Se veían todos los días durante un trayecto de siete paradas, cuando viajaban en la línea 12 de metro, entre las ocho y las ocho y media de la mañana. Si sus miradas se cruzaban, la timidez que compartían sin saberlo hacía que los ojos de ella volaran hacia el techo y los de él se refugiaran tras los párpados cerrados, fingiendo dormir.
Uno de los pocos días que los dos libraban en sus trabajos coincidieron en la fiesta de cumpleaños de un conocido común. Se reconocieron. Dudaron. Terminaron por acercarse casi a la vez. Se sonrieron. Al final, hablaron sin hacer caso de los demás invitados.
A partir del día siguiente, se sentaron juntos en el metro. Ella cogía esa línea para ir a su trabajo diario. Pasaba más de doce horas cuidando a una persona mayor que vivía sola. Él cogía la misma línea cuando salía de servir copas y pinchar discos en un local de moda durante toda la noche, cuando terminaba su jornada y regresaba a su casa para descansar.
La alondra y el búho, como el sol y la luna o como la noche y el día, vivieron su historia en momentos que duraron lo que tarda en amanecer o en ponerse el sol. Porque a veces basta con eso y una historia se escribe en capítulos cortos, aunque cada uno de ellos dure solo media hora.
Adela Castañón
Imágenes: Pixabay
A veces las historias más bonitas son las que duran menos de un día. Me ha gustado mucho.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias, Azurea. Cantidad no es siempre sinónimo de calidad. Una de mis novelas favoritas es Los puentes de Madison County (la película también me gustó) porque creo que narra una historia de amor increíble aunque solo durase cinco días, si la memoria no me falla.
Me gustaMe gusta
Una fábula fantástica sobre ese breve encuentro cotidiano desde el que brota el amor. Me ha recordado a muchos pasajes de la mitología clásica, en concreto a una de las Metamorfosis de Ovidio, en las que los amores de las aves son paradigmas de amores humanos.
Ha sido una delicia leer y paladear este manjar. Un beso, amiga.
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Ay, mi Carmen querida! ¡Una comparación de altura, madre mía! Mil gracias, amiga, por caminar a mi lado en este mundo de letras. Un abrazo enorme.
Me gustaMe gusta
Solo hay que saber atrapar esos instantes y tatuarlos en un papel. A la altura de pocas como tú.
Un abrazo, Adela. Seguimos volando.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias, Margarita. Que una escritora de altos vuelos como tú me regale estas palabras es un regalo precioso. Un abrazo grande.
Me gustaLe gusta a 1 persona
No se si soy el que ha terminado de trabajar o la que va a empezar a hacerlo pero tienes la virtud de hacerme creer protagonista. Hasta he dado un beso. Maravilloso como siempre, querida amiga. Un beso enorme
Me gustaLe gusta a 1 persona
Querido Curro: da igual ser alondra o búho. Lo importante es no dejar pasar los minutos en los que el sol brilla de manera especial. Gracias por todo, ¡te tengo que querer! Otro beso enorme para ti.
Me gustaMe gusta