Desde la ventana

Emilia se peina el cabello delante del espejo.

En la calle se oye un estallido y un grito ahogado que le eriza la piel. Se pone de pie y aparta con fuerza la silla del tocador. Corre hacia la ventana y asoma la cabeza para ver qué pasó.

En la esquina ve un automóvil que ha atropellado a una mujer. Su cuerpo ha quedado tendido en medio de la calle. Lleva un traje ejecutivo de color gris y unos zapatos rojos de tacón puntilla. “Yo tengo unos zapatos iguales”, piensa.

Tiene el pelo tan enmarañado que no se le puede ver el rostro. Emilia siente una punzada en el corazón y se lleva la mano al pecho. El cepillo se le cae de la mano y rueda por el suelo. Siente como si el alma le abandonara el cuerpo.

Sacude la cabeza y algunas gotas de sudor se le escurren por la sien. Se pasa las manos temblorosas por la frente. Todo comienza a dar vueltas a su alrededor. Mientras respira siente que el aire sale con fuerza, como si hubiera estado aprisionándolo en su boca todo el día. La imagen de la calle es aterradora, pero no tiene fuerzas para alejarse de la ventana. Desde el tercer piso, mira cómo las personas se abren camino con prisa, cómo tropiezan unas con otras y gritan despavoridas.

Un corrillo se forma alrededor del conductor que, sentado sobre el andén, oculta su cabeza entre las piernas. A pesar de la distancia puede ver que se le escurren las lágrimas por la cara. El hombre no hace ningún esfuerzo para contenerlas. Es comprensible, acaba de arrebatar una vida.

¿Qué se sentirá cuando se le quita la vida a otro ser humano? ¿Y qué sensación producirá ver cómo se entumece cada extremidad con el último aliento?

“Pude ser yo”, piensa Emilia mientras abre más la ventana para observar mejor. “Ese cuerpo sin vida pudo ser el mío. ¡Pobre mujer! Salió un día más a trabajar y jamás pensó que la muerte la alcanzaría en una esquina. ¿Y si soy yo? ¿Y si en el instante en el que sentí que mi alma volaba del cuerpo estuviera dejando atrás una de mis vidas? ¿Y si cada accidente que ocurre cerca de nosotros es realmente el nuestro? Siempre me he preguntado por qué todas las cosas horribles del mundo les pasan a los demás y nunca me han pasado a mí. Si esa persona que está tendida en la calle soy realmente yo, o una parte de mí: ¿no sería una oportunidad para comenzar de nuevo? El cuerpo de la mujer se ve como si estuviera dormida, tranquila, como si nada la perturbara. Sería fascinante tener esa paz”.

Emilia no puede dejar de pensar que una de sus vidas pudo quedar en el cuerpo de aquella mujer. Pero no sabe si fue la última o quizá la primera. Antes había sentido esa misma sensación de abandono y se había hecho la misma pregunta sin obtener una respuesta, pero no entendía por qué esta vez se sentía tan diferente.

“¿Qué pasará con la vida de los demás cuando no están formando parte de mi realidad? ¿Sus vidas de verdad existirán? ¿Vivirán en un mundo paralelo o solo dejarán de existir por unos instantes? Todo cobra sentido cuando forman parte mi mundo. Lo que hagan en mi ausencia lo desconozco, es como si toda su existencia fuera una ilusión”. Emilia se pasa la mano por el cabello mientras explora las posibilidades.

La madre de Emilia se acerca a la ventana para ver más de cerca lo que ha ocurrido en la calle. Un grito desgarrador se oye por toda la casa.

Sofía sale a toda prisa y, sin darse cuenta, deja la puerta abierta. Tiene puestas unas sandalias y el delantal de la cocina. Estaba cocinando una paella para Emilia, su favorita. Se abre camino entre la multitud y se pone de rodillas junto al cadáver. Recoge con sus manos el cabello de la mujer para verle el rostro. Le toma con fuerza la mano sin vida y se la lleva al pecho. Las lágrimas salen a raudales y se deslizan por sus mejillas mojándole el cuello.

–¡Mi Emilia!

 

Mónica Solano

Imagen de Polski

 

7 comentarios en “Desde la ventana

  1. Curro Jimenez dijo:

    Intrigante relato. Muy bien hecho y muy conseguido el efecto perseguido. Me da miedo pensar como Emilia. Tengo que hacer grandes esfuerzos para rechazar un montón de pensamientos que pretenden abrirse paso en mi mente. Y todos como el de Emilia. ¡Fuera, fuera! He de parar el pensamiento. ¡Fuera, fuera! Lo he conseguido. Pero, antes lo habías conseguido tú, Mónica. Enhorabuena

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    • Mónica Solano dijo:

      Muchas gracias por tu comentario 🙂 Me encanta que te haya gustado. Y, la verdad, a mi también me da miedo pensar como Emilia 🙂 Gracias por leerme. Besos.

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  2. Adela Castañón dijo:

    Querida Moni: tienes el don de sacar magia hasta de debajo de las piedras. En tus letras, el relato más prosaico adquiere algo único que lo hace brillar con ese fulgor que solo pueden tener los cuentos de hadas y las historias maravillosas. ¡Adoro tu escritura, amiga! Un beso enorme.

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  3. Ernesto Capuani dijo:

    Felicidades por el blog y felicidades por el día de las “Mónicas”

    No sé si ya te he comentado estas obras literarias pero, por si pueden contribuir a tus inquietudes, te recomiendo estos dos libros:
    a) El libro de aforismos “Miradas sinceras, ojos eternos”. En internet puedes sacar información.
    b) La novela breve «La sombra de los artistas».
    c) El libro de poemas “El clown de la imaginación”
    Un saludo y felicidades. https://ernestocapuani.wordpress.com/

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    • Mónica Solano dijo:

      Muchísimas gracias por tus buenos deseos y muchísimas gracias por leerme. Me encantan tus recomendaciones. Ya las anote en la lista de libros imperdibles para este año 🙂 Pronto me pasaré por tu blog. Besos.

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