Añadir vida a los años

Está claro que el envejecimiento es un fenómeno predecible e inevitable que va en aumento. Pondré dos ejemplos, aunque existen miles. Los niños que nacieron en Brasil en 2015 han podido aspirar a vivir veinte años más que los que vinieron al mundo cincuenta años antes. Y, en Irán, la proporción de habitantes mayores de sesenta años pasará a uno de cada tres en lugar de uno de cada diez, que era la que había en 2015. Por eso vale la pena meditar un poquito sobre las implicaciones de envejecer en el siglo XXI.

La OMS define el envejecimiento activo como el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen. Es bueno aplicar el concepto de envejecimiento activo tanto a los individuos como a los grupos de población, porque nuestra sociedad actual ha ganado la batalla a la longevidad. Pero cada día que pasa nos vamos dando cuenta de que hace falta algo más que añadir años a la vida. Tenemos que actualizar nuestra percepción de la última etapa del ciclo vital. Hay que redescubrir a nuestros mayores y mirarlos con otros ojos. No como una carga para el sistema político, sanitario o social, sino como una población activa que todavía nos puede aportar y enriquecer con sus valores, que son muchos.

Tenemos que despojar a la palabra vejez del sentido peyorativo que se le ha dado en los tiempos modernos. Hay que volver la vista atrás, a la cultura clásica o nuestra historia más antigua y redefinir esa etapa de la vida. Envejecer no es un declive. O, al menos, no debería serlo. Me quedan pocos años para jubilarme y quizá por eso pienso ahora en esto mucho más que cuando era más joven, claro está. Iba a escribir “que cuando era joven”, pero la verdad es que me sigo sintiendo así, salvo por el pequeño detalle de la fecha de nacimiento impresa en mi D.N.I. Considero que me aproximo a una etapa de mi ciclo vital llena de oportunidades. Allí me está esperando la escritura, entre otras cosas. No siento que el final de mi vida laboral sea la puerta de entrada a un periodo de pérdidas o de decadencia. Más bien al contrario: tendré más tiempo libre para llevar a cabo proyectos que hasta ahora no he tenido ocasión de emprender.

El que fuera director del programa de la OMS “Envejecimiento y Ciclo de Vida” hasta 2008, Alexandre Kalache, en una de sus declaraciones decía: “la edad cronológica ha dejado de ser un instrumento útil para medir la vejez y tras la jubilación se tienen por delante fácilmente alrededor de treinta años de vida. No se puede pretender pasar esos años tejiendo”.

Coincido con esa afirmación porque no espero que mi vida después de jubilarme sea una cuesta abajo hacia una etapa de tercera categoría. En varios talleres de escritura he aprendido mucho sobre los estereotipos que definen a las personas con unos cuantos rasgos que no siempre son verdaderos. Me niego a dejar que me encasillen y a que encasillen a otras personas mayores en esa “tercera edad” estereotipada, ficticia y nada agradable.

Se trata de que no solo los avances tecnológicos añadan años a la vida, sino de que nosotros añadamos vida a esos años. Lo contrario sería un verdadero desperdicio. Y no es un objetivo demasiado difícil, o eso creo yo. Basta con tener metas, planes, deseos que alcanzar, y llevarlos a cabo con estrategias que están al alcance de todos: pasar tiempo con amigos, hacer ejercicio, mimar nuestro cuerpo… La lista podría ser mucho más extensa, pero cada persona debe realizar la suya con arreglo a sus gustos, preferencias y prioridades.

Yo ya tengo en el primer puesto de mi lista la escritura. Porque desde que empecé a hacer cursos y talleres, siento que rejuvenezco en cada cumpleaños. Quizá se lo debo a los jóvenes con los que me he relacionado, o a que dejé de pensar en futuro para empezar a hacer cosas en presente.

Es estimulante comprobar que me falta tiempo para estos proyectos prejubilares. Que vuelvo a estresarme porque no llego a una entrega de tarea de escritura, o se me echa encima el plazo para escribir un artículo. Entonces me pongo a teclear como una loca, que es justo lo que estoy haciendo. Por eso mismo tengo que terminar con un consejo para aquellos que están paralizados por el miedo y a los que no se les ocurren ideas: Para añadir vida a los años es importante crear grupos de relación, ya sean de escritura o de otros intereses. A mí me motiva mucho este blog, que tanta vidilla nos ha dado a sus creadoras. Aunque a veces haya que escribir contra reloj. Vale la pena.

Adela Castañón

ANCIANO CON CORAZON.jpg

Imagen inicio: Pixabay. Imagen final: Pixabay

4 comentarios en “Añadir vida a los años

    • Adela Castañón dijo:

      Pues ese joven, autor del comentario, es el principal responsable de mi entrada en esta segunda juventud literaria, así que nunca se lo agradeceré lo bastante. Mil gracias, Curro. Y montones de besos, amigo del alma.

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