En la sala de los tapices de la Seo de Zaragoza

Una noticia que revolucionó las Altas Cinco Villas.

Don José Iriarte, canónigo penitenciario de Zaragoza, era natural de Biel (Zaragoza) y don Felipe Sánchez estaba de maestro de El Frago, un pueblo vecino.

Salvadora, menos mal que nos tenemos para poder hablar entre nosotras, que, si no, sería muy dura esta vida de sirvientas diciendo amén, amén a nuestros amos. ¿Qué haría sin ti y con don José recién enterrado?

Ya te decía que aquel asunto nos seguiría trayendo desgracias. La culpa la tuvieron aquellas habladurías de que don José protegía a un sobrino que no llevaba buenos pasos. Y claro, esos chismes tenían que llegar hasta el obispo, que encima se los creyó. ¡Mira que quitarle al pobre la canonjía y mandarlo al destierro! Y eso de que llevara una vida discreta y se dejara ver poco se lo tendría que haber dicho al sobrino, digo yo. En fin, que fue un mazazo para un hombre de su talla.

Y créete lo que te diga yo. Antes de que se desataran la lenguas, buena culpa tuvo don Felipe, que sin ningún miramiento se plantó en la puerta de la casa y le pidió que le ayudara a meter a su hijo en el Seminario. ¡Claro, como era el maestro de El Frago estaba seguro que don José le atendería su ruego! Y yo que no lo había visto nunca ni sabía cómo era no lo dejaba entrar. Pero me insistió mucho. Me dijo que era un pariente cercano y que sus familias vivían en pueblos vecinos. Al final lo pasé al cuarto de estar, los dejé hablando y me quedé escuchando detrás de la puerta.

—Échale una mano, José, que no te arrepentirás —le decía con voz lastimera—. Ya verás cómo mi Mariano será un buen cura y presumirá de ser tu sobrino. —Se acercó un poco y subió el tono—. Eres el orgullo de toda la familia. Muy pocos tienen el honor de tener un tío que sea canónigo penitenciario.

A mí no me gustaron aquellas zalamerías de don Felipe. Si no, mira con qué nos ha salido su hijo.

El tiempo me ha dado la razón. Don José estuvo muy alterado los últimos meses, sobre todo, cada vez que recibía visitas de su sobrino, Algunas veces hasta los oía pelearse. Después don José andaba con un humor de perros y no quería probar bocado. Hasta el punto de que la semana pasada, de un manotazo, me tiró una bandeja de plata con una jícara de chocolate humeante y unos churros recién hechos.

Que tuviste que oír el ruido, Salvadora, que vuestro comedor está pared con pared con el nuestro. Y no me digas que no oíste mis gritos. Es que me pudieron los nervios y no tuve más remedio que contestarle.

—Pero bueno, don José, ¿a qué vienen estos modales? ¡Si usted nunca me había perdido el respeto!

Salvadora, tú y yo sabemos que estaba fuera de sus casillas desde que se había hecho público el caso del Mariano. Era normal que le afectara. A fin y al cabo era su sobrino protegido. Pero no me pude contener. Y él, sorprendido de que le levantara la voz, me contestó como un niño al que coges con las manos en la masa.

—Perdona, pero es que he visto esta bola de papel amarillento y he curioseado.

—Don José, usted nunca se había atrevido a revolver mi cestillo de costura.

Es que sabes, sin que él se enterara, había hecho un rebujo con la página de El Imparcial y lo había escondido entre los ovillos. Yo sabía que a él no le gustaba ese periódico de tufillo liberal, que se regodeaba en los asuntos anticlericales. Y, mira, ¡qué casualidad!, en un descuido me dejé el costurero abierto.

Bueno, el caso es que, cuando lo vi con la bola de papel en las manos, me puse tan nerviosa que le solté una parrafada sin respirar.

—Mire, don José, que yo entiendo que tenga miedo a lo que diga la prensa, pero tiene motivos para estar tranquilo. Si alguien creyera que usted tiene algo que ver con el asesinato, con esta noticia lo desmentiríamos. Si habla de usted como una persona de gran cultura, y solo dice que don Mariano Sánchez era sobrino del canónigo penitenciario de la Seo de Zaragoza.

Don José se me quedó mirando sin decir nada. Y yo, aprovechando que tenía la palabra, continué.

—A mí me parece que, cuando usted vio los titulares, le entró tal soponcio que ya no leyó más. —Entonces cogí más aliento—. Así que ahora, quiera o no quiera, se la voy a leer entera, aunque sea a trompicones, porque a mí eso de la lectura no se me da bien.

El Imparcial. Madrid, 3 de agosto de 1900. Doble asesinato en la Sala de los Tapices de la Catedral de la Seo de Zaragoza. La prensa de Zaragoza trae los detalles de uno de los crímenes más espeluznantes que se recuerdan.

