Mi abuela, la epiléptica

#relatofragolino

De las fragolinas de mis ayeres

Cuando era niña, muchas veces recorrí el camino de Lacasta a El Frago con mis padres. Un día hicimos el viaje en una burra vieja y tardamos más de tres horas en recorrer una legua escasa. Íbamos a ver a mi abuela. Tenía una enfermedad rara y la semana anterior había acudido a Jaca con la ilusión de que santa Orosia la curara con un milagro.

Según el médico de El Frago, sus ataques de epilepsia iban en aumento. Pero el cura no estaba de acuerdo. Que no, que no estaba bien llamar ataques epilépticos a las sacudidas del demonio. Y no había otra solución. Había que sacarlo del cuerpo. Él probó con exorcismos y no lo consiguió. Por eso mandó a mi abuela a la procesión de los endemoniados de Jaca.

—Pero, mosén, ¿cómo voy a tener el demonio dentro si no he pecado y además me confieso todos los días? —protestaba mi abuela cada vez que se confesaba.

—Anda, Macaria, que no te enteras. ¿Te parece poco? ¿No ves que te has casado con el viudo de tu hermana? ¿No te das cuenta de que te has precipitado y no has dado tiempo a que se apriete la tierra de su sepultura?

—Mosén, yo creo que eso no es pecado.

—No sé quién ha inventado esas patrañas. El matrimonio no acaba con la muerte. Ni los viudos ni las viudas se pueden volver a casar. Y así fue siempre, hasta que llegaron los sarracenos a España.

—¡Ave María Purísima!

—No me vengas con tontadas. Tú le entregaste tu cuerpo a Satanás el día que fuiste al altar. Y algo sospechabas. Que te casaste medio a escondidas, a las seis de la mañana. Y no invitasteis a nadie a la boda.

—¡Jesús, José y María!

—Macaria, tienes que sacarte al diablo del cuerpo. No puedes seguir así en el pueblo. Que intentará usarte y destruirá las virtudes de nuestras tradiciones.

—Mosen, yo no me dejaré.

—¿Es que no lo ves? ¿No te das cuenta que él te incitó a esta boda prohibida?

Al día siguiente el abuelo ensilló la yegua blanca y ayudo a mi abuela a sentarse a la mujeriega. A continuación subió él. Antes de mediodía ya estaban en la procesión de Jaca. Al llegar, mi abuela se unió al grupo de las posesas, que así llamaban a las que se les había metido el diablo dentro. Casi siempre eran solo mujeres. Iban todas detrás de la peana que llevaba las reliquias de la santa. Antes de empezar a caminar, unos hombres con roquetes les ataron cordeles a los dedos. El demonio abandonaría a las posesas si conseguían meterse debajo las andas y, con grandes retortijones del cuerpo, como los que hacen las serpientes, se quitaban los cordeles. Pero si les quedaba algún dedo atado, como le sucedió a mi abuela, no se sabía qué pasaría después.

Cuando la abuela nos oyó llegar, bajó corriendo a la calle, me abrazó y me dio un beso. Pero yo me escabullí en cuanto pude. Es que noté que de su boca salía una tufarada de azufre. Por lo menos así llamaba mi madre a unos polvos que echaba en los geranios y que olían a huevos podridos.

—Alodia, hija mía, ¿qué tal viaje habéis hecho? —me preguntó mi abuela.

Cuando mi madre vio que no le contestaba y me apartaba enfurruñada, me dio un cachete y me dijo:

—Haz el favor de ser más amable con la abuela. Nos lleva esperando todo el día, y tú te portas como una malcriada y una grosera. ¿Quién te ha enseñado esos modales?

—No le riñas a la niña, que llega cansada del viaje —terció la abuela.

Entonces me vino a la cabeza el cuento de Caperucita y le iba a preguntar: “Abuela, ¿por qué tienes una voz tan ronca?” Pero me contuve. No me quería ganar otro coscorrón de mi madre.

Me quedé jugando en el patio mientras todos hablaban en la cocina. De vez en cuando escuchaba detrás de la puerta. Hablaban de demonios en voz muy baja. No sabían por qué la abuela no pudo soltarse un dedo en la procesión. Yo contenía la respiración, pero me daban ganas de hablar. Estaba segura de que en lugar de salir el demonio del cuerpo había salido mi abuela. Y ahora teníamos en casa en al mismísimo Belcebú.

Cuando acabaron la conversación, me llamaron para cenar. Me senté en una esquina junto a mi madre. No sabía por qué, pero me temblaba todo el cuerpo. La abuela sirvió la sopa muy caliente, como le gustaba a mi abuelo. Nadie se dio cuenta, pero yo vi que la uña del dedo meñique le había crecido mucho y que la metía en las escudillas de la sopa. Ella lo disimulaba inclinándose para que no se no lo notáramos. De repente, me dio una arcada y vomité delante de todos.

Mi madre se enfureció y me mandó a la cama sin cenar. Mi alcoba estaba al final de un pasillo largo. Me dieron una palmatoria. Antes de llegar a la habitación, noté que un aliento que olía a huevos podridos me recorrió el cuello. Se me apagó la vela y di un grito. Al momento vino mi madre fuera de sus casillas.

—¡Alodia, tú siempre tan teatrera! Anda, duerme y no nos des más la lata.

Me arrebujé entre las sábanas. Desde mi cama veía la silueta de la torre recortada por la luna. Hasta mi habitación llegaban los sonidos de las campanas cuando el reloj daba las horas. A media noche todo se impregnó de olor a azufre. Pensé que me iba a asfixiar. Al final me dormí pensando que a la mañana siguiente le pediría al abuelo que me acompañara a ver de dónde venía el olor.

No hubo mañana siguiente. Era como si mi abuelo nos hubiera esperado para despedirse. En la madrugada oí la voz del médico.

—No se puede hacer nada. Me han llamado demasiado tarde. Cuando he llegado ya había inhalado demasiado azufre.

Me levanté y asomé la cabeza entre la gente que rodeaba la cama del abuelo. Junto a la cabecera, sentada en una silla de anea, estaba la abuela tapada con un mantón negro. Solo le vi el pico de la nariz y el dedo meñique con un trozo de cordel incrustado en la carne.

Me santigüé y en voz alta le recé a santa Orosia. Le pedí que librara a mi abuelo del Maligno. Entonces la abuela empezó a hacer aspavientos, como si también ella se fuera a asfixiar. Mi madre se volvió hacia mí.

—No vuelvas a aparecer por aquí. Los niños no pueden velar a los muertos.

Velas para los muertos.

Cestos con velas para el Día de las Ánimas. Foto: Ricardo Mur, «Pirineos montañas profundas», 2003.

rayaaaaa

Imagen del Comienzo. 1918. Nueno, Huesca. El abuelo Auqué y una mujer, sentados en la puerta de Casa Auqué. Foto de Rircardo del Arco Garay. Fototeca de la Diputación de Huesca. Publicada en FB en el grupo Fotos antiguas de Aragón.

Carmen Romeo Pemán

Los viajes de Polonia

#relato

De las fragolinas de mis ayeres

En la duermevela Polonia pensaba cómo había llegado hasta allí, desde el día que,  pasada la medianoche, se escapó de casa. Y  todo porque aquella tarde oyó a su madre que le decía a su padre que ya le había llegado la regla y  tenían que casarla pronto. Que las hijas solteras daban muchos quebraderos de cabeza. Además, aún les quedaban muchas bocas que alimentar.

Ese mismo día por la mañana había oído gritar por las calles:

—A componer sillas, el silleeero. Apresúrense, señoras, que es el último día.

Era la señal de que los gitanos, que llevaban varios días en la arboleda, iban a levantar el campamento.

Sin pensárselo dos veces, se levantó, salió en camisón y cogió el camino del puente. Cada vez que oía un ruido intentaba correr, pero avanzaba poco, que no estaba acostumbrada a andar descalza.

Cuando se acercó a la carreta se le echaron dos perros encima. Detrás llegó un chico de unos quince años, los cogió por el cuello y les hizo caricias en el lomo. Miró a Polonia y le preguntó:

—¿Te has perdido? —A la vez que le miraba las heridas de los pies.

—No, no —respondió Polonia con  resuello—. Es que no quiero seguir en mi casa. Me quiero ir con vosotros.

—¿Qué dices?

—Lo que has oído.

—¿Cómo te llamas?

—Polonia. ¿Y tú?

—Pues no lo sé. Todos me llaman Mundo. No sé si de Segundo o de Segismundo, que los dos son nombres corrientes.

Mundo cogió a Polonia de la mano y la ayudó a subir al carromato.

—¡Chist!, ¡chiss!, ¡chsss! A ver si no despertamos a nadie. Si te arrepientes, tiene que ser ahora. En menos de dos horas arrancaremos. Y, como este viaje no nos ha ido bien, mi padre dice que no volveremos más a este pueblo.

Se acostaron encima del saco de la paja de las mulas. Polonia temblaba, pero se quedó dormida cuando una mano la acarició con suavidad.

Al amanecer, el padre de Mundo los descubrió. Entonces Polonia le dijo que era una de las hijas del alcalde y que se quería ir de su casa.

—Así que eres hija del que nos ha denunciado por robar tomates en un huerto. —Le salía espuma por las comisuras de los labios—Sal ahora mismo de aquí, ¡zorra! Que antes de llegar a Luna nos detendrá por haber robado a su hija. —Abrió el toldo y la tiró al camino de un empujón.

Aún no se había repuesto del golpe, cuando pasó una caravana de trajineros y les pidió que la dejaran ir con ellos. Que se le habían roto las alpargatas y no había podido seguir a los pastores con los que bajaba desde Monte Alto. Estaba segura de que ya estarían cerca de Gurrea. Le pusieron unas abarcas, le dieron un trozo de pan seco y la dejaron dormir hasta Gurrea.

Allí se bajó y callejeando llegó a las afueras donde se encontró con una mujer que iba a coger el tren. Le contó lo mismo que a los arrieros y, además, que sus padres estaban de criados en Zaragoza, en casa de un ganadero que tenía los corrales cerca la estación. Y siguieron hablando hasta que oyeron el pitido del tren.

—Bueno, pues convenceremos al revisor. A ver si te deja viajar sin pagar. Ya verás como sí.

Ya en Zaragoza, justo al salir de la estación, se despidió de la mujer de Gurrea y se dirigió al Puente de Piedra. Pero antes de llegar, unos mozos muy jaraneros le dieron un susto. Así que, aunque las abarcas le estaban grandes, corrió que se las peló hasta que llegó al Pilar. Se notaba cansada y con dolor de estómago. Se sentó en el suelo y comenzó a pedir en la puerta del templo. Al momento unos mendigos la echaron a muletazos.

—¿Qué te has creído? Llegas la última y te saltas la cola. Además tú no estás tullida y puedes trabajar —le dijo uno que hacía alarde de sus muñones.

En eso estaban cuando una señora, con mantilla de blonda y rosario de nácar, echó una moneda al primero de la fila y siguió adelante.

—¿No necesitará usted los servicios de una doncella? —le dijo Polonia, cortándole el paso—. Sé hacer de todo. Y tengo muy buena mano para los niños.

Hablaron un poco al paso de la señora. Polonia la siguió hasta los bancos y se quedó junto a ella, durante la misa. A la salida volvió a seguirla. Como la buena mujer notó que Polonia ponía mucho interés, le dijo que vivía cerca y que podría cuidar a su niño de pocos meses a cambio del alojamiento. Eso sí, tendría que dormir en un camastro junto al lavadero. Y que si se portaba bien, como había hecho en misa, la dejaría asistir con las otras criadas a las escuelas dominicales.

Una mañana, cuando apenas llevaba una semana de niñera, al salir de casa con el crío, reconoció a uno de El Frago. Se dio cuenta de que él también la había visto y miraba fijamente el número de la casa. Así que cruzó la calle, en una esquina de la plaza más cercana abandonó el carricoche con el niño dentro y puso pies en polvorosa. Las otras niñeras dieron la voz de alarma. La señora buscó a los mozos de asalto y la denunció por haber atentado contra la vida de su hijo. Antes de llegar al Puente de Piedra, la detuvieron y la llevaron a un calabozo. A los dos días, estaba pensando en cómo escaparse a Barcelona, cuando se abrió la puerta de golpe y vio que se le acercaba un bulto. Enseguida reconoció la voz de su padre.

Hicieron el camino de regreso en silencio. Su padre no paró de gritar y azotar a las mulas. Desde ese día Polonia supo que pronto la casarían con un hombre de otro pueblo, que en el El Frago  había cogido fama de moza brava. Y también supo que su nuevo viaje no sería a tierras lejanas.

Carmen Romeo Pemán

 

Imagen. Carro de El Frago. Tarjeta postal. Foto de Ricardo Vila.

Escuelas dedicadas a maestras

#nuestrasmaestras

A Gloria Álvarez Roche, Cristina Baselga Mantecón, Concha Gaudó Gaudó e Inocencia Torres Matínez. Mucho más que amigas. A ellas les debo parte de este y de otros trabajos.

Entrega Premios.1

El caso de Zaragoza

En el siglo XIX y principios del XX las escuelas recibían el nombre de la calle que las acogía. Así la escuela de la calle de las Armas, angular con la calle de la Golondrina, se llamó Escuela de las Armas, y también de la Golondrina, y a sus alumnas las golondrinas. Y lo mismo ocurría con la del Buen Pastor, en la calle del mismo nombre, y con la del Castillo, en un espacio que había pertenecido al Castillo de Palomar.

En Zaragoza, esta costumbre empezó a cambiar con el nacimiento de los grupos escolares de enseñanza graduada y la desaparición de las escuelas unitarias.

En 1914 el Ayuntamiento condecoró a Eulogia Lafuente, a Rosa Arjó y a Marcelino Lopez Ornat, y acordó poner sus nombres a tres grupos escolares de la ciudad. En 1919, a propuesta del concejal señor Faci, eligieron el nombre de dos maestras, Andresa Recarte y María Díaz, para dos escuelas.

A lo largo de un siglo se han ido bautizando los grupos escolares de la ciudad, pero solo siete han llevado el nombre de una maestra. A las anteriores les siguieron Ana Mayayo en 1969, Gloria Arenillas en 1981 y Patrocinio Ojuel en 2019.

En la mayoría de los centros optaron por nombres de maestros, como Cándido Domingo o Joaquín Soler, o por nombres de hombres célebres como Gascón y Marín, Joaquín Costa o Miguel de Cervantes.

A continuación expongo las semblanzas de las siete maestras que merecieron las placas en las puertas de las escuelas. La historia de estas mujeres, destacadas en su tiempo, se ha ido diluyendo con los años y, por eso, hoy nos cuesta recuperar las trayectorias de sus vidas y la memoria de sus trabajos.

rayaaaaa

Gloria Arenillas Galán (Zaragoza, 18 de noviembre de 1910-Zaragoza, 25 de febrero de 2005).

Gloria Arenillas.

El periódico La Voz de Aragón se hacía eco del triunfo obtenido por la asilada señorita Arenillas en los Cursillos de Magisterio de 1932. El presidente daba cuenta de su  éxito en las oposiciones, fue el número uno, y proponía que se le concediera el derecho a ocupar la primera vacante que se produjera en el Hospicio, cuando se renovara la enseñanza en el centro. (La Voz de Aragón, 18/12/1932).

En 1948 estaba destinada en la escuela de San Juan de Mozarrifar, cuando se adscribió al barrio del Cascajo. Posteriormente fue directora del Colegio Cándido Domingo, en el Arrabal, hasta que se jubiló.

En 1974 el Ministerio le concedió el ingreso en la orden de Alfonso X, en atención a los servicios de mérito extraordinario prestados como maestra nacional.

Colegio Gloria Arenillas

Gloria Arenillas en la Antigua Azucarera.

El actual Colegio Gloria Arenillas se construyó a finales de los años 70 en los terrenos de la Azucarera del Gállego, en el Arrabal. Al principio se llamó Colegio Nacional Mixto Urbanización Ríos de Aragón. En 1981, según Ángel López Folgar, que fue director del centro. se le puso el nombre de Gloria Arenillas, en recuerdo de la que fue directora del colegio Cándido Domingo, el otro grupo escolar del barrio. (Cfr. BOE, 7/10/1981)

Placa. Foto buena

Foto realizada en septiembre de 2019. Propiedad de Esther Carbó Carbonel, profesora del colegio Gloria Arenillas.

En 1919 las viejas escuelas del Arrabal, convertidas en un grupo escolar graduado, recibieron el nombre de Cándido Domingo, un célebre maestro.

rayaaaaa

Rosa Arjó Pérez (Huesca, 1876-Zaragoza, 1918)

Rosa Arjó-1

Doña Eulogia Lafuente nos habla de las satisfacciones que le ha dado la enseñanza. El día 6 de abril de 1914 le impusieron la Medalla de la Ciudad. En aquel acto le impusieron la Cruz de la Beneficencia a una discípula suya llamada Rosa Arjó, malograda en plena juventud, por su comportamiento heroico con unas niñas atacadas de tifus, entre las que se encontraba una hermana del actual jefe de la Guardia Municipal, señor Lloré. (Cfr. A. Ruiz Castillo, “Figuras zaragozanas. Entrevista a Eulogia Lafuente”. La Voz de Aragón, 03/09/1930)

Rosa Arjó Pérez era hija de Esteban Arjó Fraguas, un militar nacido en 1846, y de Amalia Pérez Mayo, nacida en 1852. Su hermano Esteban cursó el bachillerato en el Instituto Ramón y Cajal de Huesca, estudió Medicina en Zaragoza y fue médico titular de Alcampel, (Huesca). En 1934. Amalia Pérez, su madre de 82 años, María Arjó, una hermana de 56 años y profesión sus labores; y María Josefa, otra hermana, maestra nacional de 53 años, vivían en Zaragoza, en la calle Sobrarbe, 59.

Rosa estudió Magisterio en Zaragoza y comenzó a trabajar como auxiliar con Patrocinio Ojuel, la parvulista que introdujo el método Montessori en Zaragoza. En 1906, con la carrera recién acabada, la destinaron a Almazán (Soria), en 1907 aprobó las oposiciones y en 1908 llegó a la escuela El Castillo en el barrio de las Delicias, donde era directora cuando murió a los 32 años, víctima de la gripe.

En 1914 se casó con Julio Gargallo un contratista de obras de San Sebastián, que, en 1913, junto con Arturo Nicolás, llevó a cabo la construcción del edificio de la Caja de Ahorros de la calle San Jorge. El proyecto era de los arquitectos Ramón Cortázar y Luis Elizalde, también de San Sebastián. Julio Gargallo, además, era copropietario y consejero La Voz de Guipúzcoa, un periódico que vivió desde 1885 hasta 1928.

En 1915 nació su hija Ignacia. Y la niña aún no había cumplido tres años cuando murió su madre. Ignacia Gargallo Arjó se casó con Mateo Lacarte Álvarez, de una conocida familia de industriales zaragozanos. En 1933 Julio Gargallo residía accidentalmente en Zaragoza en casa de su hija.

Don Julio Gargallo está enfermo en casa de sus hijos los señores Lacarte Gargallo. (Cfr. La Voz de Aragón, 04/01/1933)

Rosa Arjó y las colonias escolares de verano

Desde 1912 tenemos noticias de su participación en las colonias escolares de verano. Ese año estuvo de directora de las de Biescas, y con ella fue de auxiliar su hermana Pilar Arjó, (Cfr. Gaceta de instrucción pública y bellas artes, 28/8/1912).

En 1913 fue a las de Segura de Baños (Teruel) con 30 niñas. A los pocos días de llegar se declaró una epidemia de tifus. Se evacuaron las niñas no afectadas, pero Rosa se quedó en Segura con las enfermas. Durante todo el tiempo que estuvieron allí las cuidaba y todos los días mandaba una crónica al Heraldo de Aragón para mantener informados a sus padres.

En 1914 el Ayuntamiento de Zaragoza, en el mismo acto que otorgó la medalla de oro de la ciudad a Marcelino López Ornat y a Eulogia Lafuente Querejeta, le impuso a Rosa Arjó Pérez las insignias de la Cruz de Beneficencia por su comportamiento en Segura de Baños. Ese mismo año, el ministro Francisco Bergamín, que había asistido al acto de Zaragoza, les concedió a los tres la Cruz de Alfonso XII.

El Colegio Rosa Arjó

Colegio Rosa Arjó

En 1914 el Ayuntamiento puso el nombre de Rosa Arjó a la escuela del Castillo, donde ella estaba destinada.

Durante la II República se construyó una nueva escuela nacional mixta, llamada Pablo Iglesias, al final de la calle de San Antonio. Esta escuela, junto con la de Andrés Manjón, venía a sustituir a las antiguas escuelas del Castillo.

Al comenzar la Guerra Civil. se quitó el nombre de Pablo Iglesias y se recuperó el nombre de Rosa Arjó para el nuevo edificio.

El año 2000 se cerró el colegio por falta de alumnos, pero el edificio se siguió llamando Rosa Arjó.

Allí están ahora el Consejo Escolar de Aragón (CEA), el Centro Aragonés de Recursos para la educación inclusiva (CAREI) y la Prevención de Riesgos Laborales, Junta de Personal y Confederación San Jorge (FAPAR).

rayaaaaa

María Díaz Lizardi (1856-¿?)

María, hija de Rafael Díaz y Narcisa Lizardi, era la mediana de seis hermanos. Pero, hasta ahora, he encontrado pocos datos sobre sus orígenes y su formación inicial.

María Díaz Lizardi. FOTO.1

Los comienzos profesionales

En 1890 estaba destinada de maestra en Zaragoza, con título superior, sueldo 2.000 pesetas, 8 años, 7 meses y 18 días de servicios, cuatro oposiciones. En 1891 iba la sexta en una lista de maestras propuestas para cubrir una vacante en una escuela de niñas de Madrid. Después estuvo destinada en Teruel, en Barcelona y en Tarragona, como maestra de la Escuela Normal.

1905-1926: veintiún años en la Escuela Normal de Zaragoza

En 1905 volvió a Zaragoza como Maestra de la Sección de Ciencias de la Escuela Normal de Maestras, donde ejerció veinte años, hasta que se jubiló en 1926.

Había asentado su vivienda en la plaza de Lanuza 20, cercana a la escuela del Buen Pastor, que lleva su nombre. Después de su jubilación mantuvo gran actividad en la Acción Católica de la Mujer de Zaragoza, donde figuraba como presidenta de la Sección de Magisterio.

Un incidente en 1908

No se sabe por qué motivo, en 1908 fue agredida por unas alumnas de la Escuela Normal. Y así se contaba en la Gaceta de Instrucción Pública:

SOBRE LA NORMAL DE ZARAGOZA Tenemos gusto en notificar a La Educación, nuestro estimado colega zaragozano, algún detalle de lo que ocurrió en la Normal de Maestras de Zaragoza en el mes de junio pasado. Doña María Guadalupe del Llano y Doña María Díaz Lizardi fueron dos profesoras agredidas. La primera en la calle al dirigirse a la Normal. La segunda dentro de la Escuela. Las citadas profesoras pueden informar a La educación, nuestro colega zaragozano, en lo relativo al nombre y número de las alumnas ofensoras. (Cfr. Gaceta de instrucción pública y bellas artes, 25/9/1908, p. 4).

Guadalupe del Llano Armengol, una profesora de la Escuela Normal de Maestras que, desde 1928 hasta 1931, fue directora de la Normal y jefe de la escuela de prácticas.

La Escuela María Díaz Lizardi

En 1919 se puso su nombre a la escuela de niñas de la calle el Buen Pastor. En una placa con su efigie aún podemos leer:

Homenaje de gratitud a la excelsa maestra que con gran abnegación guió a centenares de niñas hacia el bien y la instrucción. Sus discípulas perpetúan el nombre de quien les iluminó el corazón y la inteligencia con sus sabias enseñanzas y ejemplares virtudes. Zaragoza 21 de octubre de 1919. DOÑA MARÍA DIAZ LIZARDI

En 1929, se modificó el sexto grupo de la escuela nacional  María Díaz Lizardi. Hasta entonces tenía con cinco grupos grados. Y un sexto en régimen unitario.  Ese año pasó también al régimen graduado. (Cfr. La Voz de Aragón, 10 Marzo 1929)

En 1987 desaparecieron el colegio y el nombre. Hoy el edificio alberga el Centro de Formación de Profesores Juan de Lanuza.

rayaaaaa

Eulogia Lafuente y Querejeta (Roncal, Navarra, 1863-Zaragoza, 1932)

1930. Eulogia Lafuente. 1

Figuras zaragozanas. Doña Eulogia Lafuente, la mujer que estuvo 47 años al servicio de la enseñanza.

—¿Dónde ha ejercido los 47 años de profesión?

—En Zaragoza, todos en Zaragoza. He sido directora del Colegio de la calle de las Armas y del grupo escolar Gascón y Marín. ¡La de niñas que han pasado ante mí! ¡La de mujeres a quienes he enseñado de niñas! ¡Qué satisfacción tan intensa me proporciona pensar en esto! En mis primeros años de maestra solo existían en Zaragoza cinco o seis escuelas unitarias de niñas y teníamos una matrícula que no descendía de 130 y 140 alumnas. Y en estas condiciones, poco se podía hacer. (Cfr. A. Ruiz Castillo, “Figuras zaragozanas. Entrevista a Eulogia Lafuente con motivo de su jubilación”. La Voz de Aragón, 03/09/1930. De esta entrevista voy desgranando más cita en las líneas de este artículo).

Eulogia Lafuente se casó con Pedro Gómez Cuartero (Tabuenca, Zaragoza, 1857-Zaragoza, 1943), también maestro condecorado con la Medalla de Oro de la ciudad. Era hijo de una familia de agricultores y tiene dedicada una calle en su pueblo natal.

Pedro y Eulogia establecieron su domicilio en la calle San Miguel 52 y fueron padres de tress hijos: Eulogia y Pedro, profesores de la Escuela Normal de Zaragoza, y Mariano, médico. Y abuelos de cuatro nietos.

El día 6 de abril de 1914 Eulogia recibió la Medalla de Oro de la ciudad por ser maestra ejemplar y, ese mismo año, la de Alfonso XII:

Aquel acto fue brillantísimo y emocionante. También impusieron la misma distinción a aquel maestro de maestros que se llamó Marcelino López Ornat. Y la cruz de la Beneficencia a Rosa Arjó.

En abril de 1919, La escuela moderna publicaba el siguiente artículo:

Doña Eulogia Lafuente Querejeta ocupa la dirección de la graduada “Las Armas”, con título de Maestra  Superior. Ingresó por oposición. Posee muchos votos de gracias y comunicaciones laudatorias; está propuesta por la Junta Provincial para una recompensa especial por sus brillantes servicios docentes. Ha obtenido Medalla y Diploma de primera clase en Exposiciones, y la Medalla de Oro de la ciudad de Zaragoza en recompensa a su excelente labor profesional. Tomó parte como vocal en oposiciones y coadyuvó en exposiciones, conferencias, fiestas escolares.

Se jubiló en 1930, a los 67 años, sin cumplir la edad reglamentaria, por motivos de salud. En ese momento era la directora del Gascón y Marín.

He cumplido 67 años y la gente dice: doña Eulogia, se conserva muy bien. Y es que muchos de los que me conocen creen que tengo bastantes más años. ¡Qué se le va a hacer!

Doña Eulogia. Por Juan Moneva

Juan Moneva y Puyol (1871-1951), catedrático de Derecho de la Universidad de Zaragoza, fue un escritor de prestigio. Si tenemos en cuenta que don Juan no se prodigaba en este tipo de alabanzas, debió ver grandes virtudes en doña Eulogia. Por razones de espacio, solo reproduzco algunos fragmentos y he omitido el signo convencional (…) de corte, para facilitar la lectura. En ningún caso los fragmentos quedan descontextualizados.

Mi primera memoria de maestras y maestros de la escuela pública de Zaragoza son doña Estefanía Castaños, aragonesa, notabilidad en su tiempo, pensionada por la Diputación. Don Epi- y doña Boni-, él –fanio y ella –facia, abnegada conyugia, que consumió su vida en educar párvulos. Doña Eugenia Azcoaga y Tellería, baska, creo que bergaresa, de faz sin pizca de hermosura, pero que se le iluminaba frecuentemente con una sonrisa de santidad y de una voz dulce, como acaso no he oído otra. La infeliz Paca Carnicer, si es infeliz quien muere joven, aunque muera piadosamente.

Doña Eulogia, si no de mis años, pues tenía algunos más que yo, era contemporánea mía. Del Roncal, su patria, en donde había usado el traje bello y rico, de las mujeres de allá, y el peinado de trenzas largas atadas al final con cintas de colores. Vino muy pronto a Zaragoza, maestra por oposición de una escuela pública. La señalaban como sobresaliente en su carrera. Desde las primeras veces que hablé con ella, noté que tenían razón.

No recuerdo dónde fue su primera escuela, ni cuándo se casó, sí cuándo tuvo cada crío, que hoy una es docente de Magisterio y otros dos son doctores. Ni me interesan esos datos del registro parroquial o civil. Voy a hablar aquí de cómo era, de cuerpo y alma. Pero, sobre todo, de aquello suyo que no perece, porque es inmortal.

Era alta, lo más que sirve para realzar la gallardía de una figura robusta en proporción. Erguida, de faz en óvalo prolongado, grandes ojos serenos, buen color, andar tranquilo, el decir como el andar, y una seguridad en los conceptos muy conforme a su andar y a su decir.

No era una purista del decir. Sabía hablar gratamente, correctamente, sin poner aristas vivas en las palabras esdrújulas, sin propender a los polisílabos eruditos, sin sacar el armario reservado de la Gramática los exotismos de algunos verbos irregulares. Y precisamente aquella señora era una especialista en Gramática.

Yo la traté mucho y en intimidad. Nunca la noté asustada por una osadía de concepto, ni deslumbrada por una frase brillante. Contestaba siempre tranquila, siempre a tono, cuando no con razones teóricas con atestados de experiencia.

Presencié su jubilación De aquella sesión recuerdo el discurso, todo emoción y afecto bondadoso de la inspectora Leonor Serrano.

Supe tiempo después, como el cuerpo de mi compañera y amiga era trabajado por una enfermedad horrible. (Cfr. La Voz de Aragón, 1932)

El Colegio Gómez Lafuente

En 1858, en la esquina con la antigua calle de la Golondrina se abrió la primera escuela de niñas del barrio, llamada de la Golondrina, dirigida por Antonina Vicente. Posteriormente la dirigió Eulogia Lafuente Querejeta (1863-1932), una eminente maestra que, junto a su marido Pedro Gómez Cuartero (1857-1943), dan nombre a la escuela desde 1933. Hablamos del centro de educación de personas adultas Gómez-Lafuente.

rayaaaaa

Ana Mayayo Salvo, “Doña Anita” (San Telmo, Argentina, 1880-Zaragoza, 1968).

Ana Mayayo

Ana era la cuarta de los siete hijos de Andrés Mayayo Aguirre (Layana, 1832-Layana, 1905) y Ana Salvo Aguerri (Sádaba, 1845-1914), que emigraron a .Argentina como muchos de las Cinco Villas.  Los hermanos fueron; Guadalupe, Esteban, Candelaria, Ana, Teodoro, Andrés y María. Ana y los tres pequeños fueron bautizados en San Pedro Gonzales Telmo, San Telmo, Distrito Federal de Argentina, y fallecieron en Zaragoza.

Su hermana Guadalupe (Layana, 1862-Buenos Aires, 1895), se había casado en 1883 con Tomás García Rubio (Covaleda, Soria, 1849-La Coruña, 1932), con residencia en Zaragoza.  Esteban (Layana, 1870 -Rivas, Ejea de los Caballeros, 1916) se casó con Ana Aznárez. Candelaria  nació en Layana, la bautizaron en San Telmo y falleció en Zaragoza, donde era religiosa del Convento de Jerusalén. Teodoro (San Telmo, 1885 -1936) se casó con Manuela Abós Génova. Andrés y María..

Ana Mayayo nació en 1880, pero no fue bautizada hasta el 12 de marzo de 1882. Se cas con Pablo Punsac Cansi (1878-1933), Causi en algunos documentos, un comerciante, delegado de La Ibérica, una firma de seguros de incendios, que en 1910 ya estaba instalado en Zaragoza, en la calle San Carlos. En 1903, Pablo era alumno de la Escuela de Arte de Zaragoza y fue premiado en el Taller de Fotografía.

Ana y Pablo vivieron en la calle Cinco de Marzo, 4, y tuvieron tres hijos: María, Teresa (1915-1998) y Jesús (¿?-1975). Su hija María se licenció en Letras en 1935 y en 1938, la hermana María Punsac del Sagrado Corazón de Jesús, profesó en las hermanas Carmelitas de la Caridad. Su hija Teresa desde 1941 hasta su jubilación fue bibliotecaria de la Universidad de Zaragoza. Teresa Punsac Mayayo, a los licenciados de mi generación, nos inculcó el amor a los libros y nos enseñó las sendas de la investigación.

Pablo Punsac Causi

La Voz de Aragón, 28/12/1933

Trayectoria profesional

Ana Mayayo obtuvo el título de Maestra Superior en la Escuela Normal de Maestras de Zaragoza a los diecisiete años. Desde 1902 hasta 1907 estuvo destinada en Zaragoza. En 1907 se trasladó a Madrid y en 1909 regresó a Zaragoza.

En esos años obtuvo el título en la Escuela de Estudios Superiores de Magisterio de Madrid, donde se formaban los profesores de las Escuelas Normales y los Inspectores. En 1913 la nombraron directora del grupo escolar Los Graneros, así llamado por ocupar el antiguo almudí de la ciudad. En ese edificio está hoy el centro de personas adultas Concepción Arenal.

En 1923 pasó a dirigir  la escuela aneja a la Normal de Maestras. En 1929 también le adjudicaron la de los chicos cuando se quedó vacante. Y fue directora de las dos anejas hasta su jubilación en 1950. Como reunía la doble condición, maestra nacional y profesora de Escuela Normal, demostró una extraordinaria valía como directora de las escuelas anejas, donde tenía que enseñar a los niños y formar a las maestras en prácticas.

Otros cargos

Formó parte de la Junta Municipal de Primera Enseñanza. Desde allí impulsó el ropero escolar, la cantina y las colonias escolares. Como presidenta de la Asociación de Huérfanos de Magisterio, en los años 40, consiguió la construcción del Colegio de Huérfanos de Nuestra Señora del Pilar, edificio en el que hoy está el Instituto Miguel Catalán.

Ana Mayayo fue la “Habilitada” de Magisterio para los partidos de Sos, Ejea y La Almunia. En su época la figura del habilitado era muy importante. El habilitado, un intermediario con la administración, pagaba las nóminas a los maestros en las cuestiones económicas. Además, el habilitado en clases pasivas asesoraba y tramitaba las pensiones. En esta cuestión, los maestros estaban organizados por distritos judiciales y cada distrito tenía su habilitado, que era un cargo electivo y requería una preparación específica. En 1957 Ana Mayayo fue destituida porque se retrasó en el pago a algunos maestros. (Cfr. BOE, 03/06/1957)

Colegio Ana Mayayo

Se llama así desde 1969 el grupo escolar del Parque Palomar. Es el primero que se construyó después de su muerte. En el obituario que le dedicó Pedro Orós solicitaba que se pusiera su nombre al primer Grupo escolar que se construyera en Zaragoza.

rayaaaaa

Patrocinio Ojuel Pellejero (Zaragoza, 1877-1961)

Patrocinio Ojuel. 2

Mi abuela paterna, Patrocinio Ojuel, era maestra especializada en párvulos. Estudió en Francia y se trajo, entre otras cosas, el método Montessori. No te dabas cuenta de que estabas leyendo y a los tres años lo encontrabas tan natural como hablar, reír o llorar. (Cfr. Guillermo Fatás Cabeza, Pregón de la feria del libro de Zaragoza, 2013).

Guillermo y su yaya Patro

Mi abuela era una maestra fantástica. Ignoro cómo, pero había logrado estudiar en Nantes, de soltera. Nació en 1877 y en alguna foto que hay por casa parece que tendría como veinte años. Su padre, José Ojuel, era médico y no tuvo más que hijas de su mujer, Juana Pellejero. Imagino que intentó darles una buena educación, más allá de la consabida “cultura general” con la que se adornaba a las jovencitas de clase media. No sé cómo lo hizo, porque yo no tenía conciencia de estar aprendiendo nada, pero a los tres años me había enseñado a leer y a contar. Ella debía de tener unos setenta, era el colmo de la dulzura y de la paciencia. Tenía buen humor, hacía bromas, cantaba canciones muy graciosas y tocaba el piano. Ejerció muchos años como maestra especializada en párvulos, Insistía mucho en que se dotase a las aulas de mobiliario adecuado, móvil, para poder adaptarlo según momentos del día y del año, variar la disposición de los peques para que no se cansasen por la rutina, dar la clase en el exterior si hacía buen tiempo.

La Montessori era solo un poco mayor que mi abuela Patrocinio Ojuel, se llevaban unos siete años, así que la yaya Patro fue muy pionera, debió de enterarse enseguida de esa renovación. La Montessori empezó a ser famosa hacia 1910, o cosa así. Lo que no sé es dónde conectó la abuela con esas enseñanzas. (Entrevista a Guillermo Fatás Cabeza. Por Juan Domínguez Lasierra)

De su familia

José Ojuel Vela (1848-1908) médico y propietario y Juana Pellejero (¿?-1906) tuvieron varias hijas: Encarnación (¿?-1955), Pilar (¿?-1958) y Patrocinio (1877-1961). En 1874, don José ejercía en el hospital del Burgo de Osma, pero en 1892, ya estaba instalado en Zaragoza en la calle Cerdán, 10.

