Entrevista en Masticadores. Blogs de la editorial Fleming

Carmen Romeo Pemán: «Escribo cuando siento que tengo algo que contar. Y entonces escribo desde las entrañas»

Cada entrevista es un nuevo mundo, como a todas las personas que se las solicito, le pido a Carmen que me describa un bar o cafetería donde suele ir. Responde con una anécdota y de manera pausada:

«En mis horas libres, me paso a La Palma, un bar de la avenida Goya de Zaragoza, justo enfrente del Instituto Goya, mi instituto. en el que he dado clases más de treinta años. Es un bar tranquilo al que vienen muchos estudiantes con sus tablets y ordenadores. Hace unos años venían con sus apuntes y libros manoseados».

Siempre llega algún viejo conocido. Y surge la pregunta:

—¿Es usted Carmen Romeo Pemán?

—Es una alegría que me recuerdes —le digo—, con mi nombre y dos apellidos, aunque, (jeje) has hecho un esfuerzo por no llamarme “la Romeo”.

No reímos los dos y charlamos un rato. Antes de marcharse sacamos los móviles, nos hacemos amigos en Facebook y nos convertimos en mutuos seguidores en Instagram y Twitter.

Antes de despedirnos, le digo:

—Recuerda que, en mi caso es muy fácil, siempre el nombre y los dos apellidos, tal y como me has reconocido —Antes de que se vaya—. ¡Ah! No te olvides de consultar el blog del Instituto, El hacedor de sueños, en el que publico con frecuencia. Y consulta también mi otro blog, más personal Letras desde Mocade. Te sorprenderá el cambio que he dado con los años”. —Más risas. Y le sujeto la mano—. “Y, sobre todo, búscame en Masticadores, una revista digital que tiene 22 blogs repartidos en 10 países y en 11 idiomas”.

Mi primera pregunta, siempre va directa al corazón de mi interlocutora.

Re crivello: ¿Desde cuándo escribes? ¿Cuál fue una experiencia temprana en la que aprendiste que el lenguaje tenía poder?

Carmen Romeo Pemán:

Escribo desde niña. En la escuela primaria, tuve la suerte de tener de maestra a mi madre, que escribía relatos para nosotras, sus alumnas, y nos enseñó a soñar con sus palabras y con las nuestras. Después, durante el Bachillerato colaboraba en la revista del colegio. Desde entonces aprendí que con la lectura y la escritura siempre podría tener acceso a otros mundos en los que me sentía muy libre.

Yo quise ser profesora de literatura y enseñar a escribir como hacía mi madre. Hasta tal punto me apasionaba esa forma de vida que yo seguía escribiendo aunque nunca publiqué nada de creación. Me dediqué al ensayo y a publicaciones académicas. Cuando me jubilé seguí escribiendo, como siempre, y  sin saber cómo comencé a publicar relatos, hasta que llegó mi primera novela.

Re crivello /Masticadores: En su vida diaria, ¿cuánto tiempo dedica a escribir, y cuál es el espacio elegido?

Carmen Romeo Pemán:

No soy metódica ni tengo un horario, pero dedico casi todo mi tiempo libre a leer y escribir. Y a consultar archivos, que son adictivos. No he abandonado las publicaciones académicas, pero ahora las combino con las de creación.

La escritura creativa no se puede dominar como la resultante de un proceso de investigación. Unos días tienes impulsos que te salen de las entrañas y otros estás seca. Pero todos los días escribo algo. La escritura forma parte de mi vida como el aíre que respiro.

Para escribir necesito estar aislada y concentrarme mucho. Normalmente lo hago en mi cuarto de trabajo, donde me he pasado la vida corrigiendo exámenes y preparando clases. Lo de la habitación propia no es un tópico, es una necesidad que tenemos todos y que a las mujeres nos ha llegado muy tarde. Yo desde siempre la he tenido, he sido una afortunada.

Re crivello: ¿Se planteó alguna vez escribir bajo seudónimo?

Carmen Romeo Pemán:

No, nunca. Siempre he publicado con mi nombre y mis dos apellidos, el paterno y el materno, porque mis padres, los dos, fueron mis maestros, y a ellos les debo este amor por las letras.

Lo del seudónimo nunca me ha atraído. Es  que no me gustan los disfraces. Nunca me he disfrazado, solo para hacer teatro, para meterme dentro de otro personaje. Ese amor a las tablas desde mis actuaciones en el teatro escolar también se lo debo a mis padres, que durante muchos años llevaron el teatro escolar del pueblo. Mi madre escribía textos para que todos tuviéramos un papel.

Precisamente, por no usar un disfraz, me costó muchos años decidirme a publicar mis textos creativos. Me parecía que era como desnudarme en público. Por eso en la jubilación sentí que, si me atrevía a publicar, daría continuidad a mi trabajo, a lo lo que había hecho toda mi vida enseñando literatura: porque en cada clase de literatura desnudaba mis sentimientos delante de mis alumnos. Pero escribir era un  poco distinto. En el aula reina un clima de intimidad, ese clima que ya no te protege cuando das el salto al gran público. Al principio sentí vértigo, pero poco a poco he ido perdiendo esas vergüenzas.

Re crivello: ¿Intentas más ser original o entregar a los lectores lo que quieren?

Carmen Romeo Pemán:

Escribo cuando siento que tengo algo que contar. Y entonces escribo desde las entrañas. Intento ser sincera y contar mi verdad, no engañar a nadie.

Yo, como todo el que se pone delante de una hoja en blanco, tengo mi lector in fabula cuando escribo. Ese lector fantasma y anónimo que todos llevamos dentro. Ese lector que a veces se comporta como un amigo y otras como un verdadero censor. Él es el que me mueve a escribir o me paraliza. El que me anima a contar ciertas historias y a rechazar otras porque no merecen la pena. A veces no le hago caso y, a pesar de su censura, escribo borradores y los dejo dormir en mi ordenador. Y suele suceder que en la reescritura es mejor consejero.

Re crivello: ¿Estás trabajando en una historia nueva ahora? Cuéntanos sobre tu último proyecto.

Carmen Romeo Pemán:

Si, tengo varios proyectos que no sé si los materializaré. Una novela o biografía novelada sobre un personaje que existió y que yo he recreado. Un historia ficcionada. Y tengo pensados un par de libros de relatos.

El relato es un género que me gusta mucho como lectora y como escritora. No creo que sea un género menor. Al revés. Solo grandes maestros como Borges o Cortázar han sido capaces de crear muchos mundos a través de sus relatos. Además, en nuestro nuevo mundo, muy fraccionado, ha crecido el número de escritores y lectores de relatos. Un relato requiere una pericia  y un esfuerzo extraordinarios. La calidad de la prosa de un escritor se aprecia mejor en sus relatos. Ha sido un género muy cultivado desde los inicios de nuestras letras. Fueron antes las colecciones de relatos que las novelas. Y en muchas novelas se incluyen muchas narraciones cortas y relatos. En esto, como en muchos aspectos narrativos, Cervantes fue el gran maestro.

Re crivello: ¿Cuál dirías que es tu seña de identidad como escritor?

Carmen Romeo Pemán:

Pues no lo sé. Quizá la pasión con la que escribo las historias. Cada página que escribo la vivo como una aventura llena de emoción. Cuando sientes así la escritura, es un gozo escribir.

Re crivello: ¿Considera que acceder al lector que lee en tablet, ordenador o móvil, en diferentes espacios, (tren, autobús, metro) te puede ayudar a ser más leído? ¿La apuesta de Masticadores (y sus 22 blogs en 10 países y 11 idiomas) en la búsqueda de ese lector digital le parece correcta? ¿Cuál es tu opinión al respecto?

Carmen Romeo Pemán:

Por supuesto, estoy completamente de acuerdo. Es más, me parece una postura inteligente que comprende muy bien la psicología de los nuevos lectores. Yo misma leo más en los nuevos soportes que en papel. Me sorprendo a mí misma con este cambio, Nunca pensé que me podría llegar a pasar. Leo en el móvil hasta en la cola del supermercado. Antes llevaba siempre un libro en el bolso y lo sacaba, y era la rara. Ahora me siento acompañada por otros lectores que hacen lo mismo.

La apuesta de Masticadores es única, no conozco otra semejante. Es como aquellas bibliotecas ambulantes que iban por los pueblos, pero ahora al alcance de la mano de todo el mundo. Es una gran apuesta cultural y educativa.

No podemos vivir de espaldas a la realidad que se impone. Hoy la gente joven lee mucho más gracias a estos nuevos soportes y a los nuevos espacios.

Re crivello: ¿Qué le ha aportado su participación como escritora/or en Masticadores? ¿Una revista digital le ayuda a difundir su obra y conectar con los lectores jóvenes?

Carmen Romeo Pemán:

Me siento muy afortunada de poder formar parte de la familia de Masticadores. Nunca había pensado que iba a poder participar en un proyecto de tal envergadura. Cuando pienso en estas cifras me entra vértigo, de verdad. No me puedo creer que mis escritos lleguen a tanta gente joven. Es un privilegio. Mi pasión y mi trabajo han consistido en conquistar lectores jóvenes, en enseñar a leer y escribir a adolescentes. Y esto es lo mismo pero a lo grande. La aldea rural puesta en la aldea global. No tengo palabras para describir una aventura semejante.

Bio:

Carmen Romeo Pemán (El Frago, Zaragoza, 1948). Catedrática de lengua y literatura. Licenciada en Románicas y Maestra de Educación Primaria. Profesora de la Universidad de Zaragoza y de los institutos Francés de Aranda de Teruel y Goya de Zaragoza. Ha participado en programas de investigación y educativos, nacionales e internacionales; ha pronunciado conferencias; ha asistido a congresos y mesas redondas; y es autora de numerosas publicaciones.

Entrevistas y Artículos:

Entrevista con Carmen Romeo. Programa “Aragoneses”. ZTV 17 de junio de 2015

ttps://elhacedordesuenos.blogspot.com/2015/06/entrevista-con-carmen-romeo.html

Pilar Lana: la curiosa historia de la empresaria que introdujo la máquina de vapor en Zaragoza para hacer corsés. El Heraldo de Aragón cita como principal estudiosa a Carmen Romeo. https://www.heraldo.es/noticias/ocio-y-cultura/2021/05/25/pilar-lana-la-curiosa-historia-de-la-empresaria-que-trajo-la-maquina-de-vapor-a-zaragoza-para-hacer-corses-1494502.html

Entrevista a Carmen Romeo Pemán en la contraportada del Heraldo de Aragón. No es un trauma que un alumno tenga un suspenso”

“https://www.heraldo.es/noticias/aragon/2022/01/03/carmen-romeo-no-es-trauma-alumno-tenga-suspenso-docencia-zaragoza-aragon-1543645.

Irene Vallejo recibe el premio de las Letras Aragonesas y lo dedica a su profesora en el instituto, Carmen Romeo.

zaragozala.com › cultura › irene-vallejo-recibe-el-premio-de-las-letras-aragonesas

Carmen Romeo Pemán, mujer semilla. En heroínas.net. 6 de junio de 2024

Cazarabet conversa con Carmen Romeo Pemán, autora de « El Frago, 1901. Por eneseñar a lasniñas »

https://www.cazarabet.com/conversacon/fichas2/elfrago1901.htm

Carmen, un orgullo para los fragolinos. Página central de la revista Entre Picarazones número 5, noviembre de 2023. https://www.elfrago.org/wp-content/uploads/2023/11/REVISTA-PICARAZONES-2023-web.pdf

De la roca nacidas’, de Carmen Romeo Pemán

elhacedordesuenos.blogspot.com › 2014 › 10

El Frago 1901. Por enseñar a las niñas” de Carmen Romeo Pemán. https://elhacedordesuenos.blogspot.com/2024/05/el-frago-1901-por-ensenar-las-ninas-de.html

Tiempo de prodigios

Estoy alucinada, en el pleno sentido de la palabra. Con esta novela, he recibido una ráfaga de luz y conocimientos tan potente que me ha dejado deslumbrada.

El hilo conductor se basa en las vidas de Juan de Luna, morisco de Burbáguena, y su nieto, Román Ramírez, natural de Deza. Encontramos suficientes guiños para entender su valor simbólico: la necesidad de revisar la historia y de hacer justicia a la memoria histórica de ayer y de hoy.

Tiempo de prodigios es una enciclopedia completa del mundo morisco. Alguien podrá decir más –lo dudo- pero nadie podrá sugerir tanto.

¡Simplemente genial! Simeón inaugura un nuevo tipo de novela histórica. Mejor dicho, recrea la historia a la luz de las retóricas renacentistas. Como Umberto Eco, nos lleva de la mano por la jungla de una exhaustiva documentación en la que podríamos perdernos. Y siempre mirando a Burbáguena.

