestras.

Delante de la placa de Concepción Gimeno Gil (Alcañiz, 1850–Madrid, 1919), maestra, periodista y escritora, leímos un capítulo de su obra La mujer española (1877) en el que alababa a su primera maestra, Gregoria Brun Catarecha (1833-1885), que también fue la primera directora de la Escuela Normal de Maestras y la primera maestra que regentó una escuela del Ayuntamiento. Fue un momento oportuno para hablar de las primeras maestras.

A continuación nos dirigimos a la calle de Avelina Tovar y Andrade (Pontevedra, 1878-Huesca, 1973), una maestra gallega que tuvo gran peso en la formación de las maestras aragonesas. Fue directora de la Escuela Normal de Huesca y estuvo un tiempo en la de Zaragoza.

Y de allí, con paso sosegado, a la calle de Agustina Rodríguez Rodríguez (Quintana de Sanabria, pedanía de Coberos, Zamora, 1915-Barcelona, 2008), de la generación siguiente a la de Avelina. De la vida de Agustina y de su significado en el barrio nos habló Pilar Almenar. Ella y Pilar Gea nos acompañaron durante todo el recorrido.

Pilar Almenar Bases, nacida en Santa Isabel en 1953 y Pilar Gea García en Zaragoza, en 1953, son dos maestras que representan a las nuevas generaciones y que tienen dedicadas sendas calles en el barrio de Movera, muy cercano al de Santa Isabel.

Acabamos la grabación con una visita al parvulario que, desde mayo, lleva el nombre de Patrocinio Ojuel Pellejero (1876-1961), la primera parvulista que introdujo el método Montessori en Zaragoza. El parvulario pertenece al grupo escolar Guillermo Fatás Montes (Huesca 1869-Zaragoza, 1941), el que fue marido de Patrocinio y que que tiene dedicado el grupo escolar desde hace cincuenta años.

A medida que íbamos hablando de las maestras de Santa Isabel íbamos recordando a las de sus mismas generaciones. A otras que, como ellas, se habrían merecido placas en las calles y en las escuelas.

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De izquierda a derecha: Mar Hevia Díaz, Vanesa Rodríguez Pascual, Encarna Nuez García, Pilar Gea García, Concha Gaudó Gaudó, Carmen Romeo Pemán, Inocencia Torres Martínez, Cristina Baselga Mantecón y Lidia Pérez Oliveros.

Terminamos nuestra visita en la plaza de Serrano Berges, donde la habíamos comenzado, con las siguientes consideraciones.

En los barrios de Zaragoza se han dedicado once calles a maestras de escuelas unitarias. A unas maestras que además de enseñar a las niñas, prepararon a muchas jóvenes para que salieran a estudiar y animaron la vida cultural de los barrios.

En el centro de la ciudad no se han dedicado calles a las maestras, porque desde que en 1913 comenzaron a desaparecer las escuelas unitarias, las maestras pasaron a formar parte de los claustros de los grupos graduados, su función social cambió y perdieron el protagonismo.

Hasta 1914 las escuelas unitarias llevaban el nombre de la calle en la que se ubicaban. Pero ese año comenzó la costumbre de dar un nombre propio a los grupos escolares. Y se eligieron nombres de maestros famosos, como Marcelino Lopez Ornat o Cándido Domingo.  Otras veces se prefirió el nombre de algún personaje célebre, como Gascón y Marín.

Al lo largo de cien años, solo seis maestras, todas directoras, han merecido el nombre de un grupo escolar. Andresa Recarte Amezqueta, Eulogia Lafuente Querejeta, María Díaz Lizardi, Rosa Arjó Pérez, Ana Mayayo Salvo y Gloria Arenillas Galán. A ellas se suma desde este año Patrocinio Ojuel Pellejero.

Todas se merecen que hablemos de ellas con más detenimiento en una nueva ocasión.

Carmen Romeo Pemán

Enlace para entrar al capítulo «Las primeras maestras» de la serie «La primera mujer» en TVA.

http://alacarta.aragontelevision.es/programas/la-primera-mujer/cap-6-mujeres-maestras-14072019-1311

 

Cándida. Los agitados comienzos del feminismo en España

#demibauldelecturas

El viernes, 8 de febrero de 2019,  asistí en Facultad de Educación de Zaragoza al seminario, Las mujeres votan por la paz, que se inscribía en el proyecto europeo Programa Europa de la ciudadanía.

Lo convocaba La liga internacional de las mujeres por la paz y la libertad  (WILPF), con el apoyo del Observatorio de igualdad de la Universidad de Zaragoza.

En una de las sesiones se presentó el libro De Madrid a Ginebra. El feminismo español y el VIII Congreso de la Alianza Internacional para el Sufragio de la Mujer, escrito por Isabel Lizarraga y Juan Aguilera.

En ese mismo acto tuve la oportunidad de presentar Cándida, la novela con la que Isabel da vida a todo el ambiente en el que se gestó el Congreso de Ginebra de 1919

El interés que me despertó la lectura, las palabras de su autora y la buena acogida entre el público me han animado a escribir este artículo con la intención de contagiaros mi entusiasmo.

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Cándida es la historia de una maestra riojana, cuyo periplo vital se teje con los convulsos orígenes del feminismo en España.

De su mano conocemos las trayectorias de la marquesa del Ter, de María Lejárraga, de María Espinosa y otras mujeres famosas entre 1918 y 1921.

Utiliza con gran acierto la ficción literaria para revivir unos entresijos históricos difíciles de contar. Con los trajines de los personajes, reales y ficticios, entendemos los bastidores en los que se fueron urdiendo los movimientos feministas.

Antes de la lectura, ¿quién recordaba a la marquesa del Ter, a María Lejárraga, a Celsia Regis, a María Espinosa, a Carmen de Burgos, a María de Echarri, a María de Lluria, a Magda Donato, a María de Maeztu, a Amparo Cebrián de Zulueta, a Benita Asas Monterola o a las hermanas Ana y Amalia Carvia? ¿Y quién conocía a Paulina Luisi, Mary Sheepshanks, Anna Wicksell, Carrie Chapman Catt, Chrystal MacMillan, importantes mujeres europeas relacionadas con Alianza Internacional por el Sufragio?

Cuando cerramos el libro, nos quedamos pegados a ese elenco de mujeres que brillaron en los salones, en las tertulias y en los despachos de Madrid y que a los pocos años cayeron en el olvido.

El título

Cándida es un título irónico.

Me llamo Cándida, Cándida Sanz Pedriza, se dijo en voz baja. Aún no hace frío en este día 15 de septiembre de 1918 y estoy sola en la estación del tren de Logroño.

Con este arranque novelesco, desde la primera página nos damos cuenta de que esa maestra, que está en la estación de Logroño esperando el tren de Madrid, no es ni ingenua ni inocente. Que abandona al novio y el ambiente provinciano para luchar contra una sociedad que considera injusta con sus escritos, como corresponsal del diario La Rioja, en la sección “Los Jueves de la Mujer”, que mantiene al día a las mujeres riojanas. Pero, a los pocos días de su estancia en Madrid, y de la mano de María Lejárraga, se involucra en las intrigas de los nuevos círculos feministas.

Cándida era el nombre de una abuela de Isabel Lizarraga, pero en la novela funciona como el espejo en el que se desdobla María Lejárraga. De esta forma, el personaje de ficción profundiza e inmortaliza a los personajes reales  Si conocemos estas referencias, la lectura adquiere una nueva dimensión.

Además, este título apunta a una intertextualidad con el de Cándido de Voltaire. En las dos novelas la objetividad histórica, respaldada por los datos documentales, es un potente recurso contra la intolerancia, el fanatismo y los abusos del poder.

El contenido novelesco: el argumento

En una trama simple en torno a las relaciones de Cándida y Beatriz, se engarzan todos los entresijos del naciente feminismo español.

Cándida, a sus veinticuatro años, decide cambiar el rumbo de su vida. Va a Madrid a sustituir a su antigua profesora de Magisterio, Pilar, actual corresponsal del diario La Rioja, que siente que su tiempo se ha acabado y quiere dejar paso a las nuevas generaciones. Cándida lleva en el bolsillo una carta de recomendación del párroco para María Lejárraga, quien la acoge como a una hija: le busca alojamiento y la introduce en los círculos en los que las ideas feministas están en plena efervescencia.

De esta forma, entra en contacto con las fundadoras de la Unión de Mujeres de España (UME), con las de la Asociación Nacional de Mujeres de España (ANME), con las de la Liga Española para el Progreso de la Mujer, la primera asociación feminista que se fundó en Valencia, en torno a la revista Redención y con las de la Alianza Internacional para el Sufragio (International Woman Suffrage Alliance), que publicaban la revista Ius Suffragii. Cándida conoce de primera mano a todas las feministas, con sus grandezas y sus miserias, con sus nobles aspiraciones y con las rencillas entre ellas.

En Madrid se hace amiga de Beatriz, la hija de Louisa Grapple de Modeiras, con quien vive momentos felices y atroces. Hasta se la lleva unos meses a Logroño para alejarla de un grave problema familiar.

Este primer regreso a Logroño va precedido de un interludio: el diario de la marquesa del Ter, la fundadora de la UME. Estas memorias son un remanso narrativo que amplía, en olas concéntricas, el contexto histórico, y siembra nuevos datos con los que aumenta la tensión de la trama.

Cuando Beatriz se repone, regresa a Madrid con Cándida, y se reencuentra con su novio Fermín, que le cuenta el verdadero motivo por el que se truncaron sus relaciones. Después, las dos amigas asisten al congreso de Ginebra. Al acabar, Beatriz se va a Londres y Cándida regresa a Logroño, donde sigue trabajando como maestra.

La acción narrativa termina en 1921, con una manifestación feminista organizada por María Lejárraga y la marquesa del Ter.

Y todo se acaba en un epílogo. Lo cuenta una cuidadora de Cándida, después de su muerte a los ciento cuatro años. Sintetiza el rumbo posterior de los acontecimientos, cierra las vidas de los personajes principales y explica las claves narrativas de todo el relato.

El feminismo

Es el tema central de la novela. Así se lo explicaba Isabel Lizarraga a Pilar Laura Mateo en una entrevista para el “Club de lectura Palabra de Mujer”, cuando publicó La canción de mi añoranza. Isabel Oyarzábal. Embajadora de la República:

Pilar Laura Mateo. Tus dos novelas son una exhaustiva investigación sobre la vida de mujeres intelectuales poco o nada reconocidas por la historia oficial. ¿Piensas que queda mucha historia por recuperar de las mujeres de este periodo?

Isabel Lizarraga. Indudablemente. Todas ellas han sido silenciadas por un doble motivo: por ser mujeres y por ser las perdedoras de una guerra que les arrebató todo aquello por lo que habían luchado. La historia oficial las ha ignorado tanto por motivos políticos (la gran mayoría tuvo que exiliarse) como por la secular negación y ocultamiento de la mujer a lo largo del tiempo.

P. LM. Las asociaciones de mujeres de principios del XX desplegaron mucha actividad pero obtuvieron pocos resultados. ¿Cuál crees que fue su error?

I. L. Las mujeres de principios del siglo XX hicieron todo lo que pudieron, pero tenían muchas cosas en su contra: las leyes, la costumbre, la falta de educación en relación con el hombre… El principal error que cometieron fue el de no ser capaces de aunar sus fuerzas en una asociación común a todas las mujeres que deseaban lo mismo.

P. LM. una cosa que quizá puede chocar a las lectoras/es de hoy, y es que casi todas estas mujeres pertenecían a las clases acomodadas, algunas incluso tenían título nobiliario, ¿cómo valoras esta cuestión?

I. L. Me parece normal que las pioneras pertenecieran a las clases acomodadas. Las mujeres pobres tenían suficiente con sobrevivir.

Para reclamar algunos derechos hace falta saber que existen (o que existen en otros lugares), saber leer, saber escribir, y tener tiempo y fuerzas como para luchar por ellos. El hecho simple de fundar una asociación donde reunirse requiere tener dinero para alquilar el local, para editar una simple hoja reivindicativa o revista o para prever cualquier actividad, y no hay que olvidar que en esa época las mujeres casadas ni siquiera tenían la potestad de gestionar su propio dinero.

P. LMEllas fundaron el Comité Nacional de Mujeres contra la guerra y el fascismo en vísperas de la Guerra Civil y de la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué opinas de esto?

A mí me conmueve el hecho de que las mujeres de esa época se proclamasen pacifistas. Estaban horrorizadas por los efectos de la Primera Guerra Mundial y suponían ingenuamente que, si las mujeres llegaban a gobernar, serían capaces de evitar las guerras, ya que, siendo madres, no consentirían que sus hijos murieran en ellas.

El tempo lento

Hay novelas que respiran como gacelas y otras como ballenas, o como elefantes. (Umberto Eco, Apostillas al Nombre de la rosa).

Isabel, interesada por el trasfondo histórico, escribe una novela de respiración lenta. El lector se va recreando en el ambiente y en las noticias de los periódicos que la autora intercala con gran acierto y oportunidad en la trama. Nosotros, como don Ramón Cabrera, el marido de la marquesa del Ter, leemos sin prisa. De vez en cuando, volvemos a releer en voz alta y lo comentamos. Porque, en esta novela hay encerradas muchas horas con la prensa de principios de siglo. Y la prensa se comenta con los cercanos.

Este tempo lento se refleja en la estructura y en la aparente falta de proporción entre las partes narrativas. Pero todo está en función de la historia y de la trama, de las vivencias y de los acontecimientos

La disposición cronológica

Ocupa tres años de la larga vida de Cándida (San Millán, 1894-Logroño, 1998). Justo el tiempo en el que Beatriz entró en la vida de Cándida. La acción avanza en tres bloques temporales, pero no se corresponden exactamente con los años.

1919-1919. Crónica de un amanecer. Un amanecer lleno de anhelos y deseos, de titubeos y frustraciones. El nacimiento de la amistad entre las protagonistas coincide con el de los movimientos feministas y con la ruptura con sus novios.

1918-1920. El diario olvidado de la marquesa del Ter. Completa los acontecimientos de 1920 desde un nuevo punto de vista. Y progresa con una información muy detallada sobre el octavo Congreso de la Alianza, celebrado en Ginebra del 8 al 12 de junio de 1920.

1920. Fulgor opaco de mediodía. (marzo-junio). Es el desenlace novelesco, en tres tiempos y en tres lugares.

Las dos amigas se refugian en Logroño, después del desastre de la familia de Beatriz. Cuando Beatriz cumple veintitrés años se convierte en mayor de edad y vuelven a Madrid para arreglar los asuntos que quedaron pendientes. Finalmente,  llega la semana del Congreso de Ginebra y la separación de las amigas. Beatriz se va a Londres. La marquesa del Ter desaparece y se deja el diario en el hotel. María Lejárraga y Cándida regresan juntas a Madrid.

1921. La sonrisa triste. Encontramos a Cándida en el tren que va a Logroño donde de nuevo ejerce de maestra. Vuelve de Madrid, de una manifestación feminista que han organizado la marquesa de Ter y María Lejárraga. Sus aventuras madrileñas le han dejado un poso de tristeza.

1984-1998. Epílogo nocturno: cola de cometa. Los últimos años de Cándida en una residencia en Logroño.

