Clases en el carasol de Vicenta

A doña Simona Paúles, maestra de nuestras abuelas

Simona aprovechó que era un jueves muy soleado para pasar la tarde con sus alumnas en el carasol del Huerto de Vicenta. Sabía que, a esa hora, estarían allí las mujeres, unas hilando y otras remendando los pantalones de pana de los hombres. Con la luz del sol les salían mejor los zurcidos que por la noche a la luz de la vela.

Creyó que se le había ocurrido una buena idea. Así las madres verían cómo les enseñaba a sus hijas a coserse la ropa interior, mientras les leía unos cuentos que ella misma había escrito. Y, como en las casas se comentaban los pormenores del carasol, pronto se correría por el pueblo con qué maña manejaban los bolillos y bordaban sus iniciales, como habían hecho sus madres y sus abuelas en las sábanas de sus ajuares.

Los jueves por la tarde no había clase y el maestro echaba una larga partida de «subastao» con el cura y el secretario. Mientras jugaban, les decía que tenía pruebas de que la nueva maestra era una hereje.

Les relató, con pelos y señales, que el día que le llevó el Año Cristiano y la Flos sanctorum, los libros que las maestras anteriores leían en la escuela, se los había tirado a la cara. Y que, como pensó que era un arrebato por tener que dar las clases en la herrería, volvió otro día con La perfecta casada de Fray Luis de León. Y lo mismo.

Encima, desde que había llegado esta maestra, los chicos no querían rezar por las mañanas. Es más, le venían a él con que doña Simona no obligaba a las chicas, que las que no querían podían salir a la calle mientras ella rezaba. Y no era un embuste de zagales, que las había visto desde la ventana de su escuela  en corro delante de la puerta de la herrería. Cualquiera que pasara por allí, a la hora de entrar, podría oír cómo se desgañitaba la maestra con los padrenuestros y las avemarías, haciéndose la buena. Pero que a él no se la pegaba. Que, cuando le preguntó por el crucifijo, le dijo que lo no colgaba para que no se manchara con el hollín de las paredes. Y él sabía que eso era lo que hacían los masones, que arramblaban con las vírgenes y santos. Y vaya usted a saber si no habrá estado implicada en el robo del Niño Jesús de Praga que desapareció la de la iglesia la semana pasada.

Siempre que se caldeaba el ambiente, Rosendo salía del mostrador limpiándose las manos en el guardapolvo gris y se acercaba a ver cómo iba la partida. Después de indicarle al cura que echara el as de bastos se sentó en una esquina de la mesa y comenzó con sus habituales retahílas:

—¡Dónde se ha visto que unas alumnas manden más que la maestra! —Miró de frente al cura y al maestro, y continúo con su perorata— Si no tercian en el asunto, pronto se nos habrán subido a las barbas las crías, la maestra y las mujeres. Después de comer las he visto bajar a todas al carasol. Aún no han vuelto y ya se está haciendo de noche. Estoy seguro de que les va a sorber los sesos, mientras ustedes se encenegan con las cartas. A mí me va bien que sigan bebiendo coñac. Pero, si algún día me las tengo que ver con mi mujer y con mis  hijas y ustedes no han hecho nada, me cagaré en sus muertos.

Rosendo se calló cuando vio entrar al médico. Se levantó, volvió al mostrador para servirle un carajillo bien cargado de ron y, entre tanto, pensaba: “Con este no sé a qué carta quedarme. Unas veces critica a doña Simona y otras dice que con ella ha llegado un aire fresco a este pueblo. No sé, no sé. Este don Valero me tiene un poco mosca”.

Aún no se lo había servido, cuando oyó una algarabía que llegaba desde la calle. Asomó la cabeza por el ventanuco que había detrás del mostrador y pudo ver las caras de las chicas y las mujeres que se quitaban la palabra. La maestra las seguía en silencio, muy sonriente. Y a Rosendo aquello no le gustó.