Patrocinio se casó con Guillermo Fatás Montes (1869-1940), también maestro. Vivieron en la calle Ramón y Cajal, 38. Precisamente en la escuela de esa calle ella ya era directora de la Escuela de Párvulos en 1908, es decir, antes de que aparecieran los grupos escolares. Y su marido fue director del grupo Escolar Ramón y Cajal desde 1913 hasta 1919, que pasó a dirigir el Gascón y Marín. Su hijo Guillermo (1919-1989) fue un destacado fotógrafo y director de cine, que en 1967 se quedó incapacitado por una operación quirúrgica. Su hija María, en 1941, como única heredera en este derecho, solicitaba la fianza que su padre prestó para garantizar su cargo de habilitado. (Cfr. BO, 02/11/1941)

De su profesión

En 1895 obtuvo el título de maestra en la Escuela Central de Maestros de Madrid. Además, se formó en Nantes donde aprendió el método Motessori.

En 1897 aprobó las oposiciones y le adjudicaron una escuela de Zaragoza. Justo al año siguiente también llegó a Zaragoza el que después sería su marido. En 1900, con menos de dos años de servicios, había aprobado dos oposiciones y tenía varios votos laudatorios.

Directora de la Escuela Maternal de Zaragoza

Este centro se había creado en 1896 en la plaza de la Libertad, donde había escuelas de primera enseñanza. Muchas maestras de las escuelas municipales se ofrecieron a dar clases gratuitas. Eran estudios de dos años. Desde el principio se encargó de dar las clases de francés Patrocinio Ojuel. María Díaz se ocupó de la caligrafía y dibujo. D. Dehesa, maestra de escuela privada, daba Régimen, gobierno y economía de la familia. Y la maestra Avelina Roque, costura, remiendo y bordado.

La directora de la Escuela Maternal de Zaragoza, doña Patrocinio Ojuel nos remite la siguiente nota: Queda abierta la matrícula de esta escuela en los locales de la de párvulos de Ramón y Cajal, todos los días laborables de 10 a 12 hasta el 22 del actual. Podrán ingresar como alumnas las jóvenes mayores de 12 años que posean los conocimientos de la primera enseñanza.

La tendencia de este centro es procurar la cultura necesaria a toda mujer, y muy especialmente a las madres, para dirigir la educación y la instrucción de los niños de 2 a 6 años. Serán pues objeto preferente de estudio la higiene infantil y demás enseñanzas, ya teóricas, ya prácticas, relacionados con la vida de los niños. Al terminar estos estudios las alumnas tendrán derecho a solicitar de la administración un certificado de aptitud que justificará su competencia para dedicarse al cuidado de la infancia. (Cfr. La Voz de Aragón, 15/12/1931).

La cantina de la Escuela Maternal

Ojuel. Cantina. 1

Hoy queda clausurada la cantina de la escuela maternal que funciona en el grupo de Ramón y Cajal. Ha sido servida con esmerado cariño por la bondadosa maestra señora Cruz y bajo la dirección de la cultísima y competente directora, doña Patrocinio Ojuel.

No puede pasar desapercibida esta escuela maternal y debe ayudarse a su directora con locales a propósito para que pueda desarrollar con menos esfuerzo todo su afán y todos sus desvelos que, en unión de sus jóvenes maestras, manifiesta para el bien de estas tiernas criaturas que algunas no han cumplido los cuatro años. (Cfr. La Voz de Aragón, 01/07/1931)

En 1932 doña Patrocinio dejó de ser la directora de la Escuela Maternal, que pasó a depender del grupo Joaquín Costa. La nueva directora fue Carmen Mayayo Borbón que, a su vez, era la directora de graduada de niñas y de la escuela de párvulos del Costa. Pedro Arnal Cavero dirigía la graduada de niños.

Parvulario de Santa Isabel; Patrocinio Ojuel

En mayo del año 2019 se puso el nombre de Patrocinio Ojuel al parvulario del barrio de Santa Isabel que pertenece al grupo escolar Guillermo Fatás Montes.

Se aprovechó la celebración del cincuenta aniversario del grupo escolar para unir los nombres de Guillermo Fatás Montes y Patrocinio Ojuel Pellejero, que a principios del siglo XX estuvieron juntos en las escuelas de la calle Ramón y Cajal, Guillermo como director del grupo escolar y Patrocinio como directora del parvulario, hasta que el año 1919 Guillermo pasó a dirigir el Gascón y Marín.

¡Al fin, como al principio!

rayaaaaa

Andresa Recarte y Amezqueta (Villafranca de Navarra, 1834-Madrid, 1923),

Doña Andresa Recarte, —Andresa, en habla de Aragón, como Miguela, solo aquí las hay—, figura un tanto apaisada por su mediana estatura, la falda amplia y el mantón poco ceñido de las señoras formales de su tiempo. Sentada producía la impresión y el respeto de una buena imagen de Santa Ana. Y hablando no desmerecía eso. (Cfr. Figuras zaragozanas. Por Juan Moneva y Puyol, 1932)

De su familia

Era hija de Esteban Recarte y Josefa Amezqueta. En 1875, durante la Tercera Guerra Carlista, su hermano Cándido y otros vecinos de Caparroso enviaron hilas para socorrer a los heridos. Era el año que Julio Lacambra, un reconocido carlista y  marido de Gregoria Brun, fue hecho prisionero.

Andresa Recarte casó con Santiago Díaz García (1844-1898) y establecieron su vivienda en la Plaza del Pueblo, 9, hoy Plaza del Carmen.

Ha fallecido en Zaragoza el digno empleado de la Diputación Provincial don Santiago Díaz y García esposo de nuestra distinguida amiga y compañera doña Andresa Recarte, regente de la escuela Normal de Maestras. Era auxiliar de contaduría y encargado del negociado de apremios. (Cfr. El Diario de Huesca, 21/07/1898. Y El Magisterio Español, 02/08/1898).

Andresa se jubiló el 8 de agosto de 1890. (Cfr. HMZ, La Consecuencia, 20/11/1891)

Con motivo de su defunción, el 13 de noviembre de 1923, el diario La provincia publicó una nota del Ayuntamiento de Zaragoza.

Recuerdo a una maestra. Pasado mañana se celebrará una misa en sufragio de doña Andresa Recarte, figura relevante del Magisterio zaragozano. El Ayuntamiento le dedica este recuerdo a tan benemérita maestra, a cuyo acto invitó  el alcalde a todos los profesores de Primera Enseñanza.

En 1896 su hija Luisa Díaz Recarte, natural de Villafranca (Navarra), aprobó las oposiciones en Zaragoza y fue nombrada maestra del patronato de beneficencia de Maquirriain. (Cfr. El Aralar, diario católico fuerista, 02/06/1896). En 1899 se trasladó a Escuela Normal Guadalajara y en 1900 a la de Guipúzcoa.

En 1912, su hijo Santiago Díaz Recarte era maestro de Tudela.

De su profesión

Obtuvo los títulos de Maestra Elemental y Superior en Pamplona. Comenzó de maestra en Falces y en 1876 estaba en Villafranca, su pueblo natal, cuando consiguió una plaza de maestra en Zaragoza. Ese mismo año, durante unos meses, sustituyó a Gregoria Brun Catarecha en el cargo de directora de la Escuela Normal.

En 1880 llegó a la escuela aneja de la Normal de Maestras de Zaragoza. En 1886 se presentó a las oposiciones para directora de la Escuela Normal de Zaragoza, pero las ganó Encarnación del Águila Sánchez.

Se han presentado a las oposiciones para directora de la Escuela Normal de Maestras de Zaragoza, doña Andresa Recarte, doña María del Remedio Torroella Prats, doña María Diáz y doña Encarnación del Águila. (Cfr. La unión. Periódico de Primera Enseñanza, 28/03/1886).

Andresa fue regente de la escuela de prácticas de la Normal desde 1880 hasta su jubilación en 1904.

La regente de la escuela de prácticas, Andresa Recarte, era la única persona con una formación y unas prácticas calificadas de innovadoras. (Cfr. Agulló Díaz, Carmen y Molina Beneyto, Pilar: Antonia Maymón, anarquista, maestra naturista, 2014, Virus Editorial, p. 18)

Además de ser regente de las escuelas anejas, dirigía una escuela en su propia casa:

Hoy a las diez de la mañana habrá finalizado el primer ejercicio práctico de la escuela pública de niñas que dirige doña Andresa Recarte, situada en la plaza del Pueblo. (Cfr. La Crónica, Huesca, 29/09/1892)

En 1892, era la única mujer en la Junta de las Conferencias Pedagógicas que organizó la Escuela Normal de Maestras de Zaragoza. Y su actuación fue muy aplaudida.

A las nueve y media disertará doña Andresa Recarte y, como es tan conocida y tan ilustrada maestra, puede asegurarse que la concurrencia será muy numerosa, no solo de profesores sino de las personas que se interesen por la educación de la niñez. La conferencia, que se referirá a las labores, llamará, sin duda alguna, la atención de las señoras. (Cfr. La Crónica, Huesca, 26/08/1892)

En 1898, el Ayuntamiento premió a Andresa Recarte Amezqueta, a don Marcelino López Ornat y a doña María Díaz Lizardi, tres maestros que se distinguieron por sus resultados en la enseñanza. Recibieron los premios en sus escuelas con la presencia de los alumnos.

De la escuela aneja Andresa Recarte al Colegio Recarte y Ornat

ceip-recarte-y-ornat

El Colegio Recarte y Ornat se formó con la fusión de las dos escuelas anejas, en las que se hacían las prácticas de la Escuela de Magisterio. La escuela femenina se llamaba Andresa Recarte, que había sido regente. La escuela masculina se llamó Marcelino López Ornat (1848-1923), un maestro muy reconocido en la ciudad. Cuando se unificaron las dos escuelas anejas, conservaron los apellidos de estos dos maestros renovadores. Con el nuevo nombre se encubrieron las figuras de dos grandes figuras de la enseñanza zaragozana.

WhatsApp Image 2019-05-31 at 21.38.56

En nuestro libro Paseos por la Zaragoza de las mujeres, damos cuenta de las maestras que han dejado alguna huella en nuestra ciudad. Allí y en La Zaragoza de las mujeres, recogemos once calles dedicadas a maestras. Están todas en los barrios, donde hasta fechas muy recientes seguían las escuelas unitarias. Es decir, todos los niveles en la misma aula y con un maestro o una maestras.

Con las placas de las calles los vecinos quisieron reconocer la labor de unas maestras que, además de enseñar a las niñas, dinamizaron la cultura y prepararon a muchas alumnas para que  pudieran acceder a estudios superiores.

A continuación, como un nuevo homenaje, las nombro a ellas y los barrios en los que están sus calles.

En el Actur, Pilar Cuartero Molinero. En el Arrabal, Matilde Sangüesa Castañosa, En Garrapinillos, Águeda Centenera Gómez. En Juslibol, Pilar Figueras Talamas y doña Manolita Marco Monge. En Montañana, María Teresa Giral Pérez, En Movera, Pilar Almenar Bases y Pilar Gea García. En el Picarral, María Sánchez Arbós. Y en Santa Isabel, Agustina Rodríguez Rodríguez y Avelina Tovar Andrade.

Este fenómeno no se repitió en el centro de la ciudad, donde en 1913 se pasó de las escuelas unitarias a las graduadas, es decir, se graduó la enseñanza.

En las unitarias los niños de todas las edades estaban juntos con un solo maestro o una sola maestra.  En las escuelas graduadas los alumnos, como ahora, se agrupaban por cursos o grados.

Había escuelas graduadas de niños, con un director, y escuelas graduadas de niñas, con una directora. Y comenzó la costumbre de bautizar a los grupos escolares con los nombres de los directores y de los hombres ilustres. Entre ellos, en cien años, solo siete directoras se han hecho un hueco en Zaragoza.

Eulogia Lafuente Querejeta, Rosa Arjó Pérez, Andresa Recarte.Amezqueta, María Díaz Lizardi, Ana Mayayo Salvo, Gloria Arenillas Galán y Patrocinio Ojuel Pellejero.

De esas siete, el nombre de María Díaz ha desaparecido. Y los de Eulogia Lafuente y Andresa Recarte están escondidos en su apellido. Es más, cuando nos referimos a los grupos Gómez Lafuente y Recarte y Ornat, muchos piensan que son los dos apellidos de un maestro.

El colegio de Rosa Arjó, a pesar de los avatares del edificio, mantiene su nombre.

La conclusión es demasiado evidente. Sabemos que el caso de Zaragoza no es único y que la enseñanza fue, y es, una profesión feminizada. Y que sobre las maestras pesó, y aún pesa, un grueso techo de cristal

Carmen Romeo Pemán

PS. La imagen principal: Patrocinio en la escuela de Párvulos Ramón y Cajal, la he tomado del Museo pedagógico de Aragón.

Santa Isabel, el barrio con más calles de mujeres

A mediados de marzo Vanesa Rodríguez Pascual y Mar Hevia Díaz nos invitaron a presentar nuestro libro La Zaragoza de las mujeres en el club de lectura del Centro Cívico. Y allí fui con Inocencia Torres y Concha Gaudó. Pero no pudieron acompañarnos ni Gloria Álvarez ni Cristina Baselga, las otras dos autoras.

Mar Hevia, la bibliotecaria, nos guardaba una sorpresa. Nos esperaba con Pilar Almenar Bases, una maestra nacida en Santa Isabel, que tiene dedicada una calle en el cercano barrio de Movera. No podía comenzar nuestro encuentro con mejor augurio. De la mano de Mar y de Pilar, y con la animada participación de los tertulianos, hablamos y hablamos de las calles con nombres de mujeres y de mucho más. Sobre todo de la activa participación de las mujeres en la vida socio cultural, animadas por la Asociación de Mujeres Río Gállego, que desde el año 2010 tiene dedicada una calle.

El caso de Pilar Lapuente

La intensa y extensa conversación comenzó por nuestros primeros pasos hacia lo que acabó siendo La Zaragoza de las mujeres. Les contamos que empezamos haciendo una lista con las calles dedicadas a las mujeres y que nos parecía que esos inicios iban a ser pan comido, pero que enseguida surgieron las dificultades.

Los callejeros al uso escribían las iniciales en lugar de los nombres propios completos. Y nos surgían preguntas de este tipo: «¿Quién se esconde detrás de una P?» Pues nada más ilustrativo que el caso de Pilar Lapuente, una profesora universitaria, nacida en Santa Isabel.

Pilar Lapuente

Pilar Lapuente Mecadal, 1959.

En unos callejeros encontrábamos P. Lapuente y en otros Pedro Lapuente. Un día, por casualidad, alguien nos comentó que hacía unos años que le habían dedicado una calle a Pilar Lapuente. ¿Cómo era posible que en Zaragoza no se le hubiera ocurrido a nadie que detrás de una P había más Pilares que Pedros? Así comenzamos una búsqueda, casi policial, hasta que llegamos a Pilar. Cuando le contamos nuestras aventuras, nos respondió que ella tuvo que escribir varias veces al Ayuntamiento hasta que logró que apareciera su nombre.

Pilar Lapuente estuvo muy dispuesta a colaborar con nosotras y nos escribió su biografía, en la que resaltó que pertenecía a la familia de los Esquiladores. También hablaba de sus logros académicos y del orgullo que sintieron sus vecinos cuando le concedieron una medalla de joven investigadora. Tanto que insistieron en que le dedicaran una calle.

El magisterio de Agustina Rodríguez

Pilar Almenar se llenaba de gozo cada vez que hablaba de su maestra, Agustina Rodríguez, que había nacido en una familia de labradores de un pueblo de Zamora. Después de varios destinos, llegó a Santa Isabel donde se jubiló.

Agustina Rodríguez

Agustina Rodríguez, 1915.

En el año 1948 Agustina Rodríguez obtuvo el traslado a Santa Isabel. Cuando llegó no tenía local para dar clases ni tampoco vivienda. Construyó, con su marido, una casa escuela y la alquiló al Ayuntamiento. Dedicaron la planta baja a vivienda y usaron la primera como aula. Agustina fue un ejemplo más de los muchos maestros que dejaron lo mejor de sus vidas enseñando a los niños, aunque para ello tuvieran que realizar actos heroicos que nada tenían que ver con su profesión. Pero es que, además, la labor de Agustina dio grandes frutos. Desde su escuela unitaria preparó a muchas niñas para estudiar bachillerato. Con su buen hacer se convirtió en la maestra carismática del barrio.

El peso de la educación en Santa Isabel

Avelina Tovar

La semilla de Agustina germinó pronto y los vecinos quisieron rendir un homenaje a más maestras en sus calles. Entendieron lo importantes que son las genealogías para que la enseñanza cale en las gentes con buenos resultados. Por eso eligieron dos maestras de dos generaciones anteriores a Agustina.

Concepción_Gimeno_de_Flaquer,_en_Caras_y_Caretas

Concpeción Gimeno Gil, 1850

Concepción Gimeno Gil, nacida en Alcañiz en 1850, estudió Magisterio en Zaragoza. Ya era una periodista famosa cuando le dedicó un gran elogio a su maestra, doña Gregoria Brun.

Avelina Tovar, una maestra de maestras, nació en Pontevedra en 1878, pero pronto arraigó en Aragón. La labor de esta directora de la Escuela Normal de Huesca fue decisiva para las generaciones siguientes.

Mujeres de otros campos culturales

Ana Belén Fernández

Ana Belén Fernández, 1974

El barrio de Santa Isabel, volcado en la cultura, eligió mujeres significativas de varios campos.

Rosa María Aranda representa a las escritoras aragonesas y Pilar Delgado a las mujeres que se han dedicado al teatro.

Ana Belén Fernández, una joven judoca, es un modelo de deportividad y esfuerzo para los jóvenes del barrio.

La acción y el compromiso social

Rigoberta Menchú

Rigoberta Menchú, 1959

Santa Isabel, un barrio joven y dinámico, se caracteriza por su compromiso social y lo refleja en el nombre de dos de sus calles. Una dedicada a la pacifista Rigoberta Menchú, nacida en Guatemala en 1959,  y otra a la Asociación de mujeres del barrio.

Las santas

En los callejeros tradicionales no faltaban las santas, que eran excelentes modelos de comportamiento para las mujeres católicas. Sus biografías las escribieron varones cultos, casi siempre clérigos, con la intención de exaltar y salvaguardar los valores y las leyes del patriarcado.

Por eso, en La Zaragoza de las mujeres, hemos reescrito sus vidas desde un punto de vista no androcéntrico. Y hemos comprobado que sus modelos siguen siendo válidos, porque advierten de los excesos que se cometieron con ellas y que se siguen cometiendo, siempre por las mismas razones.

Nunilo y Alodia. S. Salvador. Leyre. Yesa. Navarra

Santa Alodia y Santa Nunila. Detalle del retablo de San Salvador. Leyre (Navarra)

Aquí, además de Santa Isabel de Aragón, tenemos a dos santas mudéjares: las hermanas Alodia y Nunila, hijas de un musulmán y una cristiana.

Santa Isabel, princesa de Aragón y reina de Portugal, es la santa por excelencia y el modelo para mujeres mediadoras y pacifistas. El barrio debe su nombre a la estancia que pasó en un palacio de la zona. También le han dedicado una avenida y una urbanización. Y una calle como Reina de Portugal.

Alodia y Nunila fueron dos santas oscenses, nacidas en Adahuesca y martirizadas en Alquézar. Como no aceptaron el matrimonio que les impusieron sus padres, las encerraron en una casa de prostitución, donde se mantuvieron vírgenes. Rechazaron la religión musulmana, que les imponía la ley, y las decapitaron por apostasía. Fueron víctimas de malos tratos y de la intolerancia religiosa. Las castigaron ejemplarmente para que otras mujeres no se rebelaran contra las leyes ni contra los pactos androcéntricos.

Para terminar

En estas líneas me he limitado a subrayar los valores de las moradoras en las placas de las calles de Santa Isabel. Sus biografías ocupan un largo capítulo en nuestro libro La Zaragoza de las mujeres.

Pilar Almenar

Pilar Almenar, 1953

Santa Isabel es el barrio periférico que tiene mayor número de calles con nombres femeninos.

La sensibilización con la cultura y la gran labor social de las mujeres hunde sus raíces en los tiempos de Agustina Rodríguez y creció con sus alumnas. Buen ejemplo es Pilar Almenar, una hija de agricultores, que, como su maestra y como Pilar Lapuente, se esforzó en sacar lo mejor de sí misma y entregarlo a sus alumnos.

rayaaaaa

Santa Isabel, 08/06/2019

Como prometimos en nuestra visita de marzo, cuando salió nuestro libro Paseos por la Zaragoza de las mujeres volvimos a Santa Isabel. Ahora el encuentro con las mujeres iba a ser en las calles, haciendo un paseo por las huellas que las mujeres han dejado en los espacios públicos del barrio.

En la plaza de Serrano Berges nos esperaban Vanesa Rodríguez Pascual, de la Junta Municipal, y Mar Hevia Díaz, la bibliotecaria, acompañadas por sus compañeras del club de lectura. Me gustaría nombrarlas a todas, porque ellas fueron la clave del éxito del nuestro paseo, pero no tengo todos sus nombres. Por supuesto, no faltaron ni Pilar Almenar Bases ni Pilar Gea García, dos maestras que ya están inmortalizadas en el callejero.

Desde aquí les doy las gracias. Todas ellas hicieron posible el milagro, todas consiguieron que esa  mañana de junio fuera inolvidable y  entrañable.

WhatsApp Image 2019-06-08 at 14.22.26 (2)

Poco a poco íbamos llegando a la plaza de Serrano Berges

Asistimos Cristina Baselga, Concha Gaudó, Carmen Romeo e Inocencia Torres. Por distintos motivos no pudieron acompañarnos ni  Gloria Álvarez ni Aurora Verón, las otras autoras del libro.

Con paso sosegado y hablar menudo, recorrimos todas las calles, disfrutamos de los olores de una naturaleza primaveral, y nos calentó un sol que ya anunciaba el  verano.

Concha Gaudó dirigía el recorrido. Las otras, es decir, las demás, escuchamos atentas sus explicaciones sobre los tipos de urbanismo que iban apareciendo y sobre la transformación de un barrio de origen rural.  Nos paramos delante de las placas dedicadas a mujeres. En esos momentos de descanso, unas a otras nos quitábamos la palabra en una animada charla de preguntas y respuestas.

WhatsApp Image 2019-05-31 at 21.38.56

Santa Isabel, 17/06/2019

Y como dice el refrán: «no hay dos sin tres». A los pocos días de presentar Los paseos por la Zaragoza de las mujeresTelevisión Aragón nos propuso participar en la serie La primera mujer, en el capítulo dedicado a las maestras. Y nosotras decidimos grabar nuestra colaboración con las maestras que tienen su protagonismo en Santa Isabel.

¿Por qué elegimos este barrio? Simplemente, porque es un caso paradigmático. En sus calles están representadas todas las generaciones de maestras.

Delante de la placa de Concepción Gimeno Gil (Alcañiz, 1850–Madrid, 1919), maestra, periodista y escritora, leímos un capítulo de su obra La mujer española (1877) en el que alababa a su primera maestra, Gregoria Brun Catarecha (1833-1885), que también fue la primera directora de la Escuela Normal de Maestras y la primera maestra que regentó una escuela del Ayuntamiento. Fue un momento oportuno para hablar de las primeras maestras.

A continuación nos dirigimos a la calle de Avelina Tovar y Andrade (Pontevedra, 1878-Huesca, 1973), una maestra gallega que tuvo gran peso en la formación de las maestras aragonesas. Fue directora de la Escuela Normal de Huesca y estuvo un tiempo en la de Zaragoza.

Y de allí, con paso sosegado, a la calle de Agustina Rodríguez Rodríguez (Quintana de Sanabria, pedanía de Coberos, Zamora, 1915-Barcelona, 2008), de la generación siguiente a la de Avelina. De la vida de Agustina y de su significado en el barrio nos habló Pilar Almenar. Ella y Pilar Gea nos acompañaron durante todo el recorrido.

Pilar Almenar Bases, nacida en Santa Isabel en 1953 y Pilar Gea García en Zaragoza, en 1953, son dos maestras que representan a las nuevas generaciones y que tienen dedicadas sendas calles en el barrio de Movera, muy cercano al de Santa Isabel.

Acabamos la grabación con una visita al parvulario que, desde mayo, lleva el nombre de Patrocinio Ojuel Pellejero (1876-1961), la primera parvulista que introdujo el método Montessori en Zaragoza. El parvulario pertenece al grupo escolar Guillermo Fatás Montes (Huesca 1869-Zaragoza, 1941), el que fue marido de Patrocinio y que que tiene dedicado el grupo escolar desde hace cincuenta años.

A medida que íbamos hablando de las maestras de Santa Isabel íbamos recordando a las de sus mismas generaciones. A otras que, como ellas, se habrían merecido placas en las calles y en las escuelas.

20190617_101027

De izquierda a derecha: Mar Hevia Díaz, Vanesa Rodríguez Pascual, Encarna Nuez García, Pilar Gea García, Concha Gaudó Gaudó, Carmen Romeo Pemán, Inocencia Torres Martínez, Cristina Baselga Mantecón y Lidia Pérez Oliveros.

Terminamos nuestra visita en la plaza de Serrano Berges, donde la habíamos comenzado, con las siguientes consideraciones.

En los barrios de Zaragoza se han dedicado once calles a maestras de escuelas unitarias. A unas maestras que además de enseñar a las niñas, prepararon a muchas jóvenes para que salieran a estudiar y animaron la vida cultural de los barrios.

En el centro de la ciudad no se han dedicado calles a las maestras, porque desde que en 1913 comenzaron a desaparecer las escuelas unitarias, las maestras pasaron a formar parte de los claustros de los grupos graduados, su función social cambió y perdieron el protagonismo.

Hasta 1914 las escuelas unitarias llevaban el nombre de la calle en la que se ubicaban. Pero ese año comenzó la costumbre de dar un nombre propio a los grupos escolares. Y se eligieron nombres de maestros famosos, como Marcelino Lopez Ornat o Cándido Domingo.  Otras veces se prefirió el nombre de algún personaje célebre, como Gascón y Marín.

Al lo largo de cien años, solo seis maestras, todas directoras, han merecido el nombre de un grupo escolar. Andresa Recarte Amezqueta, Eulogia Lafuente Querejeta, María Díaz Lizardi, Rosa Arjó Pérez, Ana Mayayo Salvo y Gloria Arenillas Galán. A ellas se suma desde este año Patrocinio Ojuel Pellejero.

Todas se merecen que hablemos de ellas con más detenimiento en una nueva ocasión.

Carmen Romeo Pemán

Enlace para entrar al capítulo «Las primeras maestras» de la serie «La primera mujer» en TVA.

http://alacarta.aragontelevision.es/programas/la-primera-mujer/cap-6-mujeres-maestras-14072019-1311

 

Amparo, la burrera

De las fragolinas de mis ayeres

“La letra con sangre entra”

Acañices. Grupo de niñas

Grupo de niñas de Aliste.

Cuando se murió el último dulero, el que llevaba a pastar las cabras de todos los vecinos del pueblo, las chicas convertimos el corral de la dula en el lugar secreto de nuestros juegos. Allí guardábamos los trozos de vasijas rotas, en los que hacíamos las comiditas, y las muñecas de trapo que nos cosían nuestras madres. A las cinco en punto se acababa la escuela y nosotras corríamos a nuestras casas a buscar la merienda. A continuación, sin perder tiempo, bajábamos por la parte trasera del pueblo a nuestro dominio. Lo primero que hacíamos era comprobar si nuestros juguetes seguían como los habíamos dejado el día anterior.

En esas fechas estaban construyendo la carretera de El Frago a Biel. Con las obras llegaron muchas familias con hijos y se alojaron en corrales y parideras. Un día nos encontramos con que una familia de burreros había ocupado el corral de las Eras Badías, donde teníamos nuestro escondite. Delante de la empalizada había dos grandes reatas de burros con serones, en los que transportaban la grava del río a la carretera. Un poco apartadas, en medio de una era, unas niñas jugaban con nuestras muñecas y con unos pucheritos de barro que habíamos comprado en un mercadillo de la plaza, a cambio de hierros que habíamos recogido por los caminos.

Al día siguiente llegamos a clase dispuestas a contarle nuestras desdichas a la maestra, que daba la casualidad de que además era mi madre. Pero doña Asunción entró con una niña nueva de la mano y no nos escuchó. Sin darnos tiempo a que le habláramos de nuestras trapacerías, nos la presentó:

—Mirad, esta chica se llama Amparo. Supongo que ya la conocéis porque lleva más de una semana viviendo en El Frago. Desde hoy vendrá todos los días a la escuela. Y vosotras, las pequeñas, tenéis que ser sus amigas.

También nos pidió que jugáramos con ella y que le dejáramos nuestros muñecos. Como vio que hacíamos muecas y momos, se dirigió a mí y me dijo con un tono muy enérgico:

—Esto es una orden.—Se volvió a las de la mesa de al lado—. No quiero ver más gestos en vuestras caras.

Yo bajé la cabeza sin rechistar porque, aunque era mi maestra y mi madre, no pensaba hacerle caso, que lo primero eran mis amigas.

Así continuamos unos días. Amparo llegaba a clase a la hora en punto. No quería estar con nosotras cuando íbamos a esperar. Es que no le hablábamos ni jugábamos con ella, es más, siempre que podíamos le propinábamos algún empujón y les decíamos a los chicos que no fueran con su hermano. Pero ellos pasaban de nosotras. Jugaban con el hijo de los burreros y él, a cambio, los dejaba montar en los serones cuando iban de vacío a buscar la grava.

Aún no había pasado una semana desde la regañina de la maestra, cuando se presentó la madre de Amparo en la escuela. Abrío la puerta y, sin entrar, en voz alta, de forma que todas pudiéramos oírla bien, le dijo a la maestra que su hija no quería venir a clase y que por las noches no paraba de llorar. Que no estaba dispuesta a que se repitiera lo mismo que en otros pueblos en los que habían estado antes. Que en El Frago las cosas aún pintaban peor porque entre las niñas que más se metían con su hija estaba yo, que manipulaba a las demás, aprovechándome de que era la hija de la maestra.

—Vengo a pedirle que usted haga algo. —Se dirigió a doña Asunción, sin dejar de mirarnos—. Si esto no se arregla por las buenas, tendré que decírselo al alcalde.

La maestra se puso de pie y la escuchaba con atención. Le temblaban las manos y se le vidriaron los ojos. Para que no le notáramos los nervios, cogió la regla que tenía encima de la mesa y comenzó a agitarla. Y con una voz enérgica se dirigió a nosotras, las más pequeñas.

—¿Se puede saber por qué no queréis jugar con Amparo?

Se hizo un silencio total. Como ninguna contestaba, repitió la pregunta. El mismo silencio. Noté que el calor me subía por la nuca y que todas las miradas se dirigían a mí. La maestra seguía preguntando. A mí me faltaba la respiración. De repente, me levanté y con voz serena le respondí:

—No se empeñe usted, doña Asunción, que no le pensamos hablar, ni jugar con ella. —Mis amigas levantaban el dedo gordo con disimulo y yo me envalentoné—. Al fin y al cabo es una burrera. Y nosotras no estamos dispuestas a ir con burreras.

No sé de dónde sacó aquella fuerza. Sin encomendarse a Dios ni al diablo se acercó a mi mesa y comenzó a golpearme en la cabeza con la regla que llevaba en la mano. Dejó de pegarme y me volvió a preguntar:

—¿Jugaréis con Amparo?

—¡No! ¡Y no! —Le contesté como cuando me daba una rabieta en casa.

Me lo preguntó varias veces y le respondí lo mismo. En uno de los nuevos golpes se le rompió la regla y con las astillas me hizo una brecha. Cuando vio que me salía sangre les dijo a dos chicas de las mayores.

—Llevadla a que la cure el practicante. Si hace falta que le dé un par de puntos. Luego acompañadla a su casa y quedaos con ella hasta que acabe la escuela.

Yo no sé qué pasó en la escuela cuando yo me fui. A mí me dio cinco puntos el practicante y me dejó una señal que toda mi vida he intentado ocultar con un flequillo. Con ayuda de las chicas mayores, me metí en la cama. No podía controlar los temblores de las piernas. Mi madre se había pasado y esa brecha de mi frente iba a ser el recuerdo permanente de que estábamos en guerra.

—No, no y no. Nunca se lo perdonaré. —Grite con rabia.

A mí no se me había calmado la rabieta cuando, pasadas las cinco, todas mis amigas vinieron a verme con Amparo. Me traían los juguetes que habíamos guardado en la paridera.

—Doña Asunción tiene razón —dijo una de la que nos burlábamos muchas veces por su cojera de la polio.

Al final, un poco a regañadientes, yo le regalé la mejor de mis muñecas a Amparo. Y desde ese momento ya no volvímos a llamarla la burrera.

Mi madre, o mi maestra, no sé cuál de las dos o si las dos a la vez, se quedó en un rincón observándonos en silencio con una sonrisa y yo me sentí derrotada. Pero puder ver que Amparo tenía unos ojos verdes, muy verdes, que le iluminaban toda la cara. Muchos años después pensé que su tez morena y su pelo ensortijado inspiraron los mejores cuadros de Julio Romero de Torres.

Plaza del Mercado Uncastillo. Años 30

Plaza de Uncastillo, en las Cinco Villas Aragonesas, Postal antigua.

Carmen Romeo Pemán

Dando voz a la mujer rural

Banco-para-velas

Banco con el que las mujeres llevaban velas a la iglesia.

Con mis relatos sobre El Frago y las Cinco Villas quiero sumar mi voz a la de otras portavoces de nuestras antepasadas.

El año 2018, en Zaragoza, sin ir más lejos, Mercedes Bueno, Francisca Vilella y Mari Luz Hernández recrearon las vidas de muchas mujeres rurales. Gracias a ellas, y a otras como ellas, vamos recuperando la historia, las vivencias y los sentimientos de abundantes mujeres anónimas.

Desde que era niña conviven conmigo las que hoy llamo las fragolinas de mis ayeres. Unas mujeres sin voz, que fueron los pilares y el sostén de muchas familias. A casi todas las conocí en mi infancia y su trajín se me quedó adherido a mi memoria para siempre. A unas las recuerdo amasando en el horno. A otras lavando en el río o entrecavando en los huertos. Y me pasaba horas muertas contemplando a las que hilaban. Lo hacían con tanta pericia y tan deprisa que no les veía el huso en las manos.

Todas juntas llenaban la vida El Frago, y de todos los posibles “fragos” dispersos por una España hoy casi despoblada. Estas mujeres dieron vida a la España rural, a esa que Sergio del Molino llamó la España vacía.

Hace unos años decidí ponerles nombre y dejarlas hablar en mis relatos. Hoy se sienten tan a gusto que casi no las puedo hacer callar.

Mercedes Bueno Aladrén hace visible el trabajo femenino

Exposición de invisibilidad femenina.Mercedes Bueno puso en escena los aspectos más importantes del trabajo de las mujeres rurales con su exposición La invisibilidad del trabajo femenino en el mundo rural. Estuvo abierta al público en La Puebla de Alfindén, en la finca de La Alafranca, del Palacio de los Marqueses de Ayerbe, desde el 6 de octubre hasta el 14 de diciembre de 2018.

Mercedes las retrataba a través de los objetos que usaban en sus quehaceres domésticos. Como diría algún profesor de literatura, utilizaba una metonimia muy eficaz. Los objetos se completaban con un vídeo en el que muchas de ellas contaban sus experiencias. Sobre todo las de su trabajo en el campo y en la casa. Para todas fue muy importante el tiempo que dedicaron a preparar las conservas y al cuidado de los niños. Su tono y sus gestos transmitían las emociones y los sentimientos de unas vidas entregadas a los demás, sin pensar nunca en ellas mismas.

Francisca Vilella Vila rescata de las aguas objetos que usaban las mujeres

 

Casa final.1

Casa rural de Mequinenza

En una línea cercana a la de Mercedes, Francisca Vilella recuperó la vida de nuestros antepasados en su libro Objetos con historia, publicado en junio de 2018. La autora, con los objetos debajo del brazo y teniendo como referencia una casa de su Mequinenza natal, dibujó unas formas de vida que ya se fueron. De su mano conocemos el pasado del pueblo, con sus grandezas y sinsabores. Y, sobre todo, sentimos las prisas y los olvidos de la gente que tuvo que abandonar sus casas cuando comenzó a invadirlas el agua del pantano de Ribarroja, allá por el año 1971.

En el caso de Francisca, los objetos que yacen bajo las aguas llevan adheridas sus propias raíces. Y las nuestras, porque muchos de ellos también llenaron las casas de otros pueblos. En la mayoría de los pueblos no hizo falta un pantano, los objetos antiguos fueron desapareciendo en las llamas de los hogares o malvendidos como chatarra.

1930. Mequinenza. Archivo Reparaz.

Mequinenza, 1930. Archivo REPARAZ

Mari Luz Hernández Navarro reivindica el papel de las mujeres en los pueblos

El mensaje de Mari Luz Hernández, profesora de la Universidad de Zaragoza, con los cursos que imparte, con las tesis que dirige y con su presencia en los medios de comunicación, llega a muchas personas jóvenes y tiene una amplia difusión.