El juego de narradoras

Todo lo ha contado una narradora omnisciente que conoció los hechos a través de los documentos que encontró y de lo que la propia Cándida le contó.

Día a día, con mi insistencia, conseguí rescatar una parte de ese pasado, y así he sabido que la Marquesa del Ter murió en Madrid en abril de 1936 y que su esposo, arruinado, la sobrevivió hasta 1940.

Que María Lejárraga fue abandonando paulatinamente su labor de escritora para comprometerse cada vez más en la vida política.

Que Carmen de Burgos conservó su carácter combativo y resuelto durante toda su vida: murió en octubre de 1932, mientras pronunciaba una conferencia en el Círculo Radical Socialista.

Que Clara Campoamor, después de distintos trabajos y oposiciones, comenzó los estudios de Derecho y se licenció a los 36 años.

De Consuelo González, la Celsia Regis de los años veinte, Cándida no sabía nada, y tampoco de Magda Donato.

Cándida apenas me quiso hablar de Beatriz, pero entre sus papeles leí que marchó a Londres, se casó y tuvo cuatro hijos. Nunca volvió a España. (P. 199 y ss.)

Esta narradora, encontró en el armario una caja en cuyo interior había:

Recortes de periódico apilados en un escrupuloso orden cronológico, cartas con fechas antiguas, un viejo diario de tapas gastadas con la letra de Cándida, un cuaderno de la Marquesa del Ter y, al fondo del todo, en testimonio nebuloso de lo que no pudo ser, una fotografía con la firma de un amigo. (P. 198).

Y de forma abierta confiesa cómo ha construido la novela.

La historia que antecede a estas páginas ha nacido de la revisión de los documentos que Cándida guardaba en su caja escondida, que muchas veces recojo en su forma textual, a partir de las noticias de los periódicos de la época y, especialmente, a partir de los manuscritos de su propio diario y del texto de la Marquesa del Ter. (P. 198).

Isabel ha bebido en fuentes clásicas para construir esta novela: ha reescrito desde un nuevo punto de vista el viejo tópico del manuscrito encontrado que tan famoso se hizo con El Quijote.

Una novela histórica

Está contada como una historia de vida y enmarcada con abundantes digresiones documentales. La atmósfera feminista es el cañamazo sobre el que se teje la vida de Cándida, el alter ego de María Lejárraga. Y todo sembrado con abundantes detalles del vivir cotidiano que le confieren la impresión de historia verdadera.

María Espinosa de los Monteros y Díaz de Santiago. Todo el mundo sabe que es la representante de la Casa Yost en España desde hace veinte años y que el Consejo de Instrucción Pública le concedió la Cruz de Alfonso XII. … con su traje negro ceñido con una banda en la cintura y la famosa Cruz en el pecho. También llevaba un collar de perlas y un moño bastante discreto. (P. 12).

Las páginas están salpicadas de juicios hechos desde una cercanía y un conocimiento profundo de los personajes.

La cocinera, adusta, miraba a Anita, con la toca de doncellita prendida sobre su pelo moreno, pensaba en la dueña de la casa, la Marquesa feminista, y en el fondo no comprendía nada de la vida moderna. (P. 19).

Para terminar

Isabel Lizarraga combina con acierto la documentación histórica con los elementos narrativos. En esta novela prima el docere, enseñar, sobre el delectare, deleitar, pero en ningún momento descuida los elementos literarios. Cándida cuenta los orígenes del feminismo en España de una manera hermosa y didáctica y se convierte en una referencia imprescindible para los estudios de los movimientos anteriores a 1921. Aquí están los moldes y patrones de comportamientos posteriores.

Antes de esta novela escribió un ensayo pensado para un público especializado. Con Cándida divulgó esas ideas y consiguió que muchos lectores vibraran con las aspiraciones de unos ideales feministas que todavía no se han cumplido.

Isabel Lizarraga es una escritora que se documenta exhaustivamente. Es una ávida lectora de periódicos de la época para reconstruir con fidelidad los hechos, los ambientes y los escenarios. En fin, es una escritora a la que le rebosa el saber por los poros de cada letra.

20190208. Isabel Lizarraga. Al iniciar la biografía

Isabel Lizarraga y Carmen Romeo visitando la exposición «Cien años de feminismo pacifista». Zaragoza, Facultad de Educación, 8 de febrero de 2019.

Isabel Lizarraga (Tudela, 1958). Profesora, investigadora y escritora. Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Zaragoza y en Derecho por la Universidad de La Rioja. Ha sido profesora del instituto de Teror, Gran Canaria, en el de Lodosa y en el Escultor Daniel de Logroño. Es autora de un gran número de publicaciones académicas, de abundantes relatos literarios y de cinco novelas. Su nombre va indisolublemente unido al de María Lejárraga a quien descubrió en varios estudios y a la que quiso inmortalizar en la novela Cándida. Esta unión viene reforzada por la paronomasia de los apellidos: Lejárraga-Lizárraga.

De su extensa producción destacaré algunas obras representativas.

Investigaciones académicas

María Lejárraga, pedagoga. Cuentos breves y otros textos, IER, Logroño, 2004. En colaboración con Juan Aguilera Sastre.

De Madrid a Ginebra. El feminismo español y el VIII Congreso de la Alianza Internacional para el Sufragio de la Mujer, Icaria, Barcelona, 2010. En colaboración con Juan Aguilera Sastre.

Federico García Lorca y el teatro clásico. La versión escénica de la dama boba. Universidad de La Rioja, Logroño, 2009.

El derecho de rectificación, Aranzadi, Pamplona, 2005.

Textos de creación literaria

“Estos últimos tiempos he abandonado los estudios enjundiosos para probar con algo que me resulta mucho más divertido y me devuelve a los primeros años de amor sencillo por las letras: he comenzado a componer literatura de ficción”. (Autobiografía del blog literario de Isabel Lizarraga)

Novelas

  1. Escrito está en mi alma. Finalista del VII Concurso de Narrativa Femenina “Princesa Galiana”, del Ayuntamiento de Toledo.
  2. Cándida. Finalista del V “Premi Delta de narrativa escrita per dones”, en 2009. Publicada en Buscarini, Logroño, 2012. Reeditada en 2018.
  3. La canción de mi añoranza. Isabel Oyarzábal. Embajadora de la República. Siníndice, Logroño.
  4. La tierra era esto. Las aventuras de Austin y Amalíss. Ciencia ficción. Editorial Atlantis, Aranjuez.
  5. La escuela de la vida. Siníndice, Logroño.
  6. Pájaros de cuenta. La Cabaña del Loco, Zaragoza-Logroño,

Cuentos

Corazón loco, Asamblea de Mujeres y Ayuntamiento de Estella-Lizarra, 28 de noviembre de 2008 (edición no venal).

Escorzo en el aire, en La inauguración, Ayuntamiento de Logroño y Fundación Caja Rioja, Logroño, 2009.

Imago hominis, Ayuntamiento de Zaragoza, 2010 (edición no venal).

Había una vez…, en Cuentos con el mismo papel, Ayuntamiento de Logroño, 2010.

Venturoso viaje de vuelta, De Buena Fuente, 15 de julio de 2011,

Las letras y las voces, en Miradas y letras II en el Camino de la Lengua castellana, Fundación Camino de la Lengua Castellana, Logroño, 2011.

La rosa de los tiempos, en Antología de Ciencia Ficción 2099, edición de Miguel Ángel de Rus y Félix Díaz González, Madrid, Ediciones Irreverentes, 2012.

Mitad y mitad, igual a medio, en Cuando quieras mirar a las nubes, Miami USA, La Pereza Ediciones, 2013.

“El viejo factor”, en Turia, revista cultural, núm. 113-114, Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, marzo-mayo de 2015, pp.72-79.

Premios Literarios

Este nuevo camino no le ha ido mal. Desde el año 2008 ha cosechado numerosos premios.

Premio del XII Certamen Literario “María de Maeztu” de Estella, en 2008. Con el cuento Corazón loco.

Premio del XIV concurso de Relatos “8 de marzo Día Internacional de la Mujer”, Ayuntamiento de Zaragoza, en 2010. Con Imago hominis.

Premio en el XXIV Premio de Narración Breve “De Buena Fuente” de Logroño, en 2011. Con Venturoso viaje de vuelta.

Carmen Romeo Pemán

“Antiguo sol naciente” de Pablo Gómez Soria

De mi baúl de lecturas

Hace un año os hablaba de Pablo y de su Navío en aguas turbias. Entonces os decía que su libro anterior había sido una revelación. Hoy, después de releerlo varias veces, sigo pensando que con Antiguo sol naciente nació un gran poeta. Por eso he vuelto, dispuesta a animaros a su lectura. Y me servirán de preámbulo las palabras de Gloria Cartagena, catedrática de literatura.

“Es una poesía de tono muy lírico, con emociones delicadamente sugeridas, y un lenguaje elaborado, que busca provocar extrañeza, y fuerza la expresión para extraer todo el contenido a las palabras. Los poemas están dotados de ritmo poético, cadencioso y solemne. Todos están envueltos en un léxico muy elaborado y culto, de expresión muy sugeridora, con un evidente eco del español clásico: hacer correr la sangre en resumido modo. El joven poeta llega incluso a crear neologismos como luz bañante, grandía de la vida, rituariamente”.

Los aspectos temáticos más sobresalientes son el tiempo como captura del instante, la fugacidad de la vida y su futilidad: Nos han tejido una vida/ que apenas deja tiempo para vivir. Y el recuerdo y el ubi sunt planteado más como respuesta que como pregunta: Convendrás que murieron,/ su gallardía, su tesón, sus méritos perecieron con ellos. La reflexión sobre el tiempo va ligada a la reflexión sobre la vida en algún poema de final manriqueño: En deteniéndonos veremos/ que los pensamientos de magia/ Desaparecen, / que el vivir es silente”.

A continuación os dejo algunas notas de mi libreta de lecturas. Tomadlas como lo que son, unas anotaciones al margen de los poemas para despertar la curiosidad lectora.

Antiguo sol naciente

Es un título que nos hace sentir evocaciones de un espacio y un tiempo lejanos. Lo antiguo se convierte en actual con naciente. Un adjetivo que mira hacia el futuro. Desde la portada del libro nos asaltan las connotaciones míticas y un ritmo binario en el que se basan muchos de sus recursos estilísticos.

Antiguo sol naciente nos invita a entrar en un mundo de luz, presidido por un sol que une el pasado con el futuro. Es como la aguja de una brújula que orienta a los lectores. Desde el primer momento sabemos que nos aventuramos a un viaje de gran belleza estética por el mundo de la reflexión.

Cuando se nace

El primer poema es una reescritura del Carpe diem a la luz de los clásicos. Es un gran acierto comenzar con unos versos de Francisco Umbral: De los que olvidaron,/ el nombre de algunas flores,/ el perfume de algunas muchachas. Desde el primer verso Pablo levanta el vuelo hacia experiencias poéticas más profundas. Las imágenes y el decir son modernos, pero el contenido meditativo nos hace pensar en poetas clásicos, sobre todo en San Juan, y en la literatura medieval.

Algunas querrán recuperar el tiempo perdido,/ y será tarde/ ya habrán caído las nieves.

El tiempo perdido y las nieves nos recuerdan a Garcilaso, pero aquí enmarcan la expresión coloquial y será tarde. Basta con poner al lector sobre la pista, no hay que dar lecciones eruditas.

Nos han tejido una vida/ que apenas deja tiempo para vivir.

Una verdad tan aplastante que resulta difícil de sintetizar. Estos dos versos se quedan colgados del lector y lo perseguirán en la lectura de todo el libro.

Al final del poema, oímos al yo poético que convierte la experiencia personal en antiguas leyendas, en una comunión del pasado y el presente como anunciaba en el título.

El vocabulario y el ritmo son muy ricos, operan por contraste. Detrás de una aparente sencillez se adivina su trabajo de selección.

Cuando contemplo el retrato

Aquí despliega gran poder de imaginación y trasforma la hermosura de la chica sonriente. Va más allá que Juan Ramón o Petrarca que no podían recordar a sus musas. Pablo sí que puede hacerlo y se imagina el cambio.

En deteniéndonos veremos

Ese verso nos deja clavados con el atrevimiento de este gerundio arcaico. Y el último verso es como un aldabonazo que se queda grabado a fuego:

El vivir es silente.

Los caballos del mar

Un poema con una anécdota narrativa que nos lleva a una lectura engañosa. Cuenta la historia de la escultura que mata a quienes se acercan.

Parece una alegoría o el relato de un mito clásico. Pero no. Debajo, agazapadas, están las verdades que trascienden el poema. Las verdades sociales y las personales. El yo social y el yo íntimo. La estética antigua y la moderna.

Imagino sus pasos

Con qué facilidad recupera el recuerdo de esta linda muchacha. Un marco poemático perfecto. Evoca un mundo que ya no es posible. Un ubi sunt renovado. Una gran capacidad para recrear mundos del pasado y del presente, personales y sociales.

Si mi ciudad fuese

Es un poema mayor, de grandes vuelos y grandes aciertos. Una reflexión muy madura, desde un punto de vista muy joven y con una arquitectura muy sólida. Cada una de las tres partes comienza con si mi ciudad fuese. A partir de esta estructura la composición se amplía en olas concéntricas.

Una triste reminiscencia

Es muy emotiva la pérdida de mis primeros amigos. En un ejercicio de contención poética, el poema sugiere más que dice. Evoca muy bien el ambiente culto de las aulas.

Sé de mi rostro

En este poema corto juega con los ritmos breves, con el contrapunto y con la complicidad del lector. La ironía es tan fina que en la primera lectura, ¡ingenua lectora!, he creído que era un autorretrato. Pronto me he dado cuenta de que era una máscara más para hablar de relaciones existenciales profundas.

Del funcionamiento científico del amor

¡Qué bien ha leído a San Juan! ¡Qué conocimiento del Cantar de los Cantares! y ¡Qué bien lo combina con las experiencias jóvenes!

El título es, una vez más, engañoso, como el propio amor. Porque, de científico no tiene nada. De experiencia mística y espiritual, mucho. Y en contra de lo que sugiere el título, el poema no es prosaico.

Una tarde en Alemania

Un joven se pasea por una ciudad moderna. La poca naturaleza que queda entre el cemento le despierta los sentidos adormecidos. El tratamiento paisajístico es realmente magistral. Me atrevo a decir que Pablo ha aprendido y superado la lección de los surrealistas.

De paseo por Alemania

¿Y esta canción de invierno contada en primera persona? Un buen recurso para acercarnos las experiencias eternas. ¿Y el ritmo? Le brota con mucha fuerza de una forma que parece natural. Casi nos abruman las anáforas, los paralelismos, la sintaxis yuxtapositiva, los versículos ordenados, los versos medidos. Esta belleza literaria es la verdadera salvación de la sombra entre cuatro paredes.

La profesora Josefina López eligió este poema para la sección El poema de la semana, en El hacedor de sueños, el blog del IES Goya de Zaragoza.