La novela abarca un siglo convulso. Un siglo de desasosiego para los moriscos. En 1501 comenzó la conversión en Granada. En 1502 en Castilla. Y en 1526 en el Reino de Aragón. La expulsión definitiva se produjo de forma escalonada entre 1609 y 1613.

Comienza in medias res. Don Juan de Luna, un médico famoso, conversa con su nieto de corta edad. La avidez de conocimientos del niño le lleva a recordar su vida y las de sus paisanos

Los recuerdos comienzan en 1526. El fatídico mes de febrero cuando llega a Daroca un correo del emperador Carlos I. Traía una orden de la Capilla Real de Granada que renovaba la Pragmática de Cisneros (1516) y que obligaba a todos los mudéjares de la Corona de Aragón a convertirse al catolicismo. Y los que ya se habían convertido tenían que abandonar los trajes, usos y costumbres moras.

“Los bautismos se llevaron a cabo sin instrucción religiosa y no borraron las diferencias, si es que las había, entre mudéjares y cristianos. Algo, no obstante, flota en el ambiente. Algo raro se avecina. Él que tan acostumbrado está a contemplar y analizar los fenómenos extraños, ha visto cosas raras, si no extraordinarias, en los últimos meses del año” (p. 27).

Aurelio Esteban, Carmen Romeo y Simeón Martín

Carmen Romeo vs Simeón Marín Rubio

Los moriscos añoran los tiempos mudéjares, como se llamaba a los musulmanes antes de la conversión. Una época de convivencia entre moros y cristianos que se rompió con las políticas centralistas españolas.

Desde 1526 hasta la expulsión, es una larga etapa en la que se rompe la convivencia pacífica. Son tiempos en los que no se toleran las diferencias, tiempos de persecución y torturas; tiempos de silencios y ocultamientos. Los “tiempos recios” de Santa Teresa, que dan título a una novela de Mario Vargas Llosa, Tiempos recios (2019), de Guatemala. Y nos recuerdan al Tiempo de silencio (1962), del franquismo, de Martín Santos.

C. Me han sorprendido el qué y el cómo de esta novela. ¿Cómo se te ocurrió contar esto?

S. Conocí a este personaje, fue el abuelo quien movió mi curiosidad, en Caro Baroja, Vidas Mágicas e inquisición. Luego lo vi en Gárgoris y Abidis de Sánchez Drago y en García Ballester, Los moriscos y la medicina. Después vino el proceso inquisitorial, la comedia Quien mal anda en mal acaba de Juan Ruiz de Alarcón. Fue todo eso lo que me llevó a imaginar cómo podía haber sido la vida del abuelo y del nieto. En el proceso de construcción son muchas las publicaciones que he encontrado que trataban sobre o hacían referencia a Román Ramírez. Todas hacían referencia a sus habilidades, tanto como sanador como memorioso, pero nadie hacía referencia a cómo fue su biografía. Supuso un verdadero reto inventar la conexión entre el abuelo y el nieto, ver cómo fue el proceso enseñanza aprendizaje. Comprobar la capacidad de asimilación de Román de cuanto le enseñaban.

C. Tiempo de prodigios se me ha revelado como una novela cervantina. Me han llamado la atención las dos partes evidentes: dos formas de novelar diferentes. La primera. Le dedicas tres largos capítulos a Juan de Luna, el famoso médico-sanador de Burgáguena. En la segunda, los seis capítulos siguientes, con centro en Deza, recreas la vida completa de Román Ramírez, el nieto. sanador como su abuelo y memorioso como su padre.

Dos ritmos y dos estructuras narrativas. Si las novelas están vivas, como esta, oímos su respiración. Aquí el respirar lento de la primera parte, con fragmentos autónomos, responde al patrón narrativo yuxtapositivo de la Edad Media. En la segunda, con una respiración entrecortada, subordinas los acontecimientos al personaje, como en la segunda parte del Quijote. En esta parte das entrada a las técnicas de la novela moderna. En la primera el sedentario don Juan de Luna y en la segunda el andariego Román Ramírez.

Y, como por azar, todo nos lo cuenta Cervantes, que en esos momentos estaba ensayando este tipo de técnicas, a punto de cristalizar en el Quijote.

S. Uno no puede quitarse de encima “el pelo de la dehesa”. Quiero decir que la formación de uno y cuanto ha leído se convierten, aunque no quiera, en elementos básicos de todos los constructos intelectuales, sean del tipo que sean. Este proceso que dices ver y que, seguro estará, no lo pretendí en ningún momento. Simplemente se impuso. Nos pasa en nuestras biografías: lo lentos que discurren los primeros años y “cómo se pasa apriessa”, como un sueño, después. Por otra parte, la necesidad forzosa en unos casos y en otros casos buscada, obliga a Román a ser un “caballero” bastante andante. Siempre el camino encuentra la justificación y supone un paso más en su definición.

C. Antes de seguir adelante, nos vamos a detener en el diálogo de Juan de Luna y su nieto. Ese diálogo con el que estructuras la primera parte.

“Años más tarde, Juan de Luna se lo comentaba a su nieto.

—¿Sabes de qué me estoy acordando, Ramón?

—¿Cómo lo voy a saber, abuelo?

—De los bautismos de Daroca. Bajamos desde aquí porque había que hacer bulto.

Se calla. Los recuerdos se le amontonan, acaricia la cabeza de su nieto y deja viajar a la memoria” (p. 23).

Aparte de traerme a la memoria “La sonrisa etrusca” de José Luis Sampedro, yo he querido ver allí la ficcionalizacion de un proceso real que estás viviendo con tu nieto.

S. Hay todo eso y más. Tú lo has podido reconocer porque partes con ventaja. Nos conoces a los dos, al nieto y al abuelo, y a las particulares circunstancias de ambos. Te puedo decir que todos los niños que aparecen en ese camino tienen un poco de mi nieto. También te puedo asegurar que no tenía presente en la redacción, la maravillosa novela de Sampedro. Pero sí, hay muchos elementos iguales o muy parecidos.

C. Los elementos narrativos universales que todos llevamos dentro. Nadie copia a nadie. Como diría Mijail Bajtin, todos participamos en el mismo diálogo, somos criaturas dialógicas.

Tras este inciso, volvamos a la retórica. No sé si son unas biografías noveladas o una novela histórica. Lo que sí sé es que es una novela renacentista en el fondo y en la forma. Que está documentada con muchísimo rigor y cariño. Es más, si leemos con atención Tiempo de prodigios, entenderemos muy bien cómo era una novela del XVI. De paso, te ha salido la vena didáctica: es una clase perfecta de retórica literaria.

A medida que vamos leyendo, nos damos cuenta de la cantidad de rasgos literarios y lingüísticos del XVI que quedan repartidos, como al azar, por estas 375 páginas, de letra menuda.

Aquí está todo medido y pesado, como en la prosa de Fray Luis de León.

S. Tan medido y pesado que esta historia me ha llevado ocupados casi veinte años. Eso no quiere decir que estuviese todos y cada uno de los días de ese tiempo sin hacer otra cosa. No. Pero es cierto que la redacción me ha llevado, con más o menos dedicación, diez años. La documentación ha sido muy laboriosa. Tu sabes bien que, en nuestra formación, no ha sido importante conocer las virtudes de las sustancias que guardaban en las boticas,  sí que hemos trabajado con las novelas de caballería, no en la tradición de vivir de su recitado.

Yo tampoco sé si una novela histórica, parece que sí pues ocupa casi todo el siglo XVI, o una biografía novelada, que lo es indudablemente. Partí de dos nombres, Juan de Luna y Román Ramírez, y a partir de ahí me inventé las biografías que suponen el elemento importante de la novela. Hay de todo. Personajes históricos, muy conocidos unos, menos otros, y muchos inventados, pero muy precisos para entender y dar sentido a esas vidas.

C, Muchos guiños a Cervantes y al Lazarillo. Háblanos de la carta. Y de esos papeles del final que sirven de marco narrativo y dan sentido a toda la novela.

S. Ahí sí que debo decirte que los dos modelos han estado presentes desde el primer momento. La carta a Cervantes y su reacción. Luego vino lo demás. Como en el Lazarillo, también con carta de por medio, se da cuenta de las andanzas virtudes y adversidades del protagonista. El autor del Quijote echaba mano de cualquier papel que saliese a su encuentro. En este caso todo lo justifica una carta y un papel doblado que ha recibido Cervantes.

C. Háblenos de esa obsesión de Román Ramírez por las novelas de caballería.

S. Es claramente la herencia de su padre. Se trata de aunar las dos profesiones: la de memorioso y la de sanador. Román solo lee una novela que no ha leído su padre: Don Cristalián de España, la única novela de caballerías escrita por una mujer. En todo lo demás es un fiel seguidor de. qué libros y cómo contarlos, de su padre. Esa habilidad de su padre le ha permitido salir adelante y ganarse la confianza de los poderosos. No otra cosa hace Román. Del mismo modo en medicina, es un fiel seguidor de cuanto aprendió de su abuelo Juan de Luna y, como él, también llega a ser un sanador requerido por todos, desde el propio rey a numerosos personajes anónimos y nobles y poderosos de Castilla y Aragón.

C. Eso. Y que no se nos olvide la gran ironía de esta novela. La que la convierte en una carcajada valleinclanesca. A Román Ramírez lo denuncian ante la inquisición por su oficio de memorioso y no por su condición de morisco.

Sigamos. En esta novela aflora tu pasión por el teatro. Yo diría que hay una a punto del teatro español del siglo XVI y una constante teatralización en todo el texto.

S. Absolutamente cierto. Hay dos autores teatrales con quienes ha tenido repetidos contactos: Bartolomé Palau y Lope de Rueda. Las técnicas de “dramatización”, las ha recibido de la observación y de las lecciones de de su padre. Él tiene todo de teatral en sus “lecturas”. Hay numerosos ejemplos en toda la historia de este memorioso.

C. Hablemos del gusto por las enumeraciones, tan valoradas en la novela del XVI. Así, a bote pronto, me vienen escenas de La lozana andaluza.

Y muchas de las novelas de caballería tan presentes en todas las páginas. Recuerdo una entrevista a Martín de Riquer en la que defendía la necesidad de recrear esos mundos con minuciosidad. “Muchos lectores de hoy pueden considerar aburridas o prolijas las descripciones de torneos y justas. Pero ¿qué harían ellos si tuvieran que contar los partidos de futbol en una novela? Tengamos en cuenta que no había medios de comunicación como hoy. ¿Sería suficiente con contar solo un partido a los seguidores del Real Zaragoza?

S. Si, así es. El siglo XVI es el que va construyendo a mi Román. No he sabido, tampoco lo he pretendido, echar por la borda mi experiencia como lector interesado, profesional si quieres, de la literatura. Sí; hay alguna cosa que puede recordar la obra de Delicado.

C. Es un tópico conocido que los prólogos se escriben el final y se colocan al comienzo. Pues bien, siguiendo el orden de escritura, hablaremos de este prólogo tan complejo. Tres prólogos en uno. Si no son más.

Una confesión del autor a sus lectores. Un monólogo desdoblado en diálogo, un proceso dialógico, como diría Bajtín, que permite contar los procesos interiores con distanciamiento e ironía.

S. Absolutamente cierto, y eso sí que lo he buscado

C. Pues ya que he dado en el blanco, seguimos con el prólogo. Yo lo veo como una justificación del acto mismo de escribir. “Hoy, aquí, ante la provocación que supone un papel en blanco, has decidido poner manos a la obra e imaginar cuáles y cómo fueron las andanzas de Román Ramírez” (p. 11).

Una autoficción del proceso real de escritura y una crítica irónica al tópico falsa modestia: “Llevas mucho tiempo dándole vuelta a la historia y a su personaje. Nada hay de extraordinario en él ni en quienes lo acompañan” (p. 11).Todos sabemos que, por el mero hecho de ser el protagonista de una novela se convierte en extraordinario y en protagonista de un tiempo de prodigios.

También veo una justificación del estilo narrativo que has elegido: “Tienes claro que lo escrito hoy es de hoy, aunque los pobladores del papel sean de hace siglos. Quieres escribir como se escribe hoy, sin imitar el castellano del siglo XVI, solo algún texto. Escribir algo que bien pudo ser así” (p. 12).

Y así lo será en adelante. Porque en esta novela quedan definidas para siempre las raíces de quien la escribe. Y para traer las viejas raíces al presente necesitamos de la vieja técnica literaria del recuerdo dentro del recuerdo, o de los flashback, como se dice en esta época de anglicismos.

Me gustaría contrastar mis impresiones lectoras con tu punto de vista, o con el del narrador que esto escribe.

S. ¿Qué quieres que te diga? Todo lo has dicho tú leyendo lo que he escrito yo. Ese ha sido, y voy a utilizar también un anglicismo, el leitmotiv de mi historia o de mi novela. Todo arranca con ese monólogo disfrazado en diálogo, por utilizar tus palabras. No quiero que nos extrañe nada en este tiempo de prodigios que justifica casi todo. Desde luego no justifica mis errores, que seguro que los hay y muchos.