El criminal. Don Mariano Sánchez, sacerdote, natural de El Frago, había cursado Magisterio. Más tarde estudió en el Seminario de Zaragoza, donde llegó a secretario del Cabildo. Es hijo de don Felipe Sánchez, maestro de El Frago, y sobrino de don José Iriarte, natural de Biel y canónigo penitenciario de Zaragoza, persona de gran virtud y mucha ilustración.

Las víctimas. Josefa Salas, de veintisiete años, natural de El Frago, y su hija de tres meses, sin registrar ni bautizar. Mariano Sánchez les pasaba una pensión mensual de treinta pesetas. Josefa la completaba confeccionando blondas. El juzgado encontró un marco de plata con un retrato del sacerdote en la mesilla de Josefa.

La autopsia. El médico forense tuvo que trasladar los cadáveres al aire libre, por el insoportable hedor que exhalaban, dada su avanzada descomposición. Tenían las piernas cruzadas y los tobillos atados. La muerte se produjo por estrangulación. Cada uno llevaba alrededor del cuello siete vueltas de un cordel de seda dorado, procedente del tapiz de la “Degollación de los Inocentes”. El criminal metió los dos cuerpos en un saco y lo escondió en la sala de los tapices de la Catedral, detrás del tapiz de la “Decapitación de Holofernes”.

Salvadora, no quieras saber la cara que ponía y cómo se sujetaba la oreja con la mano para que no se le perdiera ni una palabra. Así que, ya puesta, y como lo vi más tranquilo, me atreví a acabar de decirle todo lo que pensaba.

—Lo que yo digo, don José, este crimen me produce náuseas. ¡Mire que descubrir los cadáveres por la pestilencia! Al principio pensaron que el tufo venía de las cloacas que bajan al Ebro. ¡Qué zopencos! No se puede llegar a más, confundir el olor de cloaca con el de cadaverina.

Mientras le echaba esta perorata, no le quitaba ojo de encima. De repente vi cómo empezaba a farfullar y a temblar. Por la boca echaba unos borbotones de espuma, como los de los endemoniados de Santa Orosia cuando él los rociaba con agua bendita. Entre sus balbuceos oí algo como cobarde. Y no me extrañó porque siempre pensé que don José se sentía avergonzado de haber metido a Mariano en el Seminario.

Cuando lo vi caer al suelo, me entraron escalofríos y me quedé como alelada, pensando en aquellas gentes de El Frago y en el pobre don José.

Masacre inocentes. 2

León Cogniet, Masacre de los Inocentes, (1824). Museo de Bellas Artes, Rennes (Francia)

Este es un relato ficticio, inspirado en personas reales, en los hechos que se publicaron en El Imparcial de Madrid (03/08/1900) y en los recuerdos que conserva la memoria de las gentes.

Todos los personajes, nombres, biografías, hechos, documentos y diálogos se han utilizado de manera ficticia o son producto de la imaginación de la autora.

Carmen Romeo Pemán

Imagen principal: Catedral de San Salvador de Zaragoza, conocida popularmente como La Seo.

 

LA VOZ POÉTICA DE LAURA LAHOZ RUESGA

NUESTROS RECUERDOS

Hoy quiero recuperar el recuerdo y la voz poética de Laura Lahoz, una de mis queridas alumnas escritoras del Instituto Goya de Zaragoza.

Laura y el Goya

El sábado 12 de agosto de 2017, en El Frago, Laura Lahoz Ruesga, escritora-profesora, y María José Moreno Soriano, actriz, nos deleitaron con una velada poético musical de una exquisita selección de poemas. Estuvieron acompañadas por los músicos Joaquín González y Jaime Lapeña. Ese mismo día, por la mañana, habían ofrecido una selección diferente en un vermut poético-musical en el castillo de Biel.

Laura, en el recital de Biel, me dedicó unas emotivas palabras y este escrito:

Querida Carmen: Cuando subo las escaleras camino del aula, con la cartera en una mano, recuerdo la emoción que sentía en el I.E.S Goya. Durante dos cursos asistí a tus clases de Lengua Española con una mezcla de ilusión y curiosidad. Tu entrega, tu rigor y tu pasión hacia la gramática y hacia el cuidado del idioma permanecen en mi memoria. Todo lo que aprendí en tus clases lo enseño a mis alumnos. Ahora compartimos una gran amistad, lecturas y publicaciones de otras compañeras del Instituto, como Irene Vallejo. Siempre te has mostrado entusiasta, activa. Me emociona leer tus artículos y observar atónita como mantienes la energía y sigues escribiendo.

Con este artículo aspiro a responderle a lo que ese día no hice, porque no me pareció el momento oportuno.