Este fin de vacaciones

De nuevo vuelve a encontrar la belleza en las situaciones anodinas y molestas. Esa es la gran lección de su poesía. Le da la vuelta a la vida. El comienzo reflexivo, de un ritmo pausado, se va agilizando a medida que cambia la experiencia. De una vivencia cotidiana extrae una lección vital. Aunque parece un poema moderno, es muy clásico. Me recuerda a muchos poemas de la Generación del 27 y de los años 60.

Tal como se empuja la puerta

Aquí no hay montañas,/ ni existe el mar,/ hay un desierto,/ donde crece solitaria la flor.

Sólo con este acierto poético bastaría. Pero no, que el poema se extiende en grandes olas: estaré yo, morando entre la decrepitud de las plantas. Agazapado, como al despiste, el autor se retrata. Poco a poco va desnudando su alma. El resultado es una poesía de compromiso profundo con el lector.

Si existe algún destino

Parece que me engaño a mí mismo,/ o que a otros confundo,/ cuando consigo algo que a otros faltaba.

Aquí, sin pretensiones doctrinales, se esconde una lección de solidaridad y de humanidad.

A la misa acudieron

Parte de una experiencia cotidiana, levanta el vuelo y atrapa la nostalgia. Como venimos apreciando, cualquier acontecimiento le sirve de pretexto poético para transmitir hondas sensaciones.

No podré conocerlos, por la vida que se lleva y por las tradiciones perdidas

Cuando la vida entra

La primera seudoestrofa es una declaración de esa inspiración que le llega por sorpresa, como a Juan Ramón, y lo convierte en ese hombre desasido adonde parece que ha llegado por la casualidad.

Firme y cadenciosamente

Un cierre del libro magistral. Esa nada-amada-lejana se ha convertido en nada, pero, como el ave fénix, renace de la nada y camina hacia la grandía de la vida.

Para terminar

De nuevo me acompañan las palabras con las que Gloria Cartagena cerró la presentación del libro.

Antiguo sol naciente recoge la pluralidad de corrientes y el eclecticismo poético que diversificaron la lírica española de fin de siglo. Desde el subjetivismo con un ligero desengaño indolente hasta el culturalismo y la poesía como exploración metafísica de gran depuración formal, pasando por la poesía de la experiencia, todo parece tener cabida en esta primera obra de Gómez Soria.

Tendremos que felicitarnos de que en esta sociedad marcada por los intereses monetarios y por crisis profundas haya surgido una voz nueva que reflexiona sobre el tiempo, el amor, el paisaje y la belleza, la ciudad, el arte y lo cotidiano. Este joven poeta, delicado y culto, trae un soplo de aire fresco a la vida cultural aragonesa y española”.

A todos los amantes de la poesía os recomiendo la lectura de Antiguo sol naciente, en Editorial Vitrubio, Colección, Baños del Carmen.

Notas

El 12 de mayo de 2010, Gloria Cartagena acompañó a Pablo en la presentación de Antiguo sol naciente, en la Librería Cálamo de Zaragoza.

El 7 de junio de 2017, Gloria Cartagena y Carmen Romeo lo acompañaron en la presentación de Navío en aguas turbias, en la Casa del Libro de Zaragoza.

El 26 de junio de 2017, en Letras desde Mocade, Carmen Romeo publicó el artículo A Pablo Gómez Soria por su Navío en aguas turbias.

El 2 de julio de 2017, El hacedor de sueños publicó su poema Muerte de la poesía.

El 30 de julio de 2017, Pablo fue la firma invitada de Uno y cero ediciones.

El 11 de diciembre de 2017, asistió en el Goya a la tertulia literaria, Leer juntos.

El 10 de enero de 2018, El hacedor de sueños publicó una reseña de la sesión de lectura con Pablo Gómez Soria.

Carmen Romeo Pemán

 

Un viaje al pasado aragonés. Francisca Vilella y sus objetos con historia

De mi baúl de lecturas

  • Que por mí vayan todos
  • los que no las conocen, a las cosas.
  • Que por mí vayan todos
  • los que las olvidan, a las cosas;
  • Que por mí vayan todos
  • los mismos que las aman, a las cosas. Juan Ramón Jiménez, 1918.

Solo lo que ha muerto es nuestro. Solo es nuestro lo que perdimos. “Posesión del Ayer”. Jorge Luis Borges, 1985.

Estos objetos y los años en que eran de uso cotidiano ya se han ido. En estas páginas está mi vida. La mía, la de mi madre y la de mis abuelos. Francisca Vilella, 2018.

Cepillera (1)

Antiguo cepillero bordado a mano. Se colocaba en una de las paredes de la sala que estaba junto a la alcoba. Colección particular de la autora.

Juan Ramón nos devuelve el sentido de la vida a través de las cosas. Borges, un hacedor de sueños, nos devuelve la vida que nos robó el tiempo. En la misma línea, Francisca Vilella recupera un tiempo que se fue en su reciente libro Objetos con historia. En estas páginas selecciona unos objetos que llevan adheridas sus raíces. Y las nuestras, porque muchos de ellos también estuvieron presentes en la vida de otros pueblos de Aragón.

La autora, con sus objetos debajo del brazo, como cuando las mujeres de antaño llevaban las cestas, recorre la vida rural a partir de una casa de su Mequinenza natal. De su mano conocemos el pasado con sus grandezas y sinsabores, pero sobre todo con las prisas y los olvidos de la gente que tuvo que abandonar sus casas cuando, en 1971, comenzó a invadirlas el agua del pantano de Ribarroja.

Tres libros nacidos de las aguas

El libro que hoy comentamos es el tercero de una serie que, como las viejas norias, intenta sacar agua del Ebro. Cada libro es un momento significativo en un mundo que Francisca Vilella, una historiadora de raza, siempre metida entre legajos, se ha empeñado en rescatar.

En el año 2007, en su primer libro, La lleuda de Tortosa en el siglo XV, recogía el trasiego comercial por el Ebro, y las aduanas y aranceles que lo controlaban.

Desde Tortosa, con embarcaciones fluviales, se trasportaba fibra de esparto y artículos ya elaborados a Mequinenza y otras localidades ribereñas del Ebro. También, desde el puerto fluvial de Tortosa, con embarcaciones marítimas se destinaban importantes partidas de esparto a otros puntos del Mediterráneo Occidental. A partir de la documentación de los libros de cuentas de la lleuda de Tortosa se ha podido hacer un estudio de los útiles domésticos.

Unos años más tarde publicó el segundo libro, Cocina con Historia, que era una consecuencia natural de su gran conocimiento de los productos que subían y bajaban por el Ebro. Las recetas fueron una excusa para contar toda la vida de las mujeres de su pueblo en torno a los fogones.

En ese libro recogí relatos, dichos y curiosidades, como la forma tradicional de hacer el dulce de membrillo, y seguí con la idea de escribir algo centrado en los objetos.

El tercer libro, Objetos con historia, el que acaba de ver la luz hace unos meses, se desprende de los dos anteriores. De los fogones a la casa entera. De las recetas a los objetos que se utilizaban en las faenas rurales. En esta nueva publicación, concibe la casa como un elemento espacial y temporal alrededor del que se articula todo el contenido. La autora nos invita a visitar una vivienda y nos da la mano para ayudarnos a profundizar en la historia cotidiana que duerme bajo las aguas del pantano. Así lo contaba en una entrevista del Heraldo de Aragón:

Los “Objetos con historia” en realidad nacieron cuando inicié la investigación de mi tesis doctoral sobre el comercio terrestre, fluvial y marítimo en la Corona de Aragón el siglo XV. Ahí vi que ya en aquella época había un ingente comercio de artesanía, que se exportaba desde Tortosa o que llegaba allí procedente de otros puntos del Mediterráneo. Y me quedé con las ganas de poner cara a esos útiles que transitaban de un punto a otro.

En el espacio de lo doméstico

Casa final.1

Recreación de una vivienda de Mequinenza en 3D. Dibujo propiedad de la autora.

Nunca me habían invitado a una casa del Bajo Aragón. Vamos a recorrerla juntos en un viaje virtual y recrearemos la vida que se esconde detrás de cada detalle.

Accedemos por la parte baja al recibidor. La puerta está abierta. Allí puede entrar la gente del pueblo con cierta libertad. Nos sentamos un poco junto a la cantarera y vemos las puertas que llevan a la despensa y a la cuadra.

Subimos a la primera planta, a la intimidad de la casa, adonde solo se podía llegar si te invitaban. Entramos en la cocina, que encierra todo un mundo. Y pasamos a la alcoba, donde tenían lugar los acontecimientos más importantes de la vida. Allí se nacía, se moría, y se celebraban las comidas de las comuniones y las bodas. Abrimos los baúles y nos sorprende la riqueza de los vestidos tradicionales y de los ajuares de la novia.

Seguimos subiendo hasta la algorfa donde se guardaban pequeñas cantidades de grano y alimentos. También hay habitaciones con camas.

En la algorfa se solían guardar barriles, cajas, cajones, la máquina de embutir carne y la artesa de la matanza (…) También los calderos de cobre, de hierro y las cazuelas mondongueras.

Y acabamos nuestra visita en la falsa, un espacio abierto que se solía emplear de secadero.

Toda la complejidad del mundo cabía entre estas cuatro paredes. Y todo tenía su sentido y su porqué. Un botijo no era cualquier cosa. Se hacía con una arcilla porosa especial para que el agua estuviera más fresca.

Botijos

Los botijos se colocaban en una esquina de la cocina, próxima a la ventana. Se han utilizado durante siglos para mantener el agua hasta diez grados centígrados por debajo de la temperatura ambiente. Colección particular de la autora.

La casa aragonesa ha sido una empresa autosuficiente y con pocos cambios a lo largo de la historia. Por ejemplo, la portadora, que se empleó hasta el siglo XX para transportar las uvas, aparecía en documentos del siglo XV, pero todo se perdió casi de repente como nos lo cuentan estas palabras de la autora:

En Mequinenza, cuando comenzaron a inundar el pueblo, las personas que se habían resistido a salir salieron corriendo de casa. Con las prisas no tuvieron tiempo para llevarse todo lo que les hubiera gustado. Y se quedaron muchas cosas en el camino, sobre todo estos objetos a los que ya no se les daba valor.

Me he propuesto recuperarlos por justicia histórica. Porque son los testimonios de un tipo de vida que ha desparecido. Ha cambiado más la vida en cincuenta años que antes en quinientos. Y las nuevas generaciones ya no los conocen ni saben de qué estoy hablando.

Y no solo pretende eso. También aspira a conocer los secretos de las personas que les dieron la vida y los tuvieron en sus manos.

He querido valorar a unas personas que hicieron historia y que han desaparecido. Detrás de cada objeto hay muchas vidas, una gran lucha por salir adelante, unas veces con éxito y otras con frustraciones. Y llegar a imaginarme esas vidas ha sido una aventura apasionante, a veces imaginativa, pero siempre emotiva.

Portadora

Con este tipo de portadoras se transportaba la uva.  Colección particular de la autora.

Para terminar

Con unos cuantos objetos que se salvaron de las aguas del pantano que inundó su pueblo, Francisca ha recuperado algo más. Ha convertido aquella vida gris, en blanco y negro, como las fotografías del NO-DO, en un recuerdo lleno de colores. Con las descripciones minuciosas y precisas, y con las fotografías modernas, nos transporta a una Mequinenza en la que, a través de los brillos del agua, podemos oír el trajín de sus gentes, y los objetos desperdigados van cobrando sentido en todas las estancias de la casa. De repente nos encontramos en medio de un parto, hablamos con las mujeres que hacen pan, nos vestimos con los ropajes antiguos y nos sentamos cerca de los novios en su banquete de bodas.

El día 21 de junio de 2018, en Los portadores de sueños, una librería zaragozana, Francisca nos ayudó a atravesar el espejo. Con ella nos paseamos por el pueblo que duerme bajo las aguas. De su mano volvimos a recorrer el Camino de Sirga que en 1988 habíamos transitado con Jesús Moncada, otro mequinenzano. Una aventura apasionante. ¡De verdad!

Ficha técnica

Francisca Vilella Vila, Mequinenza, Zaragoza (1950). En 1974 se licenció en Historia en la Universidad de Zaragoza, donde se doctoró en 1995. Se jubiló como catedrática de Educación Secundaria en el Instituto Virgen del Pilar de Zaragoza. Lleva escritos tres libros en los que combina un meticuloso rigor histórico, basado directamente en las fuentes documentales, con la tradición oral de su familia y de sus vecinos.

La lleuda de Tortosa en el siglo XV: aportación al conocimiento del comercio interior y exterior de la Corona de Aragón. Arxiu Històric Comarcal de les Terres de l’Ebre, 2007

Cocina con Historia. Recetas, dichos y saberes populares de Mequinenza. Editorial Círculo Rojo, 2014. Óleo de la portada de Mariano Montori Supervía.

Objetos con historia La vida cotidiana en la antigua villa de Mequinenza. Editorial Círculo Rojo, 2018. Óleo de la portada de Mariano Montori Supervía.

Once libros que regalar este Sant Jordi

Confieso que admiro y envidio a quienes pueden coger el día libre en Sant Jordi en Barcelona. De todas las fiestas de mi comunidad, esta es la que más me gusta. No por la historia en sí, en la que un príncipe que nunca antes se había preocupado por la suerte de los campesinos rescata de las garras de un dragón a una princesa en apuros. La celebración de Sant Jordi me gusta porque la ciudad entera se viste de rojo y amarillo, hay tenderetes con rosas en todas las esquinas y, sobre todo, hay libros. Libros en puestos, libros en librerías, libros en las manos de la gente. paraíso.

Sin embargo, tanta oferta puede llegar a abrumarnos un poco y acabamos eligiendo una novela por la portada o porque, bueno, tenemos prisa, las colas son largas y no podemos perder el tiempo buscando con un criterio definido.

Este año he querido enfrentarme con ayuda a la búsqueda del libro. Os presento una lista confeccionada con las recomendaciones de autores, editores, reseñadores y lectores en la que nos cuentan qué libro regalarían ellos este Sant Jordi y por qué.

Las tres muertes de Fermín Salvochea, de Jesús Cañadas. Roca editorial de libros.

Recomendado por Gabriella Campbell. Autora y correctora.

Yo recomiendo Las tres muertes de Fermín Salvochea, de Jesús Cañadas, el libro más divertido que leí el año pasado. Pero Cañadas no solo produce entretenimiento en estado puro: es también un artesano delicioso de la palabra.

Recomendado por Cristina Jurado. Autora y directora de la revista Supersonic.

«Las Tres Muertes de Fermín Salvochea», de Jesús Cañadas, porque traslada una aventura protagonizada por niños a una Andalucía reconocible del siglo pasado, en la que los monstruos conviven con las pesadillas de la miseria humana.

9788416700851Sinopsis: En marzo de 1873, recién instaurada la Primera República, Fermín Salvochea tomó posesión del cargo de alcalde de Cádiz. Siguiendo su espíritu anarquista, adoptó una serie de medidas polémicas que le granjearon la simpatía de los pobres al mismo tiempo que la animadversión de las clases pudientes y del clero. Una de esas medidas fue el desahucio del Convento de la Candelaria.

Esto es Historia. El resto de estas páginas podría no serlo.
1907. Fermín Salvochea, legendario alcalde de la ciudad de Cádiz, falleció en extrañas circunstancias. Ese mismo día, Juaíco, un barbero viejo y borracho, decidió contarle la historia de Salvochea a su hijo Sebastián.