C. Las escenas de Burbáguena rezuman una contención emotiva. Son los momentos en los que brillan las imágenes poéticas y el detallismo evocador.

“La vida en el lugar, Burbáguena, discurre pacíficamente, sin el menor sobresalto; cristianos y moros llevaban antes, según dicen, vidas separadas. Pero, en estos momentos, están completamente mezclados. Los moros, y ahora sus hijos, vivían en el Barrio Alto, junto a las eras, y en el barrio Moral. Los hijos han heredado los oficios de sus padres. Así, Miguel es zapatero, Juan, el molinero, hijo de Farag el molinero. El padre de Domingo, el blanqueador, era Yuce el blanqueador. Asensio y Ferrando, los cesteros, hacen lo mismo que su padre Ybraim el cojo. Brahem, el arriero, ha pasado el oficio y las caballerías a sus hijos, Fernando y Juan. Con esto hacen sus viajes a Zaragoza, a Barcelona y a Valencia. Cuando se trata de viajes de varias jornadas se juntan con los arrieros y carreteros de otros pueblos de la ruta” (p. 35).

Toda la novela mira a Burbáguena, a tu Burbáguea. ¿Cómo se vive esta experiencia literaria? ¿Es una especie de Macondo literario?

S. ¿Cómo la he sufrido? Muy intensamente. No solo lo de Burbáguena. Todos los lugares, todo ese mundo, me han tenido atrapado. Ha habido momentos  que dudaba de que llegase a cerrar la historia. A diferencia de Macondo, los casi cien años de soledad, son poco más de sesenta, no solo discurren en Burbáguena, tierra santa, lo llama su amigo Juan, cristiano viejo, sino que como en el Quijote o como en el Lazarillo, por citar los ejemplos que tú has traído, Román está casi siempre “en el camino”. Y no son de soledad. Sí de estar solo, pero siempre en intensa compañía.

C. Me gustaría cerrar nuestra charla con algunas citas en las que la magia de tu palabra va tejiendo un maravilloso tapiz.

Las páginas se van llenando de pequeños detalles que convierten la prosa en auténtica obra de arte. “Los desconchones de la pared se confunden con el ventanuco, menudo y tímido, abierto a la calle” (p. 85).

Descripciones emotivas y poéticas. ”Una cara se aproxima a la ventana, aplasta la nariz y las manos abiertas contra el cristal. El aliento dibuja círculos y la punta de la nariz parece una torta de manteca. Los ojos perdidos en el cielo buscan las estrellas familiares. En la cocina, el candil sueña caprichos en el techo, jugando las sombras y las llamas brillan en el hogar” (p. 85).

“Por el fondo de la calle se acercan unos puntitos luminosos, filas de cirios en manos de penitentes. El roce de los hábitos rasga el silencio, el contrapunto de los golpes de las matracas y la voz del cura… La fila discurre lenta, como una luciérnaga perezosa. Los Santos se elevan por encima de las cabezas de los penitentes” (p. 86).

S. Esa percepción es, pura y lisa, autobiográfica. Me gusta que se me escape la emotividad poética en esos momentos. Es más, te diré que, no solo en Burbáguena, sino en cualquier situación, cuando se escapa el lirismo emotivo, como dices tú, estamos próximos a la autobiografía o a la autoficción.

C. Y ahora, ¿cómo cerramos este encuentro?

S. En primer lugar dándote las gracias por tu lectura, espero que a los demás no les suponga ese esfuerzo, esa dedicación para sacar las sabias conclusiones con las que has adornado esta presentación del abuelo y su nieto y, uno vez muerto el abuelo, solo del nieto que lo va a tener presente mientras viva. Dar las gracias a cuantos han venido y a la editorial que ha creído que mi historia  merecía “ir a galeras.”

Pilar Nagore, Simeón Martín y Carmen Romeo. Feria del libro. Zaragoza, abril, 2023.

Simeón Marín Rubio (Burbáguena, Teruel, 1946)

Tengo el placer de presentaros a Simeón Martín Rubio. Y tengo tantas cosas que decir, que no sé por dónde empezar.

Conocí a Simeón cuando yo llevaba uniforme y calcetines blancos. Luego coincidimos en la Facultad, en esa época que tan bien refleja en su primera novela, Pintan Bastos. Profesionalmente nos fuimos pisando los talones. Yo llegué al Instituto Goya el mismo año que él se fue destinado a Borja, adonde también habían destinado a mi marido. Y la araña del destino nos fue envolviendo, fuimos haciendo amigos comunes, que llegan hasta hoy.

Simeón, Chimeneo en la Facultad y Chime para los amigos, nació y vivió su infancia en Burbáguena. Cuatro siglos antes había nacido allí Bartolomé de Palau, un importante autor de teatro de la escuela prelopista, y la familia del médico Juan de Luna: su mujer, partera y su hijo, Román Ramírez, un memorioso recitador de novelas de caballería. En el mismo siglo XVI, pasó su infancia el nieto de Juan de Luna, Ramón Ramírez junior, otro morisco sanador como su abuelo y recitador memorioso como su padre. Precisamente esta familia de cristianos de moro nos convoca hoy para que oigamos las confesiones del proceso inquisitorial de Ramón Ramírez. Y estas raíces, tan largas y tan hondas, han condicionado la vida y las aficiones de nuestro Chime, habitante del barrio del Moral, como la familia de Juan de Luna.

Simeón es catedrático de Lengua y literatura, escritor de poemas y novelas, autor, adaptador y director teatral,

Ha ejercido de profesor en el Instituto Goya de Zaragoza (1972-1977), en el Juan de Lanuza de Borja (1977-1983) y el Avempace de Zaragoza (1985-2011), donde fue uno de los impulsores de la REM; creador y mantenedor del grupo de teatro del instituto y un profesor de referencia.

Con la escritura nos ha dado tempranas y constantes alegrías. A su primera novela, Pintan bastos (1980, Ámbito Literario), le siguieron Aire de un momento (Bóveda de Borja, 1981) y los escritos nacidos al calor del buen yantar en el Instituto Avempace: Silva de varia cocción. (Cuadernos 1 y 2. 1996-1997), Cocer y contar. (Cuadernos del 3 al 8. 2005). Y, finalmente, Comer y contar (Cuadernos del 9 al 23, 2006-2021). En ello sigue cada viernes durante el curso, hasta hoy.

Pero su gran vocación es el teatro, como habréis notado en las páginas de Tiempo de Prodigios. Ha sido, y es, director, autor, adaptador y actor en varios grupos teatrales.

En 1978 fundó el grupo de teatro del Instituto de Borja que representó sus obras en los pueblos de la comarca, dentro de las actividades culturales.

Los alumnos de Borja, dirigidos por Simeón, fueron los primeros que representaron en España Proceso por la sombra de un burro de Friedrich Durrenmatt. A esta le siguieron otras. Con Yerma de Federico García Lorca obtuvieron el Primer Premio de Teatro Rural en Alfajarín. También representaron Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipciaca, de José Martín Recuerda, escrita en 1970, inicialmente, prohibida por la censura.

En su etapa del Avempace (1985-2011), y como profesor jubilado (2011-2023) ha dirigido tres tipos de grupos teatrales: Sólo con alumnos. Con profesores y padres. Y, finalmente, solo con profesores, en lo que siguen hasta hoy, dentro de la Red de la Experiencia.

Han representado en Institutos y Centros Cívicos de todo Aragón. Muchas obras adaptadas por el propio Simeón y El derecho de la mujer al voto, de la que es autor. Una pieza única en su género que se representa cada año en varios centros y que ya es un clásico para la celebración del 8 de marzo.

Pero, por encima de los actos académicos, Chime es nuestro bardo de cabecera. Es el poeta que inmortaliza las hazañas de un grupo de amigos nacido al calor del instituto de Borja. Nosotros, sus amigos, hemos recogido esos poemas espontáneos, de gran frescura y calidad, en dos publicaciones; Cutorrimas, escritas en medio de las faenas de la matanza de unos cerdos en Maleján. Zaragoza. Y Pateando en las alturas, escrito en Espierba, Huesca, entre hígados y muslos de patos, salpimentados con abundantes partidas de guiñote.

Carmen Romeo Pemán

Alfonso Gracia Saz, “Alfonsito”, en el Goya

Aún recuerdo el día que Carmen Valenzuela nos contó en la sala de profesores que un niño de unos tres años, que lo llevaban a la consulta pediátrica de su marido, en una celebración navideña, recitó completo un soneto de Lope de Vega: Pues andáis entre las palmas. Dejó mudos y asombrados a todos los asistentes.

Diez años después, ese niño se matriculó en el Instituto Goya. Era un niño ávido de conocimientos que siguió creciendo en nuestras manos. Cuando se fue seguimos hablando y hablando de él. Alfonso nos había ganado a todos y se convirtió en una leyenda de inteligencia.

Hoy en el Club de Lectura del Instituto hemos compartido nuestros recuerdos de «Alfonsito», Alfonso Gracia Saz, con motivo de su fallecimiento por covid. Sé que otros compañeros tendréis más. Dejaré abierta la conversación para incorporar las nuevas voces que me vayan llegando.

—Carmen, no recordaba quien era hasta que lo has llamado Alfonsito. Otro alumno único. Yo no fui profesora suya, pero era imposible no saber de su existencia en el Goya. Empezando por su hermosa imagen con gran melena rubia. Cubría con sus andanzas todos los espacios del centro y las bocas de muchos profesores hablaban comentando y celebrando sus andanzas. Siento mucha tristeza por su muerte siendo tan joven y tan gran persona. El currículum que ha publicado la Universidad de Toronto es impresionante. Sólo me ha fallado que su imagen ya no estuviera culminada por su inolvidable melena rubia —Inocencia Torres Martínez.

Inocencia, catedrática de Filosofía, es una de las pocas del Departamento que queda de aquellos tiempos. Este es un momento oportuno para recordar a Bernardo Bayona, Jesús Mir y José Mari Pellitero, tres filósofos, y amigos, que también se nos fueron muy pronto. A Alfonso le dieron Filosofía: Carmen Garcés en Tercero de BUP y Javier García Valiño en COU.

—A estas alturas nadie cuestiona que era superdotado. Yo además de darle Filosofía fui su tutor en COU. Me entregó brillantísimo trabajo sobre Platón. Después lo vi una vez en el café Levante y me contó muchas cosas de su vida — Javier García Valiño.

—¡Cómo no acordarme de Alfonsito! Fue siempre un excelente alumno, no solo por sus resultados. También por su manera de estar y colaborar cuando hacía falta —Cristina Baselga Mantecón, catedrática de Inglés, fue su profesora en COU:

—Recuerdo perfectamente a Alfonso —interviene Charo Royo Valdearcos—. Hizo los dos bachilleratos a la par: Ciencias y Letras. Yo le daba música y unas actividades de danza. Bailaba muy bien y estaba muy enfadado porque quería aprender más danzas. Y no podía ser. No había tiempo. Fue un genio. Estoy muy impactada. Ha muerto demasiado joven.

—Estoy impresionado. Solo digo que fue el alumno más brillante de mi etapa en el Goya —Jesús Oliver Domingo, exdirector del Goya.

—Los que lo conocimos lo llamábamos “Alfonsito” y seguro que no lo habéis olvidado. Al resto de compañeros, quiero deciros que ha sido uno de los más brillantes alumnos que hemos tenido durante nuestra etapa en el Goya —en un email, nos cuenta José Antonio Ruiz Llop, catedrático de Física y Química, que fue director después de marcharse Alfonso. Y continúa—: Yo no le di clase porque era compañero de mi hija Elena, pero siempre le he seguido la pista. Me enorgullece que uno de nuestros alumnos consiguiera unos éxitos tan brillantes. José Ramón Blasco fue su profesor de Física en COU. Y, en las otras tres asignaturas de Ciencias le dieron clase, los añorados Carlos Garcés de Matemáticas, Mari Cruz González de Química, y Eugenio Estrada de Dibujo Técnico.

Con Carmen Valenzuela y conmigo inició sus viajes al extranjero. El año que él hacía Tercero de Bachillerato, preparamos un encuentro con jóvenes europeos, promovido por la Fundación Rickevelde, Tomamos el avión en Barcelona y a todos nos sorprendió su nerviosismo en el viaje. Se desabrochaba el cinturón y corría de una ventanilla a otra. Nos llamaba ilusionado para compartir con nosotros lo que veía. Era la primera vez que volaba.