  • No ha habido políticas específicas para las mujeres del medio rural.

Con este título comenzaba una larga entrevista que concedió al diario.es, el 14 de octubre de 2018. Y seguían tres subtítulos igualmente reveladores.

  • La mayoría de los proyectos Leader emprendidos por mujeres son actividades relacionadas con el rol tradicional.
  • Las mujeres siempre han tenido un papel importante en las zonas rurales, pero ha sido muy silenciado.
  • Con la mecanización del campo, las mujeres se replegaron hacia lo doméstico.
Cardas-1

Cardas para cáñamo y lino.

Mari Luz reclamaba atención para estas mujeres siempre silenciosas y, casi siempre, olvidadas. Y lo realmente novedoso era que esa voz viniera de una cátedra universitaria:

  • Era un trabajo doble: fuera, en el campo hasta los años 60 o 70, y el trabajo doméstico, que era asumido casi en su totalidad por las mujeres. Con el tiempo ese papel fue cambiando.
  • La mecanización del campo expulsó a algunas mujeres fuera de las zonas rurales; coincidió con la época del éxodo rural, ya no hacía tanta falta la mano de obra femenina. Entonces, el papel de la mujer quedó relegado en la esfera extra doméstica y quedó más silenciado, oculto, metido dentro de casa. Las mujeres se replegaron hacia lo doméstico.

En el libro, Entre noche y día no hay pared, ocho científicas de diferentes universidades, entre las que está Mari Luz, recogen las ponencias de la Jornada del Día Internacional de la Mujer Rural.

En el título se condensa todo el trabajo que hacían estas mujeres de sol a sol. Además se ofrecen abundantes cifras que evidencian la realidad actual y transmiten lo importante que es mantener vivo el medio rural. Apuestan por la necesidad de eliminar los prejuicios negativos que han condicionado la vida de las mujeres.

Así se explicaba Mari Luz en ese libro:

  • Ahora, es un momento importante para las mujeres. Con el cambio de concepto que ha habido desde finales de los 80 y 90 y con España y Europa volviendo los ojos hacia qué está pasando en el medio rural, puede surgir una oportunidad para que el papel de las mujeres se reafirme no sólo dentro de las casas, sino también en el mundo extra doméstico. Por otra parte, una cuestión que me parece importante es que muchas veces las mujeres nos ponemos nuestros propios techos de cristal. Las mujeres tenemos un papel importante que cumplir y nosotras también tenemos que hacer el esfuerzo de estar dispuestas a defender nuestros argumentos, de asumir responsabilidades en la toma de decisiones. Es difícil porque a veces triplica el trabajo: el de fuera de casa, dentro de casa y el de participación. Pero si las mujeres no participamos para que se tengan en cuenta nuestras necesidades y nuestros intereses, no se hará.

En marzo de 2019, en los agradecimientos del nuevo libro que publicó con tres compañeros, subrayaba la importancia de la voz de estas mujeres.

  • Nuestro agradecimiento a las mujeres rurales, que nos han abierto las puertas de sus pueblos y de sus vidas para proporcionarnos información, transmitirnos necesidades, y ofrecer soluciones y propuestas.

Si os interesa el análisis detallado del estado de la mujer en los pueblos de Aragón y algunas propuestas para mejorar su situación actual, no os perdáis el libro titulado Estudio de la situación del mundo rural aragonés desde una perspectiva de género, 2028. María Luz Hernández Navarro, Alberto Serrano Andrés, Junniluz Méndez Sánchez y Carlos López Escolano. Departamento de Geografía y ordenación del territorio—Grupo de estudios en ordenación del territorio (GEOT) —IUCA. Universidad de Zaragoza.

Cuando lo hayáis consultado, comprenderéis por qué afirmo que la voz y los trabajos en los que participa María Luz Hernández se han convertido en un referente obligado, y en una esperanza, para todas las mujeres que procedemos de los pueblos aragoneses.

El horno. FB Lorien 2018

Foto publicada en 2016 por Lorién La Hoz en su página de Facebook-

Para terminar

He querido recoger la muestra de tres estudiosas aragonesas que me tocan de cerca. Pero sé hay más investigadoras en Aragón que están trabajando en esta dirección. Y también sé que este tipo de estudios está floreciendo en otras partes de España y del mundo.

Junto a Mereces Bueno y a Francisca Vilella, he resaltado la voz de Mari Luz Hernández porque me parece un ejemplo importante. Cuando se tratan estas cuestiones en las aulas universitarias, el nuevo discurso, investido por la autoridad académica, irrumpe con más fuerza y tiene mejores consecuencias para las mujeres.

Me he centrado en la mujer rural, porque mis orígenes son rurales. Pero las mujeres urbanas también están reclamando que alguien les preste su voz y las saque del anonimato. Aún nos queda mucho camino por recorrer-

Carmen Romeo Pemán

Imagen principal: Mari Luz Hernández Navarro.

 

María del Socarrau

Nadie había cruzado nunca el umbral de casa el Socarrau. Si alguien les llevaba algún recado voceaba desde la calle y Nicolás se asomaba a la ventana. Ni siquiera dejó entrar a la partera el día que María malparió. A las pocas horas, Nicolás bajó a casa del carpintero y le contó que el niño había nacido muerto. Volvió con una caja, lo envolvió en una sábana blanca y lo metió dentro. Que la criatura era inocente, que no le había atado el ombligo porque no estaba muy seguro de que fuera su hijo. Qué él se pasaba la vida en el monte y, aunque cerraba la puerta, cualquier mozo podría haber subido por la ventana. Que María aún tenía las carnes prietas.

El carpintero se puso la caja en la cabeza y Nicolás lo siguió con la azada en una mano y la boina en la otra. María los despidió desde la ventana. Cuando llegaron al cerro de Santa Ana, cavaron una fosa junto a la pared del cementerio, que, como el recién nacido no estaba bautizado, no lo podían enterrar en sagrado.

Ese día María abandonó el lecho conyugal y se fue a dormir a la sala de las alcobas, la que reservaban para los huéspedes. Y, aunque Nicolás se lo rogara, no pensaba volver a la cama de matrimonio, que ella sabía que la pobre criatura se había desangrado por su culpa, y no se lo perdonaría nunca. Y que no le viniera con el cuento de que tenía urgencias de hombre, que no, que no lo pensaba complacer. Antes de acostarse, le rezó una oración a santa Librada, la patrona de los partos, para que sacara a su hijo del Limbo.

Se metió en la cama, pero no pudo conciliar el sueño. Lo intentó varias veces. En cuanto apoyaba la cabeza en la almohada, veía al niño que se apretaba la tripa con las manos para que no se le salieran los intestinos, y a su padre que lo perseguía con una hoz levantada. Con los gritos acudía Nicolás desde la otra punta de la casa.

—¡Joder, María! No me dejas pegar ojo. Mira a ver si te callas de una puta vez. No vaya a ser que también te tenga que cortar el ombligo con la navaja.

rayaaaaa

 Aún no habían pasado dos años de la muerte del niño, cuando un buen día oyó la voz de una vecina que la llamaba a gritos desde la calle:

—¡Maríaaaaaa, corre, baja! Han encontrado a tu marido muerto en el campo. Dicen que le ha dado un cólico miserere.

De repente, María se encontró viuda, sin un mendrugo de pan que llevarse a la boca. Y empezó sacarse algún jornal lavando en río para los ricachones. Un día oyó que los del Ayuntamiento estaban buscaban alojamiento para la nueva maestra y se presentó a ofrecerles su casa. Salió contenta cuando le dijeron que sí y frotándose las manos pensó: “No me vendrán mal unas perrillas solo por tener una alcoba ocupada”.

rayaaaaa

A los pocos días llegó la nueva maestra, a lomos de una yegua blanca. A Pascuala, que así se llamaba, la acompañaba el alguacil, que la había ido a buscar a Ayerbe. Pascuala hizo todo el trayecto con la cabeza caída hacia un lado, como si estuviera dormida. Estaba tan nerviosa que no tenía ganas de hablar. Que una cosa era la ilusión de enseñar y otra lo que se podía encontrar en el pueblo. Que ya le había dicho su profesora de Pedagogía que tendría que enfrentarse con los caciques y con los hombres del pueblo que sus hijas fueran a la escuela. También le advirtió que tendría que ponerse de parte de las madres que no querían que las chicas se quedaran en casa, como ellas, a esperar un matrimonio sin amor y a llorar en silencio la muerte de muchos hijos recién nacidos. Y que anduviera con ojo, que era mejor quedarse soltera que caer en las redes de algún montaraz.

Como el viaje fue largo, le dio tiempo a hacer un repaso de su vida. No sabía muy bien adónde la llevaba su tozudez por enseñar y, cuando vio pueblo encima de una roca, pensó que era un lugar para almas solitarias y no para una chica joven y activa,. También pensó en el mundo que había dejado atrás y sintió una punzada en la boca del estómago. Se acordó del bullicio de su barrio de San Pablo de Zaragoza. En sus oídos todavía resonaban los gritos de los tenderos mezclados con el tañido de las campanas. Ella, que estaba hecha al bullicio de la ciudad, no sabía cómo iba a soportar aquel silencio. Pero  por nada del mudo se echaría atrás. Nunca más dependería de su tío.

—Bueno, pues ya estamos. —El alguacil le ayudó a descabalgar en la puerta del Ayuntamiento.

Allí estaba el alcalde esperándolos. La hizo pasar dentro. Después de la bienvenida, le dijo que se instalara en su nueva casa y que descansara un rato. Que por la tarde se verían en la reunión de la Junta de Enseñanza para darle la bienvenida. Que también asistirían los concejales y el médico, por eso de cuidar la salud en la escuela. Además, como estaba un poco solo, se pasaba a menudo a ver si podía echar una mano en algo.

Salieron del Ayuntamiento, el alguacil cogió los baúles y la acompañó hasta una casa con las paredes renegridas.

—Esta es la casa. En el pueblo todos la llamamos casa del Socarrau y, a la que va a ser su casera, señora María del Socarrau.

En la puerta los esperaba una vieja, con una toca negra anudada debajo de un moño. Al verlos, se adelantó a besar a Pascuala, pero antes se limpió las manos en un delantal parduzco que le tapaba unas sayas marrones de arpillera.

—¿Qué tal, señora maestra? ¡Bienvenida a mi casa! Ya le habrán dicho que vivo sola. Así que me vendrá muy bien su compañía.

Pascuala venció el asco, le acercó la mejilla y se dijo para sus adentros: “Más que compañía le harán falta los duros que le voy a pagar. Me parece que no tendremos muchas cosas que contarnos”. Cuando notó las babas de una boca desdentada, sintió que le bajaba un escalofrío por la espalda.

A continuación, subieron unas escaleras de piedra empinadas y llegaron a una cocina llena de humo en la que se adivinaba un hogar, rodeado por dos cadieras cubiertas con pieles de cabras. En la pared del fondo, junto a un ventanuco sin cristales, estaba la puerta que daba paso a una sala.

Antes de entrar, Pascuala se quedó un poco rezagada. Le entraron ganas de escaparse y bajar corriendo las escaleras. Carraspeó un poco, como si le molestara el humo en la garganta. En realidad se tragó las lágrimas y siguió a la señora María.

—Ninguna casa del pueblo tiene una sala tan limpia como esta —le comentó la señora María señalando las baldosas de cuadros que brillaban con el único rayo de sol que entraba por un ventanuco.

En la pared de la izquierda, como si fueran capillas de una iglesia, se abrían dos alcobas sin ventilación. Cada una estaba cerrada por una cortina de flores. Pascuala se asomó y en las dos encontró lo mismo. Una cama de hierro pegada contra la pared.

En el lado del cabecero, una estampa grande con la figura de un santo, un crucifijo, una mesilla con una palmatoria y una silla de anea. En los pies de la cama, una percha y una jofaina para lavarse las manos. Por debajo de las colchas de ganchillo se adivinaban las asas de los orinales. En la pared de la derecha, enfrente de las alcobas se alineaban los baúles de la casa en los que se guardaban los ajuares y las ropas de domingo.

Después de enseñarle la habitación, colocaron los baúles de Pascuala enfrente de su alcoba.

—¡Es la hora de comer! —exclamó la señora María, cuando oyó que el reloj de la torre daba la una.

—¿Tan pronto? —le preguntó Pascuala incorporándose.

—A esta hora comemos todos los del pueblo.

—Pues en Zaragoza a la una solo comen los obreros.

La señora María se mordió los labios y colocó bien recto el cuadro de santa Librada:

—Hoy la invitaré, pero ya sabe que en adelante tendrá que prepararse usted la comida, que yo por el día me saco un jornal lavando en el río. —le contestó con voz pausada.

Cuando se sentaron junto al fuego, Pascuala se ensimismó mirando las llamas y le volvieron más imágenes de su vida pasada. Se acordó de los días que había comido sola desde que se quedó huérfana. De las pocas caricias que recibió de su tío, el canónigo. De las noches que había pasado desvelada, contemplando los tapices bordados en oro fino que decoraban su habitación. De los reflejos de las velas que movían las carnes de un Eros juguetón. Se acordó de que todas las noches soñaba con las aventuras amorosas campestres del día que llegara a ser maestra de un pueblo.

—¿Qué le pasa? ¿Le ha dado algún mareo? —La señora María se acercó y le tocó la frente—. ¿No ve que ya tiene la sopa en la escudilla?

—Es que creo que estoy muy cansada del viaje. Se me pasará.

Mientras tomaban la sopa de ajo, la señora María le contó su vida. Y cuando notó que Pascuala se limpiaba una lágrima con el puño de la rebeca le dijo.

—Me da a mí que usted va a tener más suerte que yo con mi Nicolás, que en paz descanse. —Se santiguó—. Mire, hace poco que llegó un médico muy joven, don Valero Arbigosta se llama. Y lo veo todo el día buscando compañía por estos andurriales. Nunca se sabe.

Carmen Romeo Pemán

rayaaaaa

Imagen principal. En el Pirineo a principios del siglo XX. Autor y lugar desconocidos. Publicada en Facebook por Lorién La Hoz.

Cándida. Los agitados comienzos del feminismo en España

#demibauldelecturas

El viernes, 8 de febrero de 2019,  asistí en Facultad de Educación de Zaragoza al seminario, Las mujeres votan por la paz, que se inscribía en el proyecto europeo Programa Europa de la ciudadanía.

Lo convocaba La liga internacional de las mujeres por la paz y la libertad  (WILPF), con el apoyo del Observatorio de igualdad de la Universidad de Zaragoza.

En una de las sesiones se presentó el libro De Madrid a Ginebra. El feminismo español y el VIII Congreso de la Alianza Internacional para el Sufragio de la Mujer, escrito por Isabel Lizarraga y Juan Aguilera.

En ese mismo acto tuve la oportunidad de presentar Cándida, la novela con la que Isabel da vida a todo el ambiente en el que se gestó el Congreso de Ginebra de 1919

El interés que me despertó la lectura, las palabras de su autora y la buena acogida entre el público me han animado a escribir este artículo con la intención de contagiaros mi entusiasmo.

20190208.Cándida. Libro. Al iniciar el comentario.jpg

Cándida es la historia de una maestra riojana, cuyo periplo vital se teje con los convulsos orígenes del feminismo en España.

De su mano conocemos las trayectorias de la marquesa del Ter, de María Lejárraga, de María Espinosa y otras mujeres famosas entre 1918 y 1921.

Utiliza con gran acierto la ficción literaria para revivir unos entresijos históricos difíciles de contar. Con los trajines de los personajes, reales y ficticios, entendemos los bastidores en los que se fueron urdiendo los movimientos feministas.

Antes de la lectura, ¿quién recordaba a la marquesa del Ter, a María Lejárraga, a Celsia Regis, a María Espinosa, a Carmen de Burgos, a María de Echarri, a María de Lluria, a Magda Donato, a María de Maeztu, a Amparo Cebrián de Zulueta, a Benita Asas Monterola o a las hermanas Ana y Amalia Carvia? ¿Y quién conocía a Paulina Luisi, Mary Sheepshanks, Anna Wicksell, Carrie Chapman Catt, Chrystal MacMillan, importantes mujeres europeas relacionadas con Alianza Internacional por el Sufragio?

Cuando cerramos el libro, nos quedamos pegados a ese elenco de mujeres que brillaron en los salones, en las tertulias y en los despachos de Madrid y que a los pocos años cayeron en el olvido.

El título

Cándida es un título irónico.

Me llamo Cándida, Cándida Sanz Pedriza, se dijo en voz baja. Aún no hace frío en este día 15 de septiembre de 1918 y estoy sola en la estación del tren de Logroño.

Con este arranque novelesco, desde la primera página nos damos cuenta de que esa maestra, que está en la estación de Logroño esperando el tren de Madrid, no es ni ingenua ni inocente. Que abandona al novio y el ambiente provinciano para luchar contra una sociedad que considera injusta con sus escritos, como corresponsal del diario La Rioja, en la sección “Los Jueves de la Mujer”, que mantiene al día a las mujeres riojanas. Pero, a los pocos días de su estancia en Madrid, y de la mano de María Lejárraga, se involucra en las intrigas de los nuevos círculos feministas.

Cándida era el nombre de una abuela de Isabel Lizarraga, pero en la novela funciona como el espejo en el que se desdobla María Lejárraga. De esta forma, el personaje de ficción profundiza e inmortaliza a los personajes reales  Si conocemos estas referencias, la lectura adquiere una nueva dimensión.

Además, este título apunta a una intertextualidad con el de Cándido de Voltaire. En las dos novelas la objetividad histórica, respaldada por los datos documentales, es un potente recurso contra la intolerancia, el fanatismo y los abusos del poder.

El contenido novelesco: el argumento

En una trama simple en torno a las relaciones de Cándida y Beatriz, se engarzan todos los entresijos del naciente feminismo español.

Cándida, a sus veinticuatro años, decide cambiar el rumbo de su vida. Va a Madrid a sustituir a su antigua profesora de Magisterio, Pilar, actual corresponsal del diario La Rioja, que siente que su tiempo se ha acabado y quiere dejar paso a las nuevas generaciones. Cándida lleva en el bolsillo una carta de recomendación del párroco para María Lejárraga, quien la acoge como a una hija: le busca alojamiento y la introduce en los círculos en los que las ideas feministas están en plena efervescencia.

De esta forma, entra en contacto con las fundadoras de la Unión de Mujeres de España (UME), con las de la Asociación Nacional de Mujeres de España (ANME), con las de la Liga Española para el Progreso de la Mujer, la primera asociación feminista que se fundó en Valencia, en torno a la revista Redención y con las de la Alianza Internacional para el Sufragio (International Woman Suffrage Alliance), que publicaban la revista Ius Suffragii. Cándida conoce de primera mano a todas las feministas, con sus grandezas y sus miserias, con sus nobles aspiraciones y con las rencillas entre ellas.

En Madrid se hace amiga de Beatriz, la hija de Louisa Grapple de Modeiras, con quien vive momentos felices y atroces. Hasta se la lleva unos meses a Logroño para alejarla de un grave problema familiar.

Este primer regreso a Logroño va precedido de un interludio: el diario de la marquesa del Ter, la fundadora de la UME. Estas memorias son un remanso narrativo que amplía, en olas concéntricas, el contexto histórico, y siembra nuevos datos con los que aumenta la tensión de la trama.

Cuando Beatriz se repone, regresa a Madrid con Cándida, y se reencuentra con su novio Fermín, que le cuenta el verdadero motivo por el que se truncaron sus relaciones. Después, las dos amigas asisten al congreso de Ginebra. Al acabar, Beatriz se va a Londres y Cándida regresa a Logroño, donde sigue trabajando como maestra.

La acción narrativa termina en 1921, con una manifestación feminista organizada por María Lejárraga y la marquesa del Ter.

Y todo se acaba en un epílogo. Lo cuenta una cuidadora de Cándida, después de su muerte a los ciento cuatro años. Sintetiza el rumbo posterior de los acontecimientos, cierra las vidas de los personajes principales y explica las claves narrativas de todo el relato.

El feminismo

Es el tema central de la novela. Así se lo explicaba Isabel Lizarraga a Pilar Laura Mateo en una entrevista para el “Club de lectura Palabra de Mujer”, cuando publicó La canción de mi añoranza. Isabel Oyarzábal. Embajadora de la República:

Pilar Laura Mateo. Tus dos novelas son una exhaustiva investigación sobre la vida de mujeres intelectuales poco o nada reconocidas por la historia oficial. ¿Piensas que queda mucha historia por recuperar de las mujeres de este periodo?

Isabel Lizarraga. Indudablemente. Todas ellas han sido silenciadas por un doble motivo: por ser mujeres y por ser las perdedoras de una guerra que les arrebató todo aquello por lo que habían luchado. La historia oficial las ha ignorado tanto por motivos políticos (la gran mayoría tuvo que exiliarse) como por la secular negación y ocultamiento de la mujer a lo largo del tiempo.

P. LM. Las asociaciones de mujeres de principios del XX desplegaron mucha actividad pero obtuvieron pocos resultados. ¿Cuál crees que fue su error?

I. L. Las mujeres de principios del siglo XX hicieron todo lo que pudieron, pero tenían muchas cosas en su contra: las leyes, la costumbre, la falta de educación en relación con el hombre… El principal error que cometieron fue el de no ser capaces de aunar sus fuerzas en una asociación común a todas las mujeres que deseaban lo mismo.

P. LM. una cosa que quizá puede chocar a las lectoras/es de hoy, y es que casi todas estas mujeres pertenecían a las clases acomodadas, algunas incluso tenían título nobiliario, ¿cómo valoras esta cuestión?

I. L. Me parece normal que las pioneras pertenecieran a las clases acomodadas. Las mujeres pobres tenían suficiente con sobrevivir.

Para reclamar algunos derechos hace falta saber que existen (o que existen en otros lugares), saber leer, saber escribir, y tener tiempo y fuerzas como para luchar por ellos. El hecho simple de fundar una asociación donde reunirse requiere tener dinero para alquilar el local, para editar una simple hoja reivindicativa o revista o para prever cualquier actividad, y no hay que olvidar que en esa época las mujeres casadas ni siquiera tenían la potestad de gestionar su propio dinero.

P. LMEllas fundaron el Comité Nacional de Mujeres contra la guerra y el fascismo en vísperas de la Guerra Civil y de la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué opinas de esto?

A mí me conmueve el hecho de que las mujeres de esa época se proclamasen pacifistas. Estaban horrorizadas por los efectos de la Primera Guerra Mundial y suponían ingenuamente que, si las mujeres llegaban a gobernar, serían capaces de evitar las guerras, ya que, siendo madres, no consentirían que sus hijos murieran en ellas.

El tempo lento

Hay novelas que respiran como gacelas y otras como ballenas, o como elefantes. (Umberto Eco, Apostillas al Nombre de la rosa).

Isabel, interesada por el trasfondo histórico, escribe una novela de respiración lenta. El lector se va recreando en el ambiente y en las noticias de los periódicos que la autora intercala con gran acierto y oportunidad en la trama. Nosotros, como don Ramón Cabrera, el marido de la marquesa del Ter, leemos sin prisa. De vez en cuando, volvemos a releer en voz alta y lo comentamos. Porque, en esta novela hay encerradas muchas horas con la prensa de principios de siglo. Y la prensa se comenta con los cercanos.

Este tempo lento se refleja en la estructura y en la aparente falta de proporción entre las partes narrativas. Pero todo está en función de la historia y de la trama, de las vivencias y de los acontecimientos

La disposición cronológica

Ocupa tres años de la larga vida de Cándida (San Millán, 1894-Logroño, 1998). Justo el tiempo en el que Beatriz entró en la vida de Cándida. La acción avanza en tres bloques temporales, pero no se corresponden exactamente con los años.

1919-1919. Crónica de un amanecer. Un amanecer lleno de anhelos y deseos, de titubeos y frustraciones. El nacimiento de la amistad entre las protagonistas coincide con el de los movimientos feministas y con la ruptura con sus novios.

1918-1920. El diario olvidado de la marquesa del Ter. Completa los acontecimientos de 1920 desde un nuevo punto de vista. Y progresa con una información muy detallada sobre el octavo Congreso de la Alianza, celebrado en Ginebra del 8 al 12 de junio de 1920.

1920. Fulgor opaco de mediodía. (marzo-junio). Es el desenlace novelesco, en tres tiempos y en tres lugares.

Las dos amigas se refugian en Logroño, después del desastre de la familia de Beatriz. Cuando Beatriz cumple veintitrés años se convierte en mayor de edad y vuelven a Madrid para arreglar los asuntos que quedaron pendientes. Finalmente,  llega la semana del Congreso de Ginebra y la separación de las amigas. Beatriz se va a Londres. La marquesa del Ter desaparece y se deja el diario en el hotel. María Lejárraga y Cándida regresan juntas a Madrid.

1921. La sonrisa triste. Encontramos a Cándida en el tren que va a Logroño donde de nuevo ejerce de maestra. Vuelve de Madrid, de una manifestación feminista que han organizado la marquesa de Ter y María Lejárraga. Sus aventuras madrileñas le han dejado un poso de tristeza.

1984-1998. Epílogo nocturno: cola de cometa. Los últimos años de Cándida en una residencia en Logroño.

El juego de narradoras

Todo lo ha contado una narradora omnisciente que conoció los hechos a través de los documentos que encontró y de lo que la propia Cándida le contó.

Día a día, con mi insistencia, conseguí rescatar una parte de ese pasado, y así he sabido que la Marquesa del Ter murió en Madrid en abril de 1936 y que su esposo, arruinado, la sobrevivió hasta 1940.

Que María Lejárraga fue abandonando paulatinamente su labor de escritora para comprometerse cada vez más en la vida política.

Que Carmen de Burgos conservó su carácter combativo y resuelto durante toda su vida: murió en octubre de 1932, mientras pronunciaba una conferencia en el Círculo Radical Socialista.

Que Clara Campoamor, después de distintos trabajos y oposiciones, comenzó los estudios de Derecho y se licenció a los 36 años.

De Consuelo González, la Celsia Regis de los años veinte, Cándida no sabía nada, y tampoco de Magda Donato.

Cándida apenas me quiso hablar de Beatriz, pero entre sus papeles leí que marchó a Londres, se casó y tuvo cuatro hijos. Nunca volvió a España. (P. 199 y ss.)

Esta narradora, encontró en el armario una caja en cuyo interior había:

Recortes de periódico apilados en un escrupuloso orden cronológico, cartas con fechas antiguas, un viejo diario de tapas gastadas con la letra de Cándida, un cuaderno de la Marquesa del Ter y, al fondo del todo, en testimonio nebuloso de lo que no pudo ser, una fotografía con la firma de un amigo. (P. 198).

Y de forma abierta confiesa cómo ha construido la novela.

La historia que antecede a estas páginas ha nacido de la revisión de los documentos que Cándida guardaba en su caja escondida, que muchas veces recojo en su forma textual, a partir de las noticias de los periódicos de la época y, especialmente, a partir de los manuscritos de su propio diario y del texto de la Marquesa del Ter. (P. 198).

Isabel ha bebido en fuentes clásicas para construir esta novela: ha reescrito desde un nuevo punto de vista el viejo tópico del manuscrito encontrado que tan famoso se hizo con El Quijote.

Una novela histórica

Está contada como una historia de vida y enmarcada con abundantes digresiones documentales. La atmósfera feminista es el cañamazo sobre el que se teje la vida de Cándida, el alter ego de María Lejárraga. Y todo sembrado con abundantes detalles del vivir cotidiano que le confieren la impresión de historia verdadera.

María Espinosa de los Monteros y Díaz de Santiago. Todo el mundo sabe que es la representante de la Casa Yost en España desde hace veinte años y que el Consejo de Instrucción Pública le concedió la Cruz de Alfonso XII. … con su traje negro ceñido con una banda en la cintura y la famosa Cruz en el pecho. También llevaba un collar de perlas y un moño bastante discreto. (P. 12).

Las páginas están salpicadas de juicios hechos desde una cercanía y un conocimiento profundo de los personajes.

La cocinera, adusta, miraba a Anita, con la toca de doncellita prendida sobre su pelo moreno, pensaba en la dueña de la casa, la Marquesa feminista, y en el fondo no comprendía nada de la vida moderna. (P. 19).

Para terminar

Isabel Lizarraga combina con acierto la documentación histórica con los elementos narrativos. En esta novela prima el docere, enseñar, sobre el delectare, deleitar, pero en ningún momento descuida los elementos literarios. Cándida cuenta los orígenes del feminismo en España de una manera hermosa y didáctica y se convierte en una referencia imprescindible para los estudios de los movimientos anteriores a 1921. Aquí están los moldes y patrones de comportamientos posteriores.

Antes de esta novela escribió un ensayo pensado para un público especializado. Con Cándida divulgó esas ideas y consiguió que muchos lectores vibraran con las aspiraciones de unos ideales feministas que todavía no se han cumplido.

Isabel Lizarraga es una escritora que se documenta exhaustivamente. Es una ávida lectora de periódicos de la época para reconstruir con fidelidad los hechos, los ambientes y los escenarios. En fin, es una escritora a la que le rebosa el saber por los poros de cada letra.

20190208. Isabel Lizarraga. Al iniciar la biografía

Isabel Lizarraga y Carmen Romeo visitando la exposición «Cien años de feminismo pacifista». Zaragoza, Facultad de Educación, 8 de febrero de 2019.

Isabel Lizarraga (Tudela, 1958). Profesora, investigadora y escritora. Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Zaragoza y en Derecho por la Universidad de La Rioja. Ha sido profesora del instituto de Teror, Gran Canaria, en el de Lodosa y en el Escultor Daniel de Logroño. Es autora de un gran número de publicaciones académicas, de abundantes relatos literarios y de cinco novelas. Su nombre va indisolublemente unido al de María Lejárraga a quien descubrió en varios estudios y a la que quiso inmortalizar en la novela Cándida. Esta unión viene reforzada por la paronomasia de los apellidos: Lejárraga-Lizárraga.

De su extensa producción destacaré algunas obras representativas.

Investigaciones académicas

María Lejárraga, pedagoga. Cuentos breves y otros textos, IER, Logroño, 2004. En colaboración con Juan Aguilera Sastre.

De Madrid a Ginebra. El feminismo español y el VIII Congreso de la Alianza Internacional para el Sufragio de la Mujer, Icaria, Barcelona, 2010. En colaboración con Juan Aguilera Sastre.

Federico García Lorca y el teatro clásico. La versión escénica de la dama boba. Universidad de La Rioja, Logroño, 2009.

El derecho de rectificación, Aranzadi, Pamplona, 2005.

Textos de creación literaria

“Estos últimos tiempos he abandonado los estudios enjundiosos para probar con algo que me resulta mucho más divertido y me devuelve a los primeros años de amor sencillo por las letras: he comenzado a componer literatura de ficción”. (Autobiografía del blog literario de Isabel Lizarraga)

Novelas

  1. Escrito está en mi alma. Finalista del VII Concurso de Narrativa Femenina “Princesa Galiana”, del Ayuntamiento de Toledo.
  2. Cándida. Finalista del V “Premi Delta de narrativa escrita per dones”, en 2009. Publicada en Buscarini, Logroño, 2012. Reeditada en 2018.
  3. La canción de mi añoranza. Isabel Oyarzábal. Embajadora de la República. Siníndice, Logroño.
  4. La tierra era esto. Las aventuras de Austin y Amalíss. Ciencia ficción. Editorial Atlantis, Aranjuez.
  5. La escuela de la vida. Siníndice, Logroño.
  6. Pájaros de cuenta. La Cabaña del Loco, Zaragoza-Logroño,

Cuentos

Corazón loco, Asamblea de Mujeres y Ayuntamiento de Estella-Lizarra, 28 de noviembre de 2008 (edición no venal).

Escorzo en el aire, en La inauguración, Ayuntamiento de Logroño y Fundación Caja Rioja, Logroño, 2009.

Imago hominis, Ayuntamiento de Zaragoza, 2010 (edición no venal).

Había una vez…, en Cuentos con el mismo papel, Ayuntamiento de Logroño, 2010.

Venturoso viaje de vuelta, De Buena Fuente, 15 de julio de 2011,

Las letras y las voces, en Miradas y letras II en el Camino de la Lengua castellana, Fundación Camino de la Lengua Castellana, Logroño, 2011.

La rosa de los tiempos, en Antología de Ciencia Ficción 2099, edición de Miguel Ángel de Rus y Félix Díaz González, Madrid, Ediciones Irreverentes, 2012.

Mitad y mitad, igual a medio, en Cuando quieras mirar a las nubes, Miami USA, La Pereza Ediciones, 2013.

“El viejo factor”, en Turia, revista cultural, núm. 113-114, Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, marzo-mayo de 2015, pp.72-79.

Premios Literarios

Este nuevo camino no le ha ido mal. Desde el año 2008 ha cosechado numerosos premios.

Premio del XII Certamen Literario “María de Maeztu” de Estella, en 2008. Con el cuento Corazón loco.

Premio del XIV concurso de Relatos “8 de marzo Día Internacional de la Mujer”, Ayuntamiento de Zaragoza, en 2010. Con Imago hominis.

Premio en el XXIV Premio de Narración Breve “De Buena Fuente” de Logroño, en 2011. Con Venturoso viaje de vuelta.

Carmen Romeo Pemán

¡Quiero aprender a leer!

De las fragolinas de mis ayeres

 

A Anuncia Alegre, que me regaló la historia, y a María Victoria Pociello, que bautizó a la protagonista.

 

lacasta. vista. sergio arbués garrido. 2014

Vista del camino que llega a Lacasta. Foto de Santiago Arbués Garrido, 2014.

Por el camino que llegaba a Lacasta, solo cabía una caballería o las mujeres que subían en hilera desde el barranco, con sus canastos debajo del brazo. Era una trocha pedregosa, llena de zarzas y recodos en los que los chicos escondían sus tesoros.

Como no había luz eléctrica ni candiles de carburo, se trajinaba a la luz del día. Cuando llegaba la noche, las trancas cerraban las puertas y comenzaban los murmullos alrededor de unos fuegos mortecinos. En casa Silvestre todos escuchaban las consejas de los viejos, menos Balbina, que no creía en los sacamantecas ni en que las tijeras cruzadas sobre la ceniza espantaban a las brujas.

Balbina faltaba mucho a la escuela. Solo iba algunas tardes sueltas. Como era la mayor, tenía que ayudar en casa. Por las mañanas la mandaban con las cabras al monte y por las tardes tenía que lavar la ropa en el barranco y cuidar a Ángel, que así se llamaba su hermano pequeño. Una de esas tardes que pudo ir a la escuela, doña Gala leyó un cuento que hablaba de amores. Desde ese día Balbina pensó que las mejores historias estaban en los libros. Cuando acabó la clase, se fue corriendo a su casa, bajó al cobertizo y esperó a que su madre, que estaba arrodillada en el suelo, acabara de golpear las judías. Sin darle tiempo a incorporarse, le dijo de tirón:

—Madre, quiero aprender a leer.

Entonces su madre se limpió las manos en el delantal y las levantó con aspavientos.

—¡Anda, Balbina, no me vengas con tonterías! —Le señaló el montón de vainas secas y vacías—. Ayúdame a recogerlas que amenaza tormenta. Y, si se mojan las hilazas, no podremos encender el fuego.

—Madreeeeee, no es ningunaaaa tonteríaaa. —Se agachó y comenzó a meter las vainas en un saco de arpillera—. Hace muchos días que le estoy dando vueltas. Necesito que usted me ayude. Que se lo pida a doña Gala.

La madre se puso de pie, se cruzó la toquilla en el pecho y le dijo:

—Mira, en este pueblo no saben leer ni los hombres. Así que, si llegara el caso, antes le enseñaríamos a tu hermano que a ti.

Balbina se echó el saco al hombro sin decir ni mu, lo llevó al corral y lo dejó junto a la leña. A la mañana siguiente, ni corta ni perezosa, se fue a hablar con doña Gala y le contó lo que le había dicho su madre.

Hablaron mucho rato. A final, la maestra le prometió que le traería una cartilla de Zaragoza cuando bajara a ver a su familia. Eso sí, tendría que buscarle un buen escondite porque iba a ser un secreto entre las dos.

—No se preocupe, doña Gala. —Bajó mucho la voz como si hablara a escuchetes—. En la última revuelta del camino hay una piedra muy grande tapada con un arto pinchudo. Nadie se atreve a guardar nada allí. Es que, sabe, creen que las víboras hacen sus nidos en las piedras que tienen artos de manzanetas. Pero yo sé que es mentira.

Balbina progresaba deprisa. Por las mañanas enfilaba el sendero con las cabras y, antes de comenzar la cuesta de las Guarnabas, se paraba delante de su losa. Sin que nadie la viera se metía el libro en el morral y seguía hasta el prado de la Carbonera. Y allí se pasaba las horas muertas juntando letras. En unos meses ya las dibujaba con trozos de carbón en las piedras de las eras.

TI-MO-TE-O ME A-MA

En menos de un año leía los cuentos que la maestra le entregaba envueltos en papel de estraza, ese de la tienda de ultramarinos. Siempre llevaba uno en el refajo.

Con cada historia, crecía su pasión por los libros. Y el tiempo que pasaba en el monte le sabía a poco. “¡Tengo que arreglármelas como pueda!”, pensaba mientras hacía los recados.

Una noche, cuando todos dormían, a través de los agujeros de la tarima vio una luz que se movía en las escaleras. Oyó el andar cansino de su padre que bajaba a echar de comer a las caballerías. Se tumbó en el suelo y miró por una rendija. Llevaba una vela encendida en la mano. Esperó hasta que volvió. Y vio cómo la guardaba en un hueco debajo del último peldaño, donde su madre metía las cerillas.