El primer día de clase, allá por el curso 1992-1993, vi dos apellidos muy conocidos en la lista de mi grupo de Literatura de Tercero de BUP. Recuerdo que me acerqué y le pregunté: “¿No serás la hija de Ángel Lahoz y Concha Ruesga, mis compañeros de curso?”. No me contestó, abrió sus ojazos azules y me miró con cara de susto. No insistí más. Daba igual. Laura estaba allí para que yo le enseñara lengua y despertara su pasión por la literatura. Intentaría hacerlo lo mejor que supiera. Volví a tenerla como alumna de Lengua en COU. Y después nos hemos hecho amigas.

Por la tarde, al acabar el recital poético de El Frago, nos juntamos a charlar y a rememorar los años del Goya. Entre otras cosas me dijo:

Mi clase estaba en el segundo piso, al fondo del pasillo, a la izquierda.  Durante cuatro años el instituto Goya fue mi casa. Después de veinte años paso por la puerta y esbozo una sonrisa; supongo que no será lo mismo, pero para mí permanece esa esencia, la marca Goya, como decíamos entonces, cuando creíamos que el mundo era nuestro. Y, en verdad, o era porque en el instituto pasaba lo más importante: los amigos, los viajes, las alegrías, los nervios, las decisiones, todo sucedía entre sus cuatro paredes, en las aulas y en los pasillos.

Los comienzos no fueron fáciles. El Centro me parecía enorme y me sentía perdida. Las matemáticas y la física me resultaban imposibles. En tercero de BUP decidí cursar el Bachillerato de letras puras; entonces mi vida académica me resultó apasionante. Los profesores que me dieron clase permanecen en mi memoria con un gran cariño. Recuerdo el rigor, la pasión de las explicaciones.

Decidí estudiar Filología Clásica por los profesores que tuve de Latín y Griego. Escribo y adoro leer gracias a los profesores de Lengua y Literatura de entonces.

El Goya me ofreció subir a escena con el grupo de Teatro TEGO; la clase de teatro de los viernes era el mejor modo de comenzar el fin de semana. Los primeros pinitos literarios comenzaron con el Premio de Poesía Goya.

Compañeros de entonces siguen a mi lado. Con los años, lo realmente importante es la gente. Nos hemos hecho mayores, pero la impronta del Goya nos marcó entonces y ahora.

Carmen, tú me enseñaste todo lo que sé sobre gramática, me acompañaste al viaje de estudios a Italia y después hemos trabajado juntas en otros proyectos literarios.

Después de calmar el sonrojo que siento en mis mejillas al volver a leer sus palabras, las apostillaré con mucho gusto.

La prudencia y sentido estético de Laura la llevan a no entrar en detalles. Sus profesores de clásicas, Pilar Iranzo, Pilar Idoipe y Jesús Oliver, determinaron su vocación. Y Emilio Gutiérrez Lizarraga, creador y director del TEGO, le enseñó a desenvolverse con soltura en las tablas de un escenario. Nos dejaron maravillados con la puesta en escena de “Martes de Carnaval” y con la del “Romance de Gerineldo”. Esta última la representaron en Lincoln (Inglaterra) los alumnos del proyecto europeo ROTA.

No me puedo olvidar del brillante grupo de amigas que siempre iban con ella: Berta Amella, Sandra Relaño, Raquel Allué y Paloma Laporta, entre otras. ¿Me equivoco, Laura? ¿Y qué dirías del susto que me diste cuando te perdiste en Siena en el viaje de estudios a Italia? ¿Y de que no te dejaban entrar en el Vaticano porque llevabas pantalones cortos?

Bueno, pues aquella Laurita se nos ha convertido en una de las mejores poetas de su generación. Y lo vais a entender cuando leáis sus declaraciones y sus poemas. ¡No podría haber sido de otra forma!

Los libros forman parte de mi vida. No entiendo la vida sin ellos. La lectura me ha salvado siempre. Y no quiero desprenderme del decorado de mis paredes, todas recubiertas de libros. (De mis conversaciones con Laura Lahoz)

La voz poética

La voz de Laura, siguiendo las tendencias de la poesía moderna, es el trasunto de su personalidad y de su forma de percibir y de estar en el mundo.

Laura. Escribiendo

Laura Lahoz en un pupitre

Escribo para encontrarme, para situarme en las vidas de otros. Cuando un verso me conmueve o un relato me emociona, me siento plena. (De mis conversaciones con Laura Lahoz)

Laura ve el mundo a través de la escritura y de las imágenes que le sugieren las palabras. En su nuevo poemario, El silencio dice, en la tercera parte, La voz ausente, recrea el mundo a través de la mirada de sus poetas preferidos.