—Lo señalaban con el dedo. Los demás nada teníamos que hacer frente a Alfonso en la convocatoria a premio extraordinario de Bachillerato por aquel año 94. Lo conocí ese día y al poco tiempo lo encontré en la Facultad. Cursaba las carreras de Físicas y Matemáticas al mismo tiempo, impensable para los comunes mortales que a duras penas podíamos con una. «No tendrá vida social», decíamos. Burdo consuelo de envidiosos. Pero sí la tenía, sí. Alfonso podía con todo. Un día, por azares de la vida, terminamos en su casa viendo Gran Hermano. La amabilidad de su madre y sus risas inundaron el salón —Esther García Giménez, una de sus compañeras de carrera.

—Alfonso formó parte de una etapa muy bonita de mi vida. En el Goya era de un curso superior al mío. Pero todos lo conocíamos: era muy famoso. Coincidí con él en muchas clases de la carrera de Físicas y en las charlas de pasillo. De aquellos momentos solo tengo buenos recuerdos. Como persona diría que era inteligente, bueno y divertido. Cuando acabamos seguimos distintos caminos. Hoy, al conocer su muerte, he sentido una tristeza enorme. Es injusto que se lo haya llevado la covid cuando parece que estamos tocando el fin de la pandemia. Alfonso, te echaremos de menos —María Villarroya Gaudó.

—Fuimos compañeros de curso en el Instituto y en la Facultad de Matemáticas. El que no lo haya conocido no puede hacerse a la idea de su mente prodigiosa. Se planteaba y solucionaba problemas que los demás no llegábamos a intuir. Mientras algunos sudábamos para sacar la carrera de Matemáticas, a Alfonso le sobraba tiempo para ser el mejor de nuestra promoción y, a la vez, el mejor de la la carrera de Físicas, En las dos obtuvo Premio Extraordinario. Al mismo tiempo ganaba torneos de ajedrez. El covid se lo ha llevado demasiado pronto. Alfonso estaba destinado a hacer grandes cosas y contribuir al avance de la Matemáticas —Javier Arenzana Romeo.

Una Inteligencia en estado puro, una memoria prodigiosa y una brillantez científica tejían su personalidad, que no dejaba a nadie indiferente. Y menos a mí cuando, en una de las estancias cerca de Bruselas, a media noche irrumpió en mi habitación y me despertó de un sueño profundo:

—Carmen, dime una palabra francesa que comience por X.

—¿Y para qué la quieres?

—Para el trabajo sobre la paz. Yo voy a participar con un poema que lleve como versos acrósticos PAIX. Ya tengo escritos los tres primeros y me falta el último.

—Anda, mira el diccionario y mañana hablaremos.

—Es que ya lo he mirado. Si quieres te recito todas las palabras francesas que empiezan por X. Y me las recitó, menos mal que no eran demasiadas. —A pesar del sueño no salía de mi asombro.

A la mañana siguiente, cuando llegue a la mesa del comedor, debajo de mi servilleta tenía un excelente poema de Alfonso.

—¿Y ahora explícame por qué lo has hecho en francés si podías hacerlo también en inglés y en español? —le pregunté.

—Porque es la lengua que aún me cuesta esfuerzo. Y a mí me gustan los retos.

Cumpliendo retos, con una cabeza y unos sentimientos sin igual, llegó a las altas cimas de las Matemáticas. El día seis de mayo, el covid se lo llevó hasta las estrellas, cuyas distancias calculó muchas veces en su vida.

Carmen Romeo Pemán

Alfonso Gracia Saz (Zaragoza, 13 de marzo de 1976-Toronto, Canadá, 6 de mayo de 2021)

ALGUNOS ENLACES DE INTERÉS.

http://www.math.toronto.edu/cms/alfonso-memorial/

En esta página del Departamento de Matemáticas de Toronto, además del In Memoriam y las condolencias de sus compañeros y alumnos, podéis dejar las vuestras. Y les enviaré este artículo con todos los comentarios de los lectores.

In Memoriam: Professor Aflonso Gracia-Saz, 13 de marzo de 1976 – 6 de mayo de 2021

Estamos profundamente entristecidos por el fallecimiento del profesor Alfonso Gracia-Saz, quien ha estado enseñando en el Departamento de Matemáticas de la Universidad de Toronto desde 2013. Alfonso era un maestro muy querido e innovador que estaba a punto de recibir la Excelencia en la Enseñanza 2021 Premio de la Sociedad Matemática Canadiense.

Nacido en Zaragoza, España, el 13 de marzo de 1976, Alfonso ha vivido y trabajado en España, América, Japón y Canadá. El interés de Alfonso por las matemáticas y la física se remonta a su adolescencia, cuando fue ganador de la V Olimpiada Española de Física, lo que le llevó a participar en el Concurso Internacional de Pekín en 1994. Obtuvo una Licenciatura (BSc) tanto en Física como en Matemáticas de la Universidad de Zaragoza (España), en 2000-2001, y Doctor en Matemáticas de la Universidad de California en Berkeley en 2006 (donde fue supervisado por el profesor Alan Weinstein). Ocupó puestos postdoctorales en la Universidad de Keio (Japón) y la Universidad de Toronto antes de ocupar puestos docentes, primero en la Universidad de Victoria y luego en la Universidad de Toronto, donde fue profesor asociado (Teaching Stream).

Alfonso creía en el poder de la educación más allá de su labor de enseñar matemáticas en la universidad. Su canal de YouTube de cálculo con 200 videos tiene más de 10,000 suscriptores y más de 3 millones de visitas. Participó activamente en el alcance de las matemáticas a través de concursos, campamentos de matemáticas, ferias de ciencias e investigación de pregrado. Codirigió el reclutamiento y la capacitación del equipo de la Competencia de Matemáticas Putnam de la Universidad de Toronto, que ocupó el cuarto lugar en 2017. Durante más de 10 años, fue Asesor Académico e instructor para el Mathcamp de Canadá / EE. UU. También se ofreció como instructor para el Proyecto de la Universidad de Prisiones en la Prisión Estatal de San Quentin (ahora Mount Tamalpais College).

Deja atrás a su amado compañero de seis años, Nick Remedios. Alfonso y Nick disfrutaron de los contra bailes y los complejos juegos de mesa. Les encantaba cocinar juntos. En España están de luto por Alfonso: su madre, Carmen; su padre, Antonio; su hermana Rebeca y sus hijos Mario y Carla.

Departamento de Matemáticas de la Universidad de Toronto.

https://espanadiario.net/actualidad/fallece-profesor-matematicas-alfonso-gracia-saz

La Universidad de Toronto ha puesto a disposición de la familia y amigos de Alfonso la siguiente dirección en la que se pueden colgar recuerdos.https://www.gatheringus.com/memorial/alfonso-gracia-saz/7329

CARMEN GARCÍA ROYO, IN MEMORIAM

REMONTANDO… a ras del suelo, apenas el volumen de una hormiga.

Remontando… tras unos días como si no existieras pero la búsqueda de una brizna de bienestar o los restos de un maná que te devolverán tu ser te hace revivir por un rato.

Remontando… porque los que me rodean me llevan entre sus alas ante los desperfectos de las mías.

Remontando… porque allá en el fondo tienes un espíritu de supervivencia, que no sabes de donde sale, pero que te pone en el disparadero de a ver quién puede más: él o tú.

Remontando… porque en este sinvivir arrastrándote, sabes que también hay gente en la distancia en ese duro caminar.

Remontamos… porque tenemos las ilusiones adheridas a nuestra piel día a día y esperan de nosotros ese saber estar por encima de las miserias humanas.

Remontamos… porque nunca debemos dejar de soñar, aunque bien sepamos que es una utopía.

Carmen García Royo, “El hilo de tender”, el 1 de julio de 2017. Etiquetas: cáncer, imágenes.

Hilo de tender

Carmen, Elvira y Teresa, las tres hermanas GARCÍA ROYO, fueron, y siguen siendo, un referente importante de mi etapa de profesora.

Carmen fue una de mis primeras alumnas del Colegio Universitario, una de mis compañeras de WILPF ESPAÑA, una de mis mejores amigas y una de las grandes personas que he conocido.

El día 28 de julio de 2017, se nos fue por una senda clara y nos dejó un grato recuerdo, una huella imborrable y un “hilo de tender” con el que ella había construido delicados tapices.

Conocí a Carmen en el año 1972. Estaba ejerciendo de maestra y se matriculó en el nocturno de Filosofía y Letras del Colegio Universitario, donde yo acababa de incorporarme como profesora al Departamento de Literatura. Los primeros días noté que llegaba con mucho deseo de saber y de abrir su mundo a nuevas corrientes de acción y de pensamiento. Al poco tiempo se me reveló como una persona defensora de la paz, la libertad, la justicia social y los derechos de la mujer. Descubrí que nos contagiaba a todos su vitalidad y entusiasmo.

En su blog, “El hilo de tender”, hace realidad aquellos anhelos iniciales y su pasión por la lectura y por la escritura, que nunca la abandonaron. Allí encontraréis la sensibilidad y la verdad profunda de lo que era Carmen. Y la energía y el coraje con los que se enfrentó a la enfermedad que se la llevó.

rayaaaaa

Hace unos días llegó a mis manos un artículo “Es difícil encontrar…”, del Diario de Teruel, donde se rinde homenaje y se recoge la trayectoria vital de Carmen. Y no puedo por menos que parafrasear y ampliar algunas frases que sintetizan, mejor de lo que podría hacerlo yo, la huella que Carmen dejo entre todos los que la conocimos.

Es difícil encontrar pacientes que se enfrenten con entereza y valentía a su enfermedad como lo hizo Carmen García Royo.

Es difícil encontrar a una persona que ordene por escrito que el dinero de las flores de su funeral se entregara la “Asociación contra el Cáncer”.

Es difícil encontrar una profesora tan comprometida con sus alumnos y que haya dejado una profunda huella en todos sus destinos: Portalrubio, Fuentes Claras, Monreal del Campo y el Instituto de Teruel, “Segundo de Chomón”.

Es difícil encontrar una docente tan entregada a la formación crítica de sus alumnos. Carmen educaba en valores: la paz, la igualdad de género y la igualdad entre las personas, la defensa de la democracia, la solidaridad con los desfavorecidos.

Es difícil encontrar a una turolense tan activa y tan participativa en los actos culturales de su ciudad: era miembro del club de lectura de la UNED y de la coordinadora de “Teruel existe”.

Es difícil encontrar una persona que reúna tan altas condiciones humanas e intelectuales como mi alumna Carmen García Royo.

Si la vida es un laberinto de senderos que confluyen, Carmen confluyó, e influyó, en mi vida. Y se quedará para siempre en mi recuerdo, en mis sueños y en mi ilusión, porque la amé y la sigo amando. Con estas líneas le he querido dejar mi pequeño homenaje para que los que la conocisteis la sigáis amando. Y para que los que no la conocisteis aprendáis a hacerlo y que este artículo os lleve a su obra.

rayaaaaa

El día 16 de octubre de 2017, en el blog “El hilo de tender”, su hermana Elvira publicó la carta de condolencia que yo le mandé en nombre de WILPF (Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad).

Desde WILPF, a la que ella se sentía muy orgullosa de pertenecer, sus compañeras queremos resaltar su compromiso con el feminismo pacifista y manifestar que las organizaciones se engrandecen cuando cuentan con miembros como Carmen García Royo.

La respuesta de Elvira, emocionante y emotiva, destaca el compromiso de su hermana con los movimientos sociales, es especial, con la defensa de la paz y de los derechos ce las mujeres.

Enviado: martes, 17 de octubre de 2017 17:39

Para: Coordinación WILPF

Asunto: Agradecimiento por la carta de condolencia

Estimada Carmen Magallón: hace unos días recibí la carta de condolencia que en nombre de WILPF escribió Carmen Romeo Pemán, con motivo del fallecimiento de mi hermana Carmen.

En primer lugar muchas gracias, pues os agradezco un montón que hayáis querido acompañarnos en estos momentos que han sido y son duros y dolorosos.

Mi agradecimiento aún es mayor al ver que la encargada de escribir la carta ha sido Carmen Romeo, una de las mejores profesoras, si no la mejor, que mis hermanas y yo hemos tenido y con quien además nos unen lazos de afecto y amistad.

Mi hermana Carmen ha sido una persona defensora de la paz, la libertad y la justicia social y ha luchado siempre por los derechos de la mujer, habiéndolo demostrado tanto en su profesión como profesora como en su vida personal, difícilmente separables. Por ello, pertenecer a WILPF fue una consecuencia lógica en su línea de actuación y pensamiento.

Carmen Romeo dice que WILPF se siente orgullosa de haber tenido entre sus miembros a una persona como mi hermana Carmen. Yo sólo puedo añadir que yo también me siento afortunada y orgullosa de ser la hermana de Carmen García Royo, una gran mujer luchadora hasta el final.

De nuevo te doy las gracias que me gustaría que hicieras extensivas a todas las integrantes de WILPF, algunas de las cuales ya manifestaron su sentimiento por medio de whatsapp el día del fallecimiento de mi hermana.

