¿Es la ciencia culpable de la desaparición de la ficción?

“La fantasía es lo imposible hecho probable. La ciencia ficción es lo improbable hecho posible”. Rod Serling

 

Estoy escribiendo una novela que es un mix de fantasía y ciencia ficción y, hace unos días, mientras navegaba por la red, en busca de información, encontré un artículo que me cuestionó algunas cosas sobre el género: “¿Por qué la ciencia está matando la ficción?”. El título me hizo recordar que, cuando elegí el tema de mi proyecto y me decanté por ese género literario, mis mayores temores consistían en caer en una idea demasiado trillada y carecer del conocimiento suficiente para encontrar un punto de vista novedoso. A estas alturas, los avances tecnológicos le han dado vida a casi todo lo que el hombre se imaginó como probable alguna vez. Es muy difícil dejar volar la imaginación sin caer en algún tópico.

“La ficción está desapareciendo porque ya no sabe viajar más rápido que la ciencia. Y también porque esa misma ciencia, tan poderosa hoy en día, siente hacia ella un profundo desprecio. El desprecio hacia una actividad que se dedica a ver sin resolver. A mirar sin dominar”.

Este fragmento del artículo hizo que me cuestionara aún más cosas, y recordé que, cuando me enfrenté a la planificación de mi novela, tuve un momento de crisis en el que me sentí muy agobiada. Y no era para menos. Había escogido un mundo que no existía en nuestra realidad y tenía que dar vida a una civilización completa. Estaba tan histérica que hasta pensé en desechar la idea y escoger un tema diferente, en el que pudiera aprovechar lo que sabía de mi entorno. Pero no. Como soy bastante terca, decidí jugármelo todo, aunque esto significara ganar unas ojeras más pronunciadas.

Antes pensaba que la ventaja de la ciencia ficción era que podía escribir sobre cualquier cosa y que no tenía que ceñirme a ninguna regla. Estaba muy equivocada. Porque, aunque este género me permite desafiar algunas leyes, no puedo dejar de lado la verosimilitud y la lógica. El escritor Robert A. Heinlein lo explica de maravilla al afirmar que la ciencia ficción es una especulación realista en torno a unos posibles acontecimientos futuros, basada en un adecuado conocimiento del mundo real, pasado y presente, y en un conocimiento de la naturaleza y el significado del método científico.

Cuando empecé a recrear los diferentes escenarios y a entretejer el medio ambiente con la trama, fue un completo suplicio. Tuve que hacer una pausa para buscar información sobre volcanes, cuásares, galaxias, sumerios y robótica, entre otras cosas. No se me podía escapar nada que hiciera más rico mi imaginario. Mientras leía y veía algunos documentales, pensaba en todos los genios de la literatura que no tuvieron Google ni NatGeo para alimentar su ingenio. Y me pregunté cómo harían para dar vida a sus historias sin tener los referentes que tenemos hoy. ¿Sería más fácil escribir ciencia ficción en esa época? O, por el contrario, ¿era más difícil? Al final, llegué a la conclusión de que eso no importa, porque la ciencia ficción también es el género de la anticipación. Basta con ver la serie de Netflix “Black Mirror” para que los posibles escenarios que nos depara el futuro nos lleven a un estado de shock. Entonces no se trata de que antes fuera más fácil o más difícil, sino de que son momentos distintos y el truco está en aprovechar lo que nos ofrece cada época.

Si queremos contar una historia, tenemos que prepararnos sin importar el género que vayamos a utilizar. Algunos autores de ciencia ficción poseen una preparación científica y un conocimiento de los temas planteados por la ciencia y la tecnología. Sin duda, esto les ayuda a desarrollar mejor sus ideas o escenarios. Aunque no pretendo ser una astrofísica, debo preocuparme por conocer al detalle todo lo que pueda afectar a mi historia. Y lo necesito para darle un contexto lógico al mundo que estoy creando.

“Ahora estamos en la revolución industrial 4.0, la de la conectividad. Y en este escenario da la sensación de que es la ciencia la que crea la ficción y no al revés. Ya no es Julio Verne quien describe un submarino que Isaac Peral construirá años más tarde, sino que son las novedades de Apple, Facebook o Microsoft las que sueñan con el futuro. Solo que cuando nos lo muestran a nosotros es porque ese futuro ya existe”.

Retomando el artículo “¿Por qué la ciencia está matando la ficción?” hice una nueva pausa. Y me volví a replantear la historia. Pensé en todo lo que había estudiado para poder escribirla. Sentí cómo se me revolcaban las neuronas y llegué a una conclusión: el problema no está en la velocidad de la ciencia, sino en lo aletargados que nos vuelven los avances. Hace unos días debatía con una amiga la frase “todo tiempo pasado fue mejor”. Es posible que no sea verdad, pero el punto clave es el siguiente: aunque los avances tecnológicos nos han facilitado la vida, también nos han puesto en una especie de estado vegetativo en el que dependemos de las cuatro pantallas para vivir. Le hemos dado el poder a la ciencia y relegamos la creatividad al plano del mínimo esfuerzo. Yo también he pertenecido a ese cúmulo de personas que afirma que “ya no hay nada que inventar porque todo está inventado” o que se preguntan “qué nuevas historias se van a contar si ya todos los temas están contemplados”. Por fortuna, cuando pierdo la fe en la humanidad, salta a la escena un nuevo genio que me recuerda que todavía queda mucho por hacer y que el éxito no consiste en sorprender con algo nuevo, sino en sorprender con una visión diferente.