¿Qué sería mi vida sin Manuel Vázquez Montalbán, Leopoldo María Panero, Milan Kundera, Alejandra Pizarnik, Juan Ramón Jiménez, Luis Cernuda, Wislawa Szymborska? No sería. (De mis conversaciones con Laura Lahoz)

Y, por encima de todo su universo literario, planea el Mundo Clásico, con sus formas, sus ideas, sus paisajes y sus héroes. La Grecia Clásica y sus mitos son el trasunto del libro Constantes vitales. Esas constantes del ser humano que cobraron vida en las páginas del mundo antiguo.

¿Qué sentido tendría el día a día sin el Mundo Clásico, los diccionarios, los juegos de palabras? No tendría ninguno. (De mis conversaciones con Laura Lahoz)

Constantes vitales (2014)

Constantes Vitales. Portada

Estos treinta y ocho poemas son el reflejo del gran amor de Laura por la cultura clásica y el catalizador de sus muchos viajes a las tierras que pisó Homero.

  • Tu mirada me
  • fascina
  • tus ojos
  • me embelesan
  • le decía Safo
  • a su enamorada
  • presa. (Lenguas clásicas)

De su mano recuperamos los nombres, el aroma y los colores del tiempo, detenido en estos versos.

  • Cuaderno
  • de a bordo,
  • anotar
  • cada secuencia
  • de esta existencia. (Bitácora)

Los héroes griegos nos acompañan en esta odisea por distintos países y ciudades, buscando la esencia del ser humano.

  • Mi cabeza es un barco varado en Creta (Ventus Cretae)

Y nos llevan del pasado al presente y nos proyectamos al futuro.

  • El poema es la presencia misma
  • de lo que está por venir. (La noción pura)

Con la ausencia de anécdotas, la presencia de figuras retóricas muy logradas, el calculado ritmo de todos los versos, y la concisión consigue una poesía pura de altos vuelos.

En Blancas impar y negro, cifra el ritmo alternante que apreciamos en todos los poemas, ese ritmo binario que a su vez es la búsqueda del yo y del tú amorosos.

  • Un yo y un tú
  • avanzan en ele
  • por las teclas
  • de un piano
  • negro. (Blancas impar y negro)

En el poema Cuba está su concepción de la poesía como un juego creativo con los distintos niveles de la lengua.

  • Pasen y vean:
  • trapecistas
  • de letras,
  • leones
  • de palabras,
  • domadores
  • de sintagmas,
  • poliedros
  • de sílabas,
  • aristas
  • de versos,
  • pasos
  • de morfemas,
  • notas
  • al pie,
  • plumas
  • de sombreros,
  • membretes
  • de signos. (Cuba)

En este primer poemario ya apuntan los temas que va a desarrollará en los posteriores, junto a una permanente reflexión sobre el lenguaje y sobre la poesía.

Teoría del color. Cyan, Magenta, Yellow, Black. (2015)

Teoría del color

 

Con el intenso colorido del poemario anterior, ya habíamos adivinado la paleta cromática de Laura. Pero ahora lo nuevo es que el propio color se disuelve en los versos. Estos poemas podrían ser un buen complemento para las exposiciones de su madre, Concha Ruesga, que le contagió su pasión por la pintura.

La emoción estética la resuelve con la aposición de imágenes, en un perfecto collage.

  • Amarillo.
  • Teatral rechazo
  • hoja que pasa
  • fruta con ritmo
  • disco solar.

O con imágenes llamativas

  • Cian
  • Cristal opaco
  • el mundo perfora
  • el fondo del vaso.

Y no se nos escapa esa referencia estética al fondo del vaso de Luces de bohemia

de Valle Inclán.

Teoria color. Reverso.jpg

El silencio dice (2016)

  • El silencio dice
  • lo que la escritura
  • esconde. (El silencio dice)

Como las obras clásicas, está organizado en tres partes, Perfil de nadie, La voz ausente y Rumbo interior, precedidas por un preámbulo sin título. Desde el primer poema percibimos un revisionismo y una evolución de la voz poética.

Hoy es la palabra del momento.

  • La esencia, el aliento.
  • Recuerdo cuando
  • las letras cifraban intentos. (¿Comunica?)

En esta nueva mirada sigue la pasión por la cultura clásica, pero deja aflorar el mundo de los sentimientos con gran fuerza.

  • No tengo batería,
  • estoy sin cobertura
  • de pensamiento. (¿Comunica?)
  • Al lado del corazón
  • están la vida y los versos. (Principio de incertidumbre)
  • Lo que deseas
  • no es siempre lo que necesitas. (Caligrafía)

El silencio dice es una poesía madura y reflexiva, con gran dosis de ironía. Como en los poemarios anteriores, es una poesía pura, con ausencia de anécdota, que se resuelve en poemas muy breves, con una gran concentración de las ideas y las sensaciones.