Un abrazo,

Elvira García Royo

Esquela. 1

 

C. García Royo. 2

 

Carmen Romeo Pemán

Juego de tronos, El cuento de la criada, American Gods: cuando la novela salta a la televisión

Cuando me enteré de que Juego de tronos iba a tener una serie de televisión, un escalofrío recorrió mi espalda. En aquel momento, me había leído los cuatro libros que R. R. Martin había escrito y publicado y estaba esperando el quinto con ansia. Una serie, con el nivel de fanatismo que tenía, era una buena noticia siempre y cuando se respetaran las tramas y el estilo del autor. Pero tenía miedo, aunque fuera HBO (Los Soprano, The Wire, A dos metros bajo tierra, Sexo en Nueva York…) quien llevara el proyecto. ¿Y si era un tostón infumable? ¿Y si los personajes eran descafeinados y pusilánimes? ¿Y si cambiaban a mi adorada Arya y a la genial Cersei?

Me equivoqué, afortunadamente, y estoy deseando que llegue esta noche para ver el inicio de la séptima temporada, que se ha estrenado de madrugada en Estados Unidos.

American Gods: de la novela a la televisión

Juego de tronos no es la única novela que se ha llevado a televisión. American Gods de Neil Gaiman o el Cuento de la Criada de Margaret Atwood, por citar dos ejemplos recientes,  también han sido trasladadas a la pequeña pantalla. Sin embargo, no todas las adaptaciones son iguales ni tienen el mismo éxito. Como consumidora de los dos formatos, siempre me ha gustado comparar (y quejarme) de las diferencias entre el libro y la serie. Pero sin mucho conocimiento, lo reconozco. Por eso, he decidido contar con Maritxu Olazabal, ávida lectora y consumidora de series de televisión, colaboradora en el medio Fuera de series y gran amiga. Hemos hablado de libros que han encontrado su adaptación y han funcionado en la gran pantalla. Espero que os guste.

Hemos decidido encontrarmos por Skype, así que nos vemos las caras a través de una pantalla, igual que los libros de los que vamos a hablar. La confianza y el bochorno barcelonés hacen que nos saludemos con cariño y sin formalidades.

Carla. Maritxu, muchas gracias por dedicarme este ratito. Como ya hemos hablado en otra ocasión, de un tiempo a esta parte me da la sensación de que cada vez se adaptan más novelas a la televisión. ¿Crees que es una tendencia al alza o soy yo, que me fijo más?

Maritxu. La respuesta está en el volumen de series que se están haciendo: siempre ha habido temas inspirados en otras obras, pero en un momento en el que el número de series que se emite es enorme, es lógico que algunas de las ideas partan de novelas.

Antes, además, con los libros de éxito se hacían películas de éxito. En el momento en el que las series ganan en prestigio, el autor, las agencias y los productores saben que una novela es carne de libro y de serie.

C. ¿Y qué me dices del público de la novela y el de la novela? Somos muchos los que, después de leer un libro, vemos la serie con morbosa fascinación. Aún así, ¿el público es el mismo en los dos formatos?

M. No tiene por qué ser el mismo. Por ejemplo, si hablamos de Young Adult (literatura juvenil), nos encontramos con la serie Riverdale, cuya premisa es la muerte de una persona al inicio del curso escolar y que está inspirada en el comic de Archie. Tanto el cómic como la serie están dirigidas al público adolescente, pero son muchos los adultos que ven la serie como un gran placer culpable.

Westworld: cuando la novela da el salto a la televisión

Póster promocional de Westworld

Es más: también encontramos diferencias de público entre series y películas. La serie Westworld nace de la película homónima, traducida en España como Almas de metal (1973). La película, y la obra de Michael Chrichton en general, tienen un público muy abierto. La serie, sin embargo, ha apostado por un público algo más específico.

Pero, siguiendo con las series, el ejemplo más claro es Por trece razones, lanzada por Netflix. Esta plataforma y productora tiene una estrategia de marketing en la que no anuncia el público al que va sino que deja que sus series se encuentren con todos los usuarios de la plataforma. Así es como vemos que esta serie ha roto las barreras de la edad, impactando en un público más generalista y partiendo de un producto escrito para adolescentes.

C. Nos estás hablando de series muy distintas y que han tomado, a su vez, caminos diferentes a la hora de acomodar sus tramas a la televisión. ¿Has detectado diferentes tipos de adaptaciones de novelas a series?

M. Así a bote pronto diría que hay tres tipos de adaptaciones, y cada una tiene ejemplos de productos que han funcionado bien.

Para empezar, hablaríamos de las meramente inspiradas en una idea. Un ejemplo sería Hannibal. Poco tiene que ver con las novelas de Tom Harrys, ni siquiera con el protagonista. Tampoco con las películas, ya que Hopkins se trabajó el personaje a través de los libros. En cambio, la serie funciona aunque solo se haya tomado la novela como inspiración para crear otras tramas.

La segunda sería la que parte de un argumento literal y se acaba separando. El ejemplo más conocido es el de Juego de Tronos en las últimas temporadas. Al principio, GOT escogía el orden de cómo explicarnos las cosas que habíamos visto en los libros hasta que llega el momento en el que la serie va en paralelo con las novelas. Por último, la ficción televisiva deja la literaria atrás, y todo lo que vimos en la sexta temporada y lo que veremos en la séptima, es nuevo para todos. Pasa algo parecido con Pequeñas Mentirosas o incluso con American Gods. En este último caso, serie que Gaiman ha acompañado, ha decidido seguir el libro en los primeros capítulos y luego hay un momento en el que lo que vemos es una propuesta distinta..

Por último, hay otras series que, aunque sigan el libro, aprovechan el canal para completar a la obra original. En televisión te puedes permitir desarrollar más arcos secundarios, una serie de detalles o sensibilidades que en el libro implicaría explicar y mostrar demasiadas cosas, ocupando líneas y líneas de tinta. Tenemos multitud de ejemplos: El cuento de la criada, Por trece razones o Big Little Lies. En algunos casos diría que hasta mejora el libro. En otros, simplemente aporta más detalles que la obra escrita conllevaría otro planteamiento.

El cuento de la criada: cuando la novela da el salto a la televisión

Uno de los fotogramas de El juego de la criada

Sin embargo, son adaptaciones fieles a la obra original. Poniendo de ejemplo El cuento de la criada, vemos que es un único volumen, no muy extenso. Y, sin embargo, la serie estrenada actualmente son diez capítulos con un buen presupuesto, y se habla de una segunda temporada. Sin embargo lo que hemos visto es en gran medida una adaptación fiel, que ha aprovechado el medio para sumar pinceladas que antes solo intuíamos o hasta desconocíamos.

C. Entonces, ¿crees que una serie tiene recursos que puede mejorar el libro en el que se basan?

M. Más que mejoras, las series pueden hacer más complejo el proyecto a través de guiños momentáneos. Por ejemplo: si quieres mostrar a un secundario como un tío con una buena vis cómica, en un libro seguramente se necesitará un desarrollo de personaje extenso y bien trabajado. En la serie, en cambio, con un par de chascarrillos en algunos puntos clave puede ser suficiente.

Además, no debemos olvidar el papel de los actores, la interpretación de los personajes. El caso de Nicole Kidman en Big Little Lies es un gran ejemplo. Ella es capaz de redibujar un personaje con su interpretación. Celeste Wright es quien es porque tras ella está quien está.

C. Ya te entiendo. Entonces, vamos a hablar de la narrativa. ¿Qué diferencia hay entre serie y novela?

M. Yo creo que depende de la intencionalidad. En American Gods se nota que Gaiman ha estado implicado en el proyecto y que el pulso de la serie es muy suyo. Sin caer en spoilers, cuando tú lees una obra de Gaiman hay cosas reconocibles, y se las han ingeniado para meter esas cosas en la serie así que no es muy diferente a lo que yo me imaginaba.

Lo que quiero decir es que los recursos narrativos de la novela se pueden aplicar al cine o a la televisión por lo que, al final, la diferencia dependerá de dos cosas: primero, en si el autor está vinculado en la creación y dirección de la serie y, por otro, en la intencionalidad.

C. Intencionalidad. ¿ A qué te refieres?

M. Quiero decir que hay showrunners que conscientemente versionan lo que están haciendo. Un caso es la triada Sherlock Holmes novela, Elementary y Sherlock. Las tres tienen voluntades distintas. Las tres dibujan personajes que reconoces pero, tanto en los libros como la serie procedimental o la de la BBC, te das cuenta que muestran un mismo caso de maneras muy distintas y, por tanto, narrativamente son muy diferentes aunque reconozcas en todas la figura de Sherlock Holmes.  Las dos series han escogido tonos y formalismos distintos.

C. Háblanos del formalismo.

M. Los dos Sherlocks son intencionadamente modernos. El Sherlock de la BBC es más intenso y más de fuegos artificiales, más espectacular. El producto se asemeja al formato de películas pequeñas: muy cuidadas, con un tono muy personal y un sentido esencialmente individual y diferenciado. Sin embargo, el Sherlock estadounidense es una serie procedimental, corta y de gran consumo, con unas aspiraciones artísticas muy distintas en la que se usan estructuras semejantes de forma repetida. Como serie procedimental es muy buena, y su audiencia durante los últimos cinco temporadas la mantiene viva.

Elementary: cuando la novela salta a la televisión

Sherlock y Watson sentados en Elementary

La mayor virtud que tienen las dos es que ambas son una copia coherente del libro pero no se parecen en nada. Es un buen ejemplo de que los productos artísticos se pueden reinventar tantas veces como quiera quien reinventa. No hay una sola forma de hacer una adaptación.

Sherlock: cuando la novela salta a la televisión

Sherlock y Watson sentados en Sherlock

C. Estamos acostumbrados a la adaptación de novelas al cine. ¿Qué diferencias hay en esa adaptación del cine a la televisión?

M. Yo creo que la diferencia básica es que en el cine las reglas de juego en cuanto a tiempo están muy pausadas. No puedes hacer una peli de 40 minutos ni de 10 horas así como así. La serie te permite emitirla en el tiempo que tú quieras, ya sea un capítulo por semana como toda de golpe. En el momento en que la plataforma deja de ser forzosamente la televisión también puede tener la duración que tú quieras: ni siquiera todos los episodios tienen que durar lo mismo. Actualmente nos estamos moviendo en una horquilla de entre  veinte minutos a, como en España, de ochenta.

Esto quiere decir que el ritmo y el tempo de la serie es totalmente distinto según el tipo de producto. Además, y como decíamos antes, tenemos ejemplos de series que alargan el contenido más allá de los libros, o en paralelo. Por ejemplo: Pequeñas mentirosas, que acaba en España la semana que viene, tiene 7 temporadas con unos 20 capítulos cada una. Y manteniendo la audiencia. Esta serie es uno de esos ejemplos claros de producto que ha levantado un fandom enorme hasta el último segundo, con la gente volviéndose loca a cada final de temporada, cada capítulo especial de Halloween, etc. Durante siete años. Son casi 100 horas de metraje las que han conseguido mantener al público pegado a la pantalla.

Si, en vez de una serie, fueran películas de duración media que se estrenaran cada septiembre durante siete años, serían unas 14 horas de metraje. Frente a 100. Esa diferencia se traduce en más o menos tramas con más o menos desarrollo, más o menos personajes…

C. Siempre se ha dicho que la televisión matará a la radio. Así pues, yo te pregunto: ¿matará la televisión a los libros?

M. Al contrario. Es una relación que se retroalimenta y, de la misma forma que no creo que las nuevas plataformas del consumo de series vayan a matar nada, creo que, el que las series sean muy vistas y que se consuma un gran volumen de títulos, es una forma de ocio más que no tiene por qué desplazar nada. De hecho, creo que es una buena oportunidad para que gente que no lee se entusiasme por una novela y vaya a por ella. El cuento de la criada es una de esas series que te hacen tener ganas de leer el libro.

C. En otoño se espera una nueva hornada de series basadas en libros. ¿cuáles te parecen más relevantes?

M. Una de las más mediáticas, porque su autora es quien es, es El canto del cuco, la novela de J.K. Rowling bajo psuedónimo. Una novela negra a la que tengo bastante curiosidad.

Por otro lado, hay un thriller psicológico de Gilliant Flint, Heridas abiertas, que trata de cómo alguien recluido en una hospital psiquátrico se vuelve a adaptar al mundo.

Otra policíaca que tengo ganas de ver por dónde va es El alienista. Es una novela ambientada a finales del XIX y principios del XX, en NYC. El momento en el que transcurre puede dar mucho juego a TNT para la creación de esta serie.

Este mismo verano se ha estrenado The Mist, historia de Stephen King a la que aun no le he echado el guante, pero que me despierta ganas.