El artículo de Hipertextual “¿Por qué es importante la ciencia ficción?” me hizo darme cuenta de que la ciencia ficción ha cumplido un papel importante y necesario en el devenir científico de la humanidad. Isaac Asimov, bioquímico y escritor de ciencia ficción, y uno de mis escritores favoritos del género, fue el primero en acuñar el termino robótica en la investigación y el desarrollo de los autómatas. Creó las tres leyes de la robótica, un código ético diseñado para prevenir los actos de los robots contra la humanidad. Abordó otros campos como la historia, la psicología, las matemáticas y la sociología. Mantuvo siempre una actitud positiva ante el futuro de la humanidad y recalcó la importancia del uso racional de la tecnología. En su ensayo Los viajes extraordinarios, declaraba que las novelas y los relatos de ciencia ficción son “cuentos de viajes fantásticos. Viajes extraordinarios a uno de los infinitos futuros concebibles”. Algo así me encantaría que fuera mi novela: un viaje extraordinario. Porque quiero creer que la ciencia ficción todavía puede promover el aprendizaje, despertar la imaginación y desafiar a la ciencia.

No podemos permitir que la ciencia supere a la ficción, si tenemos en cuenta lo que dice Ame Rodríguez en su artículo:

“El papel de este género es enseñar a la humanidad que no hay límites que deban dejarse intactos, que es posible seguir evolucionando. Por eso necesitamos más personas que crean que es posible conquistar las estrellas, construir carros voladores, y pensar en qué somos como sociedad y lo que podemos hacer para cambiarla. Plantearnos soluciones a problemas futuros, relacionados con el creciente y constante cambio tecnológico. Porque la ciencia ficción nos enseña a convivir con nosotros mismos en un futuro ya no tan distante”.

Quiero quedarme con este último párrafo, porque puede que nunca veamos una máquina del tiempo o que pasen los años y sigamos sin cruzarnos con un alienígena en el supermercado. Pero no podemos olvidar que, hace un tiempo, jóvenes lectores de ciencia ficción, como el ingeniero Pedro Paulet, se inspiraron en Julio Verne y H.G. Wells y construyeron cohetes para viajar a otros planetas. Ahora conocemos más de nuestro sistema solar y estamos más cerca de la luna. Dejar volar la imaginación, sin preocuparnos demasiado por parecer dementes, nos ha llevado muy lejos.

 

Mónica Solano

 

Imagen de Stefan Keller

9 comentarios en “¿Es la ciencia culpable de la desaparición de la ficción?

  1. Adela Castañón dijo:

    Querida Mónica: otra espléndida reflexión como tú sabes hacerlas. Te digo lo mismo que Carmen, ¡me apunto al carro!
    Sabes que uno de los primeros ejemplares de tu novela llevará mi nombre y tu dedicatoria.
    Muchos besos, amiga.

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  2. noteclavesilustracion dijo:

    El desarrollo que haces de tu planteamiento ya es, para mi, ciencia ficción. Mientras tanto P, sentado a mi lado intenta dar alcance a pequeños insectos (posibles mutantes) con su bastón… momento «black mirror» o «informe sobre probabilidad a» o yo leo lo que te pasa por la cabeza mientras escribes tu novela… momento «Solaris» porque eres otro planeta dudando de su órbita 😉😘

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  3. Bea Aranda dijo:

    Desde luego que inventar escenarios inexistentes debe ser complejísimo, pero a mí siempre me encantan esos que presentan un modo de vivir u orden social distinto al nuestro, que te hacen plantear si podemos llegar a vivir así (como en Black Mirror, que bien mencionas). Ahora me muero de curiosidad por saber qué es lo que pasa en esa novela tuya que pinta tan original! Un beso.

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  4. Carla dijo:

    Mónica, me encanta este artículo.
    Yo creo que ese estar siempre conectado y que el aburrimiento se haya convertido en algo intolerable es lo que nos lleva a perder la imaginación que nos lleve a soñar con cosas imposibles en el presente. Y te lo dice una que está escribiendo una novela Ciberpunk, que ya es decir, jeje.
    ¡Un beso!

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  5. Miguel Olmedo Morell dijo:

    Yo estoy con Richard Dawkins cuando, en Unweaving the Rainbow, argumenta que el avance de la ciencia es una fuente de inspiración para los escritores que sepan aprovecharla. Black Mirror, sin ir más lejos, es una serie enteramente tecnológica…

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