Para terminar

Querida Laura: tú, y alumnos como tú, me dais la energía y el entusiasmo para seguir escribiendo. En estos escritos intento recoger lo que aprendí de vosotros. Intento hacer confluir los senderos por los que transitáis mis alumnos para que nuestra experiencia colectiva no muera del todo y para satisfacer el orgullo que me produce haber tenido alumnas como tú.

Carmen Romeo Pemán

20170812. Biel. Laura y Carmen

Laura Lahoz con Carmen Romeo a la salida del recital poético. Biel, 12 de agosto de 2017.

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PRESENTACIÓN DE «EL SILENCIO DICE»

Laura Lahoz

Ester Minio, “Presentación de El silencio dice, de Laura Lahoz. Librería Antígona, Zaragoza, 18 de mayo 2019.

El verano miente

  • la ausencia de lo efímero.
  • Todo es ahora textual.
  • Quizás por si acaso,
  • el pequeño abismo
  • da la pequeña bienvenida
  • a solas, de memoria.

 

  • A ras de vuelo,
  • con amor feroz,
  • la singladura
  • por ese rumbo interior
  • en el ferrocarril marino
  • halla tu identidad sonora
  • en letra de molde:
  • perfil de nadie.

 

M. Salazar, Anotaciones sobre El silencio dice

Cuando leí  la cita inicial de este libro tomada de la Realidad y el deseo de Luis Cernuda, que en cierto modo explicaba su poemario y servía de punto de partida para empezar a leerlo y comprenderlo, pensé que me gustaba su referencia a un poeta sevillano en el exilio para empezar. Después, la lectura de los poemas que contiene El silencio dice, una, dos, tres veces, de forma ordenada, y abriendo el libro al azar, yendo atrás, hacia adelante, pronunciando los títulos de cada sección: Perfil de nadie, La voz ausente, Textual, Rumbo interior, sentí que Laura Lahoz había ya tomado posiciones definidas, tanto aquí, en este lugar que habitamos, como respecto a sí misma y a su mundo poético. Y tras pensar un poco sobre lo leído, denso y liviano a la vez, me di cuenta de que algunas palabras,  a modo de faros o destellos luminosos, llamaban mi atención y me indicaban un camino  para leer su libro, el de las palabras sobre el campo semántico de la luz  y la mirada, que tanto brillan, al menos para mí, y que permiten ver, como ella misma dice, a través de  un microscopio, un espejo o un telescopio:

  • «Tú mirabas lejos
  • para ver más,
  • para ver allá,
  • para ver más allá».

 

  • «Alguien te mira
  • y la luz para el ocaso.»

 

  • «Mirar la vida:
  • un,
  • uno,
  • una total entrega.»

 

  • «Pequeñas notas transparentes
  • dan luz a las horas
  • y la vida pasa.»

 

  • «El cerebro maneja al ojo,
  • todo lo que ves con tiene:
  • luz, reflejo y sombra.»

 

  • «El oro de la tarde brilla.
  • Eterno ocaso.
  • ¿Acaso?»

 

  • «la luz deja paso al vuelo de los pájaros.»

 

  • «Será en una aurora
  •  que se fije en la pupila».

Y en su nombre, aun sin haberle pedido permiso, os invito a la lectura de todos sus versos con una  estrofa  de su  Pequeña bienvenida:

  • «Las cosas ocupan un lugar concreto.
  • Tan leve es la realidad como la ausencia.
  • Basta un ángulo de luz para anclar versos.
  • Pequeña nostalgia que no entiende de islas.
  •  Bienvenida al instante que te atrapa.»

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0001LEYENDO JUNTOS EN EL INSTITUTO GOYA

Sesión lectura. Goya 1

El grupo de lectura en la Biblioteca del Goya.

 

El día 4  de noviembre de 2019, inauguramos el curso con una sesión poética doble.

Sesión de Lectura Goya3

Tres profesoras. De izquierda a derecha: María Jesús Pérez Arellano, Concha Gaudó, presentando la obra de Javier Delgado, y Cristina Baselga.

La primera parte, un homenaje a Javier Delgado Echeverría, ex alumno del instituto, recientemente fallecido. Concha Gaudó hizo una semblanza de Javier y Laura Lahoz leyó los textos que previamente habíamos seleccionado.

Sesión lectura. Goya. 2

Laura Lahoz acompañada de Francisca Soria, Inocencia Torres y Carmen Romeo.

En la segunda parte, Laura Lahoz presentó su libro «El silencio dice». Leyó y comentó unos poemas. Sus palabras motivaron una amena tertulia.

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Curriculum y publicaciones

Laura Lahoz Ruesga (Zaragoza, 1977), profesora de Lenguas Clásicas, es Licenciada en Filología Clásica (Universidad de Zaragoza), Máster en Edición (Universidad de Salamanca) y en Fomento de la Lectura (Universidad de Alcalá de Henares). Es miembro de letr@demoldeeditorial. Y ya tiene en su haber una buena cartera de publicaciones.