C. Bueno, creo que esta pregunta es obligada. Qué futuro le ves, por un lado, a las series de televisión y, por otro, a las adaptaciones de novelas para televisión.

M. Estoy segura de que las adaptaciones van a ir a más. Al fin y al cabo, las productoras y plataformas de televisión se encuentran con que hay un agente extraño que ya les ha hecho la construcción principal de mundo y de personajes, así como las tramas. Y eso es muy tentador.

C. Además, suelen escoger éxitos de audiencia.

M. Claro. Y, por otro lado, sin coger éxitos de audiencia, las cadenas y productoras están suficiente maduras como para arriesgarse con títulos que aparentemente no son Cazadores de sombras pero que, sin embargo, apuestan por ellas fuertemente. El cuento de la criada es una novela distópica no tan conocida como 1984 pero la apuesta de HBO por ella ha sido muy potente.

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Cartel publicitario de Shadowhunters

Por otro lado, el futuro de las series es el que queramos. En una masterclass del pasado Serielizados mostraron el tipo de adaptaciones en cuatro países distintos. La forma de hacer y emitir televisión sigue siendo distinta según el lugar, incluso consumiendo títulos comunes en muchos casos. Seguimos relegando a un mínimo, ya no títulos, sino incluso formas de hacer ficción. A este respecto, parece que Movistar+ está apostando por el nicho de series europeas, que  son casi desconocidas aquí. También pienso que las grandes cadenas de suscripción mensual (HBO, Hulu, Netflix, etc.) buscan tener un sello propio, de ahí que Amazon hiciera American Gods o una serie con Woody Allen.

C. Parecen series de autor

M. Sí. Amazon está apostando por tener en su haber el trabajo de ciertas personas de renombre. Y nos están permitiendo que, igual que las editoriales tenemos claro que hay un libro de estilo en cada una de ellas (hay novelas que sabes que saldrán con ciertas editoriales porque es coherente con lo que han publicado), con las series pasará lo mismo porque tienen cierta intencionalidad editorial.

Por eso, cuando se habla de la burbuja de las series me parece que es una premisa falsa: las series están madurando y seguirán haciéndolo hacia distintos caminos, igual que el cine en los años 60. Y eso es lo bueno. El término burbuja implica algo pasajero o que se verá hundido. Las series vienen para quedarse con independencia de que el número de títulos varíe con el tiempo..

C. Por último: ¿qué serie tienes unas ganas locas de ver?

M. Además de Juego de tronos, que ya está aquí y no nos vamos a poder resistir a ella aunque queramos, le tengo muchas ganas a dos productos de Amazon: una de ellas es llevada por Guillermo del Toro y, la otra, The Marvelous Mrs. Maise’, firmada por Sherman-Palladino. El piloto es muy bueno y Amazon le ha encargado dos temporadas. Para haberse visto solo el piloto es mucho, así que le tengo mucha curiosidad.

La otra es una serie ya iniciada, basada en una película que parte del libreto de un escritor, y es la segunda temporada de Westworld. Me parece que, además de ser una serie de Ciencia ficción, plantea una discusión sobre el papel de la mujer y tiene un discurso feminista que me resulta muy interesante ver cómo va a salir. No es un mensaje que se esperara en un principio por lo que plantea una discusión muchísimo más interesante que la premisa inicial.

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No se puede negar que Maritxu y yo hablamos mucho, sobre todo cuando se trata de temas que nos apasionan. Mi profesora de comunicación política está ahora revolviéndose en su silla por ver que casi no he editado nada pero, ¿cómo hacerlo? Todo lo que nos cuenta Maritxu es imprescindible para conocer cómo funcionan las series y, especialmente, aquellas que han basado sus libretos en una novela.

Espero que lo hayáis disfrutado tanto como yo, y aprovecho para dar las gracias a Maritxu otra vez desde aquí. Además, os animo a seguirla en  su Twitter y en Fuera de series, donde publica novedades y análisis de series nacionales e internacionales. No os cortéis, que estoy segura de que os descubrirá un mundo nuevo.

Carla Campos

@CarlaCamposBlog

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Imagen de cabecera de HBO

A Natalia Sanmartín Polo, una niña de la guerra, en sus ochenta y seis años

Dentro de un mes va a ser el cumpleaños de Natalia Sanmartín Polo y me gustaría hacerle un regalo, pero lo tengo difícil. Pronto vais a descubrir por qué.

–¿Conocéis a Natalia?

Pero, ¡qué cosas digo! Si Natalia es mi amiga, y los amigos de una no tienen por qué ser famosos. ¡Bueno! Pero ella sí que lo es. Y, si no, debería serlo.

Comenzó siendo una de mis alumnas y, con el tiempo, se ha convertido en la gran maestra de mi vida. Cuando cumpla sus años, yo querré ser como ella. Aunque, pensándolo bien, no sé si podré, porque a su sabiduría solo se llega con una vida como la suya.

Conocí a Natalia en 1972, cuando se matriculó como alumna del Colegio Universitario de Teruel, y nunca olvidaré sus primeras palabras: “Soy maestra y quiero cursar una Licenciatura en Historia para poder recuperar, con rigor, las figuras de mis padres: Arturo Sanmartín y Sofía Polo, dos maestros asesinados en los comienzos de la Guerra Civil”. Hoy puedo decir que con el tesón que la caracteriza lo ha conseguido.

Cuarenta y cuatro años después, le quiero confesar que ese día yo me propuse recuperarla a ella, a aquella niña que se quedó huérfana a los cinco años, en julio de 1936, cuando mataron a sus padres por maestros y por rojos. A aquella adolescente que llevó el sambenito de ser hija de rojos, como me contaba tantas veces y como volvió a repetir en una entrevista que el diario.es publicó el día veinte de noviembre pasado. Y, siempre que la oigo decir eso, al acabar, se queda pensativa y apostilla: “Mis padres solo fueron unos grandes maestros afiliados al PSOE”.

¿Cómo ha reconstruido sus memorias de niña?

Desde nuestro primer encuentro he mantenido una relación constante con Natalia. Al principio, como alumna mía. Después, a medida que me contaba los pormenores de su vida, pasamos a la amistad, y las charlas de mi despacho se trasladaron a la mesa camilla de su casa. Y allí, a lo largo de muchas tardes, recordó conmigo los atropellos que se cometieron con sus padres y las consecuencias que aquellas atrocidades tuvieron para ella, para sus hermanos, Arturo y Adolfo, y para su tía Consuelo, que se hizo cargo de ellos.

A la hija de Natalia, Consuelo Peláez, que, durante muchos años, había oído los hechos de labios de la tía Consuelo, a quien llamaba yaya y le debía el nombre, no se le escapa el importante papel que jugó esta hermana de su abuelo. Y así lo expresa:

“Mi madre tenía en aquel verano cinco años y sus recuerdos están, en ocasiones, difuminados por el paso de los años de obligado silencio y represión, y aquellos que consigue expresar se deben más a la voluntad que su tía Consuelo, mi querida yaya Consuelo, hermana pequeña de su padre, puso para que algunos episodios de su vida permanecieran vivos en su memoria”.

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Portada de las memorias de Natalia.

Todo aquello de lo que tanto habíamos hablado, y mucho más, lo reflejó Natalia en unas memorias que escribió a los setenta y siete años. Eran las memorias de una niña de la guerra, con un punto de vista muy entrañable. Afortunadamente, podemos leerlas completas en la red: La enseñanza, una pasión compartida, Sofía Polo y Arturo Sanmartín.

“Muy allá, en el cuarto de atrás de la memoria tengo una época y unos días muy felices. En los carnavales de 1936 yo iba toda orgullosa disfrazada de gitanilla, reproduciendo en los volantes de la falda los colores de la bandera republicana: encarnado, amarillo y morado”.

Un poco más adelante insistía: “Dado lo pequeña que era cuando ocurrieron los sucesos que cuento, para la construcción de mi memoria me han ayudado las memorias de quienes vivieron estos acontecimientos conmigo: mi tía Consuelo, mis hermanos, Arturo y Adolfo, mi prima Pili, y Antonia”-

A mí me pasa un poco como a ella. Le he escuchado y he leído tantas veces la historia de su vida, que ya no distingo si mis citas provienen de sus escritos o de esas voces tan familiares que llevo dentro. En cualquier caso, solo pretendo dar testimonio de una vida, la de Natalia, siempre fiel a su verdad

A sus ochenta y cinco años, ha conseguido ampliar y modificar el primer relato con nuevos datos que ha ido recopilando en una tenaz tarea de investigación. Su mente de historiadora le ha ayudado a ordenar los acontecimientos y las razones que los provocaron. Y su memoria prodigiosa le permite citar de carrerilla, y sin pestañear, las fechas, los lugares, los nombres, los apellidos y los cargos de las personas que determinaron su infancia y su adolescencia. Para que os hagáis una idea, sintetizaré algunos hechos por orden cronológico.

Los días que siguieron a los asesinatos

La muerte de sus padres cogió a los tres hermanos de vacaciones en San Sebastián. Así lo contaba Natalia en una conferencia que pronunció el día 8 de marzo de 2011 en la Universidad de Zaragoza:

“Precisamente, en el verano de 1936, cuando fusilaron a mis padres, sus tres niños estábamos con mi tía Consuelo en San Sebastián. Mi padre se quedó en Palencia porque presidía el tribunal de oposiciones de los Cursillos del 36. Y mi madre no se quedó para acompañar a mi padre, sino para dirigir las Colonias Pedagógicas de El Monte Viejo, de la Institución Libre de Enseñanza”..

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Arturo, Adolfo y Natalia Sanmartín, antes de la Guerra Civil

Y un poco más adelante continuaba: “El 13 de julio de 1936 salíamos de la estación del ferrocarril de Palencia en dirección a San Sebastián y ya nunca volvería a ver a mis padres. Con la rebelión de los militares mi vida cambió por completo. Julio de 1936 fue un vendaval que se llevó por delante toda nuestra vida, fue un vendaval que cambió y destrozó nuestras vidas por completo”

 

Primera salida a Francia y regreso a Calaceite

Los acontecimientos se precipitaron. Gracias a que su tía Consuelo reaccionó con rapidez, se salvaron y comenzaron un periplo que iba a durar muchos años.

“Con un pasaporte de Cruz Roja, que había gestionado tía Consuelo, pasamos a Francia. Después de hacer un viaje por el Sur de Francia, entramos otra vez a España por Port-Bou y llegamos a Calaceite (Teruel)”.

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Natalia en su casa de Calaceite, verano de 2016.

Allí, rodeados por los familiares y amigos, sus tías creían que los niños no se enteraban de la tragedia. Pero esta niña perspicaz, que ya se sabía muchas canciones que le había cantado su madre, tenía recuerdos imperecederos.

“En ese ambiente yo sentía que a nuestro alrededor hablaban de mamá y papá en voz baja, como si no quisieran que nos enterásemos. Y toda la familia empezó a venir a visitar a mis tías por algo que les había sucedido a mis padres”.

Antonia, la niñera de Calaceite, se había quedado en Palencia con sus padres y volvió al pueblo a principios de 1937. Ese reencuentro es uno de los momentos que Natalia revive con mayor emoción y siempre con las mismas palabras: “Debió traer malas noticias porque lloró mucho la primera vez que nos vio, y nos abrazó muy fuerte. A partir de la llegada de Antonia, fui dejando, poco a poco, de preguntar por mi madre”.

De Calaceite a las colonias

¡Cuántas veces hemos recorrido juntas el camino que ella siguió en 1938 en la evacuación que la llevó de Calaceite a Tortosa! En cada recodo de la carretera quedó sepultada una parte de la historia de una niña de siete años, y nacieron otros recuerdos que cada vez iban cobrando más cuerpo. En los veranos solemos frecuentar juntas esos parajes, siguiendo el camino de Miravet, y se le escapan las palabras, como si fueran las de un sonsonete que no puede evitar: “El frente seguía empujándonos, las bombas seguían cayendo a nuestro alrededor y nosotros seguíamos huyendo”.

Los recuerdos de los bombardeos, el constante miedo a ser aniquilada por las pavas de los sublevados y la llegada a las colonias catalanas son unas de las páginas más estremecedoras de sus memorias. Cuando las leáis os sorprenderéis. Están contadas sin acritud, con el punto de vista de una niña que no acababa de comprender lo que estaba viviendo.

En las colonias de Cataluña

El verano del 38, con el constante cambio de una colonia a otra, le resultó muy agitado. En la colonia de Teya, conoció a la Pasionaria: “Era alta, recia, con el pelo recogido en un moño y vestida completamente de negro. Una figura que nos impresionó mucho a los niños”. Después estuvo en La Garriga y Vilatorta. Y finalmente les esperaba el camino a la frontera: “Formábamos parte de esas largas hileras que, en pleno invierno, emprendieron el camino del exilio. Una hilera en la que íbamos mezclados con soldados derrotados y destrozados”.

