Pablo Ráez. Gracias a la vida

Empecé a escribir este artículo el sábado 4 de marzo. Y lo empecé con un nudo en las entrañas después de leer en Facebook otro artículo sobre Pablo Ráez. Hoy quiero responder a ese artículo con el mío, y rendir con mis palabras un homenaje a su memoria. Gracias a la vida por regalarnos personas como Pablo. Descanse en paz.

¿Se puede ilustrar cualquier reportaje con cualquier imagen?

Sábado, 4 de marzo. Hoy hace una semana que el cuerpo de Pablo Ráez descansó, pero su espíritu y su esencia siguen más vivos que nunca. Y por eso, por su lucha y su victoria, por su labor a favor de las donaciones de médula, me  parece injusto, e incluso inmoral, que Raúl Solís ilustre su artículo, Los enfermos no son luchadores, con una imagen de Pablo. Los enfermos tienen la opción de luchar o no, o de hacerlo de mil maneras distintas. Pero no puede aparecer la foto de un luchador en un escrito que defiende lo contrario. El artículo en cuestión ha suscitado una avalancha de comentarios. Lleva la friolera de doscientos uno. Y no me basta con que el mío sea el doscientos dos.

¿Por qué quiero analizar y comentar ese artículo de Raúl Solís?

Pues, sobre todo, porque Pablo se lo merece. Pienso que ha sido un luchador y no le gustaría leer lo que el autor dice sobre él. Y quiero deshacer esa maraña de párrafos donde hasta a mí, que soy una enamorada de la lectura, me cuesta encontrar sentido a una gran parte de lo escrito.

En el primer párrafo ya se mezclan churros con merinas. “Se está poniendo últimamente de moda convertir a los enfermos en gladiadores. En una especie de atletas olímpicos a los cuales se les exige que luchen para curarse. Esta moda, que es ideología neoliberal pura y dura llevada al mundo de la salud, traslada la filosofía de baratillo de Paulo Coelho a la enfermedad”. En una misma frase aparecen revueltas la ideología neoliberal, la filosofía de Coelho y la enfermedad. El neoliberalismo es un concepto más ideológico que teórico, y, sobre todo, más político que económico, y no le veo relación con el tema que se está tratando. No voy a divagar sobre esa ideología ni sobre la obra de Pablo Coelho para no irme yo también por las ramas; prefiero centrarme en lo que realmente me importa. El párrafo termina así: “Pablo Ráez no era un luchador porque era un paciente, una víctima arbitraria de algo tan injusto como sufrir leucemia”. Este final es tan desafortunado como el comienzo. Pablo era un luchador, un paciente y una víctima. Esos conceptos no son excluyentes entre sí, y eso me lleva al segundo párrafo.

No elegimos ser víctimas de una enfermedad, pero sí que podemos decidir nuestra actitud si enfermamos. Pablo eligió luchar, libre y voluntariamente, y nunca manifestó que fuera responsabilidad suya el curarse. Raúl Solís comienza el segundo párrafo con esta falacia: “Convirtiéndolo en luchador se está depositando en él toda la responsabilidad para curarse, ocultando que para curarse de una enfermedad nada es más influyente que la inversión pública que se haga en investigación médica y en la calidad del sistema público de salud”. Está bien defender algo loable, como la necesidad de mejorar el sistema sanitario, pero me apena que lo exprese tan mal. Y, sobre todo, me apena que lo haga de modo tan sesgado. Tengo muy claro que, a mayor inversión en investigación, mayor calidad de asistencia. Pero de ahí a responsabilizar a una persona enferma por no curarse, hay un abismo. Este segundo párrafo es perverso y tergiversa los hechos. Se intenta defender algo deseable utilizando de modo negativo y falaz el ejemplo de una persona, Pablo, que ha sido admirable. Y es que la historia de Pablo nunca ha estado vinculada a nada que no fuera intentar aumentar el número de donaciones de médula.

El tercer párrafo se salva un poco. Como médico, coincido con la afirmación de que la leucemia es una enfermedad arbitraria, y de que el éxito de su curación depende de los factores que el autor menciona: diagnóstico, tratamiento, inversión en investigación y un buen equipo médico. Pero no estoy de acuerdo con la afirmación de que nadie elige “tener que luchar” contra la leucemia. Ese “tener que”, con su matiz de obligación, anula el significado del verbo “elegir”. El paciente, la persona, es libre para elegir si lucha o no. Y hay muchas clases de lucha, ¡ojo! Y no debemos juzgar o culpabilizar a nadie. Y menos a un enfermo, sea cual sea la decisión que tome.

En cuanto a las posibilidades de curación, según vivas en Senegal o en Suecia, o a la afirmación simplista de que este sistema convierte en héroes a los emprendedores, no quiero profundizar. El autor vuelve a expresarse tan mal que, en sus manos, las verdades se convierten en mentiras. O en verdades a medias, que es casi peor.