El silencio dice, en prensa, 2016. Presentado, 2019.

Teoría del color, letr@demoldeditorial, colección Asuntos internos.nº.1, Zaragoza, Agosto, 2015.

Constantes vitales, Olifante, Ediciones de poesía, colección Papeles de Trasmoz, Zaragoza, 2014.

Está incluida en las siguientes antologías:

Parnaso 2.0: Un mar de labrantíos. Antología de poesía aragonesa del siglo XXI, VV.A.A., Gobierno de Aragón, 2016. http://parnaso2punto0.aragon.es/?p=616

La Mística, edición y coordinación de Manuel Martínez Forega, Editorial Olifante, 2016.

Con Clave de Fa aún mayor, de Ricardo Comín Anadón y José Ramón Mañeru, Zaragoza, 2015.

Los Borbones en Pelota, Edición coral SEM y VVAA, coordinada por Manuel Martínez Forega, Editorial Olifante, 2015.

Yin. Poetas Aragonesas: 1966-2010, Zaragoza, Olifante, 2010.

Y ha participado en numerosos recitales poéticos, con María José Moreno.

Velada poético musical. Biel y El Frago. Músicos: Joaquín González (guitarra), Jaime Lapeña (violín). Castillo de Biel,  12 de agosto, 2017. El Fosal, El Frago, 12 de agosto, 2017.

Vermú poético musical. Casa del traductor. Músicos: Juan Millán (percusión), Jaime Lapeña (violín), Leslie Dowdall (voz y guitarra), Tarazona, Zaragoza, 1 de julio, 2017.

Palabra de mujer. Los mundos de su voz. Poetas españolas, iberoamericanas, y nórdicas: Asociación de mujeres Lacarra, Daroca, 14 de noviembre, 2015. Y en la  Biblioteca pública de Costean, Huesca, 21 de noviembre, 2015. http://bibliotecacostean.blogspot.com.es/

La noche oscura. Homenaje al Greco, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Fray Luis de León. Música del laúd de Manu Sesé.  Biblioteca de Costean, 28 de marzo, 2015. http://bibliotecacostean.blogspot.com.es/

El fuego de la libertad. Homenaje a Julio Cortázar y Octavio Paz. Músicos: Daniel Zapico (Tiorba) y Joan Miró (Flauta).La Campana de los perdidos, Zaragoza, 21 de septiembre, 2014.

El silencio dice. Zaragoza, mayo de 2019.

Carmen Romeo Pemán

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Imagen del comienzo: Laura Lahoz y María José Moreno. El Frago, 12 de agosto de 2017. Foto de Carmen Romeo Pemán.

 

 

 

PICARUELA Y PICARIZA

Nombres y costumbres de las Altas Cinco Villas

Escenarios de mis relatos

Hoy vengo a hablaros de los nombres, usos y costumbres que tuvieron su origen en la pez, un mejunje pringoso de color negruzco. Fue un producto imprescindible en toda España, desde la época ibero romana, que dejó abundantes huellas en la lengua y los nombres de lugar. En este artículo me centraré en la Comarca de las Altas Cinco Villas, al norte de Aragón. Y en particular en El Frago y Biel, dos pueblos de la provincia de Zaragoza en los que viví mi infancia y adolescencia.

De niña sentía gran curiosidad por la pez con la que marcaban a las ovejas después de esquilarlas. En mi casa, casa Melchor, se utilizaba un hierro en forma de M, untado en pez. Y otro con una M más pequeña para las talegas y los sacos del trigo. Me pasaba muchas horas pensando cómo los botos de cuero, que también llevaban pez, ardían tan bien en las hogueras. Y me costó entender por qué no servía una bota de vino cuando “se le había bajado la pez al culo” y qué querían decir los abundantes refranes en los que se mencionaba la pez.

Viviendo en El Frago, conocí a Lorenzo, un viejo carbonero que había sido un antiguo pezero en los hornos de pez en el monte de Picaruela. Me contaba que en Biel tenían el horno de pez en la Picariza, un barranco justo a la salida del pueblo. Pero, eso tenía sus inconvenientes. Que no tenían a mano los trozos de madera y necesitaban un carro con caballerías.

Nombres de los escenarios de mis relatos

Casi nunca se bautizan al azar los lugares ni las personas. Siempre hay una razón que justifica sus nombres, aunque no resulte evidente. Y de eso voy a hablaros. De los nombres de los escenarios de mis relatos de las Altas Cinco Villas, de lo que los profesores y los lingüistas llamamos toponimia.

Hoy solo os traigo uno, PICA o PEZ. Si os gusta, en el futuro habrá más.