1873. El joven Juaíco empezó a trabajar para Fermín Salvochea durante su primera semana como alcalde. Una muerte en un burdel los embarcó en una aventura llena de misterios, magia negra y venganza más allá de la tumba.

1907. Un enigmático teatro de los horrores llegó a Cádiz. Brutales asesinatos se sudecieron en los callejones de la ciudad. Sólo Sebastián y sus amigos pudieron encontrar la verdad tras la historia de Juaíco y protegieron a Cádiz del mal antiguo que anidaba en sus entrañas.

Fat city, de Leonard Gardner. Underwood Editorial

Recomendada por Víctor Blanco. Autor, editor de Ronin Literario y director de la revista Windumanoth

Una historia de boxeo, obsesión y perdedores que reaparece con una edición perfecta.

9788494579905

Sinopsis: Ambientada en la deprimida localidad de Stockton (California), Fat City es el retrato descarnado de una serie de personas, en palabras de Gardner, «aplastadas por la monumental desdicha del presente». Los cabezas del cartel son dos boxeadores que recorren sendas paralelas hacia la ruina: por un lado, Billy Tully, un cansado púgil de veintinueve años que reparte su tiempo entre bares, hoteles mugrientos y deshumanizadores trabajos a jornal. Por otro, Ernie Munger, un mediocre aspirante a profesional de dieciocho años con pocas perspectivas de futuro, responsabilidades crecientes y ambiciones que se van desvaneciendo. Cada uno es un reflejo deformado del otro: Tully ve quién era. Ernie, en quién se convertirá.

Buenos presagios, de Terry Pratchett y Neil Gaiman. Timun Mas

Recomendada por Consuelo Abellán. Lectora. 

Porque es descacharrante y le gustaría a cualquiera, aunque no sea amante del género.

9788448006983Sinopsis: Las Buenas y Acertadas profecías de Agnes la Chalada, Bruja, es el único libro fiable de profecías, escrito en 1655, antes de que ella explotara. Según este tomo, el fin del mundo tendrá lugar el próximo sábado. Los ejércitos del Bien y del Mal se están agrupando, la Atlántida está resurgiendo, llueven sapos y los ánimos están algo alterados así que… todo parece ajustarse al Plan Divino. De no ser por un ángel quisquilloso y un demonio buscavidas que han vivido a costa de los mortales desde el comienzo de los tiempos y que no están dispuestos a aceptar tan fácilmente eso del «Fin de la civilización tal y como la conocemos». Y… ¡vaya por Dios! ¡Parece que alguien ha hecho desaparecer al Anticristo!

Los ninjas de Koga y su código secreto, de Yamada Fûtarô. Quaterni.

Recomendada por David Touron. Editor de Ronin Literario.

Con la intención de alejarme de las recomendaciones mainstream, diría que «Los ninjas de Koga y su código secreto», de Yamada Futaro, es un libro romántico que regalar en St Jordi a tu pareja. Se trata de una historia tipo «Romeo y Julieta» pero con ninjas mutantes y mucha acción.

9788494030123Sinopsis: Para resolver el conflicto por su sucesión, el shogun Ieyasu Tokugawa, anula la prohibición de guerra y convoca un duelo a muerte entre dos clanes de ninjas rivales, los Iga y los Kôga. El vencedor gobernará Japón durante los próximos mil años. Cuando comienza la cruenta lucha, florece un inesperado romance entre Gennosuke y Oboro, los próximos líderes de cada clan, cuyos destinos están inexorablemente unidos a los de sus familias. Los desventurados amantes deberán elegir entre el amor verdadero y el destino. ¿Podrán acabar con una rivalidad de cuatrocientos años? ¿Triunfará la vida o la muerte?

 

Delbaeth Rising. Camino del odio, de Gonzalo Zalaya y Víctor Blanco. Ronin Literario.

Recomerndad por Alister Marion. Autora.

Yo recomiendo la novela Delbaeth Rising: Camino de Odio. A pesar de lo que pueda hacer pensar el título, creo que se trata de una novela idónea para estas fechas. Entre otras cosas porque el amor que el protagonista siente hacia sus amigos será el motor de la acción y el motivo por el cual tienen lugar algunas de las escenas más inolvidables de la historia. Y además, se trata de una novela intensa y directa que sin duda hará las delicias de los amantes de la fantasía.

delbaeth-rising-camino-de-odio.jpg.pngSinopsis: Una vieja fe resurge y no admite competencia. Verdaderas fortunas y un poder como nunca antes ha conocido el Reino se están amasando bajo la bandera de Aron, dios de los khalusitas. Su líder, Gumbald el Rubio, ha conseguido ascender de simple mercenario a hombre de confianza del rey.

Pero otro ascenso se está llevando a cabo desde los pozos de lucha. Elfo, loco, gladiador, héroe: Delbaeth el Cortador, última esperanza del consejero real para salvar el trono. Acompañado del mediano Ratón, Delbaeth desatará una tormenta de acero y sangre sobre las hordas de sacerdotes racistas que están persiguiendo a las criaturas no humanas.

Conoce a un héroe diferente y sumérgete en una Fantasía cruda y adulta. Aquí encontrarás hechizos, paisajes increíbles, conspiraciones, pero sobre todo combates. Muchos, muchos combates. Contempla, lector ávido de aventuras, el ascenso del Cortador.

Bienvenido al CAMINO DE ODIO.

La historia de tu vida, de Ted Chiang. Alamut editorial

Recomendada por Javier Castañeda de la Torre. Autor. 

La historia de tu vida es una compilación de relatos de corte muy diferente, desde lo fantástico a la CiFi Hard, con un montón de ideas alucinantes y con relatos muy emotivos. Para mí sin duda es lo mas original de los últimos años.

9788498891010Sinopsis: Una torre que se alza sobre la llanura mesopotámica hasta tocar la bóveda del cielo. Dos hombres que alcanzan un grado de inteligencia tan alto que se asemejan a dioses. La prueba de que las matemáticas carecen de sentido. Un lenguaje alienígena que permite a quienes lo leen expandir su consciencia a lo largo del tiempo. La cábala y la teoría de la preformación se combinan en una Inglaterra victoriana salida de nuestros sueños, o de nuestras pesadillas. Ante la llegada de los meta humanos, la ciencia humana se ve reducida a una nota a pie de página. En un universo donde Dios existe sin que quepa ninguna duda, ¿es posible no amarle? Y si pudieras programarte para ignorar las apariencias, ¿te arriesgarías a perder toda percepción de la belleza humana? Ted Chiang, galardonado con el premio John W. Campbell Jr., brilla como una nova en el firmamento de la ciencia-ficción. Con un premio Hugo, tres Nebula, un Sturgeon, un Kurd Lasswitz, dos Seiun, un Sidewise y dos Locus, La historia de tu vida es un libro imprescindible y será llevado al cine por Denis Villeneuve con Jeremy Renner y Amy Adams.

Experimental Film, de Gemma Files. Biblioteca Carfax.

Recomendado por el equipo de La Nave Invisible. Blog de literatura escrita por mujeres. 

Puede que la premisa parezca sencilla (una vieja leyenda eslava oculta en unos cinta de cine antigua), pero tras las páginas de esta novela se esconde mucho más: la obsesión por triunfar, por ser alguien y hacer algo por ti mismo; la lucha por lo que amas, aunque duela; la presión de la familia. Files trasciende el misterio y llega hasta el lector creando unos personajes tangibles.

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Además, muestra la realidad de una familia con miembros en el espectro autista, con una sensibilidad y una cercanía que solo es capaz de transmitir quien está en ese punto. Si además os gusta conocer algo de historia de cine canadiense, es una historia que disfrutaréis.

Sinopsis: Lois Cairns, una exprofesora de cine, desempleada y al borde de la depresión, descubre la existencia y las películas perdidas de quien se cree que es la primera directora de cine de Canadá. Al investigar su trabajo, Lois descubre que esa directora se veía acosada por unas fuerzas sobrenaturales que ahora amenazan con perseguirla a ella también.

 

Nación, de Terry Pratchett. Timun Mas

Recomendada por JC Teso. Lector.

Por retratar de forma genial dos conflictos: el generacional y el cultural.

9788448038380Sinopsis: El día que el mundo se acaba, Mau está volviendo a casa desde la isla de los Muchachos, después de superar el ritual de paso de la adolescencia a la edad adulta. Pero entonces llega la ola, una ola gigantesca que lo destruye todo y trae consigo una goleta, la Sweet Judy, que navegará por la isla y atravesará su jungla. Cuando el barco se estrella, solo se salva un alma, una chica calzones, llamada así por atuendo, lejanamente emparentada con la familia real de un lejano país en otro continente. La aldea ha desaparecido, la Nación y todo cuanto Mau conoce y ama han desaparecido. Ahora sólo quedan él, la chica calzones y una gran cantidad de malentendidos. Juntos deben crear una nueva Nación a partir de los restos. Crear una nueva historia.

 

La ley del Milenio, de Trudy Canavan. Fantascy.

Recomendado por Caryanna Reuven. Autora.

Vamos a salirnos un poco de lo de siempre. Pienso en algo juvenil aprovechando que acaba de salir el último tomo de La Ley del Milenio de Trudy Canavan. Recomiendo la trilogía porque los personajes son alucinantes, por la colaboración y cómo se ayudan entre ellos, por el desarrollo del malo y por la trama tan interesante con viajes entre mundos y cómo funciona la magia y cómo se puede usar la magia como «tecnología».

9788415831839Sinopsis: Cuando, en un imperio donde la revolución industrial se alimenta de magia, el estudiante de arqueología Tyen desentierra un libro antiguo, se abre la puerta a un reino de misterio y peligro. Entre sus páginas está encerrado el espíritu de Vella, una hechicera cuya sabiduría, acumulada a lo largo de los siglos, incluye información vital sobre el cataclismo que se avecina.

En cambio, la joven Rielle vive en una tierra gobernada por sacerdotes donde el uso de la magia está prohibido. Sin embargo, ella siente que tiene talento para la hechicería y sabe que hay alguien en la ciudad dispuesto a enseñarle a utilizarla. ¿Se atreverá a enfrentarse a la ira de los Ángeles para iniciarse en el aprendizaje de la magia?

El largo viaje a un pequeño planeta iracundo, de Becky Chambers. Insólita editorial

Por Santiago García Solans. Reseñador, autor del blog Sagacomic.

Para San Jorge yo siempre regalaría «El Señor de los Anillos», un clásico de valor universal que me cambió la vida cuando lo leí de jovencito y me encontraba en un momento de definición de mis gustos literarios y vitales. Creo que es un libro atemporal y maravilloso que todo el mundo debería leer a lo largo de su vida.
Pero como es muy posible que ya se haya leído, un libro más actual que regalaría con los ojos cerrados (siempre que supiera que el destinatario tiene cierto gusto por el género) sería «El largo viaje a un pequeño planeta iracundo». Una lectura tan apasionada como, se me antoja, apasionante, llena de personajes carismáticos a los que es inevitable coger cariño.

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Cadenciosa, sin grandes sobresaltos, pero con mucha fuerza, un gran ritmo y un tono amable en general en su forma de abordar los conflictos, optimista, aunque sin desdeñar el drama y la pena, con un final cerrado y sin cabos sueltos que deja al lector embargado en cierta tristeza. Un space opera de lo más especial.

Sinopsis: Rosemary Harper se une a la tripulación de la Peregrina, una vieja nave tuneladora, sin saber muy bien qué esperar de su primer trabajo. Aunque la nave ha visto tiempos mejores, le ofrece un pequeño lugar al que llamar hogar durante un tiempo, algo de aventura en los confines más alejados de la galaxia y, lo que es más importante para ella, la oportunidad de dejar atrás su pasado.

 

El domador de lagartijas, de María Dolores García Pastor. Palabras de agua. 

Recomendado por Juan de Dios Garduño. Escritor y guionista.

Me gustó porque es una hitoria muy dura narrada por una persona de izquierdas que está siendo represaliada. Habla sobre la discapacidad, la superación y la igualdad en una época en la que estos temas apenas se tenían en cuenta. Toca, incluso, el tema del feminismo.

el-domador-de-lagartijas-portada.pngSinopsis: Aurora y Ginés son dos niños que viven en un pueblecito español de la posguerra. Ninguno de los dos va a la escuela, lo que les permite vivir una infancia en libertad más allá de sus respectivos problemas familiares. Su vida cambiará con la llegada de una joven maestra, que busca el anonimato de la vida rural, y la irrupción de un circo ambulante en la rutina de sus días. Las intrigas del hijo falangista del alcalde traerán la desgracia al padre de Aurora, un viudo republicano que intenta seguir adelante tras la derrota cuidando de su hija y de su cuñado inválido.

La abuela de Ginés, el tío de Aurora, el funambulista del circo Odeón, o el maqui que sobrevive a duras penas en el monte, son otros de los personajes que conforman esta novela coral sobre la infancia y los sueños, sobre las derrotas impuestas y los pequeños triunfos que todos llevamos dentro.

Por último… Las recomendaciones de origen cuántico

Cuando se me ocurrió pedir recomendaciones, el primero que me vino a la mente fue Arkaitz. Él está detrás de Origen Cuántico, un blog de reseñas escritas desde las tripas, y que de momento no me ha defraudado nunca con sus críticas. Total, que una sola recomendación se le hacía corta. Y esta es su lista:

CIFI Hard Antología: Axiomático, de Greg Egan

Cifi Hard Novela: Ciudad permutación, de Greg Egan.

Espada y brujería: Solo el acero, de Richard Morgan

Biopunk: Transcrepuscular, de Emilio Bueso

Las mejores novelas del año en español:

  • Arañas de marte, de Guillem López
  • Plata pura, de Nuria C. Botey

Las mejores novelas cortas en español:

  • 36 y UNO, de Nieves Delgado.
  • La chica descalza en la colina de arándanos, de Nieves Mories.
  • La belleza del Uróboros y Horror Vacui, de Javier Castañeda
  • Éxodo (o cómo salvar a la reina), de David Luna
  • CloroFilia, de Cristina Jurado.

Antología de relatos de fantasía oscura: Dark Fantasies, Antología de fantasía oscura, por Mariano Villarreal.

Antología CIFI: La mirada extraña, de Felicidad Martínez. Arkaitz puntualiza que “es de lo mejor en Ciencia ficción, sin duda”.

Fantasía épica: La armadura de la luz, de Javier Miró.

Humor y fantasía: Tres enanos y pico, de Ángel Sanchidrián

Contemporánea y de lo fantástico: La maga y otros cuentos crueles, de Elia Barceló

Un escritor del que hay que leerlo todo: Ismael Biurrun. Arkatiz recomienda especialmente Invasiones.

Otras recomendaciones sin categoría:

  • Proyecto Marte, de JJ Salart.
  • Salir de fase y Mara racha, de José Antonio Cotrina

 

¡Feliz Sant Jordi!

Carla Campos

@CarlaCamposBlog

Imagen de Giammarco Boscaro en Unsplash

 

 

 

El amor no es eso: contra la literatura romántica machista

Dentro de la literatura, la novela romántica tal y como se escribe hoy se considera un subgénero, una categoría menor de libros fáciles y planos. Fast-books los llaman, como llaman fast-food al Burger King porque es comida y, a la vez, no lo es.