En el penúltimo párrafo generaliza muchas ideas de modo radical, y las enfatiza con la repetición del indefinido “nadie”. ¿Qué nadie sale airoso de un cáncer luchando como si fuera un atleta olímpico? Pues conozco varios casos. Sé que no basta con ese espíritu de lucha, pero esa actitud ha supuesto la diferencia entre la vida y la muerte en algunos pacientes. Es mi opinión como médico, ya que en la curación de una enfermedad intervienen muchos factores. Y el paciente, créanme, es también partícipe de su tratamiento. O debe serlo en la medida que lo desee. Y si elige no adoptar una actitud activa, por el motivo que sea (dolor, cansancio, miedo…), tenemos que respetarlo. Eso también se incluye en su posibilidad de tomar decisiones, en su derecho a implicarse más, o menos, o nada. Y nadie, y aquí yo utilizo el término con plena conciencia, nadie, repito, debería afirmar lo que se afirma en el artículo con tanta rotundidad, salvo que hubiera pasado por la terrible circunstancia de enfrentarse a una enfermedad de ese calibre.

El cierre del artículo me vuelve a estremecer. Raúl Solís mezcla de nuevo conceptos que no tienen una relación directa, o, al menos, no en el contexto a que se refiere en este artículo.  Se limita a hacer afirmaciones, pero no se apoya en argumentos sólidos que las sostengan. Hay hijos de millonarios que fracasan en la vida, y triunfadores que parten de la nada. Otra cosa son las probabilidades o las dificultades a las que cada uno se enfrenta, dependiendo de los recursos de que disponga. Y, para terminar, hace un llamamiento al voto, o, mejor dicho, al “no voto” de opciones políticas que recortan en investigación y en salud.

¿Cuáles son, entonces, mis conclusiones?

El autor tiene derecho a reclamar una mejora del sistema sanitario que aumente las posibilidades de curación de los enfermos. Estoy de acuerdo. Tiene derecho a opinar sobre ideologías neoliberales o filosofías de baratillo. También estoy de acuerdo, en aras de la libertad de expresión. Pero me resulta cruel que, para esos fines, utilice la imagen de alguien cuyo ejemplo ha sido apolítico. La bondad de Pablo y su amor al prójimo no tienen color. Su historia no es azul, ni roja, ni naranja ni morada. Su única intención ha sido siempre conseguir un aumento en las donaciones de médula. No lo politicemos, por favor.

Los enfermos son enfermos. Los luchadores son luchadores. Los enfermos pueden elegir formar parte o no del grupo de personas luchadoras. Y su elección es digna de respetar. Solo eso. Es cruel meterlos a todos en el saco de los “no luchadores”.

Pablo Ráez eligió luchar. Miró de frente a la muerte. Le plantó cara. Pero no solo a la suya, sino a la de muchas personas que llegarán a viejas gracias a él. Nadie le dijo eso de “si quieres, puedes”. No se engañó, lo repitió hasta la saciedad con su “Siempre fuerte”, que aún me hace llorar cuando lo recuerdo. Nunca dijo: “Voy a ganar”. Ni sus palabras, creo yo, han podido hacer que otros enfermos se sientan mal. He visto muchos videos suyos antes de escribir este artículo. Y yo no quiero callarme. No quiero que se utilice a Pablo como bandera contra el sistema sanitario, ni contra opciones políticas, ni contra nada. Solo quiero atreverme a defender lo que creo que él defendía. Y, para eso, nada mejor que escuchar sus palabras en uno de los videos: “Esto te hace madurar mucho”; hace una pausa antes de añadir: “si quieres”. Y sigue diciendo: “Si me paso la vida esperando a que mi enfermedad se cure del todo, en vez de disfrutar del tiempo que paso curándome, entonces, eso es tiempo perdido”. Él elige. En esa misma entrevista, afirma: “Incluso me importa más poder ayudar, que mi propia vida. Estoy feliz, me pase lo que me pase, porque ya he podido hacer mucho por la gente. Me siento afortunado porque el cáncer me ha dado mucho más de lo que me ha quitado. Todavía me queda mucha vida por delante; y si no me queda, bien que la estoy aprovechando en lo que llevo”. Pablo no estaba ciego, aunque pasó unos meses sin vista. Pablo no pedía médula para él, sino para todos los que la necesitaran.

Me parece bajo e injustificable apropiarse de su ejemplo para usarlo así en un artículo. No es honesto aprovecharse de su lucha por sobrevivir, de su generosidad al pedir a las personas que se hagan donantes, para convertir eso en bandera de protesta frente al sistema sanitario o frente a opciones políticas.

Pablo era un luchador. Y eligió luchar con las mejores armas: siempre fuerte, y pensando en los demás. Pablo hizo lo que pudo. Y si no ha podido luchar contra su enfermedad, sí que ha luchado con ella. Y con la leucemia como arma ha ganado miles de batallas: la de los miles de personas que, gracias a su ejemplo, vivirán más y mejor cuando encuentren a un donante compatible.

Las luchas no se ganan todas de la misma manera. Pero algunas se pierden al escribir sin saber sobre lo que se escribe, o haciéndolo de modo equivocado.

Por la memoria de Pablo, y por la de tantos enfermos, evitemos que su recuerdo se contamine con temas o situaciones que nada tienen que ver con su legado: el amor a los demás. Pablo sigue con nosotros “siempre fuerte”. Gracias, Pablo.

