Sueños enredados

Recostada en la playa,

mis codos en la arena,

la cabeza dejándose vencer

por el peso del pelo

para que así mi cara

reciba sin problemas

esos rayos de sol transformados en besos

que acarician mi piel.

Mis párpados cerrados

y mi memoria abierta.

La brisa sopla suave

y, al rato, se convierte en un viento

que enreda mis cabellos

y enreda mis recuerdos.

Y la arena, y el sol,

y mi pelo y el viento

van trenzando

las historias que fueron

con las historias que pudieron nacer

y no nacieron.

Y respiro muy hondo

a la vez que sonrío.

Por fin me he dado cuenta

de que todo,

tanto lo que he vivido

como lo que he soñado

y lo que aún sueño

consiguen el milagro

de que, quieras o no,

tú sigas siendo mío.

Porque ya no hace falta

que estés aquí, a mi lado.

Porque es mejor quererte siendo libre

que tenerte si te sientes atado.

Y, en lugar de pensar que te he perdido

comprendo de repente

dónde estuvo mi error.

El premio no eras tú ni tu cariño,

porque el premio era yo

y hoy, por fin, me he ganado.

Y sigo sonriendo.

Mis párpados cerrados

y mi memoria abierta.

Y el corazón

deja de ser un pájaro enjaulado.

Mis sueños y mi vida,

lo mismo que mi pelo,

se han trenzado.

Y es hermoso sentir que soy feliz

estés o no a mi lado.

Adela Castañón

Imagen: Marcin Jozwiak en Unsplash