En realidad, da igual. No se puede considerar alta literatura a todo lo que se escribe, independientemente del género, y no me voy a meter en este tema del que ya hablé la semana pasada en Origen cuántico. Sin embargo, quiero que nos paremos a pensar en la literatura romántica que se vende porque, si bien no es un género que me entusiasme (ni siquiera me interesa especialmente), me preocupa el mensaje que transmiten los últimos best-sellers que se han publicado, especialmente a sus consumidores más jóvenes.

Hace unos años, aprovechando que la daban por televisión, vi la segunda parte de Crepúsculo. No era mi intención, pues fui engañada al cine a ver la primera dispuesta a pasar un rato ameno con una película palomitera de vampiros y hombres lobos pegándose zarpazos y mordiscos. Podéis imaginaros mi decepción cuando me encontré con una historia sobre la relación de un hombre centenario que va al instituto y se enamora de una niña tan frágil que se aferra a él como una garrapata pensando que el control es amor.

Pero una amiga me dijo que la segunda parte era tan ridícula, con la protagonista gritando en sueños como si la estuviera desgarrando un zombie por dentro, que me iba a parecer divertidísima. Me dejé convencer, sí. Recuerdo que estábamos mi pareja y yo en casa, él con la boca abierta y yo con el ceño fruncido igual que una Anastasia Steele cualquiera*. No entendía nada. No me entraba en la cabeza que una chica tan joven tuviera necesidad de un chico al que apenas conocía y que, además, había llegado a hacerle daño aunque fuera “sin querer”. No entendía, tampoco, por qué se ponía en peligro solo para sentirlo unos segundos, en una suerte de chantaje emocional hacia él. Menos aún, por qué quería morir por no tenerlo al lado. Para mí eso no era amor, era una depresión de caballo por no entender cómo funcionaban las relaciones interpersonales y me agobiaba pensar que esa niña estuviera pasándolo tan mal sin que su padre la llevara a un psiquiatra.

Y entonces, cuando lo hablé con otras personas y les expliqué que me había sentido angustiada, agobiada, viendo la película, me contestaron con una frase lapidaria: “tía, es que tú no eres nada romántica”.

Pensaba que el problema era mío. En serio. Lo tenía completamente asumido. Pensaba que yo tenía un concepto del amor extraño o que yo no había sentido amor de verdad porque, a juzgar por lo que leía o veía, el amor de verdad te anulaba hasta el suicidio si no era correspondido.

Hasta que empecé a leer sobre relaciones tóxicas.

Esto no es amor

Me di cuenta de que el agobio que sentí con Crepúsculo fue una reacción lógica al ver a una niña en una relación enfermiza, donde un individuo controla a otro que se anula en una suerte de amor mal entendido.

Y lo llamaban romanticismo.

No penséis que este “romanticismo” se ve únicamente en novelas para adolescentes, no. Esta suerte de amor romántico de personas anuladas y controladas acecha detrás de muchas portadas, esperando agazapado a que un lector despistado las levante.

Después de mi experiencia con Crepúsculo creí que nunca mas me iban a pillar con la guardia baja, pero me equivocaba. En 2017 volví a caer en la trampa.

Si cuando fui a ver Crepúsculo pensé que estaba ante una nueva Underworld, cuando leí El descubrimiento de las brujas, de Deborah Karkness, pensé que se trataba de un libro de fantasía donde las mujeres y la magia tendrían un papel central en la trama. Os podéis imaginar mi decepción al darme cuenta de que era una novela romántica donde la magia era una excusa para mostrarnos a un vampiro que hace yoga (ejem) y que se empeña en encerrar a una bruja mucho más poderosa que él porque tiene miedo de que le pase algo. Iba leyendo y solo me imaginaba a un tío muy blanco con los colmillos alargados y en cuclillas sobre un pedrusco, dándose golpes en el pecho como un gorila mientras gritaba: “soy un hombre muy macho y protejo a mi novia aunque podría matarme con solo pensarlo”.

Me preocupa que este sea el mensaje que se transmite en este tipo de literatura. Sin embargo, estoy convencida de que muchas otras novelas que no tienen tanta publicidad detrás presentan relaciones normales. Y por normal me refiero a una relación sana en la que ninguna de las partes está anulada, una relación donde hay un equilibrio de poder. Donde los individuos se quieren y se respetan como iguales, independientemente de su sexo, género o raza.

Una relación de amor normal y sana. O como debería serlo.

Empieza febrero y volveremos a ver en el cine películas cuyo mensaje es que si lo aguantas todo, palizas incluidas, tu pareja cambiará por ti.

Empieza febrero e intentarán enseñarnos que el amor es una dinámica de poder donde uno ordena y el otro obedece.

Empieza febrero, sí. Y tenemos la oportunidad de decirles a los demás que el amor no es eso que pretenden vendernos.

Por eso os propongo algo. Me gustaría que este mes recomendemos libros, películas o cómics en las que el amor no sea una relación de autoridad y abuso. Si es del género romántico mejor, porque es el que más sufre de estos roles machistas y agresivos pero, en realidad, creo que puede valer cualquier novela que pueda llegar a jóvenes. No podemos dejar que aprendan que el amor es eso que pretenden venderles.

Esto sí es amor: La visita del Selkie

Voy a empezar con una presentación. Como os he dicho antes, no soy muy de literatura romántica actual y cuando la leo, suelo llevarme unos chascos como el que he descrito arriba.

Sin embargo, no hace mucho tuve la suerte de que Libertad Delgado confiara en mí para poner en mis manos su novela. Me sorprendí siendo lectora cero de La visita del Selkie y disfruté mucho de la experiencia.

En La visita del Selkie, Berenice, una mujer que vive sola en su gran casa familiar e intenta obviar los rumores de sus vecinos sobre brujería, recibe la visita de Iszak, un joven al que conoció cuando solo era una cría y que desapareció sin dejar rastro. Casi a la vez, unos perros de aspecto imponente y ojos rojos como ascuas, seres sobrenaturales que el folklore de la zona relaciona con las malas noticias y un futuro complicado, aparecen en los alrededores de su casa y solo ella puede verlos.

La visita del Selkie es un libro que podría encajar dentro del género fantástico y del romántico. El tema básico, el de aquellos que solo se quedan en la superficie, es el amor. Amor de familia, tanto de la familia de Berenice hacia ella como el de Iszak hacia la suya. Sin embargo, hay otro tema, y quizá el que más me interesa, que es cómo la soledad puede convertirte en una persona desconfiada y huraña, y eso afecta a las relaciones más básicas entre Berenice y el resto del mundo.

Los personajes están bien construidos. Berenice es una mujer dañada en su interior y con una fuerte necesidad de amor, no necesariamente romántico, y a la vez es una persona lógica y con confianza en sus capacidades y sus rutinas. Seria, centrada. Iszak es como un niño juguetón que sabe vivir y disfrutar de la vida, e intenta contagiarle algo a la muchacha. Y Beatrix, la nueva amiga de Berenice, es una cabra loca que vive sin preocupaciones y que ha decidido disfrutar de la vida después de una horrible relación amorosa como aquellas que vemos en algunos best-sellers.

Tiene tres tramas bien perfiladas que hablan de amor, de obligaciones familiares y tradiciones y magia. Están bien construidas e hiladas y se trenzan y se desunen de manera amena gracias a una prosa bien conseguida, con un narrador al que difícilmente se lo pilla en un renuncio y con un tono perfecto para la novela.

Esta es mi primera recomendación, pero pienso hacerme eco de todas las novelas de las que queráis hablarme durante este mes. Creo que es importante que dejemos claro, tanto a editores como a editoriales, qué es amor y qué queremos consumir. Ayudadme a conseguirlo.

*Esta es la única mención que voy a hacer sobre 50 sombras de Grey porque esa cosa no es literatura y no pienso hablar más de ella.

Carla Campos

@CarlaCamposBlog

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Imagen de Clem Onojeghuo en Unsplash

Pequeña y grande: biografías ilustradas de mujeres para niños

Una artículo enmarcado en el #LeoAutorasOct

El pasado mes de enero, mi hija cumplió un año. En este mundo tan loco, en el que las fiestas de cumpleaños son como bodas y las bodas como enlaces de la realeza, nosotros celebramos el cumpleaños de Valeria en el parking, con bocatas de jamón y de chocolate, pasteles y tortillas. Todo muy noventero porque, total, ella no se iba a enterar de nada.

Excepto de los regalos. Toda la familia escogió agasajar a Valeria (y a los bolsillos de sus padres) llenándole el armario con todo lo que podría necesitar en el próximo año. Unos amigos, en cambio, le regalaron lo más bonito y maravilloso del mundo: libros.

Pero no unos libros cualquiera, no. Era una colección de biografías en forma de cuentos ilustrados sobre grandes mujeres de nuestra historia: Marie Curie, Agatha Christie o Coco Chanel, entre otras.

 El #LeoAutorasOct

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Dejadme hacer un inciso. En agosto de 2016, un grupo de tuiteras decidieron leer únicamente a escritoras durante el mes de octubre. Esta iniciativa busca dar visibilidad a las autoras en el mundo editorial a través de la lectura, compra y recomendación de su obra. Es el #LeoAutorasOct (leo autoras en octubre). Este año se repite este movimiento, que tiene vocación anual.

El año pasado llegué tarde, pero este me he propuesto traer la iniciativa a mi casa. Porque, aunque leo autoras durante todo el año, si miro mi biblioteca, más del ochenta por ciento de los libros están escritos por hombres. Posiblemente es porque hay menos libros publicados por mujeres pero, ¿es que ellas escriben menos? ¿O es que, como en otras profesiones, hay un techo de cristal?

Tiendo a pensar esto último. Los editores de Joanne Rowling temieron que los niños no acogieran bien sus libros si veían que estaban escritos por una mujer. Desde entonces, sus iniciales disfrazan su sexo en la portada de Harry Potter. ¿Existen esos prejuicios en los niños? ¿Los imponen los editores? Y, si ellos creen que los críos leerían menos a una mujer que a un hombre, ¿no será porque se dejan llevar por ese desprecio inconsciente cuando tienen delante la obra de una mujer?

El #LeoAutorasOct debe ser un golpe en la mesa para demostrar que las mujeres sí interesan. Que sí venden. Y, aunque durante el año también sería bueno tenerlas en cuenta, es necesario realizar llamadas de atención para luchar por algo justo: que todos los libros buenos merecen ser leídos, independientemente de los genitales de quienes los escriban.

Otras iniciativas que colaboran con la visibilización de la mujer

Las chicas de #LeoAutorasOct, que recogen su iniciativa en su blog, no son las únicas abanderadas de esta lucha por el reconocimiento de la mujer en la literatura. La Editorial Cerbero ha creado un pack que contiene todos los tomos publicados por autoras en su editorial. Adopta a un autora pretende animar a los lectores a conocer a fondo y difundir la obra de una autora. La nave invisible da a conocer en su blog a mujeres que escriben Ciencia ficción, fantasía y terror, y además de crear fichas sobre ellas hacen reseñas de sus libros.

Pequeña y grande: poesía, ilustración y mujeres

Dicho esto, y porque he visto muchas recomendaciones para adultos pero ninguna para niños, vuelvo a la colección que nuestros amigos le regalaron a Valeria. Pequeña y grande, de Alba Editorial (Barcelona), tiene seis volúmenes publicados Se editan en castellano y en catalán, y la autora es Mª Isabel Sánchez Vergara.

A través de unas rimas poéticas sencillas, los pequeños se acercan a la vida de poetisas, escritoras, diseñadoras y científicas. Mujeres que han dejado su huella en el mundo y que sirven de inspiración a, y nunca mejor dicho, grandes y pequeñas.

Cada tomo está ilustrado por un profesional diferente y eso se refleja en el estilo de los dibujos, que parecen responder al carácter de cada protagonista.

Recomiendo esta colección por dos razones. La primera, porque se nota que cada tomo ha sido cuidado con mimo y muestra la calidad que hay detrás de los textos, las ilustraciones y la edición. La segunda, por lo que significa que exista una colección de biografías de mujeres para criaturas, y no solo para niñas. Es cierto que ellas deben descubrir que hay mujeres a las que pueden imitar, pero ellos también necesitan aprender que alcanzar metas altísimas no es solo cosa de hombres.

Carla Campos

@CarlaCamposBlog

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Imagen de las portadas en Alba Editorial

Imagen del día de la escritora del blog de #LeoAutorasOct

Guía del escritor para enfrentarse a una reseña (buena o mala)

Cuando empecé a escribir, hace ya unos cuantos años, decidí que, para aprender, lo mejor era poner mis textos bajo la lupa de otras personas. Al principio, sobre todo, escogía a gente de mi círculo, ninguno de ellos profesional. Algunos me decían en qué cosas creían que fallaba. Otros, en cambio, declaraban que todo lo hacía perfecto. Pronto me convencí de que eran críticos excelentes y me olvidé de ver el amor que empañaban sus ojos: me crecí con esos pequeñísimos tirones de orejas y tantas palmadas en la espalda.

Por fin, sintiéndome empoderada, llegó el día en el que quise salir de mi zona de confort y enviar uno de mis cuentos a un desconocido. He de decir que era un relato extremadamente intenso del que ahora me avergonzaría si pudiera recuperarlo y leerlo de nuevo pero, en ese momento, estaba bastante orgullosa de él. Imaginaos mi cara cuando, poco después, me llegó la crítica de una persona que entendía del tema. No recuerdo exactamente qué palabras usó  pero, en resumen, dijo que mi relato era plano, infantil, bastante irrelevante.

El corazón roto del escritor cuando recibe una mala crítica

Así estaba yo cuando leí aquella crítica. ¿Podéis oír cómo se rompió mi corazón?

Una vez pasada la pesadumbre inicial, me enfadé. Muchísimo. Fue como pasar un duelo y no salir de la fase de la ira. Pensé que quién se creía esa persona para decirme todo eso y que no tenía ni idea así que decidí obviarlo. Me dejé reconfortar por los comentarios positivos y menos críticos de mis amistades y seres queridos.

En aquel tiempo acababa de cumplir 23 años y, como todos los jóvenes descerebrados, estaba segura de que no me quedaba mucho más por aprender. ¡Ah, qué tiempos! Cuando te crees invencible e inmortal y mucho más listo que el mundo que te rodea.

Poco después, sin embargo, me di cuenta de que mi sabiduría no era tal. No pasó nada en particular para que esto sucediera, en realidad. Creo que, simplemente, maduré. Abrí los ojos de verdad, miré a mi alrededor y descubrí que no había leído lo suficiente, que no había escrito lo suficiente y que, aquella persona que criticó mi escrito sin piedad, pero con educación, sabía perfectamente lo que decía.

Escuchar las críticas

Desde entonces, y han llovido más de los que me gustaría, no he dejado de poner mi prosa bajo los ojos de todo el que quiera echarme una mano. He pedido opinión a escritores consagrados, catedráticos de literatura y lengua castellana, periodistas, escritores independientes y lectores. He aceptado cada crítica y he profundizado en aquellas que no entendía o con las que no estaba de acuerdo. Pero siempre desde la modestia porque, seamos sinceros, aún estoy lejos de mi mejor yo. Y aunque tuviera un Nobel de literatura, seguiría mostrándome humilde porque con la soberbia por bandera es imposible aprender de los demás.