Cuando desapareció el padre, Balbina salió con cuidado. Cogió la vela con las cerillas, las apretó contra su pecho y se volvió a su camastro. Y no le costó mucho hacer una especie de casetón.

—¡Lo he conseguido, lo he conseguido! —se decía en silencio, mientras escuchaba el ronroneo de sus hermanos.

Se metió en la madriguera. Encendió la vela, sacó un libro y se ensimismó. Hasta tal punto se quedó embobada que no se dio cuenta de nada hasta que oyó los gritos.

El colchón comenzó a arder con uno de los chisporroteos de la vela y, en un santiamén, las llamas invadieron la habitación. Ángel, que dormía en otro camastro de paja muy pegado al suyo, la arrastró de los pies hasta la cocina.

De repente sintió un dolor muy intenso en la cara y en las manos. Las tenía chamuscadas. Sus padres no se pudieron contener y comenzaron a gritarle.

—Ya sabía yo que tus tejemanejes con la maestra nos traerían malas consecuencias —le dijo su madre, sin parar de echar pozales de agua en las llamas.

—No sé por qué le gritas si la culpa la tienes tú —terció el padre, dirigiéndose a la madre—. Sé que muchas tardes se quedaban las cabras en el corral para que ella fuera a la escuela. Y no me hacías caso cuando te decía que esas aficiones de Balbina nos traerían alguna desgracia. —Se secaba el sudor con el pañuelo y seguía—: En ninguna casa decente dejan que sus hijas aprendan a leer.

Mientras los padres apagaban el fuego y seguían discutiendo, Balbina se acurrucó en un rincón del patio. Al poco rato notó una mano que le acariciaba la cabeza.

—No llores—le dijo su hermano—. Ahora ya no irás al monte. Te quedarás en casa y leerás todo lo que quieras.

—Pero… —Balbina intentaba hablar entre hipidos—. ¡Mírame! Con estas quemaduras nunca encontraré un príncipe azul.

Entonces Ángel le contó una historia de las del abuelo. La de una chica que se quitaba el rostro mientras dormía. Lo guardaba en una caja y al día siguiente lo encontraba lozano. Pero tenía que hacerlo durante la noche, sin que la viera su amante, porque, si la descubría, perdería todo su amor.

Así fue como Balbina empezó a inventar mundos para su cara. Leía y leía. Y, poco a poco, fue poblando sus mundos de fantasía de grandes amores con rostros muy bellos.

lacasta. cabras. josé ramó catán pérez. 2016

Lacasta. Rebaño de cabras saliendo al monte. Foto de José Ramón Castán Pérez, 2016.

 

IMAGEN PRINCIPAL Lacasta, 1910. Abuelos de la familia Alegre Bernués.

Publicada en FB por Ángel Alegre Bernués y los identificaba así: Arriba: Pabla, Joaquina, Gabriel, Félix. Segunda fila: Julia, Regina, la abuela Magdalena, el abuelo Angel, Juan. Y  las niñas de abajo;  Felipa y Polonia.  Ese año aún faltaban dos por nacer. Regina y Marino, que debía estar en la barriga.

Ángel y sus cinco hermanos,  entre los que están Anuncia, la mayor, y Esther, la pequeña, son hijos de Félix Alegre y Emilia Bernués, la última familia que abandonó Lacasta.

 

Carmen Romeo Pemán

 

Gregoria Brun, la maestra de Concepción Gimeno Gil

#nuestrasmaestras

Andaba buscando genealogías femeninas y cayó en mis manos La mujer española (1877), un libro de Concepción Gimeno Gil en el que dedicaba un capítulo a su maestra Gregoria Brun, cuando todavía vivía. Lo leí muchas veces y siempre me provocaba la misma emoción: por la grandeza de la maestra y por la generosidad de una alumna que en ese momento ya era una periodista famosa.

En varias publicaciones se hace referencia a ese capítulo, incluso se glosan algunas de sus partes, pero pocas lo transcriben y ninguna se acerca a la biografía de la maestra que lo inspiró.

Tendré en cuenta lo que otros han dicho, aunque, en mis palabras, pondré el énfasis en doña Gregoria y, para su biografía, recuperaré los datos fragmentarios que me ofrecen los archivos que he podido consultar. También daré cuenta de la convulsa vida de su familia, como consecuencia de los acontecimientos políticos del momento.

rayaaaaa

La mujer española. Portada. 2

Concepción Gimeno Gil (Alcañiz, 1850-Buenos Aires, 1919), más conocida como Concepción Gimeno de Flaquer, por su matrimonio, en 1879, con el periodista catalán Francisco de Paula Flaquer i Fraise.

Fue una mujer adelantada a su tiempo: maestra, escritora, periodista, fundadora y directora de varios periódicos en España y América. Luchó por los derechos de la mujer y defendió un feminismo moderado. Buscó un punto medio entre las avanzadas ideas feministas y las tendencias tradicionales. Y lo encontró en la defensa de la dignidad intelectual y humana de la mujer.

Desde los cinco años hasta los dieciocho vivió en Zaragoza y fue a la escuela con doña Gregoria, de la que nos dejó este magnífico retrato:

Doña Gregoria Brun, que así se llamaba, era el tipo más acabado de la distinción y la superioridad: su estatura bastante elevada, su figura majestuosa. Como en la infancia lo más leve más impresiona, la suave severidad de mi directora, su noble altivez, su dignidad y hasta su belleza escultural contribuían a formar en mi fantasía una ilusión que me la hacía considerar como un ser superior, castigado a vivir en la tierra; como un ser algo más que mujer, cual una divinidad de los antiguos tiempos.

Favorecía a mi ilusión su carácter,  distinto completamente al de todas las mujeres, pues mi directora hubiera podido decir en voz alta: “Tengo el honor de parecerme más que a mí misma”.

Era sumamente original y, por eso, odiaba la rutina; su lenguaje era fácil, elevado y persuasivo, pero muy sencillo; jamás olvidaba que hablaba con la infancia.

Como su voz era buena, su palabra armoniosa y vibrante, conseguía apoderarse de nuestro corazón y nuestro criterio: mi afecto hacia mi directora era un culto.

Cuando se rodeaba de niñas, y ante un mapa nos explicaba geografía, parecía Minerva distribuyendo el pan de la inteligencia.

Sus ojos eran dos astros que arrojaban ígneo resplandor, porque asomaba de ellos el genio. Su frente espaciosa parecía trasparente cuando intentaba inculcarnos grandes ideas. Y su semblante, de líneas correctas y severas, pero nunca duras, se animaba al percibir que habíamos comprendido sus lecciones.

Tenía varias auxiliares pasantas, porque, como directora de la Normal, el mayor cuidado la consagraba a las jóvenes que estudiaban para maestras, pero nadie podía relevarla dignamente.

Encontrábamos pobre y confusa la explicación de la que la representaba. Y, como la sabiduría se impone tanto, a nadie concedíamos la respetuosa atención que a nuestra directora. Donde podían haberla admirado los hombres más eminentes, era en las clases de las aspirantes al título de maestra. El número de estas era inmenso, y entre ellas se encontraban algunas de más edad que mi directora. Otras sumamente ilustradas. Bastantes de familias aristocráticas, que, sin necesitar esa carrera, anhelaban un título que tanto enaltece a la mujer y que es el único que no le está vedado en España.

Como siempre he tenido afición de aprender, en las horas de recreo abandonaba los juegos infantiles y me ocultaba en un rincón del salón de las maestras para escuchar a mi directora en las clases superiores. Entonces lucía ella sus vastísimos conocimientos, su elocuencia ciceroniana, sus brillantes disposiciones para la oratoria. Aquel auditorio exigente se entusiasmaba tanto que, inconscientemente y turbando el silencio de los regios salones de aquella gran escuela, prorrumpía en bravos y aplausos, cuyo eco detenía por un momento el bullicio de las traviesas niñas que revoloteaban por los patios destinados a correr y jugar.

Aquella sublime mujer dominaba con la palabra a más de cien mujeres despejadas, altivas, orgullosas, audaces o irónicas las más.

Un día me sorprendió oculta por el caballete de la pizarra en un ángulo del salón. Y, al observar mi atención y verme convertida en estatua, del asombro, por la expresión de mi rostro, me concedió el título de oyente. Y desde entonces tuve un puesto en el salón de aquella clase, cuyas alumnas estaban cursando el último año de la carrera.

Confieso que me enorgullecí ante tal deferencia y me di toda la importancia que pude entre mis condiscípulas. Este rasgo era, indudablemente, un desbordamiento de mi amor a la gloria.

Mi directora era una gran literata, pero sus ocupaciones no le permitían escribir libros. Se limitaba a transmitir su ciencia a nuestro entendimiento.

Concepción_Gimeno_de_Flaquer,_en_Caras_y_Caretas

Concepción Gimeno Gil

Al salir del colegio, mi directora tuvo una gran pena. Sus primeras deferencias para conmigo se habían trocado en cariño.

Más tarde, cuando he obtenido algún triunfo superior a los triunfos escolares, mi directora ha gozado extraordinariamente en ese triunfo. Y yo jamás la he olvidado.

Afortunadamente existe todavía, aunque no sé si se halla al frente de aquella escuela de maestras y niñas. Sean estas líneas el eco de mi agradecido corazón a sus beneficios, el débil testimonio de mi entusiasmo y cariño eternal.

¡Benditas maestras!

¡Cuántas veces debemos a una maestra un porvenir lisonjero, una brillante posición social!

rayaaaaa

Gregoria Brun Catarecha (Hecho, Huesca, 1833–Zaragoza, 1885) era la segunda hija de Juan Brun Val y María Josefa Catarecha López. Sus abuelos paternos fueron Mariano Brun y Juliana Val. Y los maternos, Agustín Catarecha y Teresa López. En 1831 había nacido  su hermano Juan Manuel.

Su padre, Juan Brun Val, administrador de la aduana de Siresa, falleció en 1834, durante la Primera Guerra Carlista (1833-1840), en los violentos sucesos de Hecho.

El día 27 de junio, huyendo del poder de los facciosos, fueron asesinados, D. Juan Brun Val, administrador de Siresa, residente en Hecho, D. Mariano Brun primo del anterior, hacendado, y D. Juan Antonio Pétriz, hacendado. (Cfr. La Revista Española, 12 de julio de 1834)

En 1837 la madre de Gregoria se volvió a casar y un tutor, Juan Antonio Brun, se hizo cargo de la educación de los dos hermanos. Ese año, a instancias del tutor, las Cortes permitieron que la pensión de viudedad de Doña María Josefa Catarecha, 750 reales, pasara a sus dos hijos, Juan Manuel y Gregoria, menores de cinco años.  Esta pensión había sido otorgada por la valentía con que don Juan Brun y Val se había batido en la defensa del valle contra los carlistas. (Cfr. La Gaceta de Madrid, 7 de noviembre de 1837)

Gregoria debió de estudiar en una escuela privada de formación de maestras. Su hermano cursó los estudios en Huesca: bachillerato, en el Instituto Ramón y Cajal, y Magisterio en la Escuela Normal de Maestros.

En 1856 se creó en Zaragoza la Escuela Normal de Maestras y Gregoria, a sus veintitrés años, fue la primera directora y la primera maestra de una escuela pública del Ayuntamiento, que estaba anexa a la Normal.

Según la Guía de Zaragoza de 1860, dirigía una escuela laica del Ayuntamiento en la plaza Linán, 181, en la que se estudiaba para ser maestra. En esa escuela tuvo de alumna a Concepción Gimeno Gil.

En Zaragoza conoció a su futuro marido, Joaquín Lacambra Murillo, otro montañés, un farmacéutico carlista de Coscojuela de Sobrarbe, que tenía abierta una de las cinco Farmacias Centrales de España, en la calle Don Jaime Primero, 61. En 1865 figuraban juntos en varias colectas para bienes sociales. En 1866, Valentín Zabala Argote, un maestro zaragozano, en su libro La organización de las escuelas, la citaba como Gregoria Brun de Lacambra. Ese mismo año nació su hijo, Joaquín Lacambra Brun, un brillante abogado que estudió derecho en Zaragoza y llegó a ser Magistrado de la Audiencia Nacional.

En 1875 su carrera docente se vio alterada unos meses. Estuvo suspendida de empleo y sueldo en Estella:

La directora de la Escuela Normal de Maestras de Zaragoza, ha sido desterrada a Estella por haberse negado a firmar no sabemos qué juramento (Cfr. El Magisterio Balear, 4 de septiembre de 1875, p. 6).

Esta ausencia pudo estar condicionada por las consecuencias de la insurrección de su marido en Cantavieja (Teruel). Durante su ausencia, Andresa Recarte se encargó de la dirección de la Escuela Normal. En 1876, según la Guía Oficial de España, volvió a su cargo de directora de la Escuela Normal de Maestras y a ejercer de maestra de la escuela aneja.

Joaquín Lacambra Murillo (Coscojuela de Sobrarbe, Huesca, ca. 1836-Zaragoza, 1879) fue un boticario muy brillante, conocido en toda España, no olvidemos que tenia una Farmacia Central, por sus pastillas febrífugas. En la Exposición Aragonesa de 1868, obtuvo una mención honorífica por su jarabe de rábano yodado. Pero, por encima de todo, fue un carlista convencido y una persona influyente. Difundió su ideología como redactor de Perseverancia, un periódico fundado en 1867 por Bienvenido Comín y Sarté, jefe del partido carlista en Zaragoza. Y en 1870 dirigió La Concordia, un nuevo periódico destinado a la misma causa.

En 1873, con motivo de la Tercera Guerra Carlista (1872-1876), lo nombraron gobernador de Cantavieja, responsable de un hospital de sangre y director de la escuela de cadetes que se estableció allí para formar oficiales. En 1874 provocó una insurrección de dos batallones contra don Alfonso de Borbón y fue sometido a un consejo de guerra, en el que lo condenaron a muerte. Pero los informes médicos lo declararon demente y, en lugar de fusilarlo, lo llevaron preso a la cárcel de La Cenia (Tarragona).

En 1885 doña Gregoria Brun Catarecha, a los cincuenta y dos años, falleció víctima del cólera en plena actividad profesional.

En 1886, siempre según la Guía Oficial de España, para cubrir su vacante, nombraron directora de la Escuela Normal de Maestras de Zaragoza a Pilar Lacambra Brun, que había sido Regente en los años anteriores. La coincidencia de apellidos me hace pensar en su hija, pero para asegurarlo tendré que esperar alguna documentación que lo acredite.

En la memoria colectiva quedó una brillante profesora que educó a muchas generaciones de maestras y permaneció en el recuerdo de alumnas como Concepción Gimeno Gil.

rayaaaaa

Antonio Martínez Valero me sugiere que Pilar Lacambra Brun era hija de Gregoria Brun, dada la coincidencia de datos familiares que se desprenden de la esquela que publicó La Vanguardia.

Pilar Lacambra Brun

rayaaaaa

Gracias a las investigaciones de Enrique García Pascual, profesor de la Escuela Normal de Zaragoza, conocemos los nombres de las primeras directoras de la Normal de Maestras, las sucesoras de Gregoria Brun.

1857-1885. Gregoria Brun Catarecha, la primera directora, tomó posesión el 4/02/1857. Lo consiguió, pesar de que cuestionaron su titulación y valía. De hecho, Joaquín Avendaño Bernárdez, director de la Escuela Normal de Maestros en ese momento, no asistió al acto.

1885-1886. Pilar Lacambra Brun, hija de Gregoria Brun.

1886-1887. Encarnación del Águila Sánchez, que accedió por oposición.

1887-1928. Eustaquia Caballero y Castillejos.

1928-1931. Guadalupe del Llano Armengol.

rayaaaaa

Fuentes principales.

Documentos de varios archivos provinciales y locales.

Noticias de la prensa histórica.

Domínguez Cabrejas, Rosa María (1989): Sociedad y educación en Zaragoza durante la Restauración (1874-1902). Ayuntamiento de Zaragoza, Vol. I y II.

Gimeno Gil, María de la Concepción (1877): La mujer española, estudios acerca de su educación y sus facultades intelectuales. Prólogo de Leopoldo Agustín de Cueto. Imprenta y librería de Miguel Guarro. Propiedad de la autora.

Pintos, Margarita (2016): Concepción Gimeno de Flaquer. Del sí de las niñas al sí de las mujeres. Plaza y Valdés Editores.

Romeo Pemán, Carmen (dir.), Gloria Álvarez Roche, Cristina Baselga Mantecón, Concha Gaudó Gaudó,  Inocencia Torres Martínez (2018): La Zaragoza de las mujeres. Callejero. Ayuntamiento de Zaragoza. Disponible en:

http://www.zaragoza.es/contenidos/sectores/mujer/callejero-mujeres18.pdf

Imagen principal: La desaparecida Universidad de Zaragoza de la plaza de la Magdalena. Archivo GAZA, Ayuntamiento de Zaragoza.

Carmen Romeo Pemán

Un callejero con brecha de género. Segunda edición de La Zaragoza de las mujeres

¿Qué mujeres están representadas en las placas de nuestras calles? ¿Desde cuándo existe la costumbre de bautizarlas con nombres propios? ¿Quién era Teresa Gil, la primera de la que tenemos noticia? ¿Y Desideria Giménez, una de las últimas ¿Cuándo entraron las primeras heroínas de los Sitios? ¿Por qué hay tantas placas de joteras, santas y advocaciones marianas? ¿Por qué se concentran escritoras y feministas contemporáneas en una zona del barrio del Actur? ¿Quién apadrina los nombres? ¿Qué papel desempeñan los equipos de gobierno de los Ayuntamientos? ¿Cuál es la historia de cada una de nuestras calles?

Las autoras, cinco amigas y compañeras que llevábamos mucho  tiempo trabajado juntas en temas de mujeres, nos habíamos hecho este tipo de preguntas. Precisamente, el libro que hoy os traigo se originó cuando intentamos dar respuesta a muchos de estos interrogantes. Comenzamos poco a poco, por curiosidad, y acabamos con un trabajo al que le hemos dedicado muchas horas de investigación.

¿Qué es La Zaragoza de las mujeres?

Un estudio en el que intentamos dar a conocer la historia del urbanismo de Zaragoza desde la perspectiva de género.

En el año 2016, le dediqué un artículo en el que analizaba con detenimiento el contenido del libro. Hoy, con motivo de la segunda edición, vuelvo a dar vueltas y a pasear por la Zaragoza de las mujeres.

Aguadoras

Fuente de las aguadoras, de Luisa Granero (1980), a la entrada del barrio de Las Fuentes.

¿Por qué hemos hecho una segunda edición?

Por el gran éxito de la primera, que se agotó antes de un año, y porque estábamos interesadas en dar cuenta de cómo ha evolucionado la presencia de las mujeres en la ciudad en estos ocho años. Gracias al empuje de la primera edición Enriqueta Castejón, la farmacéutica del Paso de la Independencia, ha conquistado una placa.

Con esta segunda edición actualizamos la del 2010 y colaboramos con el II Plan de Igualdad de la ciudad de Zaragoza 2018-2021 que pretende hacer visible la imagen pública de las mujeres, en este caso, a través de la denominación de las calles.

Además, este callejero ve a Zaragoza como una Ciudad Educadora, tal y como la ha concebido una reciente iniciativa de la Concejalía de Educación e Inclusión. Es decir,  consideramos los espacios públicos como recursos pedagógicos privilegiados. Y serán actividades importantes pasear por las calles con nombres de mujeres y descubrir los referentes femeninos que salen a nuestro encuentro: edificios, esculturas, murales, parques, zonas de juegos, entre otros.

Del 2010 al 2018

Esta segunda edición es una radiografía de cómo hemos seguido conquistando espacios públicos en los últimos ocho años.

Desde el año 2010, el número de calles con nombres femeninos ha aumentado en un 35%. Hemos pasado de 170 a 229. No obstante, en Zaragoza, como en todas las ciudades españolas y europeas, sigue existiendo una brecha de género. De las 3.230 calles registradas oficialmente, 1.463 llevan nombre de personas concretas y, de estas, 1.234 tienen nombre de varón, un 84%, y 229 de mujer, es decir, un 16%. Y, de estas, 41 son santas. Los otros topónimos femeninos que recogemos en el libro se refieren a oficios, como la Pastora, a nombres mitológicos, como las Pléyades, y a monasterios y advocaciones de la Virgen. Entre estos últimos se llevan la palma los referidos a la Virgen del Pilar. Y son muy interesantes los que se fundaron en la Edad Media.

Nuestros deseos

Con esta publicación queremos rendir, de nuevo, un homenaje a las mujeres que han sido protagonistas y reclamar un espacio para las que aún pueden serlo. Queremos recuperar la memoria de las menos conocidas y reivindicar a las que brillaron en su día para que no se vuelvan invisibles con el paso del tiempo, como le ocurrió a Teresa Gil, una dama importante del siglo XV cuya biografía ha sido irrecuperable.

¿Por qué La Zaragoza de las mujeres?

El título es un guiño a la Ciudad de las damas de Cristina de Pizan, escritora del siglo XV. Y el libro un exhaustivo trabajo de recopilación e investigación sobre nuestra ciudad. En sus 207 páginas, recogemos todas las calles que llevan nombre de mujer, incluidas algunas de las que lo llevaron y que hoy han desaparecido. Un caso ilustrativo es el de la Baronesa de Purroy, cuya calle desapareció. Después le dedicaron una al Barón de Purroy, que fue barón consorte.

Damos a conocer las biografías de todas estas mujeres y el contexto en el que fueron propuestas. Y, a partir de ese contexto, hacemos un estudio detallado del urbanismo y de la historia social de la ciudad.

Ayuda de navegantes

Dorotea _Arnal

El libro es como un puzle en el que sus partes se complementan. Una vez que las hemos ajustado cobra más sentido la totalidad. Las más relevantes son la introducción teórica, las biografías y los cinco apéndices.

Introducción. Nos planteamos el significado de los topónimos y el contexto histórico de las calles. Vemos como ha crecido el entramado urbano y cómo han ido entrando las mujeres en los callejeros desde la Edad Media.

Las biografías y la explicación de todos los nombres de mujeres que aparecen en alguna placa están concebidas como el núcleo del libro. Entre todas forman un auténtico diccionario enciclopédico de las mujeres que pueblan las calles de Zaragoza. Algunas de ellas, como María Zambrano, Flora Tristán o Emmeline Pankhurst, por su talla, son también moradoras de otras ciudades españolas y europeas. En cambio, Agustina Rodríguez, maestra del barrio de Santa Isabel, Dorotea Arnal, comadrona de Casetas y Aurora Tarragual, una jotera natural de Luesia, son figuras locales muy entrañables.

Cada biografía acaba con una reseña de la historia de la calle. De esta manera, la peripecia vital de las mujeres se completa con una historia urbana de la ciudad.

Por ejemplo, el antiguo Camino de las Alcachoferas en 1935 pasó a llamarse calle del alcalde Enrique Armisén Berasategui y desde 1957 de Millán Astray. En 1979, siendo alcalde de Zaragoza Ramón Sainz de Varanda, se convirtió en calle de María Moliner. También están dedicados a María Moliner un Instituto de Educación Secundaria en el Barrio Oliver y dos bibliotecas de Zaragoza: la del Campus de San Francisco y la del Ayuntamiento, en la plaza de San Agustín.

Apéndices. Cada uno de los cinco apéndices cumple una función diferente.

  1. Lista de las calles desaparecidas y de las reubicadas.
  2. Lista de calles por la fecha de entrada en los callejeros.
  3. Calles por distritos urbanos, con localización en los planos.
  4. Calles dedicadas a mujeres concretas, clasificadas por la época histórica en la que vivieron, por sus profesiones y por sus actividades.
  5. Un nomenclátor con todos los topónimos por orden alfabético.

Con estos cinco apartados, hemos pretendido hacer una radiografía, clara y sencilla, de cómo se han ido asomando las mujeres a las calles de Zaragoza. Una ojeada rápida nos permite ver que hay más nombres femeninos en los barrios que en el centro de la ciudad. O que en los barrios rurales hay muchas calles dedicadas a profesionales, especialmente a las maestras, reivindicadas por sus vecinos.

Para terminar

Os propongo un juego, una especie de yinkana en clave femenina por los distritos que aparecen en los apéndices.

Las Fuentes.1

Abrid el libro por uno al azar. A mí me ha salido el de Las Fuentes. Me siento en la fuente de las Aguadoras que da nombre al barrio. Enciendo el móvil, intento averiguar en internet algo sobre las esculturas que adornan la fuente, pero no encuentro casi nada. Bebo un trago de agua y comienzo caminar buscando referencias a mujeres: nombres de calles y edificios, esculturas que representen a mujeres o que hayan sido hechas por ellas. Me detengo en los espacios abiertos y me imagino cómo fue el vivir cotidiano en el pasado. Cuando estoy a punto de terminar, me asaltan muchas dudas y reflexiones sobre cómo condicionaba nuestras vidas el urbanismo.

Si os ha gustado, podéis continuar con el juego en los catorce distritos restantes. Cada día con uno. Y cuando lleguéis a casa, os podéis informar un poco más. Por ejemplo, os podéis sentar delante del ordenador y consultar los datos que os hayan quedado pendientes.

A partir de este callejero hemos profundizado en la presencia de las mujeres en nuestra ciudad. Ya nos hemos paseado por los distritos y hemos hecho varias yinkanas. Ya nos ha picado el gusanillo y hemos sentido la necesidad de hablar de nuestros paseos por la Zaragoza de las mujeres. Y de esos paseos y esa necesidad ha nacido el germen de una nueva publicación que pronto verá la luz: Los paseos por la Zaragoza de las mujeres.

Es que la historia de las mujeres está en mantillas. Basta con tirar el ovillo y, de forma natural, se va desenredando.

Ficha técnica

Callejero. Color

Carmen Romeo Pemán (dir.), Gloria Álvarez Roche, Cristina Baselga Mantecón, Concha Gaudó Gaudó, Inocencia Torres Martínez (2018): La Zaragoza de las mujeres. Callejero. Edita: Ayuntamiento de Zaragoza.

Fotos y maquetación: Aurora Verón.

Disponible en: http://www.zaragoza.es/contenidos/sectores/mujer/callejero-mujeres18.pdf

Otras fuentes

Carmen Romeo Pemán (2009): La Zaragoza de las mujeres. La conquista del espacio público. Edita: Instituto Goya de Zaragoza. Disponible en: https://issuu.com/instituto_goya/docs/prueba_publicacion_8-3

Carmen Romeo Pemán (dir), Gloria Álvarez Roche, Cristina Baselga Mantecón y Concha Gaudó (2010): Callejero. La Zaragoza de las mujeres. Edita: Ayuntamiento de Zaragoza. Disponible en: https://www.zaragoza.es/contenidos/mujer/callejero_mujeres.pdf

Carmen Romeo Pemán (2016): La Zaragoza de las mujeres. Edita: Letras desde Mocade. Disponible en: https://letrasdesdemocade.com/2016/09/19/la-zaragoza-de-las-mujeres

Carmen Romeo Pemán

WhatsApp Image 2019-03-15 at 11.54.55

14 de febrero de 2019. En biblioteca del Centro Cívico de Santa Isabel. Concha Gaudó, Inocencia Torres y Carmen Romeo, hablando con Pilar Almenar, una de las mujeres de nuestro callejero, nacida en Santa Isabel, discípula de Agustina Rodríguez, que también tiene dedicada una calle.

Reescribiendo la historia de las mujeres: la obra de Ángeles de Irisarri

 

Era un lunes de junio de 1967. Me iba a matricular de Filosofía y Letras en la Universidad de Zaragoza.

—Oye, ¿sabes dónde está la Secretaría? —le pregunté a una chica que empujaba la puerta de aquella casa con mucha seguridad.

—Allí voy yo. —Me sonrió—. Me voy a matricular.

—Y yo también —le contesté.

—Pues ven conmigo. Yo de primero de Letras, ¿y tú? —Me llamó la atención la calma con que hablaba.

—¡Qué casualidad! De lo mismo —Le contesté. Y la seguí comiéndome las uñas.

Nos matriculamos juntas. Me enteré de que se llamaba Ángeles de Irisarri y de que había nacido en Zaragoza en 1947. Nos hicimos amigas en la Facultad. Ella se especializó en Historia y yo en Románicas.

En aquellos años ya tenía vocación de narradora. Hoy es una reconocida escritora de novelas históricas en las que las mujeres llevan la voz cantante. Sus obras han alcanzado grandes éxitos de la crítica y del público. Muchas de ellas se han convertido en auténticos best-sellers. Y no exagero. Basta con que echéis una ojeada a Google y a muchos foros de internet.

rayaaaaa

Ángeles tiene una obra muy extensa y cada una de sus novelas está poblada por muchos personajes. En su mayoría son mujeres, que se le presentan en sueños pidiéndole que escriba sobre sus vidas.

—Nunca leo novela histórica. No quiero que se me pegue algo y luego digan que lo he copiado. Pero leo mucha historia y muchos documentos —me confesaba en una de nuestras charlas.

En sus obras, los sucesos políticos son pretextos para desarrollar el vivir, el sentir y hasta el respirar de los personajes. Es una maga y consigue que nos enganche la lectura desde la primera página.

Al cerrar El viaje de la reina seguimos seducidos con la reina Toda y con Andregoto de don Galán. En Ermessenda condesa de Barcelona queremos saber más de la vida de Ermessenda. Y lo mismo nos sucede con doña Uzea en Las damas del fin del mundo.

Durante muchos días llevé en mi cabeza las aventuras de la reina Urraca, las de Isabel la Católica y las de las cuatro monjas que van a descubrir América. Y paseando por calle Alfonso de Zaragoza me he encontrado muchas veces con Cósima y Rebeca, las gemelas de Romance de ciego. Sus personajes me asaltan en cualquier esquina.

Su universo literario

Ángeles escribe con tesón y continuidad. Solo así se puede llevar en la cabeza un universo tan amplio y de forma tan coherente. Además, todas sus novelas están interrelacionadas, como si fueran partes de una mega novela. Los personajes de una obra reaparecen en otras y los motivos recurrentes se repiten. Por ejemplo, “Mínimo”, un personaje clave para entender toda su obra, se asoma por primera vez en El estrellero de San Juan de la Peña, después se aclaran sus orígenes en Ermesenda condesa de Barcelona, y en Las damas del fin del mundo continúa la aventura que había iniciado en El estrellero.

Una nueva novela histórica

No se limita a evocar y reconstruir una época remota. En sus novelas pinta y analiza los conflictos del pasado a través de la mirada y de la voz de sus narradoras. Sus escritos son partes de un rico universo literario poblado por muchas mujeres que necesitan contar sus vidas.

Sus protagonistas femeninas quieren contar la historia como nunca se ha contado. Quieren hacer visible la cara oculta en la que a ellas les tocó vivir, la que se quedó marginada en la tradición oral.

El humor y la vena fantástica

Junto a esa historia que no se escribió, y en íntima conexión con ella, brota la veta fantástica de la autora. En sus páginas encontramos fábulas inverosímiles, cuentos de hadas, historias de brujas, supersticiones, sueños,  alucinaciones…

De esta forma, lo histórico se convierte en maravilloso y lo maravilloso en cotidiano. El mundo de lo maravilloso funciona como un espejo en el que se refleja, y a la vez es reflejado, el acontecer histórico.

En las novelas históricas, sobre todo en las de la Edad Media, conviven los personajes ficticios con los históricos y los acontecimientos maravillosos se combinan con los reales. Y todo muy bien documentado, como no podía ser menos en la pluma de una buena historiadora.

Sus obras. Mi propuesta de clasificación

No me ha resultado fácil encasillar unas obras procedentes de un universo narrativo amplio y cohesionado.

No sé si con acierto o no, me he basado en los elementos formales, y en algunos de contenido, que marcan las relaciones y los contrastes entre ellas. Por lo tanto, no sigo el orden cronológico de las publicaciones.

  1. Colecciones de cuentos, relatos y novelas cortas

Lisa-Gioconda y otros cuentos

  1. Lisa-Gioconda. 2. Causa y razón de la Venus del Espejo. 3. El Estrellero de San Juan de la Peña. 4. ¿Fue ansí, señor Don Diego? 5. Isabel e Isabel. 6. El predicador de los tres credos. 7. La reina fea. 8. El remedio de las Indias. 9. Suceso en ambos mundos.Zaragoza: Institución Fernando el Católico, 1991. Premio Isabel de Portugal 1991.

Trece días de invierno y otros cuentos

  1. Trece días de invierno. 2. La Santa Cena. 3. Las tres reinas. 4. Manía matemática. 5. El ingenio volador. 6. Oro imaginario. 7. Gente de arriba, gente de abajo. 8. La aprendiza de eremita. 9. El pilar de la Virgen. 10. Galería interior. 11. El comisario del Santo Oficio. 12. Argenta.Zaragoza: Institución Fernando el Católico, 1993. Premio Isabel de Portugal 1993.

Siete cuentos históricos y siete que no lo son

  1. Calentura de conciencia. 2. Las abadesas de las siete casas. 3. La visita del Príncipe de Gales. 4. Lección de estrategia. 5. El hijo de María. 6. Cama con dosel. 7. La Chamaquita. 8. Lisa-Gioconda. 9. Argenta. 10. Cuatro personajes. 11. Suburbanas. 12. Para Lola. 13. XXV aniversario. 14. Estrafalaria compañía. Zaragoza: Zócalo, 1995.

Historias de brujas medievales

  1. La cacería maldita. 2. Entre Dios y el diablo. 3. El aquelarre. 4. La meiga. 5. El collar del dragón. 6. Dalanda, la santiguadora. Barcelona: Ediciones de Bolsillo, Col. Enigmas y secretos, 1996. Anteriormente editadas en seis volúmenes en Barcelona: Bestselia, 1999.

Diez relatos de Goya y su tiempo

  1. Goya-duquesa/ Duquesa-Goya. 2. Banderillas en el campo. 3. El duro aprendizaje del francés. 4. El conde H. 5. La condesa de Chinchón. 6. La familia de Carlos IV. 7. La guerra de las Naranjas. 8. El entierro de la sardina. 9. La hoja del diario de doña Leocadia. 10. Alto secreto o la lechera de Burdeos. Zaragoza: Publicaciones del Gobierno de Aragón, Col Crónicas del Alba, 1997. Premio Baltasar Gracián, 1997.

Moras y cristianas.Venturas y desventuras de la mujer en un sorprendente fresco de la España medieval. Barcelona: Emecé, 1998. Coautora con Magdalena Lasala. Reeditada en Barcelona: Salamandra, 2000.

Gentes de las tres religiones. Retazos de la historia de España desde 711 hasta 1492. Barcelona: Martínez Roca, 2007.

  1. Una novela contemporánea

El año de la inmortalidad. Zaragoza: Mira Editores, 1993.

  1. Novelas históricas

Siglos X-XI: unidas por personajes y por motivos recurrentes

Doña Toda, reina de Navarra. (Aconteceres de un viaje a Córdoba en el Año Mil). Iruña (Navarra): Editorial Mintzoa, 1991. Finalista del Premio Herralde de Novela 1990. Reeditada como El viaje de la reina. Barcelona: Emecé, 1997.

El estrellero de San Juan de la Peña. Zaragoza: Mira Editores, 1992.

Ermessenda, condesa de Barcelona. Barcelona: Lumen, 1994. Premio Femenino Singular 1994.

Las damas del fin del mundo. Barcelona: Grijalbo, 1999.

Siglos XII-XIII: dos novelas independientes del resto

La reina Urraca. La agitada vida de una mujer en el fascinante mundo de la Edad Media. Madrid: Temas de Hoy, 2001.

La cajita de lágrima. (De cómo la condesa de Haro y un caballero del Languedoc unieron sus destinos en la batalla de las Navas de Tolosa). Barcelona: Salamandra, 1999.

Siglos XV-XVI: la trilogía de la Reina Isabel y un epílogo: América

Isabel, la reina. Las hijas de la media luna. Vol. I. El tiempo de la siembra. Vol. II. El sabor de las cerezas. Vol. III. Barcelona: Mondadori, 2001

América. La aventura de cuatro mujeres en el Nuevo Mundo. Barcelona: Mondadori, 2002.

Siglo XIX: dos novelas zaragozanas

Romance de ciego. Barcelona: Martínez Roca, 2005. Premio Alfonso X el Sabio 2005.

La artillera. Una lucha de España por la libertad. Santillana: Suma de Letras, 2008.

Siglo XX:una novela epistolar. Época de Primo de Rivera

Te lo digo por escrito. Una historia de amor imposible en la España de los años veinte. Barcelona: Martínez Roca, 2006

rayaaaaa

Para terminar

La obra de Ángeles de Irisarri se caracteriza por la singularidad de los recursos literarios. Y por la enérgica protesta, en clave de humor, contra los abusos a que han sido sometidas las mujeres a lo largo de la historia.

En este artículo he querido destacar su gran acierto en la elección de las narradoras. Cuando acabamos las lecturas siguen zumbando en nuestros oídos la voz de mando de la reina Toda, el soniquete de la condesa de Barcelona y los gritos de protesta de la reina Urraca.

Llama la atención el discurso a doble voz de Isabel la Católica y las voces enérgicas de la abadesa de las Clarisas y la de la madre Rafols. Y nos sorprenden las expresiones castizas de Casta Álvarez y las conversaciones íntimas de Agustina de Aragón y su hermana Quimeta.

