A mis alumnas chinas
1
Cuando Xiaowei se despertó entre pilas de cajas de un almacén, en un colchón en el suelo. Junto a ella, se hacinaban su abuelo, su padre y su hermano. El aire era denso y olía a cloaca. Se restregó los ojos y recordó que el día anterior había llegado a Barcelona desde China. También recordó que su madre, los había despedido con los ojos enrasados.
—Xiaowei, hija mía, cuídate mucho. En cuanto me operen del corazón iré a reunirme con vosotros.
Desde que le llegó la regla, hacía menos de un año, su madre le advertía de los nuevos peligros. Y ella dejó de soñar con los ositos de peluche. Esa mañana, de repente, comprendió las palabras de su madre.
2
El ojo de la cerradura estaba tapado y yo no podía ver qué ocurría dentro. Desde la habitación de al lado oí los gemidos de Xiaowei.
Al día siguiente supe que se había quedado malherida al intentar saltar por la ventana. Con una mirada muy triste me dijo que tenía que contentar a todos los hombres de su familia. Y que fue el abuelo el que había puesto la cera en la cerradura.
3
Todos nos lamentamos de no haberlo visto venir, aunque era una crónica anunciada. Xiaowei llevaba dos años encerrada en el almacén de nuestra tienda de todo a cien cuando su padre decidió mandarla a la escuela.
La semana pasada faltó a clase y aproveché para decirle a la maestra que el padre le pegaba y la obligaba a dormir con él. La maestra lo denunció. Ayer, al sacar los libros de la mochila, se le cayó un pañuelo anudado en el que vi las marcas de sus dientes.
Hoy, en el silencio de la noche, sólo se oía una fina lluvia de estrellas.
Carmen Romeo Pemán
Foto. Dos amigas chinas. Publicada en Freepick.
Heraldo de Aragón, 11 de junio de 2021
El silencio de la nieve, la columna de Irene Vallejo, también alumna del Goya, es un excelente colofón para este relato de incestos y violaciones. Casandra, por no ceder a los caprichos de Apolo, fue condenada a que nadie creería sus palabras. Así fue, y así es. Hoy somos todas casandras.
Cuánto horror en un relato tan breve. Más todavía pensando que está basado en una historia real. Y qué poco sabemos de estos casos. La violencia todavía se hace más patente contrastada con el lirismo del último párrafo.
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¡Gracias, Elvia! Cuando has vivido de cerca estos horrores, nunca los puedes olvidar.
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Carmen, realidad muy dura de nuestras alumnas y también alumnos que hemos vivido.
Mi recuerdo y dolor se va a un IES de Madrid, donde falleció una de las alumnas mejores en todos los sentidos que he tenido., su agresor su «novio». No pongo más datos. Fue muy duro.
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María Jesús, este es un tema durísimo. Se necesitan más información y más apoyos. Y sacarlos a la luz. Un abrazo.
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