En su libro sigue contando los episodios del camino con un tono ingenuo y con una gran paz, como si las palabras la fueran liberando. Pero, a pesar de que ella quiere quitar hierro, a nosotros nos sigue sobrecogiendo el gesto heroico de su tía Pilar, una de las hermanas de su padre. Cuando vio que se llevaban a los niños Sanmartín Polo, sin pensárselo dos veces, echó al camión a su hija Pili, que ya era adolescente, y le dijo: “No les quites la vista de encima y no te separes nunca de ellos, que no queremos perderlos”.

La experiencia francesa

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En Saint-Étienne, Sur de Francia. Curso 1939-1940

“Desolación, tristeza y desorden en los primeros meses en Francia”, así comienza esta parte de sus memorias. El agotamiento de la niña y la falta de referencias, lo reduce todo a unos vagos recuerdos en un tren que los llevaba hacia el Norte y a la experiencia en un campo de refugiados, cerca de París. En cambio, recrea con muchos detalles de su liberación, gracias a las listas cruzadas de la Cruz Roja. Esta primera etapa acabó con un final feliz en el Sur de Francia. Pero, cuando entraron los alemanes, volvió el conocido rostro de la guerra y regresaron a España a finales de 1941. Se acababa una pesadilla y comenzaba otra.

Vuelta a España. La represión, el miedo, el silencio y el olvido

En esta parte, ya van apareciendo detalles y reflexiones de una niña de diez años, muy madura para su edad. Con el miedo en el cuerpo y con un temperamento bondadoso, se esfuerza por encontrar su lugar sin llamar la atención. Nos impresiona cómo, después de tantas ofensas, es capaz de valorar cualquier mano tendida:

“No todo fueron rechazos, porque en el año 1942, a la vuelta de Francia, el consejo de don Pedro Arnal Cavero, amigo de mi padre, cambió el rumbo de mi vida”.

Una maestra ejemplar

Esta hija y nieta de maestros nacionales, también estudió Magisterio, y dedicó su vida a la enseñanza hasta su jubilación. Fue una maestra vocacional y cumplió exquisitamente con todos los deberes que le exigió el nuevo régimen. En el fondo, sabía que siempre iba a estar estrechamente vigilada por ser hija de quien era.

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Natalial en el salón de actos de la Facultad de Educación de Zaragoza. Mesa redonda del día 8 de marzo de 2011

Todavía conservo una libreta con las notas manuscritas de la conferencia que pronunció el día 8 de marzo de 2011 en la Universidad de Zaragoza.  Y tengo subrayada esta frase: “Como os podréis imaginar, la vida y el testimonio de mis padres, además de en lo personal y emotivo, han condicionado mi vida profesional. Yo ya no podía ser otra cosa más que maestra. Y maestra nacional para mantener viva la memoria y el testimonio ideológico y pedagógico de mis padres”.

Su mejor lección: una vida de trabajo, en silencio y sin alharacas

Como os he dicho al principio, tenía difícil hablar de Natalia, porque ella misma ha contado su vida mejor de lo que pueda hacerlo yo. Y porque es imposible llegar hasta la profundidad de unos sentimientos en los que se adivinan un gran dolor, una generosidad sin límites y un tremendo afán por recordar. Su frase preferida sigue siendo: “Perdonar sí, pero olvidar, jamás”.

Yo tampoco podría olvidar si mi padre se hubiera tenido que esconder en las carboneras de la escuela y se hubiera desplomado al oír que habían engañado a mi madre y que la habían sacado de su casa para matarla en una cuneta. Es muy duro enterarte de los verdaderos acontecimientos muchos años después. Natalia, a raíz de escribir su libro, descubrió los detalles de los últimos días de sus padres. Que lo protegía doña Ubaldina, la directora de un grupo escolar, que no tenía nada que ver con su ideología. Que protegió a Arturo porque era un hombre bueno. Y que también la fusilaron a ella por eso. Que su padre se entregó cuando supo cómo habían matado a su madre, que lo pasearon como un eccehomo por las calles de la ciudad y que lo hicieron desaparecer.

Y no olvidare el mareo que sufrió Natalia el día que, en la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional, encontramos la noticia del fallecimiento de sus padres en La Vanguardia del 5 de marzo de 1937. Hasta entonces, las únicas noticias ciertas que tenía eran los recortes de unos periódicos, sin fecha ni nombre, que su tía le había cosido dentro del dobladillo del abrigo que llevó en las colonias y en Francia. En uno de ellos, en el artículo “El martirio de nuestros compañeros”, podemos leer: “Sanmartín befado y paseándolo arrastrado por una camioneta por las calles de Palencia. Sofía Polo, su mujer, madre de tres pequeñuelos, abandonado su cuerpo en la vía pública para pasto de los perros”. En otro se describe de forma espeluznante cómo vieron a unos perros que se comían los pechos de Sofía Polo. Nunca encontraron sus cuerpos y en los documentos oficiales consta que desaparecieron “a causa de los acontecimientos de la Guerra Civil”.

Natalia quiere hacer justicia a con la memoria de sus padres, y contar los abusos que sufrieron ellos y sus hijos, para que nunca se repitan. “El ensañamiento que siempre he percibido en la desaparición de mis padres, me ha dejado en muchas ocasiones con el corazón y con el ánimo estremecidos. Sobre todo me ha sobrecogido el odio tan tremendo que les tuvieron por ser personas libres, amantes de la justicia, de la igualdad y de la democracia”.

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Natalia en Miami Playa (Tarragona), verano de 2016.

Es muy fácil querer esta mujer coherente, íntegra y cariñosa, con deseos de justicia, pero no de venganza. A los ochenta y cinco años todavía mantiene la coquetería de la juventud, rezuma alegría y contagia las ganas de vivir.

Por eso hoy quiero hacerle este regalo y decirle: “¡Natalia, eres muy grande! Con tu ejemplo nos has hecho un poco mejores a los que hemos tenido la suerte de vivir cerca de ti.

¡Felices fiestas! ¡Feliz cumpleaños!

Carmen Romeo Pemán

Fotografías. Cedidas por Natalia Sanmartín.

Natalia a sus 89 años sigue siendo la única niña de la guerra. La única que con su lucidez y serenidad nos sigue contando las aventuras de aquellos niños huérfanos que, arrancados de su familias, viajaron en trenes con destino a colonias, en realidad a campos de concentración para niños.

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Teruel, 31 de mayo de 2020. Natalia Sanmartín Polo (Madrid, 1931).

En el año 2021, confinada en su casa de Teruel por la pandemia, sigue los acontecimientos con lucidez. «Nunca pensé que viviría 90 años, y menos, que me tocaría volver a estar aislada de los míos como en la Guerra del 36. Y es que la gente no se ha enterado de que esta pandemia es una guerra sin bombas. Todo es igual. Los mismos discursos, los mismos miedos, todos en refugios. La diferencia es que no es lo mismo dormir en tu casa que en el metro de Barcelona esperando las bombas». Y continuamos hablando. «Toda mi vida he escrito un diario. Ya llevo unos días sin escribir. Es tan triste la situación que mejor no contarla».

¡Felicidades, Natalia! Espero que esta entrada vaya creciendo durante muchos años.

«Teruel, 31 de mayo de 2020. Natalia Sanmartín Polo (Madrid, 1931).

A sus 90 años, Natalia pudo contemplar la placa de una calle dedicada a su madre. Esperemos que no tarde en llegar la de su padre, dos figuras vinculadas a la Institución Libre de Enseñanza. No olvidemos que Natalia lleva el mismo nombre que la hija de Bartolomé Cossío. ¡Enhorabuena, Natalia!

Un breve relato de terror: el corrector

Juan miró el pasillo. El olor pestilende del orín se mezclaba con el de la humedad de las paredes y con el de la comida descompuesta. El techo, que casi se podía tocar con los dedos si se levantaba la mano, tenía desconchones y bolsas de agua, además de diez ojos de buey. Algunos estaban rotos, otros fundidos y, el único que funcionaba, titilaba.

Miró a su criatura, a la que sujetaba con fuerza con la mano. Intentaba engañarse y creer que la estaba tranquilizando, pero él era quien necesitaba valor y consuelo. Su niña bonita había sido el fruto de su amor y, aunque sabía que lo que iba a hacer era lo mejor para ella, se estremecía al pensar en dejarla a solas con un desconocido. ¿Cómo la trataría? ¿Tendría con ella la consideración que se merecía? ¿Sobrevivirían a esta intervención?

Se concentró en la meta que apenas entreveía al final del pasillo. Dio un paso, luego otro. A medida que se acercaba, se hacía más claro el lugar en el que todo cambiaría. Era una puerta de madera con un gran sobre de cristal opaco que empezaba a media altura y ocupaba toda la parte superior. Detrás, una luz moribunda resaltaba unas letras desgastadas que apenas se leían. El mensaje sobresalía por entre las salpicaduras de sangre de sus clientes anteriores:

“Hacemos correcciones de textos literarios”

Os estaréis preguntando qué hace Carla publicando un relato un lunes, si los lunes, en Mocade, son días de artículo. Y tenéis razón.

Quizá, cuando leáis mi relato , pensáis que exagero. Que el autor no ve a los correctores como terribles mutiladores de su obra y, por tanto, de su ingenio. Quizá. Pero, cada vez que me pongo a bucear entre los ebooks publicados en Amazon por escritores indies, me acaban sangrando los ojos con sinopsis plagadas de faltas y de puntuación creativa.

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Un ejemplo de puntuación creativa. Amazon.

Llamadme quisquillosa pero, como lectora, solo pido un mínimo de respeto por la lengua en la que intentamos comunicarnos. Y por mis ojos, que sufren mucho.

Uno de esos días en los que lloraba sangre con profusión después de una búsqueda de lectura nueva, y teniendo en mente la preparación de este post, se me ocurrió examinar qué era lo que los escritores noveles hacían antes de (auto)publicar un libro. Si lo corregían o qué. Como formo parte del grupo de Facebook “Libros, lectores, escritores y una taza de café”, aproveché para preguntarlo:

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Las respuestas cubren todas las opciones que tiene un escritor:

“¿Corrección? ¿Qué corrección?”. Escribí esta opción con los dedos cruzados, incluso los de los pies, temiendo que alguien la eligiera. No fue así, por suerte.

“Solo lo he corregido yo”. Pienso que esta opción es casi lo mismo que no corregirlo. Porque es muy difícil ver los errores propios (si lo escribiste mal, ¿seguro que vas a verlo? ¿No lo habrías escrito bien a la primera?) y posiblemente el texto cojee más que Claudio.

“He pasado mi libro a otros escritores para que corrigieran”. Pensaba, de verdad, que esta opción tendría más acogida. Porque es de suponer que un escritor conoce los trucos del oficio y te puede decir qué cosas son las que fallan: si las tramas cuajan o aburren, si los personajes son más planos que un folio o si tienen más curvas que la Pedrera. Dejar tu novela a un escritor es una buena idea, pero no es imprescindible que tenga la misma formación específica que un corrector, por lo que pueden obviar muchas cuestiones de estilo y ortográficas.

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La Pedrera. Porque Gaudí odiaba las líneas rectas. Wikipedia.

“He pasado mi libro a lectores de confianza para que corrigieran”. Como veis, esta es la opción preferida, de lejos. Y yo soy partidaria de dar a leer el texto antes de publicarlo, pero para ver si funciona, no para corregirlo Porque, ¿qué formación tienen esos lectores? ¿La que se imparte en primaria y secundaria? No olvidemos que conocer la lengua no es garantía de hacer un buen trabajo de corrección, hace falta algo más. Y recordemos que hay lectores que devoran libros y que, misteriosamente, son impermeables al conocimiento de la ortografía básica como saber que “a ver” y “haber” no se usan indistintamente, aunque suenen igual. Y que “aver” no existe.

“He pasado mi libro a un corrector”. La verdad, me esperanzó que fuera la segunda opción más votada, aunque rivalice por el puesto con los que se autocorrigen.

Las respuestas a la encuesta me acabaron de convencer para escribir este post. Me gustaría desmitificar el papel de los correctores y traductores. Siempre han sido necesarios pero, hoy, que cualquiera puede escribir un texto de menor o mayor calidad y ponerlo a disposición de quien lo quiera leer, más aún.

El punto de vista del corrector

Creo que una buena manera de desmitificar el trabajo del corrector es hablando con uno de ellos. Por eso me puse en contacto con Mariola Díaz-Cano, filóloga inglesa, traductora y correctora ortotipográfica y de estilo.

Carla – Muchos escritores nóveles aún no conocen el trabajo de los correctores. ¿Podrías explicarnos brevemente cuál es vuestra labor?