En cambio, cuando el narrador es un varón, el tono se neutraliza. Por eso no recordamos con tanta nitidez la voz del protagonista de El estrellero de San Juan de la Peña ni la de La cajita de lágrima.

Sus narradoras cuentan historias por el mero placer de dejar por escrito un testimonio que se ajuste mejor a lo que fue la historia de las mujeres.

En estas historias del pasado vemos anticipados muchos problemas de nuestro presente. Y la lección es clara. No podemos vivir al margen de nuestra propia historia y, las mujeres, como Mínimo en El estrellero de San Juan de la Peña, tenemos que escribir “nuestros ayeres” para que sea mejor nuestro presente.

Carmen Romeo Pemán.

Imagen principal. Libros de Ángeles de Irisarri. Foto: Carmen Romeo Pemán.

A todas las maestras. A las treinta y cinco que pasaron por El Frago

 

 

falo-piazuelo-angelita.-1932

Hace tiempo que dedico mis afanes a las “Escuelas de El Frago”, donde aprendí las primeras letras y donde recogí las semillas de casi todo lo que he llegado a ser de mayor. Entonces El Frago tenía dos escuelas unitarias. Una de niños y otra de niñas. Un maestro se encargaba de los chicos desde los seis hasta los catorce años. Y una maestra, de las niñas. En los pueblos más pequeños, por debajo de quinientos habitantes, había una sola escuela mixta, regentada por una maestra.

Como muchas hijas de maestras, tuve la suerte de ir a la escuela de mi madre. Ella fue mi primera y mi única maestra desde los seis hasta los trece años, que me llevaron a estudiar a un colegio de monjas a la ciudad. En ese difícil equilibrio de madre y maestra, me transmitió el rigor en el estudio, el amor por la enseñanza y la pasión por la lectura y la escritura, que me han acompañado siempre. Y supo hacerlo con mis compañeras de pupitre.

Mi caso, como el de Lázaro de Tormes, es solo para que “vuesas mercedes” lo conozcan  como ejemplo de lo que entonces era moneda común en las escuelas rurales. Mi madre fue solo un eslabón de una larga cadena. Antes y después, otras maestras entregaron lo mejor de sus vidas a las niñas de muchos “fragos” repartidos por la España Vacía. A todas ellas les rindo este homenaje. Y lo hago recuperando los nombres y las biografías de las treinta y cinco que pasaron por las aulas fragolinas en ciento dieciséis años, desde 1874 hasta que en 1990 se cerraron sus puertas para siempre.

Muchas escuelas públicas se crearon en 1838, pero la enseñanza de las niñas tardó en regularizarse. Las maestras llegaron más tarde que los maestros. En 1848 ya conocemos el nombre del primer maestro fragolino, José Sánchez. Pero hasta 1874 no aparece ninguna maestra.

Siglo XIX

Inés Cervera Blanco, hasta ahora la primera maestra de El Frago con nombre conocido. Según Enrique Campos Chaure, bisnieto de Cecilia Aruej, doña Inésb cursó los estudios primarios en Luesia, con la maestra Dolores Aruej Barnechea (1824-¿?), que aparecía como maestra de niñas en el censo de 1857. Teresa Aruej estaba casada con Manuel Campos Fernández (1818-¿?), también maestro. Estos maestros excepcionales, padres de Jacoba, Petra y Cecilia, contribuyeron a elevar el nivel cultural de Luesia.

Inés Cervera Blanco, una maestra brillante, en 1874 se trasladó desde Asín a El Frago, donde ya estaba su marido, Diego Laporta Soler (Bailo, ca. 1836-Ejea de los Caballeros, 1885). A Inés le ofrecieron un buen sueldo, la vivienda y las “retribuciones de los niños no pobres”, es decir, lo que se acordaba cada año que tenían que pagar los hijos de las familias más acomodadas por ir a la escuela. Hasta 1901, los ayuntamientos pagaron los sueldos, que estaban relacionados con el número de habitantes. Y cobraba más el maestro que la maestra. En 1874 la escuela de niños estaba dotada con 625 pesetas y la de niñas con 442.

Conocemos su estancia en El Frago y el nombre de su marido por la partida de defunción de su hija Avelina. Así lo recoge el registro civil: “A las 6 de la mañana del 9 de junio de 1876, ante don Serapio Les Giménez, juez municipal, y don Casiano Romeo Soteras, secretario, comparece Manuela Biescas, soltera, natural de El Frago, domiciliada en la calle de los Infantes 10, manifestando que Avelina Laporta Cervera, natural de Asín, provincia de Zaragoza, de cinco años de edad, domiciliada en El Frago, en la calle de los Infantes 18, falleció a las 4 de la mañana del día de ayer de una fiebre subsiguiente a la superación del sarampión. Que la finada era hija legítima de don Diego Laporta, natural del pueblo de Bailo, provincia de Huesca, y doña Inés Cervera, natural de Luesia, provincia de Zaragoza, mayores de edad, maestros de Instrucción Primaria de este pueblo”. Declaraba Manuela Biescas (1857–1928), de casa Presijo, en su calidad de sirvienta. En 1891, seis años después de morir su marido, seguía en activo en Ejea de los Caballeros.

Tuvieron varios hijos. Miguel Laporta Cervera, (Triste, 1867-Jaca, 1885) falleció de gastroenteritis en el Seminario de Jaca, el año que cursaba cuarto de Teología. Está enterrado en el cementerio de Jaca.  Avelina Laporta Cervera (Asín,, 1869-El Frago, 1874). Marino Laporta Cervera (Ejea de los Caballeros, 1878-¿?) que se casó con Juana Romeo Espés, (Erla, 1883-1883), hija de Mariano Romeo Llera y Mariana Espés Herrera. Marino y Juana  fueron los padres de los cuatro nietos de Diego Laporta e Inés Cervera:  Marino, Antonio y Juana. Juana Laporta Cervera nació en Ejea y en 1880 comenzó los estudios de  Magisterio en Huesca. Blasa Laporta, en 1891 era maestra interina de Pintano y, según el periódico  La Derecha, en diciembre de 1892. era maestra interina de Castiliscar. En 1897, Teresa Laporta Cervera tomó posesión como maestra auxiliar de párvulos de Alagón,

Inés Cervera, ya viuda, se trasladó a Castiliscar dónde estaba su hija y allí se jubiló el 18 de septiembre de 1890 (Cfr. HMZ, La Consecuencia, 20/11/ 1891),

Juana Bonaluque Gállego: 1877–1881. (El Frago, 1850–Ídem. 1889). Estudió Magisterio en Huesca. Juana, Bárbara, Justa y Ramona eran hijas de Martín Bonaluque Giménez y de María Gállego Pérez, natural de Santa Eulalia de Gállego. Y primas hermanas de Manuel Marco Bonaluque, maestro de Biel. Se casó con el fragolino Florentino Laguarta Ardevines, labrador, y tuvieron cinco hijos: Sebastián, Carlos, Luisa, Juan y Estanislada. Su hija Luisa se casó con Generoso Sánchez Ardevines, hijo de José Sánchez, el primer maestro cuyo nombre conocemos.

«Han sido nombrados maestros interinos,  Manuel Marco, de El Frago, y Juana Bonaluque, del mismo pueblo». (Cfr. HMZ, Diario de Avisos de Zaragoza, 07/03/1877),

Leonor Herrero Alvira: 1881–1883. (Fustiñana, 1859-¿?). Era hija de Domingo y Concepción. Estuvo de interina hasta que Simona Paúles ocupó la plaza por oposición. Embid de Ariza, Biurrun, (Navarra) y  Larrasoaña (Navarra) fueron algunos de sus destinos posteriores.

Simona Paúles Bescós: 1883–1913.

Simona. Solicita permiso para ejercer-2

Archivo Provincial de Huesca. Escuela Normal de Maestras.

(Aísa, Huesca, 1849-Petilla, Navarra, ca. 1939). Esta hija de Romualdo y Jacinta obtuvo el título de Magisterio en Huesca en 1870 y en 1883 llegó a El Frago de maestra titular, junto con su marido Pedro Uhalte Alegre (Villarreal de la Canal, Huesca, 1851–Petilla, Navarra, ¿?), también maestro, y vivieron en el local de la ruinosa Escuela de Niños. En esos años no había local para las niñas ni viviendas para los maestros. Y era difícil encontrar casas de alquiler en un pueblo en el que las casas tenían que ser compartidas por varias familias.

Doña Simona se jubiló en El Frago en 1913 y se fue a Petilla donde estaban su marido, desde 1910, y su hijo Pedro de practicante.   Así me cuenta José Antonio Hualte Sevilla el final de su bisabuela: «Vivió muchos años en Petilla y murió antes de la guerra. Compró algunas tierras para sus hijos y a veces bajaba a Sádaba en caballería».

En los treinta años que estuvo en El Frago, ella y su marido prepararon a muchos de sus alumnos para que salieran a estudiar y dieron clases de repaso a los adultos. En la primera etapa de la escolarización del pueblo, lograron una estabilidad y una continuidad educativas que favorecieron la disminución del analfabetismo. Por ejemplo, mi propia abuela tenía una letra primorosa –con faltas de ortografía, claro, y llevaba las cuentas de su casa en sus “Cuadernos para Apuntaciones”. Todo se lo había enseñado doña Simona.

Tuvieron tres hijos: María Teresa (Villarreal 1874–Sádaba, 1918), maestra, casada con Bonifacio Guillén Luna. Pedro (El Frago, 1884–Petilla de Aragón, Navarra, 1950), practicante. Y María Esperanza (El Frago, 1888–Ídem, 1889), que falleció de una gastroenteritis cuando solo tenía seis meses.

Siglo XX. Hasta 1936

Teresa Lacueva Gresa: 1913–1913. Estudió Magisterio en Teruel. Su primer trabajo consistió en cubrir la vacante que quedó en El Frago por la jubilación de Simona Paúles.

Felisa Medina Pérez: 1913–1917. (1846-¿?). Esta maestra de Guadalajara pasó a depender del rectorado de Zaragoza en 1908, cuando la destinaron a Villar de los Navarros en esta provincia. Llegó a El Frago por traslado, donde se jubiló.

Ignacia Brígida Lazcano Torres: 1917–1918. (Matute, Logroño, 1878-¿?). Estudió Magisterio en Huesca. Llegó por traslado, procedente de Torrente de Cinca (Huesca) y, también por traslado, se fue a Viniegra de Abajo (Logroño). Protestó enérgicamente cuando se encontró con problemas de alojamiento y sin local para la escuela. Consiguió que el Ayuntamiento alquilara una casa en la que vivía y en cuya cocina daba las clases.

1921-Escuela de El Frago

Ángela García Alegre con sus alumnas

Ángela García Alegre: 1918–1930. (Zaragoza, 1894–Ronda, Málaga, 1971). En 1918 aprobó las oposciones en Huesca. Estuvo un año en expectativa de destino y en 1919 le dieron en propiedad la Escuela de Niñas de El Frago. Cuando llegó no salía de su asombro. Como el Ayuntamiento no tenía un local para las niñas, le acondicionaron la Herrería Vieja, que todavía conservaba la fragua y las paredes llenas de hollín. Se negó a entrar y abandonó el pueblo. El Gobernador Civil le puso una multa de 250 pesetas y la obligó a volver. Entonces el Ayuntamiento le buscó una habitación de alquiler y, a partir de ese momento, dio las clases en la cocina de su casera, la señora María del Socarrau.

En 1925 su marido, el maestro Bruno Gracia Sieso, llegó desde un pueblo de Soria por el turno de consortes.  Como formaban una familia, con tres hijas, le pidieron al Ayuntamiento que les buscara una casa, pero nadie les alquiló una vivienda. Lo comunicaron a la Inspección de Enseñanza Primaria y al Gobernador Civil, que de nuevo tomó cartas en el asunto. En esta ocasión multó al Ayuntamiento, se llevó a los maestros del pueblo hasta que resolvieran el problema y no permitió que contrataran a otros. Ángela y Bruno, con su decidida actuación, obligaron a que el Ayuntamiento se planteara la necesidad de construir un nuevo edificio escolar. En 1928, Benjamín Biescas y Elisa Carrascón les prestaron su propia casa hasta que se acabaran las obras de las escuelas.

Entre 1921 y 1935 nacieron sus ocho hijos: Angelina (Zaragoza, 1921-Granada, 2008), María Rosa (Zaragoza, 1922–Ronda, 2009). Blanca (Zaragoza, 1924), Gabriel (Zaragoza, 1926–Ídem, 1929), Ana María (Zaragoza, 1928-Ronda, 2016), Carlos (Zaragoza, 1930-Ronda, 2018), María del Carmen (Ronda, 1935–Ronda, 1936) y Miguel Ángel (Ronda, 1935).

Ángela García fue una maestra escritora. Colaboró en varios periódicos, recibió premios literarios y escribió artículos y cuentos dedicados a la educación de las niñas. El día de la inauguración de las escuelas pronunció una conferencia titulada “La educación de la mujer”.

Dolores Álvarez: 1923-1924. Sustituyó a Ángela García en uno de sus permisos por maternidad, durante un trimestre.

Elisa Carrascón Pitarque: 1926-1928. (Zaragoza, 1883-Ídem. 1959). Era hija de Joaquín Carrascón y de Catalina Pitarque. No era maestra de profesión. Tenía estudios de piano. Sustituyo a Ángela García mientras construyeron las escuelas.

Estaba casada con el fragolino Benjamín Biescas, que había estudiado Magisterio en Zaragoza. De recién casada llegó a El Frago donde su marido se estableció como comerciante. Además del comercio, desde 1904 hasta 1936, fue secretario del Ayuntamiento. En 1926, pusieron a disposición del Ayuntamiento el comedor de su casa para dar clase a las niñas.

En 1928, ella y toda su familia se fueron a compartir la vivienda del hermano de su marido y ofrecieron su casa, con sus muebles, para que volvieran Ángela y Bruno.

En 1936 se fueron a Madrid por un asunto de enfermedad de Benjamín y no pudieron regresar. Después de la Guerra Civil no le permitieron que se reincorporara a la Secretaría. Desde 1957 Elisa recibió una pensión de viudedad de trescientas pesetas al mes, pagada por el Ayuntamiento de El Frago.

En El Frago nacieron todos sus hijos, Guadalupe (El Frago, 1902–Ídem, 1902), Gregorio (El Frago, 1904 – Ídem, 1907), Clara Alicia (El Frago, 1905-Luna, 1991), Valeriana (El Frago, 1907 – Zaragoza, 1980), y Segundo Benjamín (El Frago, 1911 – Ídem, 1912).

Piedad Ruiz Lapuerta: 1930–1932. (Valtueña, Soria ca. 1915-Zaragoza, 1992) era  hija de Luciano y Josefa y hermana de Consolación y Telesforo. Falleció soltera y sin descendencia. En un expediente judicial se declaró herederos a sus sobrinos José Eliseo Enrique y Jesús Alejandro Ruiz Sanjoaquín. 

Estudió Magisterio en Huesca. Aprobó las oposiciones de 1932 y la destinaron a Cerveruela. En 1933 le dieron Borja.

Raimunda Casabón Girón: 1932–1933. (Zaragoza, 1909–Huesca, 2003). Era hija de Teodoro Casabón y Pilar Girón y estudió Magisterio en Huesca. De El Frago se trasladó a una escuela unitaria de Ayerbe y después a Huesca.

19340719. Exp. Escolar. FOTO

Asunción Rodrigo, la maestra, vestida de blanco.

Asunción Rodrigo Molins: 1933–1934. (Aguaviva, Teruel, 1911-Francia, ¿?) estudió Magisterio en Zaragoza desde 1924 hasta 1930. En 1931, recién titulada, figuraba en las listas de aspirantes a interinos y le dieron Cetina.

Aprobó los cursillos de 1932 en Zaragoza y en 1933 le dieron El Frago.  Era soltera y llegó acompañada de su hermana. Estaban emparentadas con varias casas del pueblo y eso les facilitó el alojamiento con la familia de «casa Martina». Fue la madrina de bautismo de su sobrina Purificación Beamonte Lafuente. Como el calendario escolar había cambiado con la II República, tuvo que conciliar la supresión de algunos días festivos con las tradiciones del pueblo.

Exposición escolar en El Frago. Celebrada a final de curso y organizada por la maestra Asunción Rodrigo que desarrolló «una gran labor pedagógica y educadora en el poco tiempo que lleva en esta escuela, un curso». (La Voz de Aragón, 20/07/1934)

Desde el comienzo de la Guerra Civil fue militante socialista, colaboró con la resistencia republicana y estuvo de miliciana en el Frente de Teruel. Cuando acabó la guerra se exilió a Francia y no regresó.

Anunciación Ángela Romeo Idoipe: 1934–1935. (El Frago, 1914–Ídem, 1996). Conocida como Angelita de «casa Cecilia». Primero estuvo un año de interina y después, en 1942, volvió como propietaria.

La Guerra Civil (1936-1939)

Las maestras cubrieron las plazas que quedaron vacantes en las Escuelas de Niños por falta maestros. Unos habían muerto, otros estaban represaliados y otros en el frente.  En estos años, de manera excepcional, encontramos a la vez dos maestras en El Frago.

Isabel Peribáñez Sánchez: 1935-1940. ´(Teruel, 1883-Zaragoza, 1968). Propietaria. Maestra de chicas. Llegó a El Frago con 52 años y sus alumnas la recuerdan como una persona mayor, de trato muy afable.

En 1907 era una de las alumnas de Plácida Madariaga,  de la Escuela Centro de Teruel, que colaboraban para socorrer a los soldados que volvían enfermos de Cuba y Filipinas. (Cfr. La unión). En 1917 se presentó a oposiciones en Zaragoza. En 1923 estaba de interina en Romanillos, en 1929 tenia una auxiliaría en Villamayor y de allí la destinaron a Barués-Sos, una pardina de Sos del Rey Católico, en la confluencia de los Barrancos de Barués y Vandunchil.  Y en 1935, se trasladó de Barués a El Frago. Se jubiló en Zaragoza en 1953.

Ángela Sarasa Lasierra: 1936–1936. (Alcalá de Gurrea, Huesca, 1908–Zaragoza, 1991). Maestra de chicos. Estudió Magisterio en Huesca. En 1958 reingresó en el Magisterio, después de un periodo de excedencia voluntaria. En los últimos años estuvo destinada en Zaragoza. Aurelio Casabona la recuerda como una excelente maestra, aunque estuvo poco tiempo. 

falo-piazuelo-angelita.-1932

Foto propiedad de la autora. De la orla de su padre Gregorio Romeo Berges.

Ángela Falo Piazuelo: 1938–1940. (Alcalá de Gurrea, Huesca, 1914-¿?). Estudió Magisterio en  Zaragoza entre 1929 y 1932. En 1938, fue nombrada maestra de chicos de El Frago. Dejó muy buen recuerdo entre sus alumnos. «Yo aprendí a leer con ella» (Ángel Ardevines, nacido en 1933).

En 1936 estaba afiliada a la UGT. Aprobó las oposiciones en Burgos, en 1944. En 1966 se trasladó de Dos Hermanas (Sevilla) a Castelbisbal (Barcelona). En 1964 servía en la provincia de Teruel. Sus hermanos Emilio y Fernando están enterrados en Zaragoza.

Mercedes Laguarta Dieste: 1940–1942. (El Frago, 1921–Valencia, 2009). Era hija de Miguel Laguarta Giménez y Petra Dieste Charles. En El Frago todos la conocían como María de «casa Buchorno». Obtuvo el título de maestra por el llamado “plan bachiller”. Sustituyó a Ángela Falo en la escuela de los chicos; y a Isabel Peribáñez y a Ángela Romeo en la de las chicas.  Realizó todas las sustituciones que se produjeron desde que acabó los estudios hasta que se casó con Vicente García Aznar. Después ejerció en Trasmoz y Maluenda. Tuvo tres hijos, José (Leciñena, 1943), Mari Flor (Estartit, Gerona, 1946) y Javier (Valencia, 1964).

 

31113533_1933385716971737_2505777838536261632_n (1) - copia

Ángela Romeo Idoipe, la segunda por la izquierda, fue la primera maestra propietariaa de la posguerra. Raimunda Casabón, la quinta, había estado el curso 1932-1933. Foto propiedad de la autora, de su álbum familiar.

1940-1969. La posguerra. Hasta la escuela mixta

Anunciación Ángela Romeo Idoipe: 1942–1945. (El Frago, 1914–Ídem, 1996). «Angelita de casa Cecilia», como la llamaban, era hija de Basilio Romeo Romeo y de Nicasia Idoipe Cortina. En 1941 aprobó las primeras oposiciones de la posguerra y obtuvo la escuela de El Frago en propiedad. En 1945 se fue a Lérida por concurso de traslado y se jubiló en Barcelona. Se casó con Rafael Sender Garcés (Huesca, 1915-Barcelona, 1996) y tuvieron dos hijos, Rosa María (Lérida, 1946) y Rafael (Lérida, 1950).

Natividad Josefina Magallón Pastor: 1945–1945. (Calanda, Teruel, 1902–Ídem, 1974). Sustituyó a Ángela Romeo en un permiso por asuntos propios. En 1934 estaba de maestra interina en Alfajarín, Zaragoza,

Escolástica Marco Marco: 1945–1945. (Biel, 1922–Alcañiz, Zaragoza, 2005). Fue la segunda sustituta de Ángela Romeo. Era hija de Francisco Marco Arenaz y María Marco Campos, estudió Magisterio y se casó con Luis Marco Bueno (Biel, 1919–Alagón, 1982). Luis era hijo Delfina Bueno, maestra de Biel, y nieto de Manuel Marco Bonaluque, natural de El Frago, uno de los primeros maestros fragolinos que desempeñó casi todo su ejercicio profesional en Biel.

Asunción Pemán Marco: 1946–1972. (Biel, 1916–Zaragoza, 2003). Era hija de Constantino Pemán Otal, maestro de Biel, y de Pascuala Marco Castán, también maestra. Cuando murió su madre, la llevaron con una tía para que estudiara Magisterio en la Escuela Normal de Valencia (1931-1935). Había aprobado los dos primeros ejercicios de las oposiciones que se estaban celebrando en 1936 y que se suspendieron con la sublevación militar. Pasó la Guerra Civil en Biel, sin trabajar, y aprobó las oposiciones de 1941. Fue maestra propietaria provisional de Orés (1941-1942) y de Biel (1942-1943). Propietaria definitiva de las escuelas graduadas de Ejea de los Caballeros (1943–1945). Por traslado obtuvo la Escuela de Niñas de El Frago (1945–1972)- Llegó siete años antes que su marido y allí permaneció hasta su traslado a Zaragoza.

En 1943 se había casado con Gregorio Romeo (El Frago, 1912-Ïdem, 1969) en Biel, donde los dos ejercían de maestros. Después fueron maestros de Ejea y El Frago. Tuvieron dos hijas: Concepción “Maruja” (Ejea de los Caballeros, 1944) y Carmen (El Frago, 1948).

A la muerte de su marido se cerró la Escuela de Niños y ella se convirtió en la primera propietaria de la recién creada escuela mixta (1969–1972). En 1972 se trasladó a Zaragoza, a la escuela “Andrés Manjón”, donde se jubiló a los 67 años.

31069060_1933074600336182_2807942377086386176_n

Valencia, 1930. Saliendo de la Escuela Normal. Asunción Pemán Marco, la de la derecha, fue la última maestra de la Escuela de Niñas de El Frago y la primera de la Escuela Mixta. Folo propiedad de la autora. De su álbum familiar.

1969-1984. Escuela mixta

Mari Nieves Pérez Tolosana: 1969–1970. (Luna, 1949). Hija de Leoncio y Victoria. En 1967 obtuvo el título de Magisterio en Zaragoza. Se estrenó de maestra en El Frago, sustituyendo a Asunción Pemán, en un permiso por enfermedad. Acabó su carrera profesional en la provincia de Gerona, donde también ejercía su marido de veterinario.

Flora Relancio Sanz: 1970–1971. (Ejea de los Caballeros, ¿?). La segunda sustituta de Asunción Pemán.

Consolación Lajusticia Villabona: 1972–1973. Llegó como maestra propietaria en el mismo traslado que Asunción Pemán se fue a Zaragoza. Al año siguiernte conisguió el traslado a Cataluña.

Nieves Escartín Cobo: 1973-79 (Barluengua, Huesca, 1948) Estudió Magisterio y Filosofía y Letras (Historia) en Zaragoza. Está casada y tiene una hija. En 1973 llegó a El Frago como maestra propietaria y, salvo en los dos paréntesis de licencia por estudios, dedicó sus afanes a la educación y a las actividades culturales del pueblo. Desde 1973 hasta 1975, tuvo una licencia por estudios y la sustituyó Leonor Auría Biesa. Posteriormente realizó un curso de Educación Especial de cuatro meses y la sustituyó Alfonso Ortiz Herrera.

El día 17 de enero de 1979 salió en el BOE la supresión de la escuela de El Frago y la cesaron por escuela suprimida. A pesar de tener la escuela suprimida, siguió dando clases todo el curso. El año siguiente lo pasó como propietaria provisional en Zaragoza. Después dos cursos destinada en Quinto de Ebro y acabó su vida profesional en Zaragoza. Como no se llegó a cumplir la orden del BOE con la que se había cesado a Nieves, la última propietaria de El Frago, la escuela siguió unos años más.

En una conversación reciente me decía: «Durante mi estancia viví una relación muy personal con mis alumnos y sus familias y unas experiencias muy gratas y afectivas con la Sociedad Cultural y Recreativa La Fragolina de la que me hice socia». Además asistió a las reuniones que se celebraron en el colegio, presididas por el ingeniero de ICONA, para estudiar un proyecto agrícola-ganadero que pretendía dinamizar el campo y se integró bien en la vida del pueblo. Sus alumnos guardan un buen recuerdo.

Leonor Auría Biesa: 1973–1975. (Luna, ¿?). Sustituyó a Nieves Escartín. Es hija de José Auría Castillo y Humildad Biesa Otal, natural de Biel, y está casada con Satur Tarragüel Liso. En 1990 se trasladó de Uncastillo a Ejea de los Caballeros.

Gema Tomás Valzagón: 1979–1981. (Puebla de Híjar, Teruel, ¿?). La nombraron interina como consecuancia del traslado a Zaragoza de Nieves Escartín.

Ángela Gómez: 1981–1982. (El Barco de Ávila, ¿?). Los alumnos habían disminuido, solo quedaban diez.

Concepción Martínez: 1982–1983. (Fuendejalón, ¿?). Ese año descendió la matrícula a seis alumnos.

Ángeles Domínguez: 1983–1984. (Ejea de los Caballeros, ¿?). Al acabar el curso, dado el escaso número de alumnos, se propuso cerrar la escuela.

1984-1990. Guardería de la Diputación Provincial de Zaragoza. Asociada a Luna

Para evitar el cierre, el alcalde, Alejandro Ardevines,  adoptó la fórmula de guardería de asociada a Luna. Pero se impartían todos los niveles de Educación Primaria.

Carmen Laplaza Idoipe: 1984–1985. (El Frago, 1958). Es hija de Pablo y de Natividad. Estudió Magisterio en Zaragoza. Está casada con Bernardo Palacio Bernués. “El Ayuntamiento me propuso como maestra el primer año que funcionó la escuela-guardería. Sólo estuve un año porque en septiembre nació mi hija Sonia”. (Conversación con Carmen Laplaza, 23/04/2013). Al año siguiente le sucedió un maestro, Antonio Berdor Bailo: 1985-1986.

Ascensión Lamarca Laborda: 1986–1987. (Biota, ¿?) El curso 2017-2018 la encontramos de  profesora de infantil en el CEIP «San Juan de la Peña» de Jaca.

Maria Soledad Berges Asín: 1987–1988. (Zaragoza, 1962). Es hija de José María Berges Laguarta, de El Frago, y de María Sierra Asín Jiménez, de Biel. Estudió Magisterio en Zaragoza. Se casó con Francisco Vives. Tiene dos hijos, Javier y Sonia. Actualmente trabaja en el campo sanitario.

Ana Cristina Domínguez Frago: 1988–1989. (Ejea de los Caballeros, ¿?). Llevó la escuela en colaboración con Pilar Abadías (Ejea de los Caballeros, ¿?). En el contrato del Ayuntamiento figuraba como titular Ana Cristina.

Dolores Garde: 1989–1990. (Luesia, ¿?). Se cierra el ciclo. En 1874 llegó Inés Cervera natural de Luesia, de cuya vida tenemos pocos datos. En 1990 Dolores Garde fue la última, también natural de Luesia. Hasta la fecha, no he localizado datos para biografiarla.

Para terminar

El elevado número de licenciados y la buena escolarización de El Frago se debieron al clima cultural creado por varios matrimonios de maestros que se asentaron allí desde fechas tempranas: Inés Cervera y Diego Laporta estuvieron tres años. Simona Paúles y Pedro Uhalte, treinta años. Ángela García y Bruno Gracia, once años. Asunción Pemán y Gregorio Romeo, veinticinco años. Y el caso excepcional de Benjamín Biescas y su mujer Elisa Carrascón que, aunque no eran maestros propietarios, colaboraron con los maestros y dieron clases de repaso desde 1904 hasta 1936. Don Benjamín se propuso alfabetizar a todo el pueblo. Y lo consiguió. Muchas niñas aprendieron a tocar algunas canciones en el piano de doña Elisa.

En este ambiente, la gente realizó verdaderos esfuerzos por sacar a estudiar a sus hijos. La cantera de maestros fragolinos permitió que, cuando la Administración no cubría las vacantes, el Ayuntamiento recurriera a los titulados del pueblo. En el siglo XIX, a Mariano Sánchez Barrio, a Juana Bonaluque Gállego y a Manuel Marco Bonaluque. En el siglo XX, a Benjamín Biescas Guillén, a Gregorio Romeo Berges, a Ángela Romeo Idoipe, a María Mercedes Laguarta Dieste, a Carmen Laplaza Idoipe y a María Soledad Berges Asín.

Solo así se entiende que las escuelas se construyeran “a vecinal”, la versión antigua del actual crowdfunding. Y que los gastos de las obras se pagaran con un préstamo avalado por los vecinos que tenían alguna renta o un jornal fijo.

El Frago no fue una excepción. Hubo otros “fragos” de los que salieron alumnos bien formados y en los que se erradicó el analfabetismo gracias a la esforzada labor de sus maestros.

En este artículo me he centrado en las maestras. A ellas les corresponde la lucha titánica por conseguir que todas las niñas fueran a la escuela y que recibieran una enseñanza de calidad. El primer derecho hacia la igualdad.

Ellas son una parte importante de nuestras genealogías. Si conocemos bien nuestras raíces y si valoramos el esfuerzo de las mujeres que nos precedieron, nos sentiremosmás seguras de nuestro lugar en el mundo y tendremos más fuerza para defender nuestros derechos.

Me gustaría que otras os animarais a sacar a la luz a todas las mujeres de vuestros pueblos y ciudades. Que entre todas tejiéramos una tupida red para poder caminar con pasos más firmes.

Carmen Romeo Pemán

asuncion-en-ores.-identificacion

Datos de la Imagen Principal. Orés, 1942. Asunción Pemán Marco en la fachada de las Escuelas con sus alumnas. Foto de Gregorio Romeo Berges. Propiedad de la autora.
Identificación de las alumnas por Ángeles Otal Jaqués, natural de Orés. 1 Milagros Idoipe,  2 ¿?. 3 Sarita Villa.  4 Adela Lana.  5 Elisa Larraga-  6 Evarista Mena. 7 Victoria Cortés.  8 Herminia Larraga, 9 Feli Ferrández

Referencia bibliográfica. Carmen Romeo Pemán, “De las Escuelas de El Frago”, Institución Fernando El Católico, Zaragoza, 20014.

Presentación libro

 

 

Las primeras mujeres de la Cruz Roja de Zaragoza: Señoras de.

A Consuelo Peláez Sanmartín, de cuya mano recorrí los archivos de la Cruz Roja, y a Gloria Álvarez Roche, que me acompañó en los primeros pasos de este recorrido.

Una mañana de mediados de febrero de 1871, sobre las seis, se encienden las primeras velas del salón de doña Paula Orué, condesa de Montenegrón. Poco a poco van llegando las señoras de la Cruz Roja. Se sientan en las sillas, como todos los días, y comienzan con la sesión de costura.

Toda la estancia está llena de cajones con hilas, vendajes, lienzos, camisas, mantas y abrigos.

En una esquina Amalia Corso, la secretaria, cuenta y vuelve a contar el dinero de los donativos y colectas y piensa en voz alta:

—Es muy poco. Con esto no tenemos ni para empezar.

Mientras todas se afanan en la confección de hilas, se oye la voz de doña Paula:

—Ayer, como todas las semanas desde hace tres meses, enviamos cuatro cajones llenos de hilas y otros menesteres al Ejército del Norte, pero cada herido necesita hilas durante semanas, meses o años. Nuestros esfuerzos se pierden como una gota en el océano. Nos faltan manos.

rayaaaaa

Escasas noticias sobre las primeras mujeres de la Cruz Roja de Zaragoza

El seis de diciembre de 1870 se fundó la Asamblea de Zaragoza. Ese mismo año se creó la Sección de Señoras y doña Paula Orué y Bajos, I condesa de Montenegrón fue su presidenta. Nació como ayuda y complemento a la Sección de Caballeros. Como no tenían un boletín propio, solo conocemos algunos nombres, y no todos, mezclados con los de los socios, en las listas que publicaba La caridad en la guerra, la revista oficial de la Cruz Roja.

Además, en las Memorias de los Caballeros se contaban algunas andanzas de las damas. La prensa recogía las actuaciones de carácter extraordinario.

Desde el año 1874, La voz de la caridad, propiedad de Concepción Arenal, Secretaria General de la Cruz Roja, fue el órgano oficial de la Sección de Señoras de Madrid. Y allí fueron apareciendo noticias de las socias de las provincias.

Recuperar la memoria de estas mujeres no es fácil, porque a la escasez de documentos, tenemos que añadir lo difícil que es identificar a unas mujeres que siempre aparecen como “señoras de”. Y resulta paradójico que unas damas, que tanto brillaron en su tiempo, se quedaran en el anonimato, sepultadas bajo el apellido de unos maridos aristócratas y burgueses. En muchos casos, militares de alta graduación, médicos y farmacéuticos.

En los primeros momentos resultó clave la figura de Concepción Arenal (1820-1893), que diseñó el funcionamiento de los hospitales, en los que otorgaba un gran protagonismo a la Sección de Señoras.

Esta defensora de los heridos en las campañas, de los presos y de los pobres, animó a las mujeres a participar en la nueva institución. En La mujer del porvenir (1869), las alentaba a salir de sus casas, a ser útiles en la sociedad, educando a otras mujeres y atendiendo a los pobres. Y criticaba a las que se limitaban a los trabajos domésticos.

Los primeros nombres

He rescatado un puñado, pero estoy segura de que hubo más y de que alguien, con mayor tesón que el mío, o si el azar lo acompaña, podrá ampliarnos esta lista y aportar más datos a las biografías.

En junio de 1872, en La caridad en la guerra, aparecía la primera mujer de la Asamblea de Zaragoza: Ramona Lausín Cortés.

En marzo de 1873, entre los socios de número figuraban siete:

Excma. Señora Paula Orué de García, condesa de Montenegrón, presidenta y Vicenta Corso de Moreno, secretaria. Y además: Luisa García de Valero, Amalia Corso de Ortiz, Josefa Cartié de Villarroya, Martina Mur de Pérez y Manuela Ibáñez de Ríos.

En 1876, La caridad en la guerra añadía bastantes más. A continuación copio la lista en el orden que aparecía y respeto las erratas.

Silvestra Lascar (sic) de Marín, Mercedes San Juan de Fernández, Amada Jordán de Lisa, Presentación Abad de Heredia, Melitona de los Ríos Sánchez, Josefa Abad de Díez(sic), Justa Lisa de Santiago, Juana Aguirre de Coneja, Narcisa de Gorrochaves (sic), Pilar Lloscos (sic) de Cañizal, Marquesa viuda de Villafranca de Ebro, Teresa Moreno de Bueno, Ramona Oyarri (sic)de Iriarte, Teresa Lassala de Aberlí (sic), Condesa de Parcen (sic), Prisca San Martín, Concepción Biesa de García, Francisca Luzas de Valero, Marta Sanz de Ruiz, Dolores Ligre viuda de Escarraga (sic), Josefa Cartier de Villarroyo (sic).

¿Sabemos quién se ocultaba detrás de estos nombres?

Con estas listas confeccionadas de oído y llenas de errores y erratas, he intentado recuperar los dos apellidos y algún dato de sus biografías o de las de sus maridos. En muchos casos ni he llegado a documentarlos a ellos. Por lo tanto, tampoco a sus mujeres.

Era muy habitual que se inscribieran juntas madres e hijas, como Paula Orúe y su hija Luisa García. Amada Jordán de Lisa y su hija Justa Lisa de Santiago. Hermanas como las Corso o las Abad. Primas como Josefa Cartié y Teresa Lassalle Cartié. O amigas unidas por los mismos intereses, como las mujeres de los que habían participado en el pronunciamiento carlista de 1860 con el general Jaime Ortega Olleta.

Abbad de Orteu de Heredia, Presentación. (Estadilla, Huesca, 1826-¿?) Era hija de Teótimo Abbad y Escudero, IV barón de Torre de Arias, y de Josefa de Orteu y Altemir.

