Hoy, en Pido la Palabra, tenemos el gusto de compartir con vosotros un relato que su autora, Vanesa Sánchez Martín-Mora, ha publicado hace poco en Moon Magazine. Vanesa nació en 1982, en un rincón de Extremadura, y ha sido alumna de técnicas narrativas del escritor y profesor Néstor Belda. Como ella misma nos cuenta, «siempre he sentido una gran pasión por las historias que duermen entre las tapas de un libro, pero fue hace poco cuando decidí que era hora de contar las mías».
Le agradecemos que haya querido visitar nuestro blog para traernos esta historia que es breve en palabras, pero intensa en contenido. Y seguro que la disfrutaréis tanto como nosotras.
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MAMÁ NO SE ESCONDE
Cuando lo he oído llegar dando golpes como siempre, he corrido a esconderme. Esta vez he cambiado de escondite porque casi siempre me encuentra, y cuando lo hace, al día siguiente, no puedo ni moverme. Ha preguntado: “¿Dónde está mi cena?”, y ha tirado la cazadora al sillón que hay cerca del televisor, en el que no nos deja sentarnos ni a mamá ni a mí. Mamá está en la ducha, no creo que lo haya oído. Hace unos minutos me ha dicho: “ponte el pijama, cielo”, y ha entrado corriendo al baño. Sabe que algunos días papá tarda en acostarse y tengo que dormir en mi escondite. Cuando llega se enfada si no está aseada para encerrarse con él en la habitación durante un rato. Y cuando pasa eso, los golpes que le da a mamá son más fuertes. Mamá siempre me dice: “tranquilo, cielo. No duelen mucho”. Pero sé que no es verdad. A mí me duelen que te cagas. Hoy, desde donde me he escondido, puedo ver la puerta del baño. Papá la ha roto de una patada, ha sacado a mamá de la bañera, la ha agarrado del pelo y le ha dicho: “eres una hija de puta con suerte porque vengo muy cachondo”. No sé lo que significa puta, pero se lo dice todos los días. A lo mejor no es algo malo y se lo diga para que mamá no llore tanto. Papá ha dado tal portazo al entrar en la habitación que se han movido las perchas que hay encima de mi cabeza. Sé que ha sido él. Últimamente mamá no tiene fuerzas ni para sujetarme la mochila cuando me recoge en el cole. Estoy oyendo mucho ruido. Es raro. Cuando se encierran en la habitación no suelo oír nada. Papá acaba de decir: “verás como ya no te quejas más, zorra”, y ha salido de la habitación. Lo sé porque le he visto cruzar a la cocina. Se ha manchado la ropa de algo rojo. Se acaba de sentar en su sillón con un botellín en la mano. A mamá ya no la oigo, seguro que se ha quedado dormida de cansancio.
Vanesa Sánchez Martín-Mora
Imagen: Pixabay
Es un gran acierto la elección del narrador. Los acontecimientos resultan más desgarradores desde la mirada del niño.
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Gracias, Vanesa, por esta perla que hace brillar más nuestro collar de relatos de Mocade. Tratas un tema siempre candente y doloroso con una sensibilidad que llega al fondo de cualquier persona que la lea. Enhorabuena, amiga.
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No había tenido la oportunidad de comentarte y me moría de ganas por decirte que es un relato ¡fascinante! Me encanta la honestidad con la que está revestido. Es muy profundo y, como mujer, me dió un escalofrío tremendo cuando terminé de leerlo. Puede ser solo una historia, un cuento, pero también es la realidad de muchas mujeres en el mundo, eso lo hace aún más intenso. Me encantó el narrador que utilizaste para darle vida, su ingenuidad le da una cadencia que me atrapó desde la primera hasta la última línea. Gracias por compartir tu imaginario en Mocade. Besos 🙂
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