Adela Castañón

14 comentarios en “Pablo Ráez. Gracias a la vida

  1. Carmen Romeo Pemán dijo:

    Gracias, Adela, por devolvernos a Pablo Raéz. ¡Emocionante de verdad!

    Solo tú podías hacer esta reivindicación. Tú que conocías a Pablo, un paciente de tu Centro de Salud. Tú que eres una profesional como la copa de un pino. Tú que sabes escribir bien, con una prosa elocuente y apasionada, y con las ideas muy claras.

    Amiga, solo tú podías devolvernos el lado más humano, más vital y más generoso de Pablo. Y lo has hecho como a él le hubiera gustado. ¡Estoy segura!

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  2. Benjamín M dijo:

    Totalmente de acuerdo Adela. El éxito de Pablo estuvo en la humildad de convertir su lucha contra su enfermedad en pro de sensibilizar y aumentar las donaciones de médula ,esa fue su gran labor. Lo de politizar, dedicarle una calle ,un bulevar etc…o simplemente convertirle en un martir creo esta de mas. En el mundo ,por suerte ,hay muchos Pablos ,personas que día a día luchan contra una enfermedad ,en cualquier parte del.mundo y a ellos les dedicaba Pablo ese saludo Siempre fuerte…pienso q esos fueron los matices que Pablo quiso impregnar en nosotros : ayudar y animar,lo demás esta de más. Gracias Adela x simplificar el recuerdo de Pablo Ráez …que perdure su ejemplo

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  3. Eva dijo:

    Con la lectura de tu artículo me he sentido partícipe de tu indignación, sin conocer, hasta ahora, la historia de Pablo. No me gusta la filosofía barata de algunos autores y creo firmemente en el sistema público de salud, de calidad y al alcance de todos, pero estoy totalmente de acuerdo contigo en que para afrontar una enfermedad como la de Pablo, es primordial la actitud de la persona que la padece, sus ganas de luchar contra ella, aunque por supuesto, la decisión de hacerlo o no siempre debe ser respetada, como comentas en tu artículo.
    Como siempre, hay mucha energía en tus palabras Adela, además de por tu excelente forma de expresarte, porque se nota que es un tema que dominas. ¡Un abrazo!

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    • Adela Castañón dijo:

      Muchas gracias, Eva. No podía quedarme callada ante esa mezcla tan absurda de cosas que no tenían nada que ver unas con otras. Ya no es estar de acuerdo o no, sino consentir que se use una imagen para ilustrar un artículo que no representa para nada el espíritu de quien aparece en ella. Gracias por tus palabra. ¡Un abrazo!

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  4. Carmen Rodríguez dijo:

    Solanente una persona que ha sufrido la enfermedad, y sus familiares cercanos, pueden decir si hay que luchar o no. Evidentemente hay otros factores muy importantes para la curación pero la lucha es primordial. Pablo es un ejemplo de vida y de lucha. Quien no haya vivido esa enfermedad que cierre el pico.

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  5. Marian Barnes dijo:

    Muchas gracias Adela por recordarnos que el legado de Pablo ha sido: «el amor a los demas». Ese amor puro que el sintio para ayudar a otros, mientras pasaba por una prueba tan dificil. GRACIAS Adela por expresar con esa claridad que te caracteriza, la verdad, la esencia del corazon de Pablo, para que nadie se equivoque escribiendo cosas absurdas y poco claras. Honestamente no logro comprender ese articulo por los temas que mezcla. Gracias por mostrarnos al verdadero Pablo, al Pablo que sigue con nosotros con ese gesto de «siempre fuerte»… A través de tu articulo he sentido la necesidad de conocerlo mas y la verdad, me siento muy conmovida por su alegria y humildad, por su gran fortaleza, viviendo unas circunstancias tan duras, y como bien expresas; pensando antes en los demas.

    Que bonita esta frase de Pablo que tu nos recuerdas: “Si me paso la vida esperando a que mi enfermedad se cure del todo, en vez de disfrutar del tiempo que paso curándome, entonces, eso es tiempo perdido”. Este es un gran mensaje para todos, me llega a lo mas profundo del corazon.

    Gracias Adela, por transmitirnos en tus escritos, la esencia de las cosas, de un modo tan claro y sencillo. Lo que nos has transmitido de Pablo, ha sido realmente hermoso e inspirador.
    Un fuerte abrazo!

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  6. Mariví dijo:

    La actitud q ha tenido pablo siendo un chico tan joven y la de su familia es para envidiar,esa novia siempre a su lado con una sonrisa a pesar de q sabían lo mal q pintaba todo,con eso nos tenemos q quedar y todo aquel q no lo entienda o le dé la vuelta para defender lo indefendible no tenemos q hacer ni caso.Digo indefendible porque no ha sido culpa de nadie,creo q se ha hecho todo lo imposible pero no ha podido ser y lo digo con experiencia de haber vivido una enfermedad de un familiar y más q luchó ella nadie lo puede hacer y tampoco pudo ser.Yo me quedo con el abrazo q me dió un familiar de pablo q nunca olvidaré.

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