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Simona Paúles Bescós (Aísa, Huesca, 1843-Petilla de Aragón, Navarra, ca. 1935) fue maestra de El Frago desde 1884 hasta que se jubiló en 1913. Esta hija de Romualdo y Jacinta, naturales y vecinos de Aísa, obtuvo el título de Magisterio en la Escuela Normal de Huesca en 1870. Se casó con Pedro Uhalte Alegre (Villarreal de la Canal, Huesca, 1852–Petilla de Aragón, Navarra, 1917), que también fue maestro de El Frago, y se instalaron en la Escuela de Niños. Tuvieron tres hijos, María Teresa,  Pedro y Esperanza. María Teresa estudio Magisterio, se casó con Bonifacio Guillén de El Frago y se instalaron en Sádaba. Pedro fue practicante de Petilla de Aragón y Esperanza murió a la edad de seis meses de una gastroenteritis.

Como en esa época no había un local para dar clase a las niñas, doña Simona ocupo cocinas y desvanes . Les enseñó primorosas labores y se las arregló para que casi todas sus alumnas asistieran a clase y aprendieran a leer, a escribir y a hacer cuentas. Mi abuela, Antonia Berges (1885-1950), solo recibía clases en su casa algún atardecer. Pero, aun así, tenía una letra primorosa y llevaba las cuentas de su casa. En el monte, cuidando cabras, se bordó un ajuar como pocas novias de El Frago. Doña Simona consiguió que su hija María Teresa, y las hijas del médico, Fermina y Cipriana Llanas, estudiaran Magisterio. Así me lo contaba Presentación Guillén (El Frago, 1902-1989), una de sus discípulas, que se había pasado la vida por los montes con mi abuela y guardaba honda memoria de su maestra.

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Pabla Presentación Guillén Guillén (El Frago, 1902-1989)

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Imagen destacada. Ricardo Compairé Escartín, Un carasol a comienzos del siglo XX. Publicada en «Fotos antiguas de Aragón» por Javier Redrado Marín.

La fotografía de Presentación Guillén me la ha cedido su nieto Chesus Asín. Es propiedad de la familia.

Carmen Romeo Pemán

21 comentarios en “Clases en el carasol de Vicenta

  1. Carmina dijo:

    ¡Cuánto me hubiera gustado estar en ese carasol!Pertenezco a ese ambiente y me identifico totalmente con las mujeres del relato,cogería un pedrusco y me sentaría a escucharlas sabiendo que estoy en mi mundo.

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  2. Merche Asensio dijo:

    Me encanta q con pinceladas breves caracterices a los personjes y ambientes. Y con sencillez y precisión, entran en mi corazón de modo entrañable y revivo algo d mi niñez en mi pueblo…
    Gracias, Carmen. Lo pasamos de rechupete con tus relatos…

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  3. Josefina López dijo:

    Es estupendo, Carmen, que rescates estas historias y recrees la vida cotidiana de los pueblos en épocas pasadas. De nuevo homenajeas a aquellas maestras que realizaron una labor admirable en condiciones muy difíciles. Es una delicia leerte, tanto por lo que cuentas como por la maestría con que lo haces.

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    • Carmen Romeo Pemán dijo:

      Josefina: tú y yo, alumnas de escuelas rurales, tenemos que agradecer que aquellas maestras nos pusieran en el camino del estudio. ¡Gracias por comentarme, amiga y compañera de claustro!

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  4. EVA dijo:

    Carmen, me gusta mucho leer tus relatos costumbristas. Con una prosa sencilla y limpia nos haces partícipes del amor que sientes por tu tierra y nos transportas con maestría a una época no tan lejana, pero sí muy distinta a la nuestra, con personajes entrañables que han dejado huella a través de las generaciones. Un abrazo.

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  5. Adela Castañón dijo:

    Mi Carmen, ¿qué puedo decirte que no te haya dicho ya? ¡Tengo la impresión de haber vivido en esos escenarios que tan bien nos recreas! Una vez más, has hecho un trabajo espléndido. ¡Enhorabuena, amiga mía!