Mariola – Nuestra labor consiste en revisar que la forma de un texto sea correcta, independientemente de su contenido. Es decir, que ese texto cumpla las normas básicas ortográficas, gramaticales, sintácticas y de léxico que permitan su claridad y comprensión. En definitiva, «limpiarlo» de errores o erratas que puedan tener. Por ejemplo, ese «nóveles», que es incorrecto. El adjetivo es novel y el plural es noveles, sin tilde. Para ello, contamos con varias herramientas lingüísticas como la norma académica que dicta la RAE y otras muchas (diccionarios, manuales, etc.). Más simple: hacemos que un texto esté correcto, pero puede que ese texto no sea bueno. La calidad la juzgan los lectores.

C – Aunque el trabajo de corrección es imprescindible aún hay muchos autores, especialmente los noveles, que son reacios a contratar vuestros servicios. ¿Cuáles crees que son los motivos?

M – Posiblemente por el precio, pero hay que tener en cuenta que a veces no están seguros o desconocen qué tipo de correcciones hay o necesitan. No es lo mismo una corrección ortotipográfica superficial que una corrección profunda de estilo, mucho más especializada, o una corrección profesional que incluye ambos servicios. Pero lo fundamental es el tiempo que puede llevar ese trabajo. De nuevo, no es lo mismo la corrección ortotipográfica de un folleto, la revisión de una bibliografía, o la de estilo de una novela de 300 páginas. Y todos sabemos que el tiempo tiene un valor importante.

C – ¿Qué es lo más difícil de vuestra labor?

M – Tal vez darte cuenta de que puedes dudar de lo más mínimo o que, en varias ocasiones, la lengua puede ser tan flexible que todo está permitido. Pero sobre todo, en particular en la corrección de estilo, hay que intentar por todos los medios no perderle el respeto al texto. Eso, a veces, es un verdadero esfuerzo, pero ayuda ser capaz de ponerse en el otro lado. Y dado que en mi caso también soy escritora trato de mantener ese equilibrio.

C – Como ya sabemos, un autor debe construir una voz que hable al lector. Aunque, en un mundo ideal, el narrador debería de ser diferente al autor, está claro que es complicado librarse de ciertos modismos o formas del habla. ¿De qué forma interviene aquí el corrector de estilo? ¿Se deben cambiar los modismos o formas de hablar del narrador en pos de un lenguaje más normativo? 

M – El corrector de estilo (y el tipográfico menos) no tiene nada que ver con la voz que decida utilizar el autor. Que este quiera escribir en primera o tercera persona no influye a la hora de usar recursos o figuras según su conveniencia o para construir personajes. O sea, un personaje tendrá la forma de hablar que quiera el autor, independientemente a su voz. El corrector de estilo puede hacer sugerencias o comentarios para mejorar la construcción o comprensión de determinadas expresiones (concordancias, coherencias, pleonasmos, barbarismos, etc.), pero no debe alterarlas más que en el grado que afecte a la norma más básica y fundamental. Siempre será el autor el que tenga la última palabra, él es quien acepta o no los cambios o sugerencias propuestos. Y aquí vuelvo a hablar desde los dos lados. Además, el autor también puede pedir que se mantengan esas características especiales. Donde actúa el corrector de estilo es por ejemplo en mantener la coherencia con el contexto. Si el autor crea un personaje del hampa criminal en una novela negra ambientada en los Estados Unidos de los años 50, en teoría, debe saber hacerlo hablar como tal. Si el corrector de estilo observa que ese personaje habla con giros lingüísticos del siglo XXI, es cuando le llama la atención al autor sobre ello. Eso sí, le corregiría sin dudarlo un «pegale un tiro» o «me ha robado doscientos pabos», porque eso forma parte tanto de la corrección ortotipográfica como de la estilística.

El punto de vista del corrector que también es escritor

Para esta parte de la entrevista he escogido a Gabriella Campbell, a la que muchos conoceréis por ser una de las blogueras literarias más importantes en lengua hispana.

Carla – Como escritora y correctora, ¿qué significó para ti que otra persona tocara tu trabajo la primera vez? ¿Fue traumático? (doy por hecho que tus libros pasan por otra correctora por aquello de que cuatro ojos ven más que dos).

Gabriella – Pues es un problema, si te soy sincera. Cuando otros correctores han revisado mis textos ha sido un poco desastre, por la sencilla razón de que si dos correctores no están de acuerdo en algo, se inicia un largo proceso de consultas a Fundeu, citas de la RAE y debates sobre el manual de estilo que use la editorial. Así, una corrección sencilla se alarga mucho más de lo necesario.

Debido a esto, para obras autopublicadas prefiero tirar de buenos lectores de confianza que no son correctores profesionales, pero que saben cómo trabajo y dónde suelo meter la pata. Cuando publico con editoriales, intento no intervenir demasiado en la corrección, pero confieso que me cuesta mucho (y he sido editora y maquetadora también, así que te puedes imaginar lo pesada que puedo llegar a ser).

Insisto siempre en la necesidad de otro par de ojos (¡o más!): ya sea un corrector si eres escritor a secas o un lector excelente si ya tienes experiencia como corrector profesional y no te apetece entrar en el bucle que ya he descrito.

C – ¿Qué pasa si tienes un punto de vista diferente ante una corrección? ¿Qué criterio consideras que vale más, el tuyo como autora o el suyo como corrector?

G – Creo que cualquier corrector te dirá que el criterio del cliente acaba pesando más, por la sencilla razón de que es quien paga. Siempre he dicho que, con la excepción de fallos garrafales de ortografía, todas las modificaciones de estilo son sugerencias que el cliente puede aceptar o no. Y en alguna ocasión he tenido que dejar pasar, también, algún fallo garrafal, porque el cliente se empecinaba y no había manera de hacer que cambiara de opinión.

Cuando trabajo como escritora con otro corrector, mi perspectiva ya no es de autora, sino también de correctora. Así que se trata, como ya he mencionado antes, de un debate entre colegas.

 C – ¿Crees que el trato que dispensas a obras y autores como correctora ha cambiado desde que te pusiste al otro lado?

G – Creo que me he vuelto más diplomática, desde luego. Entiendo ahora mucho mejor lo duro que es recibir una corrección (sobre todo de estilo); para muchos autores es una crítica, una manera de decir que no hacen bien su trabajo (cuando no es así, para nada). Así que he cambiado mi forma de comunicarme con autores: presento las correcciones como sugerencias y el lenguaje que empleo con ellos es muy distinto. Está enfocado a que entiendan mis correcciones como maneras de sacarle el máximo potencial a su texto, no como correcciones de algo que ellos han hecho mal. Corregir es, como tantos otros oficios, un aprendizaje constante de trato con el cliente.

El punto de vista del traductor

Si ya es difícil mandar un libro a corregir, imaginaos lo que tiene que ser dejarlo en manos de alguien que habla otra lengua que no sea la tuya. ¡Cuántos miedos! ¿Lo corregirá bien? ¿Sabrá transmitir en inglés, sueco o suajili cómo se siente mi protagonista amado? ¿Por qué no podrán todos hablar la misma lengua que yo, eh? ¿EEEEHHHH?

Por eso he contado con Roberto Correcher. Roberto es muchas cosas: traductor de holandés, danés, alemán e inglés (¡ahí es nada!), pero es que además es guionista y actor. Seguro que muchos lo conocéis por sus papeles en teatro y televisión. Ya, yo también me pregunto cómo tiene tiempo para todo. ¡Hasta para contestar a mi entrevista!

Carla – Una de las cosas más importantes para el autor es encontrar una voz única. ¿Es fácil mantener esa voz en el proceso de traducción?

Roberto – Lamento ser taxativo, pero la respuesta es no. Al leer tu pregunta se me agolpan varias ideas en la cabeza a las que me gustaría dar salida. El mero hecho de hablar un idioma no lo convierte a uno en traductor. La traducción es un «arte de interior» que rara vez se aplaude, es un trabajo solitario y desmedido que no se reconoce. Los traductores literarios preparan su labor mucho antes de ponerse a traducir un libro o una novela, como poco leen obras anteriores de ese autor para familiarizarse con el estilo, el tono —no solo las obras originales, sino también las traducidas—, el contexto social en el que se ha escrito la obra, el contexto social del momento en el que el autor escribió la obra y un sinfín de cosas más que prepararán al traductor para la tarea. Los autores pueden tardar días en dar por buena una frase, el traductor no puede pasar por alto ese trabajo. Es su obligación ser fiel al autor y empaparse hasta la médula, lo cual puede resultar agotador; sin mencionar los plazos de las editoriales, pero ese es otro cantar.

C – ¿Cuál es la relación del autor con el traductor? ¿Le da algún tipo de directriz de cómo quiere la traducción, etc.?

R – Pues varía todo lo que puede variar una relación. Hay traductores que son los «titulares» de ciertos autores. Con el tiempo y el trabajo han ido fomentando una relación, han canalizado empatías y la tarea es mucho más fácil. El autor siempre puede clarificar matices, imágenes, etcétera. Por supuesto, esto no siempre se da, de hecho, no es lo habitual. Lo normal es que se reciba un encargo de un autor que no conoces ni conocerás y al que empezarás a vislumbrar a través de su escritura, algo que también es muy enriquecedor, sin duda. Una buena relación con la editorial basada en la profesionalidad también es indispensable. Habrá correcciones, notas, cambios que uno mismo debe defender y argumentar para honrar el trabajo del autor.

C – ¿Qué recomiendas a un autor independiente que quiera traducir su obra sin el apoyo de una editorial?

R – Hay algunas plataformas (http://www.babelcube.com) en las que los autores tienen sus libros para que traductores que quieran empezar a desenvolverse en el campo hagan sus primeros pinitos y cuyo destino suelen ser plataformas como Amazon, donde la calidad de los libros a la venta no siempre es satisfactoria. Naturalmente, estas traducciones son gratuitas y la recompensa se «traduce» en potenciales y precarios derechos de autor que se compensan con la satisfacción de haber traducido el primer libro.

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Creo que la conclusión que podemos sacar de estos grandes profesionales es que la corrección es necesaria y que no supone ningún trauma acudir a un corrector para que deje nuestro texto tan limpio como se merece.

Desde aquí, quiero dar las gracias a Mariola, Gabriella y a Roberto, y desearles muchísimos éxitos (que ya tienen) a los tres. Dejadme un huequito en vuestra agenda para cuando tenga lista mi novela, que os voy a necesitar.

Para los más curiosos, os dejo las biografías de los tres entrevistados. Seguro que os gustará saber un poco más de ellos.

Mariola Díaz-Cano Arévalo es filóloga inglesa, correctora ortotipográfica y de estilo y traductora, además de escritora desde la infancia. Con casi innato interés por el mundo de las letras y el lenguaje en general, empezó más oficialmente en el mundo de la corrección al participar en un blog literario donde escribía y corregía textos de otros colegas escritores, que empezaron a hacerle encargos. Así que, como correctora ortotipográfica y de estilo, ya son diez libros publicados.

Como escritora tiene varias influencias literarias, con preferencia por el género negro y el más clásico de aventuras, sobre todo las que transcurren en el mar, quizás por contraste con sus orígenes de tierra adentro. Tiene pendientes de publicación un par de novelas y también escribe relatos de varios géneros (RINCÓN LITERARIO – IATA – MDCA CORRECCIONES).

Entre sus escritores favoritos destacan Robert Louis Stevenson, Jane Austen, Walter Scott, Alejandro Dumas, Edgar Allan Poe, Julio Verne o Patrick O’Brian, y más contemporáneos, Arturo Pérez-Reverte, James Ellroy y Jo Nesbø, entre otros muchos.

Gabriella Campbell es licenciada en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y tiene un experto en Comunicación. Fue cofundadora y dirigió durante siete años la editorial Parnaso, ha sido correctora y lectora profesional, y en la actualidad se dedica a escribir y a ayudar a otros escritores.

Tiene dos poemarios publicados (El árbol del dolor, Happy Pills) y un libro de relatos de fantasía oscura: Lectores aéreos. Ha colaborado como redactora en diversas revistas y páginas web, entre las que destaca la red literaria Lecturalia.com y su propia web para escritores: www.gabriellaliteraria.com.

También publica libros para autores (70 trucos para sacarle brillo a tu novela), y ha escrito El fin de los sueños y El día del dragón con José Antonio Cotrina.

Roberto Correcher  es graduado en Comunicación y Criminología. Compagina el trabajo de traductor con su gran pasión, la actuación. Además de participar en Yo soy Bea o Perdona bonita, pero Lucas me quería a mí, podemos verle a menudo por los teatros de Madrid.

Su gran pasión por las artes no se quedan ahí. Además de su formación como guionista y escritor, es un entusiasta de la novela negra y policíaca, especialmente la novela escandinava. Disfruta leyendo a Caleb Carr, Dean Koontz o Edgar Allan Poe.

Cuando se jubile lo encontraréis haciendo yoga junto al mar.

Carla

@CarlaCamposBlog

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