Por eso hablo de escuchar las críticas. Como todo lo que hace el ser humano, una valoración de un texto es subjetiva y, por tanto, está abierta a interpretaciones. Eso significa que no tenemos por qué aceptar el cien por cien de las críticas que se nos hagan porque pueden estar equivocadas, ya sean buenas o malas. Sin embargo, debemos escucharlas.

¿Por qué digo esto? Llevo un tiempo, más del que me gustaría, encontrándome con otros escritores mentando hasta a la tatarabuela de un lector, únicamente porque no le ha gustado el libro. También, hinchando el pecho ante reseñas positivas escritas con faltas ortográficas básicas.

Y ya está bien. Es muy difícil, sobre todo si el escritor está empezando, hacer una obra maestra que guste a todo el mundo y que no tenga ni un solo fallo, menos aún si la ponemos bajo la atenta mirada de un lector avezado o un profesional literario (uno que no sea él mismo o su mejor amigo). Pero vayamos por partes.

No todas las críticas son valiosas

No todas las personas están capacitadas para analizar una obra de la misma manera, ya sea por su formación, por su profesión o por su capacidad de lectura crítica. Tal como nos cuentan desde Sinjania en “El peligro del entusiasmo en la crítica literaria”, quien critica una obra o hace una reseña puede caer en dos vicios: el entusiasmo ciego y la crueldad.

Desde mi punto de vista, el entusiasmo ciego suele obedecer a dos motivos:

Porque le caigamos bien al lector

Hoy en día somos tantos los que nos dedicamos a las letras que no es difícil contar con un puñado de escritores entre nuestros amigos y conocidos. El cariño puede nublar el sentido crítico del lector y, por eso, es tan importante que el autor sea consciente de ello y matice las apreciaciones que aparecen en la reseña. Además, si conocemos al lector mínimamente, sabremos cuáles son sus gustos, sus lecturas y su aptitud para analizar la obra que lee. Y aquí viene el segundo punto.

Porque no sea capaz de hacer una lectura crítica

Un lector al que le gusta todo lo que lee, o sabe elegir muy bien los libros para que no le defrauden o no se fija mucho en lo que está leyendo. Lo más probable es que sea lo segundo porque acertar siempre con nuestras lecturas es muy difícil. Así pues, para tomarnos en serio una crítica muy positiva debemos conocer al lector a través del resto de reseñas para saber qué credibilidad tiene. Si no es capaz de sacarle ningún pero a obras como, qué sé yo, Cincuenta sombras de Grey, igual no es buena idea que nos emocionemos porque le guste la nuestra. ¿Acaso hay algo que le desagrade?

En cuanto a la crueldad en las críticas, veo dos posibles motivos:

Que piense que así es más profesional

Muchas personas relacionan la severidad con la profesionalidad. Hasta cierto punto está bien, pero criticar con ferocidad un texto no es ser riguroso, es ir a hacer sangre. La persona que hace una reseña debe ser ecuánime y valorarlo por partes y en su conjunto, señalando cosas buenas o malas. Es como el Homer (sí, el de Los Simpsons) crítico de cocina que, por presiones del resto de críticos del diario, empieza a poner a caldo a todos los restaurantes en los que antes disfrutaba. Ridículo, ¿no? Pues eso.

Que se crea mejor que el autor

No sé dónde leí que detrás de un crítico literario hay un autor frustrado, pero parece que es algo que se ha comentado desde hace tiempo ya que he encontrado referencias en “Criticar al crítico», un artículo de El País escrito en 1989. No creo que la frustración y la envidia tengan que ver, pero no me sorprendería que muchos de los que hagan este tipo de reseñas mordaces se imaginen a sí mismos divagando desde una cátedra, con una copa de coñac y un monóculo. En estos casos, se suele notar la chulería y el desprecio y ese tufillo a “yo lo haría mejor” que desprende cada una de las líneas de la reseña.

Cuándo aceptar una reseña positiva o negativa

Igual que toda crítica es subjetiva, la aceptación de la reseña también lo es. Por eso, me he atrevido a crear un par de guías para saber si aceptar o no una crítica, ya sea buena o mala.

Diagrama para saber si aceptar una reseña positiva

Cuándo aceptar una reseña positiva

Diagrama para saber si aceptar una reseña negativa

Cuándo aceptar una reseña negativa

La mejor reseña: el término medio

En las imágenes anteriores hablo de reseñas positivas o negativas en su totalidad pero, después de muchos años leyendo y reseñando así como consultando las críticas de los demás, me doy cuenta de que las mejores son aquellas que dan una de cal y otra de arena al lector. Por ejemplo: una joven lectora se enfrenta por primera vez a El señor de los anillos. Pronto es consciente, y así lo hace saber en su reseña, de que es una obra muy bien escrita, con una prosa magnífica, unos personajes interesantes y un trasfondo, o Worldbuiling, único, precursor de todo un género. Pero también comenta que las descripciones se hacen pesadas porque no son dinámicas sino un compendio de datos como en una enciclopedia.

Una crítica así es fantástica. Es consciente de los puntos fuertes y débiles del libro y, como tal, lo indica. Por supuesto, las descripciones detalladas y profundas eran necesarias en aquella época porque, por aquel entonces, no había lugares comunes en la literatura fantástica sobre los cuales trabajar. Si Tolkien hubiera puesto, simplemente, que unos elfos altos y morenos recibieron a la Compañía del anillo, sus contemporáneos no hubieran visto en sus cabezas a esos hombres y mujeres espigados, de pelo lacio y largo, con orejas puntiagudas y piel tersa y sin imperfecciones, casi como la de una estatua de Rodin o Miguel Ángel.

Pero volvamos a la reseña. Si Tolkien la hubiera leído y no se hubiera puesto como un escritor de ego henchido, quizá habría excluido las descripciones estáticas y habría hecho su obra más ligera y dinámica. Sin embargo, él no tuvo la suerte que tenemos nosotros, el poder hablar con nuestros lectores y que nos expliquen cuáles han sido los puntos fuertes y débiles de nuestra novela. ¿Lo vamos a desaprovechar?

Controlar el ego, lo más importante al enfrentarse a una reseña

Como os podéis imaginar, los dos cuadros de arriba son guías planteadas desde el humor. Pero hay algo importante que me gustaría destacar, y que tiene que ver con el ego del escritor y con el aprecio o desprecio que profese a la persona que hace la reseña.

El ego del escritor debe estar equilibrado entre la confianza absoluta y la inseguridad. Un ego demasiado inflado hará que no prestemos atención a nuestros fallos ni a los consejos bienintencionados de quien puede ayudarnos. Por el contrario, uno demasiado débil puede paralizarnos y empujarnos a abandonar la escritura.

Por otro lado, es importante que valoremos al crítico en su justa medida y que no nos dejemos llevar por falacias. Me refiero, por ejemplo, a la falacia de autoridad, que da por hecho que todo aquel que tiene una formación reglada en literatura será mejor escritor o crítico que quien no la tenga. En ocasiones, hay personas con un instinto o sensibilidad especial para juzgar una obra, bien porque haya leído mucho, bien porque haya aprendido de otras fuentes. Si nos rigiéramos por la titulitis o un ego mal dimensionado, podríamos desaprovechar la oportunidad de aprender que nos ofrecen.

Así pues, lo que necesitamos como escritores es tener la mente abierta, analizar de dónde viene la crítica y aceptarla sin que nada nos afecte en exceso, ni para bien ni para mal. Y, sobre todo, tener en cuenta que una obra no puede gustarle a todo el mundo así que, en algún momento, nos tocará lidar con cosas que nos duelan. Que también somos humanos.

Tampoco es normal que una obra le guste a todo el mundo. Si es así, algo raro está pasando y, probablemente, la razón sea el autor.

Qué hacer cuando recibimos una crítica, sea como sea

Aquí aparece mi lado de relaciones públicas. Si tenemos costumbre de responder a las reseñas positivas que nos hacen, debemos hacerlo también con las negativas. No es necesario dejar claro que nuestra opinión es diferente a la del crítico porque es evidente. Si no, no habríamos escrito la novela tal como lo hemos hecho. Solo daremos las gracias por su tiempo y, si ha hecho una crítica educada, podemos desear sorprenderle con nuestra próxima obra.

Ante las críticas, además, tenemos la oportunidad de comprobar si se repite la misma queja o elogio. ¿Dicen que la prosa es simple? ¿Que los personajes son planos? Sea lo que sea, si más de una persona lo ha detectado, igual tienen razón. Por otro lado, si la gran mayoría de reseñas alaban la trama o el desenlace, nos lo apuntaremos como uno de nuestros fuertes y nos preguntaremos si destaca porque es muy bueno o si sobresale porque el resto de elementos de la novela son anodinos.

Sea como sea, no dejemos que las reseñas únicamente alimenten o dañen nuestro ego. Son muy valiosas para conocer cómo encandilar a nuestro público objetivo y cómo conseguirlo. No las desperdiciemos.

Carla Campos

@CarlaCamposBlog

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Imagen de Tim Bogdanov on Unsplash

 

A PABLO GÓMEZ SORIA POR SU “NAVÍO EN AGUAS TURBIAS»

Hoy os traigo un nuevo poemario de Pablo Gómez Soria. Pero, antes de comenzar a hablar del libro, quiero confesaros que me embarga una gran emoción, la misma que sentiría si estuviera hablando del libro de uno de mis hijos. Fui compañera de estudios de Luis Gómez Egido y he trabajado treinta años con él y con su mujer, Francisca Soria Andreu, los padres de Pablo, en el Departamento de Lengua del Instituto Goya de Zaragoza. Así que de Pablo lo sabía todo, menos que escribía poemas.

Si su primer libro, Antiguo sol naciente, presentado en mayo de 2010, fue una revelación, Navío en aguas turbias consolida aquella voz en una nueva dirección. Se trata de un libro muy bien escrito y de altos vuelos literarios.

Cuando acabé la primera lectura, me quedé buscando una frase que reflejara el sentido de estos poemas. Como un fogonazo me vino esta: “Pablo escribe una poesía reflexiva sobre el sentido trascendente de la vida. Y se pasea por el camino de la trascendencia mirando a las orillas”.

En unos poemas veo un yo poético objetivado y, en otros, el trasunto de la personalidad de Pablo. Por eso mi discurso es oscilante. Unas veces hablo del yo poético y otras de Pablo. En esencia es uno y lo mismo, pero él los ha querido distanciar y separar. El yo objetivado es el portavoz de las verdades eternas y el de Pablo nos acerca a sus vivencias íntimas.

Navío en aguas turbias

  •  Lo que yo porto dentro de mí…
  • Es un navío en aguas negras.

Desde el título mismo, y desde los primeros versos, me vi asaltada por los ritmos de los antiguos griegos. Entonces pensé que Constantino Kavafis, uno de los mayores poetas de la poesía griega moderna, no podía andar muy lejos. Y a ninguno se nos escapa la imagen de Ulises volviendo a Ítaca.

En este título significativo, que brota del corazón mismo del libro, ya apreciamos una falta de artículos que apunta hacia la esencia misma de las cosas. Estas cosas que tienen alma y que son el reflejo de la conciencia del yo poético

  • Allí donde fui…
  • no encontré alma en las cosas.

En un libro, que yo calificaría de intimista, sorprende que las reflexiones más profundas estén objetivadas, es decir, contadas con la tercera persona verbal. Este es un signo evidente de la modernidad de esta poesía

La vida bajo el escudo

Después de recorrer los diecisiete poemas del libro, se cierra el círculo con el poema de la contraportada. El navío, al abrigo, espera la eternidad en el más puro sentido juanramoniano:

  • Bajen sin tardar los soles rojos
  • un tiempo parado regrese.

El lector se siente reconfortado cuando todo el pesimismo del vivir se resuelve en esperanza. Pablo se siente alejado de la tempestad y arrullado por ese escudo que es protección y abrigo, como cuando Fray Luis de León se aleja del mundanal ruido.

Estructura general del libro

Este libro, como los de los clásicos, está dividido en tres partes. Y la armonía de las tres se refleja en el número de poemas que las integran: siete, cinco y cinco. Un estructura metafórica y rítmica que luego se expande en los ritmos de los versos. Sigue el patrón del teclado de un piano: siete teclas blancas entre las que se intercalan las cinco negras. Y los ritmos poéticos están afinados por quintas, como concibió Pitágoras su sistema musical.

Las tres partes van incorporando los grandes temas, a la vez que integran los poemas en un todo armónico. Todo está pensado y medido, como lo estaba la prosa de Fray Luis de León. Ni una palabra, ni un hipérbaton, ni la longitud de los poemas están puestos al azar.

  1. Pérdida de la juventud

  • Llegó sin esperarlo que un día,
  • esto si lo pude ver,
  • me fallaron los miembros del cuerpo
  • y la alegría que se fue.

En la primera parte reescribe el tópico que había cantado Rubén Darío en Prosas profanas:

  • Juventud divino tesoro
  • que te vas para no volver.

Pero si la de Rubén fue una juventud no vivida, la de Pablo se vivió con plenitud, de forma intensa y reflexiva. Y el poema, que da el título a esta parte, se resuelve como una vivencia en la que se compaginan el vitalismo de la juventud con la reflexión íntima.

  • Nos imponíamos metas
  • cuanto más difíciles más hermosas.
  • Colectar pasiones
  • conquistar nuevos campos.
  • Y por encima de todas las cosas.
  • Las chicas que yo vi
  • las chicas que yo besé.
  1. Muerte de la poesía

  • ¿Cuál mano osó
  • tal matricidio?

A esta segunda parte, yo la llamaría una defensa de la razón poética.

  • Romanticismo (que se nos va, que se nos ha ido…)
  • Clasicismo (del cual evoluciona el Romanticismo…)

Es bastante corriente oír en muchos foros que el nuevo utilitarismo no nos deja tiempo para la lectura de la lírica y que está cerca la muerte de la poesía. Pero Pablo desmonta el tópico y le da un nuevo sentido.

Como Luis García Montero, otros poetas jóvenes nos plantea que, si muere la poesía, con ella desaparecerá algo más que un género literario. Se perderá la expresión de los valores esenciales de la condición humana.

  1. El club

  • Cada noche recordarás la casa de paneles de madera
  • en la que, en nuestras veladas, solíamos
  • escuchar las palabras de los autores muertos.

El título de esta parte nos trae a la memoria la película El club de los poetas muertos. ¡Pero,j no! Estos poemas van más allá. En estas poesías descubrimos que Pablo siempre estuvo alerta y dispuesto a aprender de todo. Especialmente de las lecturas y de los poetas del pasado. Aprendió a hablar con ellos en la biblioteca familiar. Y así lo confiesa en uno de los poemas más bellos del libro.

  • Sobre el solar de la estirpe familiar.
  • en la casa donde no faltó el afecto,
  • huérfano de allí a poco,
  • ejercieron mi tutela los libros.

Relacionado con la muerte de la poesía, está el empobrecimiento del lenguaje, que nos llega de la mano de la pérdida de las ilusiones colectivas. Si sabemos leer entre líneas, veremos que hay constantes guiños escondidos entre la oralidad.