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  6. Josean Uhalte Sevilla dijo:

    Soy José Antonio Uhalte Sevilla, maestro jubilado ya… pero por lo visto descendiente de Doña Simona y Don Pedro Uhalte. Nacido y criado en Petilla de Aragón.
    Agradezco tu blog y lo he leído con entusiasmo, sobre todo al releer varias veces lo escrito sobre mis bisabuelos. ¡¡¡Ya me gustaría a mi conocer algo más de sus vidas…!!! Como ves coincidimos en lo que ha sido nuestro trabajo…, aunque siempre por tierras navarras.
    Gracias por tus letras y quedo a cualquier cosa que desees conocer. Te recuerdo que otro paisano oscense, pero nacido en Petilla es nuestro tesoro original y universal: Don Santiago Ramón y Cajal. De él tenemos una magnífica Casa Museo. Quedas invitada. Saludos

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    • Carmen Romeo Pemán dijo:

      José Antonio, gracias, muchas gracias por pasarte por aquí y por este magnifico testimonio.
      Tendríamos mucho que hablar sobre tus bisabuelos, los verdaderos impulsores de la cultura en en El Frago. Sembraron buena semilla y en terreno abonado.
      Tengo bastantes noticias de archivos y también muchas lagunas. Pero me tienen realmente cautivada.

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  7. Pedro Aznárez Sánchez ( Guillén) dijo:

    ¡¡Hola!! y anodadado estoy, al haber encontrado semejante escrito en internet ( voy a sumar aún más cuando diga que casi todo está en la web).Soy bisnieto de Teresa y en estos días veraniegos más relajados, me suele dar por investigar cuestiones familiares sobre antepasados. La historia que yo sé es la siguiente: Simona hubo de «bajar» a Sádaba por la muerte de su hija Teresa y su marido Bonifacio entre 1928 y 1920 a causa de la mal llamada gripe española.Dejaron huérfanos a mi abuela Marcelina y sus hermanos José y Julián, con entre 12 y 18 años de edad. Simona puso los reales para construir una casa en el ensanche de la localidad ( El Paseo) y desde hace unos 100 años es nuestra casa familiar. La guinda la pone que tenemos el título de maestra nacional de Teresa, como oro en paño, en el salón de la casa.Hace 2 o 3 veranos pude acudir al ayuntamiento de El Frago a visionar los libros de esa época y logré encontrar datos sobre el apellido Guillén que llevaban a Lacasta. Desde aquí quiero mandar un saludo a mi «pariente» Petillense José Antonio Uhalte, con el que aún hay una pequeña familiar a través de su hermana Nieves.
    Espero seguir en contacto con este magnífico lugar virtual, e intercambiar información sobre nuestros valientes y sorprendentes antepasados.

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    • Carmen Romeo Pemán dijo:

      Y anonadada me dejas a mí. En muchos sitios de este blog hablo de Simona Paúles y de Pedro Uhalte, una pareja carismática de maestros de El Frago. Los maestros de mis abuelos. No sé si lo llegué a publicar un relato sobre Teresa. Me la imaginaba con unos ojos azules y trenzas de oro.
      Desde que se fundó el Registro Civil, tengo los datos de los Guillén de El Frago. Hay varias ramas. Pero Bonifacio Guillén Luna pertenecía a los Guillén de la plaza. Tenía una amplia red parentescos en El Frago. Presentación Guillén, una alumna de doña Simona, cuya foto ilustra este relato, era sobrina de Bonifacio.
      De la historia de Sádaba no tenía ni idea. Tampoco de la muerte de Teresa y Bonifacio. Me guardo estos datos como oro en paño. Gracias infinitas aparecer por aquí.

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  8. Pedro Aznárez Sánchez dijo:

    Hola de nuevo, tenemos al menos un par de fotos de los protagonistas, una de Simona y otra de Teresa y su familia, si es posible las subiría a este blog. Precisamente tengo intención hace un tiempo de intentar obtener información en Aísa sobre Simona. En la época de mi niñez fuimos alguna que otra vez a visitar a la familia de El Frago, » los del bar», mi padre era de tener mucha relación con los parientes, y también en Luesia teníamos visita a mi tía Asunción » la fragolina» casada allí y de la misma rama familiar. Saludos

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