En 1846, se casó con Salvador Heredia y Godino, coronel, señor de La Penilla, natural de Graus. Vivieron en Estadilla, en la llamada casa Heredia. Tuvieron seis hijos, Vicente, Teótimo, militar y pintor, Salvador, Josefa, Concepción y Pilar. En 1868 se quedó viuda y por el testamento de su marido conocemos su gran patrimonio y el gran poder político social de esta familia.

Abbad de Orteu de Torrecilla, Josefa. (Estadilla, Huesca, 1835-Zaragoza, 1900). Entró en la Cruz Roja con su hermana Presentación. Se casó en primeras nupcias con Ángel Díaz Blanch, un viudo, propietario y vecino de Zaragoza que falleció en 1869. Josefa se volvió a casar con Antonio Torrecilla de Robles Burrero y no tuvieron descendencia.

Aguirre Goneaga de Coneja, Juana. Era la mujer del general Bernardo Coneja, destinado en Zaragoza.

En 1878 el general Coneja y don Serapio de Pedro y Heredia dispararon los cañones cuando Alfonso XII presenció las maniobras militares del campo de San Gregorio de Zaragoza. En 1896, le concedieron una pensión a su viuda, Juana Aguirre Goenaga.

Biesa de García, Concepción.

Cartié de Villarroya, Josefa. (1824-1887). Estaba casada con Juan Francisco Villarroya Millán (1807-1878), empresario zaragozano procedente de Pitarque, sobrino de Gaspar Villarroya. Estos dos Villarroya se convirtieron en la primera generación de una de las familias más influyentes en la vida zaragozana de la segunda mitad del siglo XIX.

Los descendientes de estos dos primeros Villarroya emparentaron con los de su socio, Tomás Castellano Sanz, y crearon una tupida red de parentescos. Las mujeres de esta familia, es decir, las Castellano, las Villarroya y las Sorogoyen ocuparon puestos importantes en la Cruz Roja hasta después de la Guerra Civil.En 1904 era socia Cecilia Casas, casada con Francisco Villarroya Cartié, presidente de la Cruz Roja. En 1919 María Jesús Sorogoyen Castellano fue secretaria de la Junta de Damas. Y en 1923 era presidenta la marquesa del Jaral, casada con Tomás Castellano Echenique.

Corso Sulikowski de Ortiz, Amalia. Amalia y Vicenta eran hermanas de los militares Alejo, Genaro y José María Corso Sulikowski. Los hermanos Corso Sulikowski, de Cariñena, estaban emparentados por línea materna con Tadeo Sulikowski, que en 1836 era un coronel defensor de la causa carlista.

Corso Sulikowski de Moreno, Vicenta. Primera secretaria de la Sección de Señoras de la Asamblea de Zaragoza.

SSMM han recibido en audiencia privada a la señora doña Vicenta Corso, esposa de don Antonio Moreno, ayudante del ex general Ortega y actualmente preso en Tortosa. La desolada señora fue a pedir por la vida de su esposo en caso de serle impuesta la última pena. (La Iberia, Madrid, 18/04/1860).

En 1860, detuvieron en Calanda al exgeneral Jaime Ortega Olleta, al magistrado don Tomás Ortega, a don Antonio Moreno y a don Francisco Cavero, el hijo de los condes de Sobradiel, por su participación en la conspiración carlista de San Carlos de la Rápita, conocida como la Ortegada. De Calanda los llevaron presos al castillo de Alcañiz y después a la cárcel de Tortosa.

García de Valero, Eugenia Luisa, II condesa de Montenegrón. (¿? Zaragoza-Zaragoza, 1899). Era hija de Paula Orué y Luis García. A su vez, su hija Rosario Valero y García heredó el título y fue la III condesa de Montenegrón. En lo sucesivo el condado siguió la línea masculina.

Luisa se casó con Ángel Valero de Bernabé y Algora (Épila, 1830-Madrid, 1897), de una de las familias nobles de Aragón. Con este matrimonio pasó a ser conde Montenegrón y se relacionó con lo más exquisito de la sociedad aragonesa. En 1873, él y su mujer se hicieron socios de la Cruz Roja.

En 1888 Luisa García de Valero asistió con un vestido de raso blanco al té que los señores Castellano ofrecieron en su casa con motivo del viaje de Cánovas del Castillo a Zaragoza. (Cfr. La época, 22/10/1888).

Rosario Valero de Bernbé y García

Rosario Valero de Bernabé, III Condesa de Montengegrón Rev. Actualidades, 19/10/1902. Foto: J. Aguado

En la cabecera de la esquela de Ángel Valero figuraba una larga lista de títulos: conde de Montenegrón, senador vitalicio, gentilhombre de cámara de SM con ejercicio, caballero de gran cruz de Isabel la Católica, maestrante de Zaragoza, exdiputado a cortes, expresidente de la Diputación Provincial de Zaragoza, exdirector de la Sociedad Económica de Amigos del País de Zaragoza, licenciado en derecho.

Conocemos bien las biografías de los varones consortes de las condesas de Montenegrón, pero sabemos muy poco de ellas, cuyas vidas se quedaron en la sombra de sus maridos.

Gorrochaves, Narcisa de o Gon Dollonder, Narcisa.Puede haber una errata en el nombre. “Se ha concedido la pensión de viudedad a doña Narcisa Gon Dollonder”. (El Correo Militar, 02/01/1892). Es la única Narcisa que aparece en las pensiones militares de esos años.

Ibáñez de Rios, Manuela. Era la mujer de Ramón Ríos y Blanco (Benabarre, Huesca, 1834-Zaragoza, 1897), el fundador, en 1854, de la Farmacia Central de Aragón, con sede en el Coso número 33. Fue una de las primeras farmacias centrales de España. En la década de los 70, Ramón Ríos impartió clases a Santiago Ramón y Cajal.

Jordán y López de Lisa, Amada. (Zaragoza, ¿?-1883). Estuvo casada con Gregorio Lisa Balduque. Fueron padres de Jacinta Lisa y Jordán, fallecida en 1889 y Justa Lisa y Jordán de Santiago, que entró en la Cruz Roja con su madre.

Lascar (sic) de Marín, Silvestra.

Lassalle Cartié de Averly, Matilde (¿?-Zaragoza, 1903). Era la mujer de Antonio Averly Francón (Lyon, Francia, 1831-1910) un ingeniero civil y famoso industrial aragonés, procedente de una saga de empresarios de Lyon y tuvieron dos hijas: Ana que se casó con el marqués de Morella, hermano del duque de Espartero, y Luisa con el IV duque de la Victoria.

Desde su establecimiento en Zaragoza se relacionó con los empresarios aragoneses y con las instituciones económicas. Se preocupó por mantener una presencia activa en la Cámara de Comercio y en los casinos. Las construcciones metálicas decorativas le sirvieron para afianzar su prestigio y para relacionarlo con el mundo de los artistas.

Lausín Cortés, Ramona. (Puebla de Híjar, 1832-Escatrón, 1891). Era hija de Matilde Cortés (1808-1835) y Mariano Lausín García (Zaragoza, 1806-Ricla, 1866), administrador del ducado de Híjar  y secretario de Ricla. En 1872:

Se nombró socia de mérito y delegada a la señora doña Ramona Lausín y Cortés para formar en ese punto de la provincia de Zaragoza una Subcomisión de Señoras de la Caridad. (La Caridad en la Guerra, julio, 1872).

Ramona se casó con Inocencio Díaz natural de Alcañiz, de quien se divorció en 1862. Después vivió con Luis Olazo. En 1866 ya residía en Escatrón. No tuvo descendencia. En 1883 otorgó testamento ante el notario de Sástago don Pantalión Loctal.

Ligre, viuda de Escárraga, Dolores.

En el padrón de 1892, figuraban Mariano y Tomás Escárraga Galindo, que podrían ser sus cuñados.

Lisa Jordán de Santiago, Justa. (Zaragoza, ¿?-Ídem. 1917). Entró en la Cruz Roja con su madre, Amada Jordán. Se casó con un militar, probablemente con Leonardo de Santiago y Moreno, entonces destinado en Zaragoza. Esto me lo sugiere el apellido Moreno, que la emparentaba con Teresa Moreno de Bueno y con Amalia Corso de Moreno.

Loscos Atué de Cañizal, Pilar. (Zaragoza, ¿?-Ídem, 1880). Era una dama de la burguesía adinerada de Zaragoza. Su madre, María Atué, viuda de Loscos, figuraba entre los compradores más importantes de grano y paja de la ciudad. Pilar se casó con Francisco Cañizal Olavaria ( -1872), un brigadier que luchó en Cuba, a quien debían su nombre los Tercios de Cañizal. Su hermana, Teresa Olavaria de Orué, era pariente de Paula Orué,

Luzas Montfort de Valero, Francisca. Era hija de Pantaleón Luzás de Forton (Albelda, 1804-¿?), un abogado de Fraga que llegó a ocupar altos puestos políticos, y de Francisca Montfort Barber, del noble abolengo fragatino. Se casó con Francisco Valero de Bernabé, militar. Por lo tanto, Pilar Luzas era cuñada de la II condesa de Montenegrón,

Moreno de Bueno, Teresa. Hermana de Antonio Moreno, el ayudante de Ortega, y cuñada de Vicenta Corso.

Mur de Pérez, Martina. No he encontrado ninguna noticia que hable de ella. Pero sí de sus dos hijas, Pilar Pérez Mur (Zaragoza, 1870-1886), que falleció a los dieciséis años, y de Fermina Pérez Mur, que se casó con el periodista Juan Sancho y Serrano, redactor del Diario de Zaragoza.

Orué y Bajos, Paula, I condesa de Montenegrón. (Vitoria, 1802–1880). Era hija de Bernabé Orué y de Juliana Bajos. Fue la primera presidenta de la Sección de Señoras de Cruz Roja de Zaragoza y se rodeó de damas de su círculo familiar y social.

Desde 1861, perteneció a la Orden de Damas Nobles de la Reina María Luisa. Estuvo casada con José de Goicoechea, intendente del ejército de Castilla y teniente coronel en Valencia, que luchó en la Primera Guerra Carlista.

Cuando se quedó viuda se casó con Luis García y Miguel de la Calle (El Ferrol, 1802-Barcelona, 1863), que también participó en la Primera Guerra Carlista. Además fue Capitán General de Aragón y Jefe de Estado Mayor del Ejército en África.

En una necrológica que publicó la prensa nacional, se decía que el señor García Miguel había sido enterrado en Épila en el panteón de la familia Valero, que dejaba una hija y que estaba casado con una señora vascongada, digna por sus virtudes, finura y amabilidad de tan excelente compañero. (La España, La Época, El Lloyd Español, La Correspondencia de España).

Desfile de los cuerpos militares

Desfile de los cuerpos del ejército de África por delante de SS. MM. Entre otros Luis García Miguel, firmante de la Paz de Tetuán. Grabado: El Mundo Militar, 1860. Hemeroteca BNE

 

En 1963 Paula Orué recibió el título de I condesa de Montenegrón, por la hazaña militar de su marido que forzó el paso de Monte Negrón después de la batalla de Castillejos (1860). Además había sido uno de los firmantes de la Paz de Tetuán. Los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén, encargados de fundar la Cruz Roja en Zaragoza, le regalaron, “al general negociador” una corona de plata que llevaba los símbolos de la victoria y de la paz. Dada la controversia que suscitó la Primera Guerra de África, este título fue alabado por unos y muy criticado por otros.

En 1874, en el curso de la Tercera Guerra Carlista, la condesa de Montenegrón acudió a una entrevista con Sagasta para solicitar el canje de prisioneros en las Guerras Carlistas. Entre todas las presidentas de España llevaban más de dos mil firmas que las respaldaban. (La Correspondencia de España, 21/12/1874, y La Discusión, 30/12/1874).

Oyarvide de Iriarte, Nicolasa Ramona Fernanda de. (San Nicolás de Burguete, Navarra, 1866-1880). Fue la segunda mujer del brigadier carlista Remigio Iriarte Ugalde (Pamplona, 1820-1888), que en primeras nupcias había estado casado con su hermana María. Remigio era hijo de Martina Ugalde y de León Iriarte, un coronel isabelino que se pasó al bando carlista y que 1837 fue fusilado en la ciudadela de Pamplona por el general Espartero.

Su hijo, Ciriaco Iriarte Oyarvide ocupó importantes cargos militares, sobre todo en la la dictadura de Primo de Rivera. Su hija Rafaela Iriarte Oyarvide se casó con Santiago Díaz de Ceballos.

Parcent, Condesa de. Peregrina Juana Cortés y Valero (Valencia 1822-Ávila, 1891), fue la segunda mujer José de la Cerda y Gand (1817-1870), octavo conde de Parcent, grande de España. Estaba emparentado con la casa de Medinaceli, con los condes de Bureta y con los Palafox.

Peregrina Juana brilló en las relaciones sociales. En su palacio se hospedaron los reyes y el obispo de Ávila, Fue madre de tres hijos: Luis, conde de Ribagorza y de Gurrea, Juan, vizconde de Gand, y Constantina Inocencia, marquesa de Fuente el Sol.

Prisca San Martín. Pudo ser la mujer del conservador Gregorio San Marín.

Ríos Sánchez, Melitona de los. En 1912 aparecía su nombre en una lista de suscriptores para pagar la bandera del Acorazado España. El uso de los dos apellidos nos hace suponer que en esa fecha estaba soltera. En 1860 Fernando de los Ríos Acuña, sobrino de Antonio Ríos Rosas, era gobernador civil de Zaragoza.

San Juan de Fernández, Mercedes.

Sanz de Ruiz, Marta.

Villafranca de Ebro, Marquesa viuda de. En la Guía Oficial de España de 1876, figuraba como marqués de Villafranca de Ebro, Francisco Lorieri e Iñiguez. Su mujer pudo ser una Latorre, de la familia de los Montemuzo.

Primeras mesas petitorias

Una de las primeras mesas petitorias de la Cruz Roja. La Ilustración Española y Americana. Madrid, 01/05/1873.

Para terminar

No deja de sorprenderme que las primeras mujeres de una institución tan solidaria fueran de alta cuna, procedieran de un núcleo restringido y pertenecieran a una clase social de ideas conservadoras. Estas primeras damas estaban muy unidas entre ellas por una tupida red de parentescos y de cercanía social. En su ambiente no tenían cabida las mujeres de la clase media ni las trabajadoras.

Estas señoras aristocráticas y mujeres de militares de alta graduación entendieron la caridad como una actividad apropiada para su alcurnia y como una prolongación de sus prácticas religiosas. Además era un medio para relacionarse con las de su clase e incluso para su lucimiento personal.

Estas socias de mérito estuvieron muy activas en la retaguardia de la Tercera Guerra Carlista. No fueron al frente de batalla ni participaron en las tareas hospitalarias, pero su labor resultó decisiva en la organización de las primeras ambulancias, en el canje de prisioneros y en la solicitud de indultos. También consiguieron noticias de soldados desaparecidos y los pusieron en contacto con sus familias.

Me he propuesto rescatar sus nombres, porque asentaron las bases de lo que después fue el trabajo organizado de las mujeres en la Cruz Roja.

Desde unasposturas muy lejanas a las nuestras, abrieron el camino que lleva a tantas y tantas mujeres anónimas que entregaron, y siguen entregando, lo mejor de sus vidas al servicio de los demás. El voluntariado femenino comenzó con las que se dejaron la piel atendiendo heridos en los hospitales de campaña y continúa con las voluntarias que se la siguen dejando en los conflictos actuales.

Carmen Romeo Pemán

Imagen principal. Cruz Roja: señoras del club católico 1897 (Montevideo, Uruguay) image hosted on flickr

¿Es santa Águeda una santa feminista?

  • Sancta Agatha, ora pro nobis
  • Sancte Agatha et Apollonia, orate pro nobis
  • Sancte vos in mulieribus, orate pro nobis

No recuerdo desde cuándo. Yo diría que desde siempre. En la iglesia de El Frago rezábamos una novena con estas letanías a las más santas entre todas las mujeres, a nuestras abogadas: santa Águeda, el día cinco de febrero y santa Apolonia, el día nueve del mismo mes. La víspera, además de los rezos, las chicas encendíamos grandes hogueras en su honor en medio de la plaza mayor.

Este cinco de febrero, muchas mujeres acudirán a los lugares de culto y cantarán en español lo que antaño recitábamos en latín.

  • Santa Águeda, ruega por nosotros
  • Santa Águeda y santa Apolonia, rogad por nosotros
  • Vosotras, santas entre todas las mujeres, rogad por nosotros

Y yo, al compás de estos y aquellos rezos, voy a evocar una parte de esta historia. Porque santa Águeda y santa Apolonia fueron santas muy populares. Y porque las redes están viralizando la figura y los festejos de santa Águeda.

Antes de continuar, quiero deciros que si alguien me pregunta a bocajarro si santa Águeda es una santa feminista le contestaré que no. Que a Santa Águeda la han convertido en la patrona de las mujeres para salvaguardar las leyes del patriarcado. Que han hecho coincidir su fiesta con la de antiguos ritos paganos de inversión. Que interesaba cristianizar los pilares básicos de la sociedad patriarcal para fortalecerlos. Y que ella no tiene la culpa de que intenten sacar beneficios de sus virtudes y de su historia.

El nombre. Ágata, Ágeda, Águeda y Gadea

Santa Águeda, como muchas santas, fue bautizada con un nombre parlante o descriptivo. Estos nombres, igual que los apodos, sintetizan las virtudes o defectos de las personas que los llevan. Son frecuentes en la literatura tradicional y en los cuentos populares. Cuando oímos Trotaconventos, Blanca Nieves, Caperucita Roja o Barba Azul, nos hacemos una imagen muy clara del personaje. Y no es lo mismo llamarse Pipi Calzaslargas que Maléfica.

Agathe, la bondadosa o la virtuosa, era un apodo corriente para las chicas de la Grecia Clásica. Y se esperaba que estas virtudes las adornaran, como cantaba su nombre.

Santa Ágata fue muy popular en toda Europa: Agata, en latín e italiano; Agatha, en inglés y portugués; Agathe, en francés; Adega, en gallego.

En España fue tan popular que se adaptó fonéticamente y perdió el significado descriptivo. Desde fechas tempranas se convirtió en Ágeda, Águeda y Gadea.

  • En Santa Gadea de Burgos, do juran los fijosdalgo,
  • allí le toma las juras el Cid al rey castellano. («La jura de Santa Gadea», romance)

Alfonso VI desterró a don Rodrigo Díaz de Vivar y la santa, como se esperaba de sus virtudes, cuidó de doña Jimena y de sus hijas, que se quedaron en Cardeña.

Las vidas de santos

En la alta Edad Media se escribieron vidas de santos para que sirvieran de modelo a los cristianos. Tenían un fin pedagógico, no eran dogmas de fe y estaban escritas con el gusto literario de la época: elementos maravillosos y descripciones desgarradoras con las que era fácil despertar los sentimientos y llamar a la piedad. Se llegó a crear un patrón retórico muy elaborado.

Las biografías de las santas comparten muchos elementos y, salvo pequeños detalles, podríamos intercambiar algunas. La vida de Santa Águeda sigue uno de esos patrones y la santa comparte sufrimientos con otras mártires. La devoción a esta santa se propagó con rapidez porque se adaptaba bien a las exigencias patriarcales.

La historia de santa Águeda

Nació en Palermo y murió en Catania, Sicilia, el año 251, durante la persecución de Decio. El senador Quintiliano, atraído por la singular belleza de esta joven de familia distinguida, intentó poseerla. Pero ella, con un comportamiento virtuoso, como se esperaba de su nombre, le juró que se había comprometido con Jesucristo y lo rechazó. El senador, herido en su prepotencia masculina, ordenó que la condenaran, que le cortaran los pechos y que la arrojaran sobre unos carbones encendidos. Según la leyenda, el Etna entró en erupción el año de su tortura. Los habitantes de Catania imploraron su intercesión y la lava se detuvo en las puertas de la ciudad.

Una santa protectora

Los santos protegían a los hombres de sus temores y de las amenazas que se cernían sobre ellos. Los liberaban de las enfermedades, de las guerras y de las epidemias. Como se creía que estos males estaban provocados por la ira de los dioses, los santos eran unos intermediarios que intentaban aplacarla. Para conseguir sus favores, los hombres les hicieron estatuas, fundaron cofradías y erigieron santuarios, en los que se solicitaba su intercesión.

Junto a los rezos y ritos para conseguir la protección frente a las enfermedades también les pedían que favorecieran la fertilidad y la lactancia, porque en épocas de guerras y epidemias se llegó a temer por la desaparición de la raza humana. Estas costumbres se popularizaron en la Alta Edad Media a través de los caminos de los peregrinos.

Con la llegada del cristianismo, las antiguas divinidades paganas se consagraron a las nuevas advocaciones religiosas, sobre todo a la Virgen y a los santos. En este tránsito de lo pagano a lo cristiano, santa Águeda fue una de las santas con mayor fortuna.

Patrona de las casadas

Como muchas de sus compañeras de altar, estuvo relacionada con las enfermedades de las mujeres. Por los rasgos de su biografía se convirtió en la protectora de las casadas, de las enfermedades de los pechos, de la lactancia y de los partos difíciles. El carácter de sanadora que se le atribuyó en el País Vasco la llevó a ser la patrona de las enfermeras.

Santa Apolonia-1

Su papel era diferente al de su vecina santa Apolonia, patrona de las solteras y del dolor de muelas. Y compite con santa Bárbara en la protección contra los volcanes, los rayos y los incendios.

Abogada de la lactancia

Hasta mitad del siglo XX, las mujeres de clase alta dejaban la lactancia de sus hijos en los pechos de las nodrizas. Precisamente, para animarlas a que dieran de mamar, se crearon advocaciones de diosas y santas amamantando.

Esta costumbre venía de lejos. En Egipto la diosa Isis daba de mamar a su hijo. En las catacumbas la Virgen amamantaba al Niño. En el Renacimiento y en el Barroco abundaron las Vírgenes de la Buena Leche. La Virgen fue un modelo, pero hubo santas que también favorecieron la lactancia. Sobre todo, santa Brígida, festejada el uno de febrero, y santa Águeda, el cinco. Se eligieron fechas cercanas para reforzar el mensaje.

Origen ancestral

Esta fiesta tiene muchos elementos de origen pre cristiano. En España era frecuente mezclar los cultos celtas con los de importación romana. En la Edad Media, la Iglesia intentó suprimir las fiestas paganas. Pero, como era imposible desterrar unas costumbres muy arraigadas, las cristianizó y las llenó de un significado religioso.

En santa Águeda confluyeron tradiciones matriarcales celtas con romanas. Es decir, en sus festejos hay elementos folklóricos más antiguos que la propia santa.

Y, por si fuera poco este sincretismo de elementos arcaicos, hoy andan revueltas santa Águeda, patrona de las casadas, y santa Apolonia, de las solteras. Esto es, andan mezcladas la fiesta de inversión de las casadas con la de iniciación de las solteras.

El mundo al revés

Estas celebraciones que ponían el mundo patas arriba eran necesarias para respetar y fortalecer el orden social. Consistían en dar el poder a los subordinados un día al año, en permitirles que se desahogaran con expresiones satíricas y burlescas. Y debajo de la alegría desbordante, latía la condición tácita de que el resto del año volverían el orden y la subordinación.

En la Edad Media la Iglesia controló estas fiestas, las santificó y les adjudicó un patrón. En ese reparto, como acabamos de ver, a santa Águeda le correspondió la fiesta de las casadas. Para asegurar y reforzar el papel de superioridad de los varones, era importante que un día al año las mujeres desahogaran y anularan sus deseos de mando, de forma colectiva.

Las aguederas de Zamarramala conservan abundantes elementos paganos de la fiesta. Estas alcaldesas segovianas muy vivas en el folklore, han sido tema de obras literarias españolas.

Para terminar

Al principio santa Águeda era solo patrona de las casadas. Cuando se vaciaron los pueblos y se perdió la fiesta de santa Apolonia, patrona de las solteras, santa Águeda se quedó con todas. Y esto no fue bueno para las mujeres. Desde entonces resulta más fácil controlarnos juntas.

El día cinco de febrero se favorecen los juegos del mundo al revés. Ese día las mujeres recorremos las calles de las ciudades alardeando de una libertad colectiva. Aunque es una libertad bajo fianza. Porque, creyendo que hemos recuperado la libertad, hacemos el juego al patriarcado, que ha encontrado en este tipo de fiestas un sutil camino para su fortalecimiento.

Pero, mientras buscamos una mejor solución para agasajar a nuestra santa sin servir al androcentrismo, aprovecharemos esta grieta para gritar: ¡Viva, santa Águeda!

Carmen Romeo Pemán

rayaaaaa

Imagen principal. Santa Águeda, Biel (Zaragoza), siglo XVII. Es el lienzo de la derecha del altar de san Roque de la iglesia parroquial de San Martín de Biel. En la parte inferior derecha, entre la corona del martirio y los dos senos, podemos leer Sª AGEDA.

Profesoras aragonesas en un callejero paritario

En el año 1948 Agustina Rodríguez obtuvo el traslado al barrio zaragozano de Santa Isabel. Cuando llegó no tenía local para dar clases ni tampoco vivienda. Construyó, con su marido, una casa escuela y la alquiló al Ayuntamiento. Dedicaron la planta baja a vivienda y usaron la primera como aula. Agustina es un ejemplo más de los muchos maestros que dejaron lo mejor de sus vidas enseñando a los niños, aunque para ello tuvieran que realizar actos heroicos que, en principio, nada tenían que ver con su profesión.

Agustina Rodríguez, diez maestras más, dos profesoras de instituto y tres de universidad, se han ganado a pulso estar en el callejero de Zaragoza. Las dieciséis han sido unas campeonas. O mejor dicho, unas heroínas, por aquello de que en el Callejero de 1863 se honraba, con nombres y apellidos, a las primeras “Heroínas de los Sitios”: mujeres que defendieron la ciudad de los ataques de los franceses en los dos sitios que sufrió Zaragoza durante la Guerra de la Independencia.

Estas dieciséis profesoras han entrado tarde, muy tarde, más de cien años después que las heroínas. Casi todas están en los barrios rurales, donde más se reconoció la labor de alfabetización.

En 1983: Manolita Marco y Pilar Figueras, dos maestras carismáticas del barrio de Juslibol, fueron las primeras.

En 1997: Matilde Sangüesa, la maestra del Arrabal. Y dos del barrio de Santa Isabel: Agustina Rodríguez, maestra, y Pilar Lapuente, profesora universitaria.

En 1999: Águeda Centenera, maestra de Garrapinillos.

En 2006: Pilar Cuartero, maestra, y Joaquina Zamora, profesora de instituto, en el Actur. Avelina Tovar, maestra, en Santa Isabel.

En 2007: Angela López, profesora universitaria, en el distrito de su Universidad.

En 2009: María Teresa Giral, maestra de Montañana, y María Sánchez Arbós, maestra, en un camino que lleva a Juslibol. Ese mismo año se cambió el nombre de una calle del Picarral por el de Sara Maynar, profesora de instituto.

En 2010: María Pilar Almenar, María Pilar Gea, maestras, en Movera.

En 2011: María Jesús Ibáñez, profesora universitaria, en unos jardines de la zona de la Expo.

ONCE MAESTRAS

Marco Monge, Doña Manolita. (Morata de Jiloca, 1906-Zaragoza, 1994). Era la mayor de los cuatro hijos de Florencio Marco y Petra Monje. Estudió Magisterio en el Colegio de Santa Ana de Zaragoza y comenzó su carrera profesional en Caspe. Desde los veintiún años hasta casi su jubilación estuvo de maestra en Juslibol, en la escuela “Juan Enrique Iranzo”. Alfabetizó a tres generaciones, realizó una gran labor social y dejó una profunda huella entre sus alumnas y en el barrio. Tres años antes de jubilarse se trasladó al grupo escolar “Santo Domingo”, en la calle Predicadores. En 1983 el Ayuntamiento le dedicó una de las calles más céntricas del barrio de Juslibol, que había sido solicitada por los vecinos para conservar su memoria.

Marco Monge. Lápida. Recortada

Detalle de la tumba de doña Manolita en el cementerio de Torrero de Zaragoza

Figueras Talamas, Pilar. (Zaragoza, 1908-1997). Era la segunda de los cuatro hijos de Domingo Figueras y de Lorenza Talamas. En 1930 acabó Magisterio en Zaragoza. Ejerció en Villanueva de Gállego, Lobera de Onsella, Letux y Alagón. En 1975 se jubiló en el grupo “Juan Enrique Iranzo” de Juslibol, donde había sido maestra y directora. En 1983 el Ayuntamiento le dedicó una calle que había sido solicitada por los vecinos para mantener vivo su recuerdo.

Centenera Gómez, Águeda. (Alovera, Guadalajara, 1902-Zaragoza, 1992). Estudió en Zaragoza, donde vivía con sus tíos: el canónigo Rafael Centenera y su hermana Isabel. Se casó con un empleado de la Confederación Hidrográfica del Ebro. En 1999, los vecinos de Garrapinillos le concedieron una calle para recordar su dedicación a las gentes del barrio.

Rodríguez Rodríguez, Agustina. (Quintana de Sanabria, Zamora, 1915-Barcelona, 2008). Hija Francisco y Encarnación, labradores, estudió magisterio en Zamora. Comenzó haciendo una sustitución en San Román de Sanabria, pero su vida profesional estuvo ligada a Aragón. Sus destinos fueron: Espés Alto, entonces conoció a su futuro marido, Alfredo Ruiz, también maestro, Riglos, Cerveruela, Peraltilla y el barrio de Santa Isabel de Zaragoza, donde estuvo en una escuela mixta con más de sesenta y tres alumnos desde 1948 hasta su jubilación en 1980. Daba repasos y clases de adultos. También preparaba a los alumnos que querían estudiar bachillerato y realizó muchas actividades culturales. A sus ochenta años escribió en ordenador unas memorias en las que da una visión del importante papel de la mujer y de las duras condiciones de vida en el primer cuarto del siglo XX. Pasó de ser una niña que estudiaba con candil a usar tecnologías modernas. Unos días antes de su muerte  se comunicaba por e-mail con sus antiguas alumnas. En 1997 la Comisión de Cultura del barrio de Santa Isabel propuso su nombre para una calle, por su gran labor pedagógica y social.

Sangüesa Castañosa, Matilde. (Zaragoza, 1910-1996). Conocida como la maestra del Arrabal. Pasó su infancia en Jaca y estudió Magisterio en Huesca. Fundó y dirigió su propia escuela privada, “Santa Teresita”, en la plaza de san Gregorio. Según uno de sus antiguos alumnos: “La escuela particular de doña Matilde fue muy popular en el barrio y, además, contó con muchos alumnos que venían desde otras partes de la ciudad. Comenzó a dar clases en su propia casa en tiempos de la guerra. Según la edad, cobraba 3 ó 5 pesetas mensuales. Cada alumno se llevaba su silla. Daban clase con ella dos maestras, también muy populares, Presentación Lanaspa y Pilarín Tovar”. En 1997, a título póstumo y gracias a las gestiones de sus ex-alumnos, se le concedió la medalla de Santa Isabel de Portugal y se puso su nombre a una calle del barrio, justo al lado de la Estación del Norte donde había trabajado su padre como ferroviario.

Cuartero Molinero, Pilar. (Tarazona, 1906-Zaragoza, 1995). Estudió Bachillerato y Magisterio en Zaragoza. En 1929 comenzó a dar clases en su domicilio y, dada la afluencia de alumnos, abrió un colegio privado. En el curso 1932-33 fundó el Colegio Femenino de la Sagrada Familia. Ese mismo año su tío, el sacerdote Salvador Labastida Povar, fundó el Colegio Central-Masculino. El colegio de la Sagrada Familia nació como un centro de preparación para la Escuela de Comercio, Bachillerato, Magisterio y la Academia General Militar. Estuvo ubicado, sucesivamente, en la calle Cuatro de Agosto, Casa Jiménez, Independencia, Sagasta y Bruno Solano. Después tuvo otros emplazamientos y actualmente está en la orilla del Canal Imperial. Pilar Cuartero recibió la Cruz de Alfonso X el Sabio. El año 2006, el Ayuntamiento le dedicó un andador en el barrio del Actur.

Tovar y Andrade, Avelina. (Pontevedra, 1878-Huesca, 1973). Maestra, catedrática y directora de la Escuela Normal de Huesca. Se casó con Miguel Sánchez de Castro, periodista, maestro y profesor de la Normal. Los dos estuvieron ligados a la Institución Libre de Enseñanza. Acabó los estudios de Magisterio en 1901, y opositó a párvulos. Hasta 1906 ejerció de maestra en Galicia. En 1909, ingresó en el cuerpo de Profesoras Numerarias de Escuelas Normales en Castellón. En 1912 obtuvo una comisión de servicios, cuando la Escuela Normal Femenina de Huesca se trasladó de edificio. En 1915 estuvo en Segovia, de 1916 a 1929 de nuevo en Huesca, de 1929 a 1936 en Zaragoza y, finalmente, otra vez en Huesca hasta 1949, cuando se jubiló como catedrática de Geografía e Historia. Además, como diplomada en sordomudos y ciegos, trabajó con el Colegio de Madrid. Por su labor y por su dedicación al magisterio aragonés fue condecorada con el Lazo de la Cruz Roja y con la Encomienda de la Orden de Alfonso X el Sabio. Desde el año 2006 tiene dedicada una calle en el barrio de Santa Isabel

Giral Pérez, María Teresa. (Burgasé: Huesca, 1907-Barrio de Montañana, Zaragoza, 2003). El curso 1933-1934 estuvo en Ansó (Huesca). En 1934 fue destinada a Montañana donde ejerció hasta 1968. Ese año se trasladó Colegio Público “María Díaz” donde permaneció hasta su jubilación en 1973. Se casó con Lorenzo Oro, maestro del grupo “Venta del Olivar”. Tuvieron dos hijos: Luis Antonio, destacado científico aragonés a quien el Ayuntamiento le concedió la Medalla de Oro (2007) y le dedicó una calle (2009); y Luis Lorenzo, director de colegio “Tío Jorge”. El año 2009 los vecinos del barrio de Montañana quisieron honrar su memoria con el nombre de una de sus calles.

Sánchez Arbós, María. (Huesca, 1889-Madrid, 1976). Estudió Magisterio y Filosofía y Letras. Estuvo muy ligada a la Institución Libre de Enseñanza, colaboró con Menéndez Pidal y asistió a las clases que impartía María Goyri. En 1926 tomó posesión como profesora de la Escuela Normal de Huesca, puesto que abandonó en 1928 para volver a Madrid, donde aprobó unas oposiciones a la dirección de Grupos Escolares. Al final de la guerra fue encarcelada en Ventas, cárcel que dirigía con mano de hierro Carmen Castro, que había sido su alumna en la Escuela Normal de Huesca. Allí coincidió con el fusilamiento de “las trece rosas”, un grupo de trece jóvenes, entre los 18 y 29 años, la mayoría de ellas afiliadas a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). El 5 de agosto de 1939, las jóvenes fueron fusiladas en Madrid por el régimen franquista, acusadas de adhesión a la rebelión. Hoy su nombre preside una glorieta de un parque de Zaragoza. María fue excarcelada en diciembre de 1939. Dos años después fue absuelta por un tribunal militar, pero expulsada del Magisterio, aunque fue rehabilitada en 1952. El año 2009, su nombre sustituyó al del General Varela en una calle que comienza en el camino de Juslibol.

Almenar Bases, María Pilar. (Barrio de Santa Isabel, Zaragoza, 1953). Esta hija de Alejandro y Rosario, conocidos agricultores del barrio, fue alumna de Agustina Rodríguez, que desde 1997 también tiene dedicada una calle en el barrio. Después de los primeros destinos, desde 1982 hasta su jubilación, estuvo en Movera. Veinticinco años en el grupo “Pedro Orós”, cuyo huerto lleva su nombre, y después en “El Espartidero”, donde se jubiló el año 2013. Se especializó en Preescolar y realizó abundantes trabajos de Educación Infantil con María Pilar Gea García. El año 2010, a propuesta de los vecinos, la Alcaldía de Movera solicitó al Ayuntamiento de Zaragoza que dedicara sendas calles a dos de sus maestras: a María Pilar Almenar Bases y a María Pilar Gea García.

Gea García, María Pilar. (Zaragoza, 1953). Pasó su infancia en Ariño (Teruel) donde su madre, Isabel, era maestra y su padre, Aurelio, trabajaba de carpintero en SAMCA. Ejerció en varios pueblos de Teruel y obtuvo destino definitivo en la Escuela Mixta de Ariño. Desde 1978 hasta 2011, estuvo en Movera, en la escuela “Pedro Orós” de la que su marido, José Manuel Ontoria fue director veinticinco años. Una de sus hijas, María Pilar, estuvo de maestra de Ariño, como su madre y su abuela. La otra, Ana Isabel, es veterinaria. La ilusión por la enseñanza que María Pilar recibió de su madre la llevó a una entrega completa a sus alumnos. Se especializó en Preescolar y trabajó principalmente en Primer Ciclo de Primaria. Realizó actividades conjuntas con María Pilar Almenar Bases de Educación Infantil. El año 2010 se dio su nombre a una calle del barrio de Movera.