Precisamente, de esa necesidad de entendimiento nace el espacio de la poesía. Y con él el enriquecimiento del lenguaje. Y las palabras cultas, cultísimas, que asoman entre la cotidianidad, que nos remiten a la profundidad del poema. Así, Parvos, con el significado de pequeños, escasos. Esculcar, examinar con detenimiento el interior de alguna cosa para descubrir lo que hay. O lidohelada, un neologismo descriptivo.

Debajo de la reivindicación ecologista del poema dedicado al avetoro, nuestra garza más esquiva y discreta, late aquella otra garza de amor, hoy también extinta, que tantos poemas inspiró a los poetas lásicos, especialmente a San Juan de la Cruz.

Con esta renovación del lenguaje y con la reescritura de los mitos clásicos, nos lleva a un nuevo entendimiento entre los hombres y nos ayuda a descubrir que somos dueños de nuestro mundo interior.

  • El río de la muerte,
  • cuyas aguas verde oscuro,
  • trasparentes, estremecen (…)
  • Bebí en él,
  • no me mató,
  • por ser el flujo de la vida.

Renovación de los metros y del lenguaje poético

A su deseo de renovación del lenguaje poético contribuye una métrica nueva. Los versos blancos amparan su ritmo en las estructuras sintácticas y en los elementos léxicos. Y amparan también a la estructura misma de muchos poemas que, siguiendo los patrones de la retórica clásica, están concebidos en partes binarias o ternarias.

Los versos blancos y la ausencia de rima se ven compensados por procedimientos rítmicos, más potentes y más modernos.

  • Dichosos sean los tiempos
  • en los que buscamos tiempos felices,

En esa misma línea utiliza abundantes encabalgamientos al servicio del significado y del ritmo. Y la sintaxis se rompe para conformar nuevas líneas poéticas. Como en el siguiente ejemplo, donde el encabalgamiento viene reforzado por una enumeración ternaria.

  • Tal vez el vino,
  • el pan y la carne

Todo esto viene acompañado con una acertada selección del vocabulario. En medio de un decir casi cotidiano, porque Pablo valora la belleza de las cosas simples, saltan los neologismos y las palabras cultas que dan sentido a todo el poema. Esas palabras repartidas como al azar por las distintas páginas del libro se quedan como pegadas en la mente del lector. Entre todas forman un coro que es la seña de identidad de la poesía de Pablo Gómez.

Y llega a una comunicación profunda con una poesía dialógica, en el más puro sentido bajtiniano. En sus versos oímos los ecos de los griegos, los clásicos y los modernos. Catulo dialoga con Kafafis, Walt Whitman, Juan Ramón Jiménez, Aleixandre, Cernuda, Gil de Biedma. Y no sigo porque su cultura es tan amplia que nos haría la lista interminable.

Para terminar

Haciendo míos los consejos de Walt Whitman, Pablo, te digo que no te detengas. ¡Sigue! Aprende de los poetas que nos precedieron, pero no olvides que la sociedad de hoy la formáis los poetas actuales. Aunque el viento sople en contra, tu poderoso navío tiene que continuar. No dejes nunca de soñar y de compartir tus sueños con nosotros. No dejes de creer que las palabras y las poesías sí que pueden cambiar el mundo.

Fin del texto de Carmen Romeo Pemán

En la presentación me acompañó mi amiga Gloria Cartagena Sánchez, cuyas palabras os dejo a continuación.

2, Gloria hablando

Nos reunimos aquí con motivo de la publicación del segundo poemario  de Pablo Gómez Soria.

Pablo nació el 14 de noviembre de 1974 en Zaragoza. En esta Universidad cursó la carrera de Derecho y la completó en la Universidad de Saarbrücken (Alemania). En el año 2000 terminó el Master de Derecho de Comercio Internacional en la Universidad de Essex (Reino Unido). Desempeñó durante seis años en Inglaterra su labor profesional. En 2006 regresó a España, donde ha seguido desarrollando tareas ejecutivas en el mundo del comercio internacional. Pablo es un hombre muy culto, políglota, gran lector y  poeta. Publicó sus primeros poemas en la revista Eclipse de la Facultad de Filosofía y Letras.

En el año 2010 tuve la satisfacción de presentar su primer libro Antiguo sol naciente, un conjunto de dieciséis poemas de diferente extensión, con un tono hondamente lírico. De ritmo cadencioso y solemne, con un léxico elaborado y culto, con ecos del español clásico. Los aspectos temáticos eran el tiempo, el sentimiento amoroso y, como fondo, la Naturaleza, gozosamente vivida y percibida con la nota dominante de la belleza y la luz del sol en la línea del mejor Juan Ramón Jiménez.

Hoy traemos aquí Navío en aguas turbias, segundo libro de poemas de Pablo. Ha sido editado por la editorial Dauro que apuesta por escritores noveles, en una edición muy cuidada, con ilustración de Manuel Francisco Sánchez, pintor granadino que ha sabido llevar a la imagen de la cubierta el título del poemario.

La cubierta ilustra el título formando un todo muy inquietante. Las aguas son más que turbias, siniestras. Y el navío es un barco insólito y funerario, negro con toques sanguinolentos. El extraño velamen verde con tonos rojos no se explica por el cielo que es casi tan gris y cerrado como el agua. Solo asoma un atisbo de luz, blanco y frio de macabro tono óseo. Recuerda el lúgubre verde del  estribillo del “Romance sonámbulo” de Federico García Lorca, Verde que te quiero verde/ Verde viento. Verdes ramas, autor granadino como la editorial y el ilustrador. En este poema, como en otros de García Lorca,  el verde deja de estar asociado con la esperanza para ofrecer sugerencias dramáticas.

Va a presentar el poemario mi buena amiga Carmen Romeo Pemán, catedrática de Lengua y Literatura y escritora, que ha vivido con pasión la literatura y el deseo de enseñarla. Carmen, hija de maestros, es autora del libro De las escuelas de El Frago, publicado en 2014. Es una gran defensora de los derechos de las mujeres y pertenece a la Liga Internacional de Mujeres  por la Paz y la Libertad. Como estudiosa, ha analizado la obra de Ángeles de Irisarri, la de Sor Juana Inés de la Cruz y la de María Zambrano. Es autora de La Zaragoza de las mujeres (2010), libro sobre las ausencias y las presencias de las mujeres en el callejero de esta ciudad. Como se puede apreciar el libro de Pablo no puede tener mejor madrina.

Gloria Cartagena Sánchez

3. Pablo hablando. 1

Pablo Gómez cerró el acto leyendo el poema MUERTE DE LA POESÍA.

  • Zarpé, como cada año
  • por el mar fui,
  • a la tierra donde tenía lugar
  • mi anual homenaje.
  • No hallé restos del altar producido por mis manos,
  • pareciera
  • que alguien había destruido mi construcción,
  • continuación de fructuosos legados.
  • Deberé escuchar
  • ver qué ha ocurrido,
  • no acierto a entender…
  • Siendo yo muchacho,
  • inocente e inquieto,
  • me guiaba el corazón.
  • Ella me sopló en los oídos,
  • la Poesía me tocó.
  • De repente múdase el aire
  • algo rompe el día
  • las aves escapan
  • los animales huyen.
  • Aparece corriente
  • la Poesía,
  • sus cabellos adquieren la tonalidad de la estación,
  • los ojos siguen el mismo curso,
  • en su túnica liviana
  • van embrocadas las flores,
  • saliente corro a su encuentro.
  • Falla,
  • la sustento, advierto
  • la sangre del costado fluir,
  • daga o puñal clavados.
  • ¿Cuál mano osó
  • tal matricidio?

4. Entrando al acto. 1

A continuación, os dejo unas fotografías de los numerosos amigos que acudieron a la presentación. Entre ellos reconoceréis caras de profesores y alumnos del Instituto Goya de Zaragoza.

5. Público. 16. Público. 2

7. Publico3

Pablo Gómez Soria, Navío en aguas turbias. Editorial Dauro, Granada, 2017.

Invitación a la presentación

Carmen Romeo Pemán

La artillera. La lucha de España por la libertad

Homenaje a las heroínas de los Sitios de Zaragoza

De mi baúl de lecturas

Hoy os traigo mi primera entrega sobre una novela de Ángeles de Irisarri (Zaragoza, 1947), mi amiga y compañera de pupitre. En un futuro vendrán más.

Sus novelas históricas cuentan los orígenes de varios reinos: del de Aragón, en El estrellero de San Juan de la Peña, del de Navarra en Toda reina de Navarra, y del Condado de Cataluña en Ermessenda condesa de Barcelona. Su gusto por el arte de contar y el rigor de su documentación, muy propio de una buena medievalista, son la clave de sus éxitos. Y los lectores nos regocijamos con su mirada irónica, que nos ayuda  a reinterpretar la historia en clave de humor. Nunca olvidaremos la huelga de hambre de la Condesa de Barcelona metida en un baúl ni a la reina Toda viajando hasta Andalucía con su nieto Sancho el Gordo para que los médicos árabes lo sometieran a una purga de adelgazamiento.

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La primera vez que leí La artillera lo hice de un tirón. No podía dejarla. Y cuando la acabé dije: “¡Impresionante!”

¿De qué trata la novela?

De los días previos al Primer Asedio de Zaragoza, del Primer Sitio, de los meses siguientes y del Segundo Sitio. De la vida zaragozana bajo el mando francés, de la salida de los franceses y de la visita del rey. Y, para terminar, de las últimas noticias de la vida de Agustina de Aragón, hasta su muerte en Ceuta a los 71 años. Trata, pues, de unos hechos históricos muy conocidos. Así que, desde el punto de vista del contenido, el lector espera pocas sorpresas. Por ese motivo, me acerqué a esta novela con cierto recelo. Pero, al comenzar a leer, al romper el silencio narrativo, me di cuenta de que estaba equivocada. Que el asunto es conocido, pero el enfoque resulta muy novedoso.

Los sucesos históricos se cuentan a través de las vidas cotidianas y de las vivencias de diez mujeres, las diez protagonistas: siete históricas y tres inventadas.

Las históricas son cinco mujeres del pueblo: Agustina Zaragoza, conocida como Agustina de Aragón y como la Artillera, María Agustín, María Lostal, Casta Álvarez y Manuela Sancho. Una dama, la condesa de Bureta y una monja, la madre Rafols.

Las inventadas son Matilda López y Marica, dos prostitutas del Rabal, y Quimeta, una hermana que la autora le ha regalado Agustina. Quimeta y Agustina viven juntas, porque sus maridos están luchando en Cataluña. Y así, a través de su estrecha convivencia y de sus permanentes diálogos, llegamos a conocer mejor la vida cotidiana, las estrecheces y los pensamientos de Agustina de Aragón.

En el primer capítulo se juntan estas diez mujeres en la plaza del Mercado. Agustina, Quimeta, las dos Marías, Casta, Manuela y las dos prostitutas están tomando un refresco en el puesto de la tía Paca, justo debajo del balcón de la condesa de Bureta. Y arriba, en el balcón, están la condesa de Bureta y la madre Rafols. Y las diez oyen el bando de declaración de guerra contra los franceses.

Desde las primeras líneas el lector se queda sorprendido cuando ve que Agustina se dirige con prisa al mercado a comprar una mata de borraja para añadirla a la olla que había dejado hirviendo. O cuando Casta Álvarez recorre los tenderetes en busca del mejor precio para el tocino y dos morcillas de arroz con piñones.

La sorpresa procede del enfoque, del nuevo punto de vista y de los detalles cotidianos, que disuelven el sentimiento heroico. En los momentos previos a un gran bombardeo, Casta Álvarez, que cunde por todos los lados, se sube a las murallas y a continuación se va a poner el puchero para la cena y a dar un limpión a la casa.

Y todo sucede así porque no es un libro de historia, porque es una novela en la que se crea, y se recrea, un mundo de ficción a partir de datos de la realidad.

Una novela realista de corte decimonónico

El género histórico se mezcla con las características de las novelas realistas del siglo XIX. Y la clave para esta interpretación la tenemos al final. Porque la novela de Ángeles de Irisarri es una continuación de la que ha escrito Carlota Cobo, la hija de Agustina de Aragón.

La autora, para recrearse y para recrear el siglo XIX, elige un género de la época. Y sigue el modelo de Cecilia Böhl de Faber, conocida como “Fernán Caballero”, una escritora que escribe sobre mujeres.

De la novela del XIX hereda el método de observación, la rigurosa documentación, la tesis, la estructura general, el cierre de los capítulos, los elementos de suspense y una narradora omnisciente que conoce y opina sobre la historia que está escribiendo. Antes de comenzar la novela, cuando leemos el título completo, “La artillera. La lucha de España por la libertad”, ya adivinamos que la segunda parte del título es la tesis.

Al final, el coro de mujeres de la fuente del Portillo va recapitulando y atando todos los cabos que han ido quedando sueltos. Y todo se cierra, menos la vida de Agustina, porque ha sido la heroína por antonomasia y ella, la Artillera, la primera mujer que entró en el ejército, va a ser el símbolo de la lucha de los aragoneses por la libertad.

El mensaje central de la novela está en el último capítulo, en un vivo y entrecortado diálogo entre Agustina y su hija. Así, al poner el mensaje central, la tesis, en boca de una Agustina cansada y enferma, de una Agustina a la que le falla la memoria, pierde el tono asertivo de las tesis de las novelas del siglo XIX.  “La palabra rendición no entraba en nuestro vocabulario. Allí fue vencer o morir…Para no ser esclavos, para ser libres”.

Una novela moderna de protagonista colectivo

Poco a poco se van incorporando grupos de mujeres que funcionan como los coros de las tragedias griegas. Las costureras de la fuente del Portillo se enteran de todo, porque se pasan el día parloteando y escuchando a las mujeres que se acercan al corro a decirles tal o a contarles cual.

Las comadres lenguaraces del ropero de San Miguel salen a coser a la puerta Quemada para enterarse de los sucesos y comentarios que circulan por la ciudad. Y hacen lo mismo las del lavadero de la acequia del Portillo, las del salón de la condesa de Bureta y las de la tertulia de Josefa Amar y Borbón.

Así, la verdad colectiva se va formando con la suma de las verdades individuales. Por eso son tan importantes los personajes secundarios que pueblan la novela.

Un discurso testimonial

En sus páginas oímos hablar a las protagonistas, y así tiene que ser, porque eran analfabetas. A Agustina de Aragón le enseña a leer doña Josefa Amar, y cuando la viuda María Lostal quiere volver a abrir la tienda de vinos tiene que ir a que la condesa de Bureta le lea las facturas, porque no sabe quiénes eran los suministradores de su marido.

El humor y la comicidad

En esta obra, como en todas las de la autora, se hace  una afirmación del valor y del sentido práctico de las mujeres. Una afirmación que brota de una pluma que es capaz de ironizar y de reírse hasta de su sombra. El lector, entre las pilas de muertos y el olor a cadaverina, se ríe cuando Casta Álvarez, cocinera del Hospital, descubre que las lentejas están agusanadas. “Que no se trataba de un gusano ni de dos, que había más gusanos que lentejas, que los bichos no flotaban en el guiso y que las cocineras no podían quitarlos con la rasera. Entonces, la madre Rafols decide hervirlas hasta convertirlas en una pasta.