PICARUELA y PICARIZA son dos variantes de la misma palabra. Se refieren a una zona de monte en la que había un pozo para hacer pez con madera de pino resinoso, especialmente con raíces y tocones. A nosotros, estos términos ya no nos dicen nada, es decir, se han vuelto topónimos ciegos. El significado original se perdió, a principios el siglo XX, con la artesanía de la pez. Esta industria, indispensable en las zonas rurales, desapareció con el desarrollo de las sustancias petroquímicas.

CARRETERA DE SADABA. LLANO. REGUELTICA A PICARIZA.

Llano que lleva a la Picariza. Foto de Julio Pablos, con el propio Julio Pablos.

¿Qué era la PEZ, PEGA o PICA?

Una sustancia negra, viscosa y olorosa, sobre todo cuando se reblandecía por el calor. La materia prima era el alquitrán vegetal, procedente de pinos resinosos. Según con qué sustancias se mezclara o en qué oficios se utilizara, había varios tipos de pez

¿Cómo se obtenía la pez?

Había dos tipos básicos: la PIX ALBA, o pez blanca, y la PIX NIGRA, o pez negra, con sus múltiples variantes, procedente del pino. Y, del enebro, juniperus, se extraía el aceite de enebro, un producto diferente, con el que a veces se confunde. Tenemos noticias de un horno de aceite de enebro en el término de Valzargas y otro en el Estanco, los dos en El Frago. Por la abundancia de enebro en la zona, podemos suponer que habría más.

La pez blanca, la más pura y fácil de manipular, resultaba del sangrando los pinos desde marzo hasta noviembre. La pez negra, la más abundante y más utilizada, se conseguía por destilación de maderas resinosas en unos hornos, o pegueras. Era la llamada brea vegetal que se obtenía calentando los tocones o las raíces de los pinos que quedaban después de cortarlos.

El Picaruela de El Frago y el Picariza de Biel hacen referencia a los pozos en los que se fabricaba la pez negra. Estos pozos, pezeras, en castellano se llamaban pegueras o empecinados. Eran unas construcciones de adobe reforzadas con piedras en las laderas de los montes o en las afueras de los pueblos. Siempre estaban en tierras arcillosas y junto a los barrancos, porque se necesitaba mucha agua para embarrarlos. En el suelo interior había una pequeña inclinación con un agujero que se comunicaba con una olla o caldera exterior en la que se recogía la pez.

Los trozos de pino se metían en un hoyo de estructura cilíndrica, sin salida inferior, y abierto por arriba. Se prendían con una estopa encendida y se dejaban arder tres o cuatro días para que se desprendiera la resina, sin que se quemara la madera. Para saber si la brea, o alquitrán, había pasado al estado de pez, se introducía un palo y se echaban unas gotas en un recipiente con agua fría.

Después, se apagaba el fuego y se ponía una tapadera en el pozo. Cuando se había enfriado, se separaba la materia semisólida, que una vez desecada era la pez negra. En otra sobrenadaba el llamado aceite de pez. Era un trabajo de invierno, después de haber sangrado a los pinos.

Un horno de Brea en Gran Canaria.

Horno de pez. Gran Canaria

¿Para qué se usaba?

Como era un material líquido y viscoso cuando estaba caliente, pero sólido cuando se enfriaba, se pudo usar con facilidad en diferentes oficios. Por sus excelentes cualidades se convirtió en un producto básico insustituible.

Los pastores usaban la pega negra para marcar el ganado antes y después de esquilarlo, sin hacerle daño. Con esta pez hacían emplastos para curar las llagas y las heridas de las reses. Y la utilizaron, a modo de yeso, para inmovilizarles los miembros rotos. En el siglo XIII, nos habla Alfonso X el Sabio en su libro El Lapidario de esta resina: “facen end emplastro es muy  bona pora  madurar las llagas.

Los boteros usaban la pez seca, tal y como salía de la destilación, para embetunar y tapar cortes. Los botos de grandes pellejos de machos cabríos, impermeabilizados con pez, se utilizaban para trasportar vinos y aceites. Su popularidad se debió a que se adaptaban bien a los lomos de las caballerías y no se rompían con los golpes. Si se añadía aceite, se obtenía la pez grasa, con la que se pintaban los botos de cuero por dentro.

Los zapateros hacían el cerote mezclando la pega negra con grasa. Los guarnicioneros untaban la hebra con la que cosían sus piezas de cuero para darles más consistencia.

Desde la época ibérica y romana, se impermeabilizaban los utensilios de cerámica y las embarcaciones con pez.

Las costumbres antiguas en la lengua

Estas costumbres ancestrales dejaron huellas en los nombres de lugar, en el habla coloquial y en la literatura popular. Decimos que algo es “negro como la pez”, cuando queremos resaltar que es de color negro intenso. “Pez con pez”, totalmente desocupado, vacío, por alusión a los odres de cuero cuando no tienen nada dentro.