DOS PROFESORAS DE INSTITUTO

Zamora Sarrate, Joaquina. (Zaragoza, 1898-1999). Fue profesora de dibujo en el Instituto de Enseñanza Media de Zaragoza (1930), en la Escuela Superior de San Fernando (1931), en el colegio “Jesús y María” (1934-36), en Calatayud (1938) y en Tarazona (1950). En 1960 aprobó las oposiciones a cátedras de institutos técnicos. Estudió dibujo y pintura con Enrique Gregorio Rocasolano y se especializó en paisajes, bodegones y retratos. En 1924 obtuvo una beca de pintura de la Diputación Provincial de Zaragoza para estudiar en la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado de San Fernando en Madrid. En 1919 participó en una exposición colectiva y en 1933 realizó su primera individual. En 1943 recibió el Primer Premio del Ayuntamiento de Zaragoza en la exposición-concurso “Rincones y jardines” y en 1944 el Primer Premio de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza. En 1963 fue nombrada consejera del Centro de Estudios Turiasonenses. Desde el año 2006 tiene dedicada una calle en el Actur.

Sara Maynar

Sara Maynar, profesora del Instituto de Alcañiz

Maynar Escanilla, Sara. (Zaragoza, 1906-Burbáguena, Teruel, 1986). Fue la primera abogada de Zaragoza, una de las primeras de España y del mundo. Sara, una chica muy brillante, era la mayor de los cinco hijos de Manuel, un famoso abogado, y de Pilar. Estudió bachillerato en el Instituto Goya, se licenció en Derecho y en Filosofía y Letras en Zaragoza. En 1930 comenzó a trabajar de abogada civilista en Zaragoza. Al acabar la Guerra Civil ejerció como profesora de Griego y de Lengua en los Institutos de Calatayud, Teruel y Alcañiz. Fue la primera directora del Instituto de Alcañiz y sirvió de modelo a las profesoras posteriores: después de ella hubo cuatro directoras en ese instituto. Cuando se jubiló, acabó su etapa de concejala del Ayuntamiento de Alcañiz y pasó unos años en Zaragoza. Al final de su vida vivió en Burbáguena con su hermana Raquel en el convento de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana. El año 2009 la calle del Picarral que se llamaba Crucero de Baleares pasó a denominarse Sara Maynar.

TRES PROFESORAS DE UNIVERSIDAD

María Jesús IbáñezIbáñez Marcellán, María Jesús (Ateca, 1941-Zaragoza, 1985) Catedrática de Geografía Física de la Universidad de Zaragoza. Su temprana muerte truncó una brillante carrera docente e investigadora. En 1960 estudio el bachillerato en el Colegio de Santa Ana y Filosofía y Letras en la facultad de Zaragoza. Completó su formación en varias universidades europeas. En 1984 obtuvo la cátedra de Geografía General Física de Zaragoza, donde desarrolló toda su labor docente. Sus trabajos de investigación son un referente en el campo de la Geomorfología y la época Cuaternaria. En 1991 la Asociación Española para Estudios del Cuaternario y la Asociación Española de Geomorfología crearon el premio M. ª Jesús Ibáñez para tesis doctorales sobre dichos temas. Desde el año 2011 lleva su nombre un jardín acuático entre el puente del Tercer Milenio y el Pabellón Puente.

Pilar Lapuente

Pilar Lapuente, profesora de Geológicas

Lapuente Mercadal, Pilar. (Zaragoza, 1959). Desde 1999 es Profesora Titular de Petrología y Geoquímica- Ha publicado numerosas obras y artículos científicos y tiene un reconocido prestigio nacional e internacional. Su infancia y juventud transcurrieron en el seno de una familia (“la de los esquiladores”) asentada en el entonces barrio rural de Santa Isabel. Estudió Geología en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza y se doctoró en 1991. Disfrutó de una Beca Posdoctoral en diversas universidades de Inglaterra donde tuvo la oportunidad de especializarse en el campo de la Mineralogía y Geoquímica aplicadas al estudio del Patrimonio Histórico y Arqueológico. En Junio de 1994, presentó, en la XIV Sesión Científica de la Sociedad Española de Mineralogía, el trabajo “Estudio mineralógico y textural de ladrillos de tres monumentos mudéjares de Calatayud (Zaragoza)”, financiado por la Institución Fernando El Católico de la Diputación de Zaragoza. Por este estudio, desarrollado en la Universidad de Oxford con técnicas de datación por termoluminiscencia, le fue concedido el premio “Medalla Jóvenes investigadores” de la Sociedad Española de Mineralogía, como reconocimiento y estímulo por su aportación en el campo de la Mineralogía Aplicada. La divulgación del premio por los medios de comunicación locales motivó que en 1997 la Comisión de Cultura de Santa Isabel propusiera que le fuese concedido su nombre a una calle.

López Jiménez, Ángela. (Pamplona, 1945-Zaragoza, 2007). Profesora de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de Zaragoza, socióloga y feminista, Presidenta del Consejo Económico y Social de Aragón, miembro del Comité Internacional de Expertos para asesorar al Ayuntamiento en materia de innovación urbana y desarrollo de la sociedad de la información. Era licenciada en Sociología Urbana y del Desarrollo por la Universidad Católica de Lovaina y doctora en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Realizó numerosas publicaciones, entre otras: Zaragoza ciudad hablada, Memoria colectiva de las mujeres y los hombres, Arte y parte: jóvenes, cultura y compromiso. Presidió el club de opinión de mujeres La Sabina, perteneció al SIEM (Seminario Interdisciplinar de Estudios de la Mujer de la Universidad de Zaragoza). Desde el año 2007 tiene dedicada una calle en el distrito de la Universidad.

Para terminar

En realidad, lo de un callejero paritario es un poco irónico. Más que una consecución es una aspiración. En la preparación de la segunda edición de La Zaragoza de las mujeres. Callejero, las autoras hemos constatado que los datos no son alentadores.

De las 3.230 calles de nuestra ciudad, 1.234 llevan nombres propios de varón y sólo 189 están dedicadas a mujeres de carne y hueso. Además, hay 40 dedicadas a santas y 142 a otro tipo de mujeres: reinas, princesas, nombres de películas, cuadros de Goya… Si este es el resultado de una ciudad que ha apostado por la presencia de las mujeres, ¿qué pasará en otras ciudades?

La presencia de estas profesoras nos suscita los nombres de otras muchas que también tuvieron, y tienen, méritos para dar nombre a una calle. Me gustaría que este artículo os sirviera de acicate. Que os animarais a buscar nombres de mujeres con méritos suficientes para denominar las calles de vuestras ciudades y que los propusierais a los ayuntamientos. La conquista de las placas de los espacios públicos es todavía una de nuestras asignaturas pendientes.

Carmen Romeo Pemán

Fuente documental. Romeo Pemán, Carmen (dir), Álvarez Roche, Gloria, Baselga Mantecón, Cristina, Gaudó Gaudó, Concha (2011): Callejero. La Zaragoza de las mujeres. Ayuntamiento de Zaragoza.

callejero-foto-principal

Imagen principal. Agustina Rodríguez, del archivo de la familia Ruiz-Rodríguez.

Primeras doctoras de Ciencias de España. Las tres alumnas de Zaragoza que rompieron el techo de cristal

Del 19 de octubre al 17 de noviembre la Universidad de Zaragoza rindió un homenaje a las tres primeras doctoras en Ciencias en España: Ángela García de la Puerta, Jenara Vicenta Arnal Yarza y María Antonia Zorraquino Zorraquino, brillantes alumnas de Universidad de Zaragoza que defendieron sus tesis doctorales entre los años 1929 y 1930.

Del acto se ocuparon varios periódicos nacionales y regionales, entre otros el Heraldo de Aragón en los artículos La Facultad de Ciencias de Zaragoza homenajea a las primeras doctoras en España y Pioneras en las Ciencias desde las aulas de Zaragoza.

Este homenaje fue un detonante importante para conocer a las que nos abrieron caminos y para investigar sobre el papel de las mujeres en la Ciencia. Es un tópico decir que el género ha sido un obstáculo importante para acceder a la Ciencia y para hacer Ciencia, pero los comienzos fueron así. Y los obstáculos continúan.

Las llamamos pioneras porque fueron las primeras, pocas y singulares. Por su  esfuerzo incalculable para abrirse un hueco en los estudios científicos, cuando estudiar e investigar estaba pensado solo para los hombres.

Con su excepcional inteligencia, con su gran capacidad de trabajo y con su brillante trayectoria académica e investigadora, consiguieron una posición destacada en la investigación de la Química.

Angela G. de la Puerta y Jenara Arnal

Ángela García de la Puerta (1903-1992) y Jenara Vicenta Arnal Yarza (1902-1959)

Las primeras licenciadas en Químicas

Los estudios de Ciencias en la Universidad de Zaragoza comenzaron en 1874, pero hasta 1915 no hemos encontrado ninguna chica. Las primeras licenciadas en Ciencias estudiaron Ciencias Químicas.

Donaciana Cano Iriarte, de la promoción 41, cursó la carrera entre 1915 y 1919.

Isabel León Pueyo, natural de Valladolid, estudió en Zaragoza entre 1918 y 1922.

María del Carmen Estremiana Antolín, natural de Logroño, se licenció en 1923.

Ángela García de la Puerta acabó en 1926 y en 1928 se convirtió en la primera doctora en Ciencias Químicas y en la primera catedrática de Física y Química.

Jenara Vicenta Arnal, era del curso de Ángela García de la Puerta, pero se doctoró y aprobó las oposiciones de cátedras en 1930.

María Antonia Zorraquino Zorraquino, se licenció en 1925 y en 1930 leyó su tesis en Bioquímica.

Las tres primeras doctoras en Químicas en España

ÁNGELA GARCÍA DE LA PUERTA (Soria, 26 de diciembre de 1903-Zaragoza, abril, 1992)

Angela G. de la Puerta. 4

 

Su padre era Maestro Nacional y ella cursó los estudios primarios en las escuelas graduadas. Estudió bachillerato en Soria, con premio extraordinario, y en 1922 acabó los estudios de Maestra Superior en la Escuela de Maestras de Soria. Después se trasladó a Zaragoza a estudiar Ciencias Químicas. En 1926 se licenció con premio extraordinario. En Zaragoza realizó la tesis doctoral Contribución al estudio de los potenciales de oxidación, dirigida por el profesor A. Ríus, catedrático de Química Analítica y, como muchos de sus compañeros, la defendió en Madrid en 1928.

Por la excepcionalidad de su carácter y de su expediente, recibió numerosos homenajes. Uno de ellos, en 1928, junto con Jenara Arnal, por su nombramiento como profesoras auxiliares de la Facultad, en el Casino de Zaragoza. Ese mismo año el Ayuntamiento de Soria le rindió un homenaje por su cátedra. El rector de la Universidad de Zaragoza le impuso la medalla de catedrática y glosó sus extraordinarios méritos.

Ejerció en los institutos de Ciudad Real y en el femenino de Madrid. En septiembre de 1932, se trasladó al recién creado Instituto Miguel Servet de Zaragoza, donde permaneció hasta su jubilación en 1973. El mismo año que se incorporó la nombraron secretaria y, desde 1936 hasta 1942, fue directora. Así se convirtió en una de las primeras directoras de instituto de España y la única del Instituto Miguel Servet, hasta que en el año 2.000 fue elegida Marina Sanz.

Se casó con el soriano Agustín Alfaro, un ingeniero agrónomo que investigaba en la Fitopatología Agrícola para acabar con las hambrunas del campo español.

La profesora García de la Puerta también destacó por su importante tarea investigadora. Entre 1926 y 1928, cuando era ayudante de clases prácticas y auxiliar de Química Analítica, trabajó en los Laboratorios de Química Teórica y Electroquímica de la Facultad de Ciencias y en el  Laboratorio de Electroquímica de la Escuela Industrial de Zaragoza.

Entre 1930 y 1931 realizó investigaciones en el Laboratorio de Electroquímica de la Escuela Superior del Trabajo.

En 1932 solicitó una beca de la JAE para trabajar en la Technische Hochschule de Dresde sobre Electroquímica, con el profesor Müller.

JENARA VICENTA ARNAL YARZA (Zaragoza, 10 de septiembre de1902-Madrid, 27 de mayo de 1959).

Jenara Arnal. 1

Era hija de un jornalero. En 1921 obtuvo el título de Magisterio. En 1923 terminó el bachillerato en el Instituto Goya de Zaragoza. Continuó los estudios en la Universidad de Zaragoza y en 1926 acabó la Licenciatura en Ciencias Químicas con sobresaliente.

El día 6 de septiembre de 1929, defendió con gran brillantez su tesis, Estudio potenciométrico del ácido hipocloroso y de sus sales, y se convirtió en la segunda doctora en Ciencias Químicas de España. En 1930 le concedieron el premio extraordinario de doctorado. Fue compañera de Ángela García de la Puerta, a quien le dedicó la fotografía con que ilustramos esta biografía. Las dos amigas tenían un currículum parecido y compartieron estudios, investigaciones, publicaciones y homenajes.

Desde 1926 fue ayudante y auxiliar de Química Inorgánica y Ampliación de Física de la Facultad de Ciencias de Zaragoza.

En 1930 aprobó las oposiciones a Cátedras de Física y Química, en las que obtuvo una plaza en el recién creado Instituto de Calatayud (Zaragoza). A continuación solicitó puestos interinos en varios institutitos: en el Instituto Infanta María Cristina de Barcelona, en el de Bilbao y en el Velázquez de Madrid. En este último, desde 1932 hasta 1936.

Estando en Velázquez estalló la Guerra Civil y la dejaron sin funciones docentes hasta septiembre de 1937. Doña Jenara, desde Zaragoza, solicitaba la rehabilitación en su cargo. Pero no lo conseguía porque la Comisión de Depuración estaba investigando su conducta y las actividades que había realizado desde julio de 1936.

En noviembre de 1937, la Delegación de Orden Público de Zaragoza decía en un informe que la profesora Arnal gozaba de la protección del diputado de Izquierda Republicana, Honorato de Castro, y que sus actividades habían sido dudosas durante su estancia en Madrid. Ella negó todas las acusaciones.

En su defensa, contó con los informes favorables de Gonzalo Calamita, profesor de Químicas y rector de la Universidad de Zaragoza, y de Miguel Allué Salvador, catedrático de Lengua y Literatura del Instituto Goya de Zaragoza y presidente de la Diputación. Los dos habían sido profesores de Jenara Arnal y, en ese momento,  los dos eran miembros de las Comisiones de Depuración de docentes.

El 5 de noviembre de 1940 la Comisión de Depuración de Madrid proponía su readmisión, sin imposición de sanción, como catedrática del Instituto Beatriz Galindo de Madrid, donde fue vicedirectora y directora y ejerció hasta su muerte.

En 1930 había estado pensionada por la Junta para la Ampliación de estudios en Alemania y en Basilea (Suiza), en el Instituto de Química Inorgánica, dirigido por el profesor Fichter. Allí orientó su trabajo a la investigación científica en Físico-Química y Electroquímica. Visitó distintos centros de enseñanza de Suiza, Francia, Bélgica, Inglaterra y Holanda.

En 1947, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas le concedió una pensión para viajar a Japón y a otros países del Extremo Oriente como delegada de la sección de Intercambios Internacionales.

Revistas españolas y extranjeras se hicieron eco de muchos de sus trabajos de investigación y de sus experiencias pedagógicas. Publicó también algunos manuales de Física y Química. Y tradujo del alemán la Historia de la Química de Bauer y la Historia de la Física de Kistner.

MARÍA ANTONIA ZORRAQUINO ZORRAQUINO (Zaragoza 29 de marzo de 1904-22 de noviembre de 1993)

Antonia Zorraquino. 2

Era hija de un destacado industrial zaragozano, propietario de una conocida fábrica de chocolates. Cursó los estudios primarios, y parte de los secundarios, en colegios privados. En 1921, junto con María Buj Luna y Margarita Palomar, acabó el Bachillerato como alumna oficial del Instituto General y Técnico de Zaragoza, actual Instituto Goya. Esta destacada alumna, aficionada al estudio, decidió continuar con su formación universitaria.

En una visita al laboratorio del doctor Antonio de Gregorio Rocasolano, amigo de su padre, tuvo ocasión de mirar a través del microscopio: “Me causó una impresión enorme ver todo aquel mundo inapreciable a simple vista. La cantidad de partículas que se movían. Era emocionante. A partir de ahí decidí estudiar Químicas”.

Cusó los estudios desde 1921 hasta 1925, en la promoción 47. Era la única chica en un curso de veinticuatro alumnos. Acabó la licenciatura, realizó la tesis doctoral en Zaragoza, dirigida por el doctor don Antonio Gregorio Rocasolano, sobre Investigaciones sobre estabilidad y carga eléctrica de los coloides, y la defendió en Madrid en 1930.

Su formación académica y el interés de sus trabajos de investigación hacían suponer que iba a desarrollar una brillante carrera profesional: “Me hubiera encantado, pero mi marido no me dejó. En aquella época el trabajo de la mujer fuera de casa suponía un menoscabo para el hombre”.

María Antonia Marín Zorraquino

María Antonia Marín Zorraquino

Se había casado con Juan Martín Sauras, catedrático de Química Inorgánica destinado en Santiago de Compostela que, en 1936, volvió a la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza. En esa misma universidad, su hija, María Antonia Martín Zorraquino, catedrática de Lengua Española en el departamento de Lingüística General e Hispánica, realizaría la brillante carrera que no pudo hacer su madre.

Principales fuentes de información

Prácticamente todo lo que sabemos sobre estas científicas se lo debemos a cinco catedráticas de dos institutos de Zaragoza: Cristina Baselga Mantecón, Piluca Fernández Llamas, Concha Gaudó Gaudó e Inocencia Torres Martínez, mis compañeras del Instituto Goya. Y a Carmen Magallón Portolés, del Instituto Avempace, cuya tesis doctoral, en 1996, trató sobre las pioneras españolas en las ciencias.

Piluca Fernández Llamas, catedrática de Matemáticas,  es un ejemplo vivo de pionera en las genealogías femeninas. En 1980, el Ministerio de Asuntos Sociales le subvencionó su estudio Mujeres en la Ciencia. A finales de los ochenta, rastreó los archivos del Instituto Goya con sus alumnos buscando a las primeras alumnas, cuando el Goya era mixto por primera vez. En 1990, su estudio, Influye el sexo en las elecciones académicas (Tercer premio de Investigación Educativa), fue una revelación. En 1996, organizó un exitoso homenaje a las primeras alumnas del Goya.

Carmen Magallón Portolés, catedrática de Física y Química, biografió a estas tres científicas en Pioneras españolas en las ciencias. Las mujeres del Instituto nacional de Física y Química, publicado en 1998 por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Este libro sacó a la luz las aportaciones de las mujeres a las ciencias físico-químicas en España en el primer tercio del siglo XX.

Cristina Baselga Mantecón, catedrática de Inglés, Piluca Fernández Llamas, catedrática de Matemáticas, Concha Gaudó Gaudó, catedrática de Historia, e Inocencia Torres Martínez, catedrática de Filosofía, completaron las biografías de estas científicas con datos de archivos y entrevistas personales, en la exposición Pioneras de la educación en Aragón. Y ampliaron el contexto y las biografías en el artículo Pioneras en la educación secundaria en Aragón: “Las primeras bachilleres, las primeras profesoras y las primeras directoras de Instituto en Zaragoza”

María Ángeles Delgado Martínez y José Damián López Martínez, en 2004, aportaron muchos datos de interés con su estudio De analfabetas científicas a catedráticas de Física y Química de Instituto de España: el esfuerzo de un grupo de mujeres para alcanzar un reconocimiento profesional y científico.

Para terminar

Con este artículo quiero reconocer y divulgar el mérito de las mujeres que han conseguido sobresalir luchando a contracorriente.

Me gustaría contribuir a que nuestras pioneras fueran un modelo a las nuevas generaciones. Y me consideraría muy afortunada si mis palabras sirvieran de estímulo para que otras sigan sus pasos. Aquellas mujeres sabían que estaban abriendo un camino, porque experimentaron en sus propias carnes las dificultades que les ponía un sistema educativo concebido solo para los hombres. Hoy no hemos acabado de recorrerlo y los obstáculos, aunque de nuevo signo, siguen siendo los mismos.

Antes de acabar, quiero dar las gracias a mis compañeras por haber abierto este camino en la investigación feminista. Con su esfuerzo y con sus publicaciones mis líneas se han visto muy enriquecidas.

Carmen Romeo Pemán

Tríptico por detrás

CARMEN GARCÍA ROYO, IN MEMORIAM

REMONTANDO… a ras del suelo, apenas el volumen de una hormiga.

Remontando… tras unos días como si no existieras pero la búsqueda de una brizna de bienestar o los restos de un maná que te devolverán tu ser te hace revivir por un rato.

Remontando… porque los que me rodean me llevan entre sus alas ante los desperfectos de las mías.

Remontando… porque allá en el fondo tienes un espíritu de supervivencia, que no sabes de donde sale, pero que te pone en el disparadero de a ver quién puede más: él o tú.

Remontando… porque en este sinvivir arrastrándote, sabes que también hay gente en la distancia en ese duro caminar.

Remontamos… porque tenemos las ilusiones adheridas a nuestra piel día a día y esperan de nosotros ese saber estar por encima de las miserias humanas.

Remontamos… porque nunca debemos dejar de soñar, aunque bien sepamos que es una utopía.

Carmen García Royo, “El hilo de tender”, el 1 de julio de 2017. Etiquetas: cáncer, imágenes.

Hilo de tender

Carmen, Elvira y Teresa, las tres hermanas GARCÍA ROYO, fueron, y siguen siendo, un referente importante de mi etapa de profesora.

Carmen fue una de mis primeras alumnas del Colegio Universitario, una de mis compañeras de WILPF ESPAÑA, una de mis mejores amigas y una de las grandes personas que he conocido.

El día 28 de julio de 2017, se nos fue por una senda clara y nos dejó un grato recuerdo, una huella imborrable y un “hilo de tender” con el que ella había construido delicados tapices.

Conocí a Carmen en el año 1972. Estaba ejerciendo de maestra y se matriculó en el nocturno de Filosofía y Letras del Colegio Universitario, donde yo acababa de incorporarme como profesora al Departamento de Literatura. Los primeros días noté que llegaba con mucho deseo de saber y de abrir su mundo a nuevas corrientes de acción y de pensamiento. Al poco tiempo se me reveló como una persona defensora de la paz, la libertad, la justicia social y los derechos de la mujer. Descubrí que nos contagiaba a todos su vitalidad y entusiasmo.

En su blog, “El hilo de tender”, hace realidad aquellos anhelos iniciales y su pasión por la lectura y por la escritura, que nunca la abandonaron. Allí encontraréis la sensibilidad y la verdad profunda de lo que era Carmen. Y la energía y el coraje con los que se enfrentó a la enfermedad que se la llevó.

rayaaaaa

Hace unos días llegó a mis manos un artículo “Es difícil encontrar…”, del Diario de Teruel, donde se rinde homenaje y se recoge la trayectoria vital de Carmen. Y no puedo por menos que parafrasear y ampliar algunas frases que sintetizan, mejor de lo que podría hacerlo yo, la huella que Carmen dejo entre todos los que la conocimos.

Es difícil encontrar pacientes que se enfrenten con entereza y valentía a su enfermedad como lo hizo Carmen García Royo.

Es difícil encontrar a una persona que ordene por escrito que el dinero de las flores de su funeral se entregara la “Asociación contra el Cáncer”.

Es difícil encontrar una profesora tan comprometida con sus alumnos y que haya dejado una profunda huella en todos sus destinos: Portalrubio, Fuentes Claras, Monreal del Campo y el Instituto de Teruel, “Segundo de Chomón”.

Es difícil encontrar una docente tan entregada a la formación crítica de sus alumnos. Carmen educaba en valores: la paz, la igualdad de género y la igualdad entre las personas, la defensa de la democracia, la solidaridad con los desfavorecidos.

Es difícil encontrar a una turolense tan activa y tan participativa en los actos culturales de su ciudad: era miembro del club de lectura de la UNED y de la coordinadora de “Teruel existe”.

Es difícil encontrar una persona que reúna tan altas condiciones humanas e intelectuales como mi alumna Carmen García Royo.

Si la vida es un laberinto de senderos que confluyen, Carmen confluyó, e influyó, en mi vida. Y se quedará para siempre en mi recuerdo, en mis sueños y en mi ilusión, porque la amé y la sigo amando. Con estas líneas le he querido dejar mi pequeño homenaje para que los que la conocisteis la sigáis amando. Y para que los que no la conocisteis aprendáis a hacerlo y que este artículo os lleve a su obra.

rayaaaaa

El día 16 de octubre de 2017, en el blog “El hilo de tender”, su hermana Elvira publicó la carta de condolencia que yo le mandé en nombre de WILPF (Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad).

Desde WILPF, a la que ella se sentía muy orgullosa de pertenecer, sus compañeras queremos resaltar su compromiso con el feminismo pacifista y manifestar que las organizaciones se engrandecen cuando cuentan con miembros como Carmen García Royo.

La respuesta de Elvira, emocionante y emotiva, destaca el compromiso de su hermana con los movimientos sociales, es especial, con la defensa de la paz y de los derechos ce las mujeres.

Enviado: martes, 17 de octubre de 2017 17:39

Para: Coordinación WILPF

Asunto: Agradecimiento por la carta de condolencia

Estimada Carmen Magallón: hace unos días recibí la carta de condolencia que en nombre de WILPF escribió Carmen Romeo Pemán, con motivo del fallecimiento de mi hermana Carmen.

En primer lugar muchas gracias, pues os agradezco un montón que hayáis querido acompañarnos en estos momentos que han sido y son duros y dolorosos.

Mi agradecimiento aún es mayor al ver que la encargada de escribir la carta ha sido Carmen Romeo, una de las mejores profesoras, si no la mejor, que mis hermanas y yo hemos tenido y con quien además nos unen lazos de afecto y amistad.

Mi hermana Carmen ha sido una persona defensora de la paz, la libertad y la justicia social y ha luchado siempre por los derechos de la mujer, habiéndolo demostrado tanto en su profesión como profesora como en su vida personal, difícilmente separables. Por ello, pertenecer a WILPF fue una consecuencia lógica en su línea de actuación y pensamiento.

Carmen Romeo dice que WILPF se siente orgullosa de haber tenido entre sus miembros a una persona como mi hermana Carmen. Yo sólo puedo añadir que yo también me siento afortunada y orgullosa de ser la hermana de Carmen García Royo, una gran mujer luchadora hasta el final.

De nuevo te doy las gracias que me gustaría que hicieras extensivas a todas las integrantes de WILPF, algunas de las cuales ya manifestaron su sentimiento por medio de whatsapp el día del fallecimiento de mi hermana.

Un abrazo,

Elvira García Royo

Esquela. 1

 

C. García Royo. 2

 

Carmen Romeo Pemán

LA VOZ POÉTICA DE LAURA LAHOZ RUESGA

NUESTROS RECUERDOS

Hoy quiero recuperar el recuerdo y la voz poética de Laura Lahoz, una de mis queridas alumnas escritoras del Instituto Goya de Zaragoza.

Laura y el Goya

El sábado 12 de agosto de 2017, en El Frago, Laura Lahoz Ruesga, escritora-profesora, y María José Moreno Soriano, actriz, nos deleitaron con una velada poético musical de una exquisita selección de poemas. Estuvieron acompañadas por los músicos Joaquín González y Jaime Lapeña. Ese mismo día, por la mañana, habían ofrecido una selección diferente en un vermut poético-musical en el castillo de Biel.

Laura, en el recital de Biel, me dedicó unas emotivas palabras y este escrito:

Querida Carmen: Cuando subo las escaleras camino del aula, con la cartera en una mano, recuerdo la emoción que sentía en el I.E.S Goya. Durante dos cursos asistí a tus clases de Lengua Española con una mezcla de ilusión y curiosidad. Tu entrega, tu rigor y tu pasión hacia la gramática y hacia el cuidado del idioma permanecen en mi memoria. Todo lo que aprendí en tus clases lo enseño a mis alumnos. Ahora compartimos una gran amistad, lecturas y publicaciones de otras compañeras del Instituto, como Irene Vallejo. Siempre te has mostrado entusiasta, activa. Me emociona leer tus artículos y observar atónita como mantienes la energía y sigues escribiendo.

Con este artículo aspiro a responderle a lo que ese día no hice, porque no me pareció el momento oportuno.

El primer día de clase, allá por el curso 1992-1993, vi dos apellidos muy conocidos en la lista de mi grupo de Literatura de Tercero de BUP. Recuerdo que me acerqué y le pregunté: “¿No serás la hija de Ángel Lahoz y Concha Ruesga, mis compañeros de curso?”. No me contestó, abrió sus ojazos azules y me miró con cara de susto. No insistí más. Daba igual. Laura estaba allí para que yo le enseñara lengua y despertara su pasión por la literatura. Intentaría hacerlo lo mejor que supiera. Volví a tenerla como alumna de Lengua en COU. Y después nos hemos hecho amigas.

Por la tarde, al acabar el recital poético de El Frago, nos juntamos a charlar y a rememorar los años del Goya. Entre otras cosas me dijo:

Mi clase estaba en el segundo piso, al fondo del pasillo, a la izquierda.  Durante cuatro años el instituto Goya fue mi casa. Después de veinte años paso por la puerta y esbozo una sonrisa; supongo que no será lo mismo, pero para mí permanece esa esencia, la marca Goya, como decíamos entonces, cuando creíamos que el mundo era nuestro. Y, en verdad, o era porque en el instituto pasaba lo más importante: los amigos, los viajes, las alegrías, los nervios, las decisiones, todo sucedía entre sus cuatro paredes, en las aulas y en los pasillos.

Los comienzos no fueron fáciles. El Centro me parecía enorme y me sentía perdida. Las matemáticas y la física me resultaban imposibles. En tercero de BUP decidí cursar el Bachillerato de letras puras; entonces mi vida académica me resultó apasionante. Los profesores que me dieron clase permanecen en mi memoria con un gran cariño. Recuerdo el rigor, la pasión de las explicaciones.

Decidí estudiar Filología Clásica por los profesores que tuve de Latín y Griego. Escribo y adoro leer gracias a los profesores de Lengua y Literatura de entonces.

El Goya me ofreció subir a escena con el grupo de Teatro TEGO; la clase de teatro de los viernes era el mejor modo de comenzar el fin de semana. Los primeros pinitos literarios comenzaron con el Premio de Poesía Goya.

Compañeros de entonces siguen a mi lado. Con los años, lo realmente importante es la gente. Nos hemos hecho mayores, pero la impronta del Goya nos marcó entonces y ahora.

Carmen, tú me enseñaste todo lo que sé sobre gramática, me acompañaste al viaje de estudios a Italia y después hemos trabajado juntas en otros proyectos literarios.

Después de calmar el sonrojo que siento en mis mejillas al volver a leer sus palabras, las apostillaré con mucho gusto.

La prudencia y sentido estético de Laura la llevan a no entrar en detalles. Sus profesores de clásicas, Pilar Iranzo, Pilar Idoipe y Jesús Oliver, determinaron su vocación. Y Emilio Gutiérrez Lizarraga, creador y director del TEGO, le enseñó a desenvolverse con soltura en las tablas de un escenario. Nos dejaron maravillados con la puesta en escena de “Martes de Carnaval” y con la del “Romance de Gerineldo”. Esta última la representaron en Lincoln (Inglaterra) los alumnos del proyecto europeo ROTA.

No me puedo olvidar del brillante grupo de amigas que siempre iban con ella: Berta Amella, Sandra Relaño, Raquel Allué y Paloma Laporta, entre otras. ¿Me equivoco, Laura? ¿Y qué dirías del susto que me diste cuando te perdiste en Siena en el viaje de estudios a Italia? ¿Y de que no te dejaban entrar en el Vaticano porque llevabas pantalones cortos?

Bueno, pues aquella Laurita se nos ha convertido en una de las mejores poetas de su generación. Y lo vais a entender cuando leáis sus declaraciones y sus poemas. ¡No podría haber sido de otra forma!

Los libros forman parte de mi vida. No entiendo la vida sin ellos. La lectura me ha salvado siempre. Y no quiero desprenderme del decorado de mis paredes, todas recubiertas de libros. (De mis conversaciones con Laura Lahoz)

La voz poética

La voz de Laura, siguiendo las tendencias de la poesía moderna, es el trasunto de su personalidad y de su forma de percibir y de estar en el mundo.

Laura. Escribiendo

Laura Lahoz en un pupitre

Escribo para encontrarme, para situarme en las vidas de otros. Cuando un verso me conmueve o un relato me emociona, me siento plena. (De mis conversaciones con Laura Lahoz)

Laura ve el mundo a través de la escritura y de las imágenes que le sugieren las palabras. En su nuevo poemario, El silencio dice, en la tercera parte, La voz ausente, recrea el mundo a través de la mirada de sus poetas preferidos.

¿Qué sería mi vida sin Manuel Vázquez Montalbán, Leopoldo María Panero, Milan Kundera, Alejandra Pizarnik, Juan Ramón Jiménez, Luis Cernuda, Wislawa Szymborska? No sería. (De mis conversaciones con Laura Lahoz)

Y, por encima de todo su universo literario, planea el Mundo Clásico, con sus formas, sus ideas, sus paisajes y sus héroes. La Grecia Clásica y sus mitos son el trasunto del libro Constantes vitales. Esas constantes del ser humano que cobraron vida en las páginas del mundo antiguo.

¿Qué sentido tendría el día a día sin el Mundo Clásico, los diccionarios, los juegos de palabras? No tendría ninguno. (De mis conversaciones con Laura Lahoz)

Constantes vitales (2014)

Constantes Vitales. Portada

Estos treinta y ocho poemas son el reflejo del gran amor de Laura por la cultura clásica y el catalizador de sus muchos viajes a las tierras que pisó Homero.

  • Tu mirada me
  • fascina
  • tus ojos
  • me embelesan
  • le decía Safo
  • a su enamorada
  • presa. (Lenguas clásicas)

De su mano recuperamos los nombres, el aroma y los colores del tiempo, detenido en estos versos.

  • Cuaderno
  • de a bordo,
  • anotar
  • cada secuencia
  • de esta existencia. (Bitácora)

Los héroes griegos nos acompañan en esta odisea por distintos países y ciudades, buscando la esencia del ser humano.

  • Mi cabeza es un barco varado en Creta (Ventus Cretae)

Y nos llevan del pasado al presente y nos proyectamos al futuro.

  • El poema es la presencia misma
  • de lo que está por venir. (La noción pura)

Con la ausencia de anécdotas, la presencia de figuras retóricas muy logradas, el calculado ritmo de todos los versos, y la concisión consigue una poesía pura de altos vuelos.

En Blancas impar y negro, cifra el ritmo alternante que apreciamos en todos los poemas, ese ritmo binario que a su vez es la búsqueda del yo y del tú amorosos.

  • Un yo y un tú
  • avanzan en ele
  • por las teclas
  • de un piano
  • negro. (Blancas impar y negro)

En el poema Cuba está su concepción de la poesía como un juego creativo con los distintos niveles de la lengua.

  • Pasen y vean:
  • trapecistas
  • de letras,
  • leones
  • de palabras,
  • domadores
  • de sintagmas,
  • poliedros
  • de sílabas,
  • aristas
  • de versos,
  • pasos
  • de morfemas,
  • notas
  • al pie,
  • plumas
  • de sombreros,
  • membretes
  • de signos. (Cuba)

En este primer poemario ya apuntan los temas que va a desarrollará en los posteriores, junto a una permanente reflexión sobre el lenguaje y sobre la poesía.

Teoría del color. Cyan, Magenta, Yellow, Black. (2015)

Teoría del color

 

Con el intenso colorido del poemario anterior, ya habíamos adivinado la paleta cromática de Laura. Pero ahora lo nuevo es que el propio color se disuelve en los versos. Estos poemas podrían ser un buen complemento para las exposiciones de su madre, Concha Ruesga, que le contagió su pasión por la pintura.

La emoción estética la resuelve con la aposición de imágenes, en un perfecto collage.

  • Amarillo.
  • Teatral rechazo
  • hoja que pasa
  • fruta con ritmo
  • disco solar.

O con imágenes llamativas

  • Cian
  • Cristal opaco
  • el mundo perfora
  • el fondo del vaso.

Y no se nos escapa esa referencia estética al fondo del vaso de Luces de bohemia

de Valle Inclán.

Teoria color. Reverso.jpg

El silencio dice (2016)

  • El silencio dice
  • lo que la escritura
  • esconde. (El silencio dice)

Como las obras clásicas, está organizado en tres partes, Perfil de nadie, La voz ausente y Rumbo interior, precedidas por un preámbulo sin título. Desde el primer poema percibimos un revisionismo y una evolución de la voz poética.

Hoy es la palabra del momento.

  • La esencia, el aliento.
  • Recuerdo cuando
  • las letras cifraban intentos. (¿Comunica?)

En esta nueva mirada sigue la pasión por la cultura clásica, pero deja aflorar el mundo de los sentimientos con gran fuerza.

  • No tengo batería,
  • estoy sin cobertura
  • de pensamiento. (¿Comunica?)
  • Al lado del corazón
  • están la vida y los versos. (Principio de incertidumbre)
  • Lo que deseas
  • no es siempre lo que necesitas. (Caligrafía)

El silencio dice es una poesía madura y reflexiva, con gran dosis de ironía. Como en los poemarios anteriores, es una poesía pura, con ausencia de anécdota, que se resuelve en poemas muy breves, con una gran concentración de las ideas y las sensaciones.

