La piel es mi muralla, mis ojos, las almenas que vigilan la torre y que vierten al foso las lágrimas de sal que a salvo me mantienen cuando llega el ocaso, con su hora mágica de sueño entre dos luces. Mi cuerpo es el castillo que guarda entre sus muros mis tesoros: los recuerdos perdidos, sueños encadenados que como prisioneros en sus celdas intentan escapar y romper las amarras que los tienen atados, las cadenas del miedo, de las indecisiones y las dudas que no dejan que vuelen. Y el alma, igual que una princesa en su castillo, permanece encerrada, ajena a los susurros que llegan desde fuera, inmóvil, sorda y ciega. Pero hay recuerdos que vuelan por el aire, ese aire que se cuela por huecos traicioneros que la memoria deja. Y entonces, en mis sueños, los deseos olvidados se despiertan, susurran sus anhelos, y mi alma, que estaba acobardada, se convierte en el dragón más fiero que ruge y lanza llamas y aviva con su fuego la guerrera que vive en mi interior. Y despierto y me pongo de nuevo la armadura brillante del amor. Igual que una amazona elijo mi armamento, mi escudo es el papel y mi espada es la pluma. Y la tinta que vierto cuando escribo es mi sangre gritando que te quiero. ¡Que error es encerrarse en un castillo por pensar que la vida está allí a salvo, sin comprender que lo que es más hermoso se muere allí encerrado! No sé bajar el puente levadizo, y carezco de alas para escapar volando. Si trato de nadar para cruzar el foso me hundiré en una ciénaga de llanto. Por eso, por no poder huir a buscarte en los bosques y en los prados, escribo estos poemas que ayudan a romper el muro de dolor que tiene al corazón aprisionado.
Adela Castañón
Imagen: Stefan Keller from Pixabay
Qué belleza y profundidad alcanzas con la metáfora-símbolo de el castillo, de tanta raigambre poética.
Con tu nuevo decir y tu experiencia traspasas y renuevas los tópicos.
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Mi querida Carmen: sin ti, sin tu apoyo y tu compañía jamás habría llegado tan lejos en nuestra andadura compartida por las letras. Aunque te dijera gracias mil millones de veces, me quedaría corta. Un abrazo, amiga.
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