El propio verbo pegar está relacionado con las características y tratamiento de la pez. Como también los adjetivos pecinero, que significa reñidor, y pezolaga o niño muy travieso. Y en castellano el verbo brear, de brea o pez, con el significado de maltratar, tenía mucho que ver con la antigua pena de embadurnar a los delincuentes con esta sustancia para avergonzarlos.

Abundan los refranes acerca de la pez: “Cuando el arriero da la bota, o tiene pez o está rota”, “Cuando el tabernero vende la bota, o sabe a pez o está rota”, “Quien a la pez se llega, algo se le pega”, “Quien toca la pez, tiznado sale”, “Achaques al odre que sabe a la pez”, “El sol la sal atiesta la pez reblandece”, “El dinero fácil es como la pez, si lo tocas te pringa”.

De pequeña oí muchas veces un cuento de nunca acabar: “Había un rey, que tenía tres hijas, las metió en tres botijas y las tapó con pez. ¿Quieres que te lo cuente otra vez?”.

Del nombre latino al nombre de lugar. PICARUELA y PICARIZA

Del nombre culto latino, PIX-PICIS, derivó un hipotético *PICA, pez, como alteración de PICE, que en latín vulgar se convirtió en PECA>PEGA.

A su vez, PICARUELA Y PICARIZA proceden de PICA. Estos nombres hacen referencia a dos parcelas de monte en las que se había construido un pozo para hacer pez.

PICARUELA. También deriva de *PICA>PICARIA> PICARIOLA. En este caso con diminutivo afectivo. En El Frago, hace referencia a dos extensiones de monte de pino en los que se habían construido pozos para hacer pez. Picaruela Mayor y Picaruela Chica. Por la forma de nombrar, suponemos que originariamente pertenecían al mismo propietario.

El primer dueño de un “fundus”, base económica romana, le daba un nombre que posteriormente era inalterable, aunque cambiara de amo. Si fundaba dos propiedades juntas, las dos recibían el mismo nombre, con un adjetivo que las diferenciara. En El Frago también encontramos los Urietes Grandes y los Urietes Chicos.

PICARIZA. Está en Biel (Zaragoza) y hace referencia a un término cerca del pueblo en el que estaba el hoyo de fabricar la pez. Deriva del hipotético *PICARICEA, procedente también de PICARIA. Y debían ocuparse de la pez los de “casa Pecero”.

Para terminar

La obtención y el uso de la pez ha llamado la atención a los estudiosos de la cultura popular. A los habitantes de Longás, un municipio de la comarca de las Altas Cinco Villas, al otro lado de la Sierra de Santo Domingo, se les conoce con el mote de pezeros y en el pueblo está la calle Pezuelo. Se cree que había unos cincuenta hornos alrededor del pueblo, que vendían pez en todo el Pirineo. La Asociación Cultural la Chinela y Eugenio Monesma con “Los pegueros de Longás”, se han preocupado de mantener viva esta tradición. También han recuperado el arte de este oficio en Yésero (Huesca) y en Covaleda (Soria).

La del aceite de enebro fue una industria tan importante como la de la pez, con la que a veces se confunde. El Juniper, o aceite de enebro, se utilizaba en medicina tradicional para el tratamiento de enfermedades de hombres y animales. Se obtenía en unos pequeños hornos secos, sin necesidad de agua, que se colocaban sobre rocas. Estos hornos artesanales dejaron unas huellas muy características, que algunos historiadores interpretaron como petroglifos prehistóricos de carácter mágico o ritual.

Acabaré con la cita de un documento muy interesante sobre estas costumbres, recogidas en uno de los pleitos entre Biel y El Frago.

“Está tratado y capitulado que ni los de Biel ni los de El Frago, concejil ni particularmente, dentro de la partida del Estanco no puedan hacer de hoy adelante aceite de enebro, ni hornos, ni carbón, ni leña ni madera para vender fuera de dichos pueblos, ni en ellos ni en sus términos para llevarlos fuera, sino tan solo para sus propios usos y de sus casas y labores. Y para sus herrerías y para los vecinos y habitadores de dichos pueblos, exceptuado que Joan y Pedro Miana de Orés, o sus herederos, que tienen hecho su horno en Balsargas, y han gastado en el que puedan hacer tan solamente dos hornadas en dicho horno”. Capitulación hecha, en 1610, por los justicia y jurados concejos de Biel y El Frago. Testificada por F. Paian y Miguel Sánchez de Lizarazo. Fol 46v. El texto está modernizado.

Horno de aceite de enegro en Ujué, Navarra

Horno de aceite de enebro. Ujué (Navarra)

Carmen Romeo Pemán

Imagen principal. Actual pista forestal que recorre el monte de El Frago llamado Picaruela.