Sonreímos complacidos cuando la condesa de Bureta saca los tomos de la Enciclopedia Francesa para construir barricadas. O cuando María Agustín no puede hacer los encargos de costurera ni salir a recibir a Palafox porque le ha venido la regla y se tiene que quedar siete días en casa.

Y cuando Casta Álvarez le dice a María Lostal que su hijo se llama Pablos, y no Pablo, porque cunde por tres, nos damos cuenta de que ese Pablos es un personaje con resonancias del Buscón de Quevedo.

Otras veces, el efecto cómico brota de las exageraciones que disuelven la tragedia. En medio de una ciudad destruida y llena de cadáveres, un grupo de mujeres se lía a navajazos por beberse las lágrimas que la Virgen derramaba. Y el día que se firmó la capitulación de Zaragoza, hubo colas de soldados en el burdel del Rabal porque se temían lo peor.

Para terminar

Está muy bien conseguida la personalidad de las diez protagonistas. Cuando cerramos el libro, sigue resonando en nuestros oídos el susurro de la condesa de Bureta, porque la habían educado para que nunca hablara alto. La voz de mando de la madre Rafols. Las risas y los jolgorios de las dos prostitutas del Rabal. Las alucinaciones de Manuela Sancho, que escucha las voces de los muertos en su interior. Los gritos de Casta Álvarez, cuando distribuye la comida a los soldados y cuando llama a una nueva insurrección porque no acepta la capitulación de la ciudad. La voz lastimera de María Lostal, siempre rodeada de sus tres hijos. Y el tono bondadoso y tierno de María Agustín.

En el fondo, estas heroínas tan bien caracterizadas son el trasunto de la importancia que tuvieron las mujeres zaragozanas en la defensa de la ciudad cuando la sitiaron las tropas francesas.

Carmen Romeo Pemán

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María Ángeles de Irisarre, La artillera. La lucha de España por la libertad. Editorial Suma de Letras, Madrid.

Artillera. Presentación-3

Los referentes en la obra de Terry Pratchett

El próximo viernes 28 de abril hará 69 años que Sir Terry Pratchett nació. Sí, no es una fecha redonda, pero como aún no he sido capaz de superar que mi autor favorito muriera en 2015, cualquier momento es bueno para hacerle un homenaje muy sentido.

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En esta entrada ya os expliqué por qué para mí fue tan importante este autor. Gracias a él descubrí que las mujeres somos algo más que damiselas y, también, me inculcó el deseo de escribir. De no ser por él, este blog no existiría ni tampoco mis muchos proyectos de escritura.

Pratchett, que se hizo una espada de acero de meteorito hecha para cuando lo nombraron sir, es uno de mis referentes. Creó el Mundodisco, un reflejo lleno de magia de nuestro mundo. Dividió sus historias en más de cuarenta libros, de los cuales, treinta y mucho pertenecen a diferentes sagas (la de la muerte, la de Rincewind, la de la Guardia…). En ellos hay brujas, una universidad de magos y un bibliotecario que además es un orangután. También hay arengas pacifistas, reivindicación obrera y lucha por la igualdad. Y, en algún que otro libro, mil elefantes.

“¿Qué referentes tuvo alguien que escribió sobre dragones y enanos de metro ochenta?”, os estaréis preguntando. Muchos, os contesto. Pratchett demostró, libro tras libro, que la cultura clásica y la literaria no le era ajena. Y eso es lo que os traigo en esta ocasión: su referentes.

Coged un tentempié o algo, que esto va para largo.

 

 El color de la magia (1983) y La luz fantástica (1986)

¿De qué van? Un misterioso hombrecillo llega a Ankh Morpok, una ciudad sucia pero muy ordenada, para conocerla. Es el primer turista del Mundodisco, y encomiendan su protección a Rincewind, un proyecto de hechicero. ¿Qué puede ir mal si un pseudomago intenta proteger a un hombre cándido e inocente de la ciudad más peligrosa del Disco?

¿A qué hace referencia? Hay quien dice que el libro, el primero de la saga de Rincewind, comenzó como una sátira de un cúmulo de elementos fantásticos y frikis. Sin embargo, hay tanto cariño en las alusiones que hace que no lo veo tan claro. De lo que no tengo duda es de las referencias a El señor de los Anillos, a Conan el Bárbaro o a Los Jinetes de Dragones de Pern. Además, como en todas sus obras, está presente la mitología. Sin ir más lejos, para crear y definir el Mundodisco se basa en un mito apócrifo hindú según el el mundo es una tortuga que nada con cuatro elefantes sobre su concha y que, a su vez, aguantan un disco.

Pero como la mitología suele quedarse corta, también recurre a los horrores de uno de los escritores con la mente más enferma (y magistral) que ha habido nunca. Me refiero a Lovecraft, por supuesto. La magia de la que se habla en los primeros libros del Mundodisco suele venir aparejada con unos entes que habitan las Dimensiones Mazmorra. Son bichos amorfos, espantosos, y primos hermanos de los seres primigenios de los Mitos de Cthulhu.

Brujerías (1988)

9788497593182¿De qué va? La paz del pequeño pueblo de Lancre se ve turbada por la muerte de su rey. Unos años más tarde, las tres brujas de la zona –Magrat Ajostiernos, Tata Ogg y Yaya Ceravieja– sienten que algo va realmente mal. El país no se siente querido. ¿Los ciudadanos? No, algo más profundo.

Es el segundo libro de la saga de las brujas, que empezó con Ritos Iguales.

¿A qué hace referencia? Leer Brujerías es leer Macbeth, de William Shakespeare, a través de la pluma de Terry Pratchett. Sin dejar de lado el humor, vemos duques asesinos, fantasmas vengativos e hijos perdidos. Sinceramente, disfruté más esta versión que la de Shakespeare. Pero esto último no creo que sorprenda a nadie que me conozca.

 Eric (1990)

9788483460085¿De qué va? Eric es un muchacho recién entrado en la adolescencia que coge un libro de demonología con la intención de invocar a un demonio que le lleve, entre otras cosas, a conocer a la mujer más hermosa que jamás haya existido. Desgraciadamente, en vez de aparecer un ser infernal súper poderoso, del pentagrama surge Rincewind. ¿Os acordáis de él? El hechicero nefasto/niñero del primer turista del Mundodisco que aparece en el primer libro.

¿A qué hace referencia? Bueno, este es fácil. En sus primeras ediciones, el libro se llamaba Fausto Eric. Con este libro, además de decidir que, si tenía un hijo, se llamaría así (Eric, y no Fausto), me entraron ganas de leerme el Fausto de Goethe.

Nos volvemos a topar, de nuevo, con la mitología de Troya y su hermosa historia de amor entre Paris y Helena de una manera un poquito más realista que la escrita por Homero.

 Imágenes en acción (1990)

images-4¿De qué va? En una playa fea y solitaria muere un hombre sin descendencia. Sin saberlo, era el último sacerdote de una orden y era el encargado de hacer un ritual que mantendría a salvo al mundo. Mientras, en Ankh-Morpork, los alquimistas descubren un papel sobre el que se pueden imprimir imágenes y darles movimiento. Cuando Víctor, estudiante de hechicería en la Universidad Invisible, descubre las películas, siente una necesidad acuciante de dedicarse a ello. ¡Con mil elefantes!

Es un libro independiente.

¿A qué hace referencia? Al cine, por supuesto. Al de Hollywood. Habla de las películas en blanco y negro, el color y lo rico que se hará el primer estudio que logre poner sonido en las cintas. Además, los personajes principales son homenajes a actores mundialmente conocidos: Víctor es una mezcla entre Rodolfo Valentino y Fred Astaire y Ginger, la chica, de Paulette Goddard y Ginger Rogers.

Aquí, además, vuelven a aparecer las Dimensiones Mazmorra, que nos recuerdan a los Mitos de Cthulhu.

 Brujas de viaje (1991)

9788497932134¿De qué va? Magrat Ajostiernos, una de las brujas que hemos visto en Brujerías, recibe una varita y el encargo de ayudar a una chica de un país lejano. El objeto mágico era de un Hada Madrina que, cuando supo que estaba a punto de parir, dejó la varita junto con una nota para Magrat en la que pide que Yaya y Tata la acompañen. Psicología inversa, le llaman.

Otro de la saga de las brujas.

¿A qué hace referencia? Brujas de viaje es un libro sobre deseos, los que se necesitan y los que se piden, y también sobre los cuentos de hadas que todos hemos leído de pequeños. Vemos alusiones a Caperucita Roja, La bella durmiente, Cenicienta, El gato con botas y el cuento de la rana a la que besas y se convierte en príncipe. Ah, y a El Mago de Oz.

Además, en ese viaje pasa por zonas que nos resultarían familiares. Por ejemplo: en una de ellas, un grupo de hombres se pone a correr con toros. Y el lugar en el que vive la chica necesitada es un calco mágico de Nueva Orleans, con sus guisos, sus caimanes y sus brujas vudú.

 Dioses menores (1992)

9788497592246¿De qué va? Brutha, un chico duro de mollera pero con memoria eidética, descubre a una tortuga que habla. Esta le cuenta que es un dios, su dios, que ha tenido un pequeño problema en su última reencarnación. Om, pues así se llama esta tortuga tuerta, le pide que lo lleve ante la máxima autoridad de su iglesia porque, sin duda, debe ser su profeta.

Es un libro independiente.

¿A qué hace referencia? Este es mi libro favorito de todos los tiempos. Si no lo habéis leído ya estáis tardando. Como todo lo de Pratchett, tiene dos lecturas: la superficial, es decir, las aventuras que viven Brutha y Om, y la profunda, o cómo la estructura y los hombres de iglesia ciegan y raptan la verdadera fe.

Hay referencias a la Inquisición Española en la ciudad de Omnia, donde Brutha se encuentra con su tortuga-dios. Y a la Grecia Clásica, su religión y su filosofía en Efebia.

Es imprescindible. No puedo deciros más.

 Tiempos Interesantes (1994)

9788483460832¿De qué va? ¿Os acordáis del primer turista del Mundodisco, ese que sale en el primer libro? Quince libros después vuelve a aparecer. Ha sido encarcelado por haber escrito un libro en el que contaba sus viajes turísticos, y en su país ha habido todo un movimiento revolucionario y extremadamente educado alrededor de él. Y, ¿sabéis quién se mete en todo el fregado? Rincewind, el hechicero.

Otro de la saga de Rincewind.

¿A qué hace referencia? Tiempos interesantes empieza con una maldición oriental: ojalá vivas en tiempos interesantes. Porque, los calmados, son mucho más tranquilos para cualquiera. Vamos a ver alusiones a la cultura taoísta, a la forma de ser oriental y, sobre todo, a los guerreros de terracota. Para mí es, sin duda, el mejor libro de la saga de Rincewind.

 Mascarada (1995)

mascarada¿De qué va? Magrat, la bruja más joven de las tres, se casa con el Rey de Lancre. Yaya y Tata saben que Magrat debe dedicarse a reinar así que, para que el trío de brujas siga siéndolo, deben ir en busca de una jovencita con dotes mágicas. Pero la chica, Agnes, se ha ido a cantar ópera a la gran Ankh-Morphok.

Otro de la saga de las brujas.

¿A qué hace referencia? Al fantasma de la ópera, y a Andrew Lloyd Webber. La casa de la ópera en la que trabaja Agnes está embrujada, y Tata y Yaya estarán ahí para ver cómo el libreto del fantasma de la ópera se desarrolla ante sus ojos y con su ayuda.

La verdad (2000)

MundodiscoVerdad¿De qué va? William de Worde, un chaval aristocrático al que le gusta mucho escribir, reparte algunas cartas manuscritas entre sus allegados a cambio de un puñado de monedas. Cuando Buenamontaña, un enano de la gran ciudad, inventa la imprenta, se crea el primer periódico.

Es un libro independiente, aunque vemos a personajes que conocemos de otras sagas.

¿A qué hace referencia? Bueno, aquí tenemos un montón de cosas que vale la pena reseñar. La primera, que el diario recuerda mucho a The New York Times. La segunda y, para mí, la más grande, la presencia del Sr. Alfiler y el Sr. Tulipán. Este dúo es una referencia clarísima a Vincent y Jules, es decir, a los personajes de John Travolta y Samuel L. Jackson en Pulp Fiction. Son lo mejor de la novela junto al vampiro fotógrafo.

 Ladrón del tiempo (2001)

ladron¿De qué va? La Muerte explica a Susan, su nieta, que debe impedir que un relojero de Ankh-Morphok construya un reloj que atrapará el tiempo. Por otra parte, Lonsang, aprendiz de Lu-Tze, acaba relacionado con ese reloj.

Es un libro de la saga de la muerte.

¿A qué hace hace referencia? Bien. Esta referencia me la saco un poco de la manga, pero solo porque lo vi en un Tuit y me encantó. En este libro, igual que en su primera aparición en Dioses Menores, se ve cómo Lu-Tze lo puede todo. Como ponía el tuit, este personaje carismático e inteligente es el Deux ex Machina hecho persona.

Por otro lado, en este libro existen referencias a los cuatro jinetes del apocalipsis que, personalmente, me recuerdan muchísimo a Buenos presagios.

 Ronda de Noche (2002)

9788499089027¿De qué va? Samuel Vimes, comandante de la guardia, viaja al pasado con la ayuda de una tormenta mágica mientras persigue a Carcer, un sádico criminal. En el pasado toma el papel de John Keel, su mentor cuando era joven. El Sam viejo sigue los pasos que había visto recorrer a Keel de joven, aunque Carcer modifica ligeramente sus planes.

Es (el mejor) libro de la saga de la Guardia.

¿A qué hace referencia? Primero, la portada es una parodia de la pintura de Rembrandt y solo por ella vale la pena tener el libro en las estanterías. Pero en este libro se habla de revoluciones, de política, de proletariado, y todo ello recuerda mucho a la revolución francesa.

Como escritura, pienso que es un libro perfecto para entender cómo debe evolucionar un personaje. Y, como lectora, pienso que es un libro perfecto para disfrutarse. Debéis leerlo, sin duda.

En todos los libros hay muchas alusiones y, si las nombro todas, no acabaría nunca. Podemos decir que Pies de barro está basado en el mito judío del Golem de Praga, Carpe Jugulum vuelve del revés las reglas que rigen la tradición vampírica y Lores y Damas tiene decenas de referencias filosóficas que darían para una tesis.

Desde que empecé a escribir, lo primero que me dijeron es que ninguna historia es original y que todo está escrito. Que lo original es hacerlo con mi estilo. Pues bien. Lo que está claro es que Pratchett lleva esa máxima al infinito al imprimirle su voz, envolverlo para regalo, ponerle un lazo y servírnoslo con su prosa. Y si no me creéis, solo tenéis que leerlo. Me juego un dineral a que os sacará más de una sonrisa y, os aseguro, no iré a la ruina.

Carla Campos

@CarlaCamposBlog

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La imagen de cabecera es la tarta de mi treinta cumpleaños.

Todas las imágenes de los libros son de la editorial DeBolsillo.

La imagen del autor es de Terry Pratchett.