Para terminar

Querida Laura: tú, y alumnos como tú, me dais la energía y el entusiasmo para seguir escribiendo. En estos escritos intento recoger lo que aprendí de vosotros. Intento hacer confluir los senderos por los que transitáis mis alumnos para que nuestra experiencia colectiva no muera del todo y para satisfacer el orgullo que me produce haber tenido alumnas como tú.

Carmen Romeo Pemán

20170812. Biel. Laura y Carmen

Laura Lahoz con Carmen Romeo a la salida del recital poético. Biel, 12 de agosto de 2017.

rayaaaaa

PRESENTACIÓN DE «EL SILENCIO DICE»

Laura Lahoz

Ester Minio, “Presentación de El silencio dice, de Laura Lahoz. Librería Antígona, Zaragoza, 18 de mayo 2019.

El verano miente

  • la ausencia de lo efímero.
  • Todo es ahora textual.
  • Quizás por si acaso,
  • el pequeño abismo
  • da la pequeña bienvenida
  • a solas, de memoria.

 

  • A ras de vuelo,
  • con amor feroz,
  • la singladura
  • por ese rumbo interior
  • en el ferrocarril marino
  • halla tu identidad sonora
  • en letra de molde:
  • perfil de nadie.

 

M. Salazar, Anotaciones sobre El silencio dice

Cuando leí  la cita inicial de este libro tomada de la Realidad y el deseo de Luis Cernuda, que en cierto modo explicaba su poemario y servía de punto de partida para empezar a leerlo y comprenderlo, pensé que me gustaba su referencia a un poeta sevillano en el exilio para empezar. Después, la lectura de los poemas que contiene El silencio dice, una, dos, tres veces, de forma ordenada, y abriendo el libro al azar, yendo atrás, hacia adelante, pronunciando los títulos de cada sección: Perfil de nadie, La voz ausente, Textual, Rumbo interior, sentí que Laura Lahoz había ya tomado posiciones definidas, tanto aquí, en este lugar que habitamos, como respecto a sí misma y a su mundo poético. Y tras pensar un poco sobre lo leído, denso y liviano a la vez, me di cuenta de que algunas palabras,  a modo de faros o destellos luminosos, llamaban mi atención y me indicaban un camino  para leer su libro, el de las palabras sobre el campo semántico de la luz  y la mirada, que tanto brillan, al menos para mí, y que permiten ver, como ella misma dice, a través de  un microscopio, un espejo o un telescopio:

  • «Tú mirabas lejos
  • para ver más,
  • para ver allá,
  • para ver más allá».

 

  • «Alguien te mira
  • y la luz para el ocaso.»

 

  • «Mirar la vida:
  • un,
  • uno,
  • una total entrega.»

 

  • «Pequeñas notas transparentes
  • dan luz a las horas
  • y la vida pasa.»

 

  • «El cerebro maneja al ojo,
  • todo lo que ves con tiene:
  • luz, reflejo y sombra.»

 

  • «El oro de la tarde brilla.
  • Eterno ocaso.
  • ¿Acaso?»

 

  • «la luz deja paso al vuelo de los pájaros.»

 

  • «Será en una aurora
  •  que se fije en la pupila».

Y en su nombre, aun sin haberle pedido permiso, os invito a la lectura de todos sus versos con una  estrofa  de su  Pequeña bienvenida:

  • «Las cosas ocupan un lugar concreto.
  • Tan leve es la realidad como la ausencia.
  • Basta un ángulo de luz para anclar versos.
  • Pequeña nostalgia que no entiende de islas.
  •  Bienvenida al instante que te atrapa.»

rayaaaaa

0001LEYENDO JUNTOS EN EL INSTITUTO GOYA

Sesión lectura. Goya 1

El grupo de lectura en la Biblioteca del Goya.

 

El día 4  de noviembre de 2019, inauguramos el curso con una sesión poética doble.

Sesión de Lectura Goya3

Tres profesoras. De izquierda a derecha: María Jesús Pérez Arellano, Concha Gaudó, presentando la obra de Javier Delgado, y Cristina Baselga.

La primera parte, un homenaje a Javier Delgado Echeverría, ex alumno del instituto, recientemente fallecido. Concha Gaudó hizo una semblanza de Javier y Laura Lahoz leyó los textos que previamente habíamos seleccionado.

Sesión lectura. Goya. 2

Laura Lahoz acompañada de Francisca Soria, Inocencia Torres y Carmen Romeo.

En la segunda parte, Laura Lahoz presentó su libro «El silencio dice». Leyó y comentó unos poemas. Sus palabras motivaron una amena tertulia.

rayaaaaa

Curriculum y publicaciones

Laura Lahoz Ruesga (Zaragoza, 1977), profesora de Lenguas Clásicas, es Licenciada en Filología Clásica (Universidad de Zaragoza), Máster en Edición (Universidad de Salamanca) y en Fomento de la Lectura (Universidad de Alcalá de Henares). Es miembro de letr@demoldeeditorial. Y ya tiene en su haber una buena cartera de publicaciones.

El silencio dice, en prensa, 2016. Presentado, 2019.

Teoría del color, letr@demoldeditorial, colección Asuntos internos.nº.1, Zaragoza, Agosto, 2015.

Constantes vitales, Olifante, Ediciones de poesía, colección Papeles de Trasmoz, Zaragoza, 2014.

Está incluida en las siguientes antologías:

Parnaso 2.0: Un mar de labrantíos. Antología de poesía aragonesa del siglo XXI, VV.A.A., Gobierno de Aragón, 2016. http://parnaso2punto0.aragon.es/?p=616

La Mística, edición y coordinación de Manuel Martínez Forega, Editorial Olifante, 2016.

Con Clave de Fa aún mayor, de Ricardo Comín Anadón y José Ramón Mañeru, Zaragoza, 2015.

Los Borbones en Pelota, Edición coral SEM y VVAA, coordinada por Manuel Martínez Forega, Editorial Olifante, 2015.

Yin. Poetas Aragonesas: 1966-2010, Zaragoza, Olifante, 2010.

Y ha participado en numerosos recitales poéticos, con María José Moreno.

Velada poético musical. Biel y El Frago. Músicos: Joaquín González (guitarra), Jaime Lapeña (violín). Castillo de Biel,  12 de agosto, 2017. El Fosal, El Frago, 12 de agosto, 2017.

Vermú poético musical. Casa del traductor. Músicos: Juan Millán (percusión), Jaime Lapeña (violín), Leslie Dowdall (voz y guitarra), Tarazona, Zaragoza, 1 de julio, 2017.

Palabra de mujer. Los mundos de su voz. Poetas españolas, iberoamericanas, y nórdicas: Asociación de mujeres Lacarra, Daroca, 14 de noviembre, 2015. Y en la  Biblioteca pública de Costean, Huesca, 21 de noviembre, 2015. http://bibliotecacostean.blogspot.com.es/

La noche oscura. Homenaje al Greco, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Fray Luis de León. Música del laúd de Manu Sesé.  Biblioteca de Costean, 28 de marzo, 2015. http://bibliotecacostean.blogspot.com.es/

El fuego de la libertad. Homenaje a Julio Cortázar y Octavio Paz. Músicos: Daniel Zapico (Tiorba) y Joan Miró (Flauta).La Campana de los perdidos, Zaragoza, 21 de septiembre, 2014.

El silencio dice. Zaragoza, mayo de 2019.

Carmen Romeo Pemán

rayaaaaa

Imagen del comienzo: Laura Lahoz y María José Moreno. El Frago, 12 de agosto de 2017. Foto de Carmen Romeo Pemán.

 

 

 

Primeras concejalas y alcaldesas españolas

Las nueve aragonesas

Abriendo camino

¿Desde cuándo participamos en el gobierno de los pueblos?

1925. Concepción Pérez Iglesias . Alcaldesa de Portas

Concepción Pérez Iglesias (Compostela, 1881-Lantaño, 1936). Esta maestra, en 1925, fue nombrada alcaldesa de Portas (Pontevedra)

Si echamos un vistazo a la historia, comprobaremos que en España el camino hacia la democracia no ha sido fácil, y para las mujeres, menos aún. En 1923 participamos por vez primera en las instituciones políticas. Pero, como no teníamos derecho al voto, se desató un largo debate sobre el sufragio femenino.

Hubo mujeres que destacaron en las civilizaciones antiguas. Conocemos figuras singulares de Grecia y Roma. La literatura y las leyendas populares recogen figuras de alcaldesas españolas desde la Edad Media. Hoy, todavía se festeja el triunfo de las alcaldesas de Zamarramala. Pero hasta el siglo XX, estos ejemplos eran casos aislados y se debían a situaciones excepcionales y a mujeres de una gran valía.

Y en 1924, así lo recogía Julia Peguero, una maestra zaragozana que dejó oír su voz en el ateneo de Madrid y en la prensa de la época.

Julia Peguero, Mujeres Españolas, Abril, 1930

Julia Peguero Sanz, Zaragoza, 1880-Madrid, 1978.

Me interesa consignar, como vicepresidenta de la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME), que los momentos para el feminismo son difíciles y decisivos, y no puede ocultársele a la mujer que, mientras el hombre puede pasar inadvertido en su mejor o peor actuación, y hallar excusa a sus desaciertos, la mujer actuará durante mucho tiempo en un plano de singularidad que la pone al descubierto, y, por consiguiente en situación desfavorable de juicio con respecto a sus compañeros de labor.

No puede olvidar la mujer que sólo a título de aprovechar fuerzas que se esterilizan en el hogar cuando éste no las necesita sale a intervenir en la cosa pública. No por sí, sino para la patria, no por satisfacción personal, no para copiar y seguir las huellas del hombre, sino para llevar a la administración su espíritu de gobierno, economía y actividad, en la seguridad de que si no aporta un concurso útil a la vida de la nación, su fracaso particular caería sobre la capacidad femenina en general. (La Voz de Madrid 20/10/1924).

Leyes que sistematizaron nuestra presencia

Dos leyes nos permitieron llegar la palestra pública. La Ley Municipal de 1877, en la que los conservadores promovieron una enmienda a favor del sufragio para las madres cabezas de familia. Y la Ley electoral de 1907, o Ley Maura, en la que se propuso el voto para las mujeres mayores de edad, en las mismas condiciones que a los varones. Y, en 1919, lo volvió a plantear Manuel Burgos Mazo, a la sazón ministro de la Gobernación.

El Estatuto de 1924 y la Asamblea Nacional de 1927

Estatuto municipal-2

En la Dictadura de Primo de Rivera, 1923-1930, se nos concedió una representación parcial en los ayuntamientos y en la Asamblea Nacional.

El 8 de marzo de 1924, se aprobó el Nuevo Estatuto Municipal, que sustituía a las Leyes de 1877 y 1907 y que nos otorgaba un voto limitado en las elecciones municipales.

Se concedía el voto a las mujeres cabeza de familia, es decir, a las viudas y solteras con casa propia, que vivieran independientes y que figuraran al frente del padrón. Se excluía a las casadas y a las prostitutas. Como consecuencia de que sólo se incluyera a las cabeza de familia, en el nuevo censo electoral, la cuarta parte de los electores eran mujeres.

En 1927, en un intento de salvar al régimen, se constituyó la Asamblea Nacional. Estaba formada por varones y mujeres solteras, viudas o casadas autorizadas por sus maridos. Es decir, se nos permitió una participación controlada. Se reservaron trece escaños para mujeres, elegidas indirectamente a través de los ayuntamientos y las diputaciones. Aunque la situación no era de normalidad democrática, estas mujeres llevaron a los debates los problemas que, desde su punto de vista, consideraban importantes.

Estas trece mujeres fueron las primeras que ocuparon escaños en el Congreso. Concepción Loring y Heredia habló en la Cámara, el 23 de noviembre de 1927. También fueron elegidas Dolores Cebrián y Fernández de Villegas, mujer de Julián Besteiro, y Esperanza García de la Torre, mujer de Torcuato Luca de Tena, pero renunciaron.

Concejalas, alcaldesas y asambleístas en la dictadura de Primo de Rivera

Más de cien mujeres, en su mayoría de origen burgués, entraron en la vida política con muchas limitaciones. Desde su llegada trabajaron para conquistar el derecho al voto, en una participación sin restricciones. Además iniciaron lo que hoy llamaríamos programas de acción positiva. Por ejemplo, Carmen Cuesta solicitó la creación de institutos femeninos de enseñanza secundaria y una facultad de medicina sólo para mujeres.

El General Primo de Rivera, el Año Político de 1928, decía:

Hay que hacer justicia. Yo he dado el voto a las mujeres españolas. Y en España hay señoras concejalas en Madrid, en Sevilla y en todas las grandes ciudades. En la Asamblea Nacional también tienen puesto catorce damas.

Pronto se levantaron voces, como la de la periodista Carmen de Burgos, contra estas afirmaciones de Primo de Rivera:

¿Concejal o concejala? Lo que más importancia ha tenido hasta ahora en lo que se llama pomposamente “progreso del feminismo en España” es discutir si debe decirse concejal o concejala. Pero el feminismo no ha avanzado un paso con que se dé a la mujer el derecho de ser electora y elegible cuando no existe el sufragio. Las que han obtenido cargos en el concejo municipal lo han hecho en virtud de un nombramiento, no de elección.

El derecho al voto se reconoció en la Constitución de 1931. Las españolas votaron por primera vez en las elecciones generales de noviembre de 1933.

¿Concejal o concejala?

Esta cuestión produjo encendidos debates en la prensa. En los periódicos de la época encontramos argumentos muy peregrinos para defender los dos vocablos. En realidad, más que sobre una terminología lingüística se discutía sobre un posicionamiento ideológico. Los más tradicionales defendían el término concejal  y los progresistas, concejala.

Colombine

Carmen de Burgos y Seguí, conocida como «Colombine» (Almería, 1867-Madrid, 1932)

Carmen de Burgos se desgañitaba buscando ejemplos y reglas gramaticales que avalaran la voz concejala. En cambio, otros, con histrionismo, defendían el uso de concejal. Por ejemplo, al poco tiempo de publicarse el Estatuto de 1924, en La Voz de Madrid, se podía leer lo siguiente:

Concejal o concejala. Nuestra opinión es que las señoras y señoritas que desempeñan el cargo de concejal no pueden llamarse concejalas. Pueden llamarse cualquier otra cosa, pero concejalas no. ¿Cómo se llamarían las esposas de los concejales si las de los generales son generalas? ¿Cómo distinguir a la concejala consorte de la concejala en propiedad? Sin meternos a prejuzgar la cuestión creemos que esto no tiene vuelta de hoja. Antes que concejalas de oficio hubo en el mundo concejalas consortes –y tan en propiedad, por cierto, como las otras. Tienen pues derechos adquiridos a llamarse concejalas; que busquen nombre las advenedizas. Pero si una dama en lo porvenir es al mismo tiempo concejala consorte y concejala del Ayuntamiento? ¿Va volverse loca la pobre repitiendo a todas las horas del día y el salón de sesiones: ¿Qué soy ahora? ¿Concejal? ¿Concejala”.

No nos rasguemos las vestiduras. Hoy, casi cien años después, seguimos con el mismo debate. La lengua y la RAE se han pronunciado, pero cada línea ideológica defiende las palabras que mejor la definen. Como siempre, se quiere hacer uso de la lengua en beneficio de las tendencias ideológicas.

Primeras concejalas aragonesas

Primeras Concejalas aragonesas

Estas mujeres, como todas las españolas que llegaron a los ayuntamientos, tenían una ascendencia burguesa. Aunque unas eran profesionales y otras se dedicaban a sus labores, todas tenían inquietudes sociales y pertenecían a lo que se ha llamado el feminismo católico. No fueron protagonistas de grandes hazañas, pero abrieron caminos por los que luego pudieron transitar otros feminismos. Les preocupó más su aportación que el brillo personal, hasta tal punto que, en muchos casos, ni siquiera podemos reconstruir las biografías de estas pioneras, que se quedaron en el anonimato para siempre.

Quinto de Ebro (Zaragoza). 1924

El 6 de diciembre de 1924, el Heraldo de Aragón publicaba la foto y los nombres de las dos primeras concejalas aragonesas: Concepción Novella Marqués (propietaria) y Rosa Arilla Albar (maestra nacional). El periódico madrileño El siglo futuro había sacado la noticia tres días antes:

También hay concejalas en un pueblo de Aragón. En el Gobierno Civil se ha recibido un oficio del delegado gubernativo correspondiente, dando cuenta de haberse constituido el nuevo Ayuntamiento del pueblo de Quinto del que forman parte, como concejales de aquella localidad, doña Concepción Novella y doña Rosa Arilla. Son las primeras mujeres que desempeñan el cargo de concejal en Aragón.

He podido reconstruir una semblanza de estas concejalas gracias a la colaboración de María Pilar Gonzalo Vidao que me ha proporcionado la información principal, la fecha de defunción de Rosa y página facsímil del Heraldo de Aragón en la que sale la la noticia de las dos concejalas de Quinto. Y no me olvido de los valiosísimos datos que también me ha aportado el historiador Antonio Jardiel Badía, gran conocedor de la historia de Quinto y de sus gentes.

Concepción Beatriz Novella Marqués (Quinto de Ebro, 1885-1962). Propietaria. Era la sexta de los ocho hijos de Genaro Novella Jaso, confitero y propietario, y de Engracia Marqués Espinosa. Permaneció soltera. Sufrió pérdidas familiares importantes: en 1909 murió su padre y, el 25 de agosto de 1937, al acabar la batalla de Quinto, fusilaron a su hermano Octavio.

Julia, Rosa y Carmen Arilla Albar. Foto de Pilar Bernad Arilla.

Julia, Rosa y Carmen Arilla Albar. Foto de Pilar Bernad Arilla.

Rosa Desideria Arilla Albar. (Quinto de Ebro, Zaragoza, 1896-Zaragoza, 1980) Maestra Nacional. Era la tercera de los cinco hijos D. Pedro Arilla Sanguesa, médico titular de Quinto, y Dª Pilar Albar. La mayor, Remedios, nacida en 1892, murió muy pronto. Su único hermano, Julián, falleció en 1960. Y Rosa se sintió muy unida a sus hermanas Carmen Jorja, nacida en 1898, y Julia Josefa, nacida en 1899. En vacaciones, las hermanas Arilla compartían juegos con su primo, el escritor Enrique Jardiel Poncela, que pasaba los veranos en Quinto, de donde era su padre. En alguna carta familiar, Enrique las menciona. Las tres hermanas permanecieron solteras y durante muchos años cuidaron de su sobrino y, en 1931, atendieron a Florencio Jardiel Dobato, canónigo del Pilar, en sus últimos días.

En 1920 aprobó las oposiciones de Magisterio en Zaragoza. Tuvo varios destinos y en 1933 tomó posesión de la escuela del Gelsa, donde permaneció muchos años.

En 1938,  Rosa Arilla Alvar maestra de Gelsa,  figuraba en una lista de maestros de la provincia de Zaragoza propuestos para ser depurados. (Boletín Oficial de la Provincia de Zaragoza, 10/05/1938)

Teruel. 1925

La prensa nacional recogió el nombramiento de las dos concejalas.

En la sesión de hoy, en el Ayuntamiento, han tomado posesión los cinco nuevos concejales nombrados. Fueron elegidas, para las Tenencias de Alcaldía, las profesoras de la Normal doña Magdalena Martín y doña Primitiva del Cano. (ABC, 31/01/1925)

Magdalena Martín Ayuso (Oviedo, 1893-¿?) Procedía de una distinguida familia asturiana, hija de Dionisio Martín Ayuso y María de la Cruz Navarro y Rodríguez Vigil. Era discípula del Padre Poveda y perteneció al Instituto Teresiano. Trabajó seis años como profesora de Matemáticas de la Escuela Normal Teruel, donde dirigió la Academia Teresiana. Fue concejala unos meses. En 1927 pidió el traslado a la Escuela Normal de Ciudad Real. Acabó prestando sus servicios en Asturias.

Primitiva del Cano Ledesma (Madrid, 1892-Teruel, 1952) ¡Cuánto debió sufrir doña Primitiva, ella que gustaba de la rimbombancia de su apellido “del Cano”, cuando se viera en la mayoría de las listas y documentos oficiales como “Primitiva Caño”! En los documentos que salieron de su pluma ella dejó bien claro eso de “Primitiva del Cano”. Había estudiado Magisterio Superior en Madrid. Fue durante treinta y cinco años profesora de la Escuela Normal de Teruel, (1915-1952), donde sus enseñanzas y su actividad social dejaron una gran impronta.

Zuera, Zaragoza. 1925

El uno de noviembre, La Vanguardia recogía dos nuevos nombramientos.

En Zuera se ha constituido el nuevo Ayuntamiento, formando parte del mismo las señoras Victoria Quilez y Elvira Conde.

Victoria Quilez y Nasarre de Letosa (1884-1969) Fue concejala del Ayuntamiento de Zuera desde 1925 hasta 1930. Se casó dos veces y no tuvo hijos. En el censo electoral de 1934, de profesión sus labores, vivía en la calle La Iglesia y no constaba su estado civil. Uno de los objetivos de su vida fue velar por la enseñanza y por la formación cristiana de los niños y las niñas de Zuera y de los pueblos próximos. Construyó el colegio de la calle Navas que lleva su nombre. Fundó el colegio de Nuestra Señora del Pilar en un edificio de su propiedad, hoy el Centro Cívico. En un piso comenzó el colegio, en el de arriba vivían las monjas de Santa Ana y doña Victoria y su familia en los aledaños.

Victoria Quílez

Gracias a Sara Puente. Ella me proporcionó esta foto y muchos datos de doña Victoria.

Elvira Conde. Fue concejala desde 1925 hasta 1930. En 1934, ya no consta en el censo electoral de Zuera.

Loporzano, Huesca. 1927

253702982_251781216972901_3956635758999599777_n

Torre de Loporzano, Huesca

En febrero nombraban a la primera concejala de la provincia de Huesca.

Una señorita ha sido nombrada concejala. Del Gobierno Civil. En la provincia de Huesca no existía la mujer concejala hasta ayer, que fue nombrada la primera para el Ayuntamiento de Loporzano. Esta es la bella e inteligente señorita Adriana Mur Vallés, hermana del ilustrado médico de aquella localidad. Enhorabuena. (Diario de Huesca, 24/02/1927)

Adriana Mur Vallés (Loporzano, 1900-¿?). Fue concejala desde 1927 hasta que se casó en 1930. Recordemos que solo podía ocupar puestos políticos las mujeres solteras o viudas.

Adriana Mur pertenecía a las distinguidas casas de López y Mur, de Loporzano. (Diario de Huesca, 28/01/1917). En 1930, se casó en Loporzano con Mariano Calvo Ciria, un rico propietario de Santa Eulalia la Mayor.. Fueron padrinos, doña Vicenta Ciria, madre del novio, y don Antonio Mur, hermano de Adriana y médico de Lopórzano. La novia lucía un abrigo de pieles y un sombrero de fieltro finísimo. La boda se celebró en la intimidad por el reciente luto de la familia, acababa de morir el marido de la hermana de la novia. .Los casó  don Fray Matero Colom y Canals, obispo de Huesca entre 1923-1934. Precisamente el hecho de que fuera un obispo de conducta cuestionada, molestó al párroco, y así lo recogía el Diario de Huesca.

252308075_422977506101722_6658530889646784076_n

Fray Mateo, cuando se proclamó la República fue desterrado a Soller, su pueblo natal, donde murió alejado de las dignidades eclesiásticas.

252846851_1751046658423278_2731465236958014992_n

En el censo de 1946, tenía 46 años. casada. Vivía en la calle la Iglesia con su marido Mariano Calvo Ciria de 47 años y con su hermana Teresa,  de 50 años, viuda de Angulo. Presamente en la boda de Adriana estaban de luto porque acababa de morir su cuñado.

Mariano Calvo bajó de Santa Eulalia a Loporzano con el escudo de su apellido, tal y como consta en su casa, muy rehabilitada.

Zaragoza. 1927

El día cuatro de abril, el Diario de Huesca 1946 se hacía eco de las novedades en el Ayuntamiento de Zaragoza. Las nuevas concejalas comenzaron con el alcalde don Miguel Allué Salvador y continuaron con don Enrique Armisén Berástegui.

Nuevas concejalas. Zaragoza. El gobernador ha nombrado concejalas suplentes a doña Vicenta Liria, de la Acción Católica, y a doña Aurora Miret, maestra. Estas son las primeras concejalas que han tomado asiento en el Municipio de esa ciudad.

A continuación inserto las esquelas del padre de Vicenta Lira en El Noticiero. No olvidemos que las esquelas cumplen una economía narrativa en las historias familiares.

Pedro Antonio Liria Landa, Esquela

Vicenta Liria Mur (Zaragoza, 1887-Zaragoza, Cementerio de Torrero, 15/02/1966). Hija de Pedro Antonio Liria Landa (Ochagavia, Navarra, 1842-Zaragoza, 1922) y Pilar Mur Andrés (Zaragoza, ¿?-Zaragoza, 1928).

A finales del siglo XIX, su padre se había establecido como comerciante en el distrito del Pilar. En el censo de 1910 figuran él y su hijo Francisco Liria Mur en la calle San Felipe número 7, Más tarde se mudaron a la calle Alfonso I, 39. En el censo de 1934, aparecían solo sus tres hijos domiciliados en la calle Alfonso I, 12:  Francisco (1884-1953) de 50 años, casado con Nicolasa Villoch, Vicenta de 47 (1887-1966), soltera, y Asunción (1888-1959) de 46, casada con Manuel Erro, y no tuvieron hijos.  En la misma casa vivían otros Liria Almor, primos hermanos de los Liria Landa, cuyos abuelos Manuel Liria y Catalina Josefa Larrat eran de Ochagavia, Navarra. Los Liria y sus numerosos descendientes, formaron una tupida red de familias emergentes en la vida zaragozana de la primera mitad del siglo XX.

En 1934 en la calle Alfonso I, 12 también vivían nuevos Liria: Nicolás Liria Almor de 60 años, ingeniero  Pío Liria Almor de 62, propietario. Teresa Liria Almor de  71, sus labores. Augusto Liria Borderas de 26, médico, Mariano Liria Borderas  de 30, químico. Vicenta Liria vivía entre los Lirias de las dos ramas: los Liria Landa y los Liria Alcorta.

Vicenta  llegó a ser directora de la Acción Católica de la Mujer (ACM). Había sido vicepresidenta cuando era presidenta la marquesa de Saudín. La Junta de Damas trabajaba en estrecha relación con el prelado de la ciudad. En la época de Vicenta era consiliario de la ACM el director del Seminario de San Carlos, don Luis Latre. Vicenta Liria participó en muchos programas de la ACM junto a Juana Salas Cervera, (1875-1976), citada como Juana Salas de Jiménez, por ser la mujer de Inocencio Jiménez, Juana era una activa propagandista de la ACM y del feminismo católico, como también lo era Vicenta Liria.

En el pleno municipal, presidido por don Jorge Jordana y Mompeón, se aprobó un escrito, firmado por la marquesa de Saudín y la señorita Liria, solicitando una subvención de 2000 pesetas para las escuelas nocturnas de obreras, Se concedió la citada subvención por unanimidad. (La Voz de Aragón, 21/11/1930)

Miret, Aurora, 1932

Aurora Miret Bernad. (Huesca, 1877-Zaragoza, 1936). Era la tercera de los cinco hijos de Pedro Juan Miret, un Inspector de Hacienda, y Carolina Bernad. En 1898 trabajaba de interina de la Escuela Normal de Palencia y en 1900 de directora de la de León. En 1906 llegó a la de Zaragoza, por concurso de traslado, como profesora de Geografía e Historia, aunque posteriormente impartió las asignaturas de Gramática, Literatura e Historia de la Literatura. En 1917 ingresó en la Junta de Damas de la Cruz Roja de Zaragoza. Y en 1927 se convirtió en una de las dos primeras concejalas del Ayuntamiento de la ciudad.

La foto que adjunto es de mi propiedad de mi familia, conservada en el álbumbbbb de mi padre, Gregorio Romeo.

La prensa nacional se afanaba en buscar noticias de las nuevas concejalas.

Doña Aurora y doña Vicenta no están de acuerdo. Zaragoza. (El gobernador civil ha publicado hoy una lista de 40 concejales suplentes entre los que figuran dos señoritas muy cultas de Zaragoza, doña Aurora Miret, profesora de la Escuela Normal, y doña Vicenta Liria, directora de la Acción Católica de la Mujer. El redactor de El Heraldo ha hablado con ambas señoritas y es curioso conocer cómo opinan. La primera, doña Aurora, dice que la mujer no debe intervenir en la vida pública; que su misión está en el hogar y a lo más en la escuela, como prolongación del hogar; y que si alguna mujer interviene ahora en la vida pública de manera activa, debe hacerlo desde el punto de vista de aconsejar a los padres, esposos, hijos y hermanos. En cambio doña Vicenta sostiene un criterio completamente distinto. Dice que ya era hora que la mujer fuera redimida de la situación humillante en que se encontraba, porque tiene la misma capacidad que el hombre, y que lo que ahora se hace es simplemente una obra de justicia. (La Voz de Madrid, 23/04/1927)

Sesión con doña Aurora Miret. El Ayuntamiento de Zaragoza ha realizado una sesión plenaria para ceder un solar al Estado con el fin de que se construya el edificio de la Delegación de Hacienda. Asistieron varias concejales suplentes, y, por primera vez, la concejal señorita Aurora Miret, a la que el alcalde dio la bienvenida congratulándose de su asistencia. Se aprobó la cesión del solar y el alcalde invitó con un lunch de final de año a los concejales. (ABC, 22 de mayo de 1927)

Para terminar

El destacado papel que adquirimos a principios del siglo XX estuvo relacionado con el apogeo de la Acción Católica, con el propagandismo cristiano y con el auge de las asociaciones seglares.

En la legislación, desde 1877, se fue favoreciendo nuestra participación en la vida pública. Y, como consecuencia de esta nueva sensibilidad, durante la dictadura de Primo de Rivera, entre 1923 y 1930, se nombraron más de cien concejalas, unas diez alcaldesas y trece representantes en la Asamblea Nacional.

En este artículo he intentado recuperar el contexto que nos permitió acceder a las concejalías y a las alcaldías, elaborar una lista con las que fueron apareciendo en los periódicos de la época y acercarme a la biografía de las aragonesas. No he podido hacer una lista exhaustiva ni reconstruir todas las biografías. Espero que este escrito sea un acicate para que otros continuéis y que entre todos saquemos del olvido a estas mujeres que nos abrieron el camino a nuestra participación ciudadana.

1924. Matilde Pérez Mollá. Quatretondeta.

Matilde Pérez Mollá (1858-1936). Primera alcaldesa de España, en Quatretondeta, Alicante.

rayaaaaa

Addenda. Las listas

Antes del Estatuto Municipal del 8 de marzo de 1924

  1. ¿Fernica?, Georgina. Madrid.
  2. Gómez Gómez, Nieves Velada. Toledo. (17 de febrero de 1924)
  3. Oliver, Gregoria. Velada. Toledo (17 de febrero de 1924)
  4. Ruiz, Petra. Velada. Toledo. (17 de febrero de 1924)

Después del Estatuto Municipal 1924

1924

  1. ALCALDESA SIN IDENTIFICAR. Segorbe. Castellón
  2. Argüelles, María. Cangas de Tineo. Asturias
  3. Arilla Albar, Rosa. Quinto de Ebro (Zaragoza).
  4. Azpiazu y Paúl, Teresa de Jesús. Málaga.
  5. Belda. Agullent, Señora de. Valencia
  6. Calonge y Page, Elisa. Madrid
  7. CODINA I ARNAU, DOLORES. Alcaldesa. Talladell.
  8. Collado y de Llano, María del. Cangas de Tineo. Asturias.
  9. Cuevasanta Montfort, Tomasa. Segorbe. Castellón
  10. Díaz Moreno, María. Almendralejo, Badajoz
  11. Echarri, María de. Concejala. Madrid
  12. García Pereira, Dolores. Concejala. Cangas de Tineo. Asturias
  13. García, Catalina. Concejala. Trejo del Campo. Alicante
  14. Herand (o Herraut) López Pintado, Milagros. Concejala. Segorbe, Castellón
  15. Ibáñez, Carmen. Concejala. Teniente de Alcalde. Artana. Castellón
  16. Igual, Blanca de. Concejala. Madrid
  17. Jamardo Crismán, Florinda. Concejala. Rois. Pontevedra
  18. Jimeno Gargallo, Cándida. Concejala. Alicante
  19. Martín Almazán, Francisca. Concejala. Teniente de Alcalde. Segorbe, Castellón
  20. Novella Marqués, Concepción. Quinto de Ebro (Zaragoza)
  21. Penagos Benedicto, Matilde. Concejala. Montilla. Córdoba
  22. Perales (o Peralta) Pellicer. Ana. Concejala. Lorcha. Alicante
  23. Pereira Díaz, Concepción. Concejala. Cangas de Tineo. Asturias
  24. PÉREZ MOLLÁ, MATILDE. Alcaldesa. Quatretondeta. Alicante
  25. Rodríguez Álvarez (¿Martínez?), Jovita. Concejala. Cangas de Narcea. Asturias
  26. Solanich Lacombre, María del Socorro. Concejala. Alicante
  27. Timonel (o Jiménez) Roselló, María. Concejala. Segorbe. Castellón

1925

  1. ALCALDESA SIN IDENTIFICAR. Moral de Calatrava. Ciudad Real
  2. Aguilar Soriano, María Pilar. Concejala. Muro de Alcoy (Alicante)
  3. Alegre Vilar, María. Concejala. Castellón
  4. Cano Ledesma, Primitiva. Concejala. Teniente de alcalde. Teruel
  5. Conde, Elvira. Concejala. Zuera, Zaragoza
  6. Fabregat Sanz, Ramona. Concejala. Castellón
  7. González Ramos, Consuelo, “Celsa Regis” o “Celsia Regis”. Concejala. Madrid
  8. Ibáñez Lagarda, María de los Desamparados, “Amparo”. Concejala. Castellón
  9. Lucena, Carmen. Concejala. Ronda, Málaga
  10. Martín Ayuso, Magdalena. Concejala. Teniente de Alcalde. Teruel
  11. MONTORO ROMERO, PETRA. Alcaldesa. Sorihuela de Guadalimar, Jaén
  12. Ochoa Vicente, Julia. Concejala. Cuenca
  13. Olóriz Arceluz, Josefina. Concejala. San Sebastián
  14. Ovin, Isabel. Concejala. Carmona. Sevilla
  15. Pazó Prado, Purificación. Concejala. Moaña. Pontevedra
  16. PÉREZ IGLESIAS, CONCEPCIÓN. Alcaldesa. Portas, Pontevedra
  17. Piñero, Felisa. Concejala. Villablino. León
  18. Quílez y Nasarre de Letosa, Victoria. Concejala. Zuera, Zaragoza
  19. Quintanilla, Mecedes. Concejala. Madrid
  20. Resines Gardeazábal, Carmen. Concejala. Teniente de alcalde. San Sebastián
  21. Sánchez Miñambres, María. Concejala. León
  22. Sans Selma, Vicente, Viuda de  (Propuesta, pero renunció). Concejala. Barcelona
  23. Tena Pastor, Eduvigis. Concejala. Castellón

1926

  1. Cañellas. Constanvi, Carmen. Concejala. Tarragona
  2. Castellón Mac Mahón, Justa. Concejala. Bilbao
  3. Concejala sin identificar. Alcalá de Xivert. Concejala. Castellón
  4. Cutanda Salazar, Pilar. Concejala. Toledo
  5. Espinosa de los Monteros, María. Concejala. Segovia
  6. García Moreno, Carmen. Concejala. Segovia
  7. López de Sagredo y Andreo, María. Concejala. Barcelona
  8. Mac Mahón Jacquet, Carolina. Concejala. Bilbao
  9. MENDIOLA Y VELASCO, BENITA. Alcaldesa. Bolaños de Campos, Valladolid
  10. Méndez de la Torre (Torres) y Rodríguez, Elvira. Concejala. Toledo

1927

  1. Álvarez de Rovina, Agustina. Concejala. Vigo
  2. Capdevila y Cardona (o Padrona), Dolores. Concejala. Municipio sin identificar
  3. Díaz de Serralde Ayala, Luisa. Concejala. Vitoria
  4. Díaz Rabaneda, Micaela. Concejala. Madrid
  5. García Cortés, Teresa. Concejala. El Ferrol. La Coruña
  6. García Loygorri, Ángela. Concejala. Madrid
  7. González Fiori, Adela. Concejala. Madrid
  8. Isla y Vallecillo (Vallecilla), Micaela de. Concejala. Herce. La Rioja
  9. Liria Mur, Vicenta. Concejala. Zaragoza
  10. López Puzo, Mercedes. Concejala. El Ferrol, La Coruña
  11. Losada Prado, Margarita. Concejala. Vigo
  12. Martínez Pisón (o Fisón), María. Concejala. Fue propuesta pero renunció. Vitoria
  13. Miret Bernad, Aurora. Concejala. Zaragoza
  14. Moreu Gisbert, Luz. Concejala. Motril. Granada
  15. Mur Vallés, Adriana. Concejala. Loporzano, Huesca
  16. Pedregosa Cano, María Ángeles. Concejala. Bailén. Jaén
  17. Perales y Gonzalez Bravo (o Brau), María Dolores. Concejala. Madrid
  18. Sáenz de Heredia, María Nieves. Concejala. Madrid
  19. Sáez de Quejana, Teresa. Concejala. Vitoria
  20. Viana, Encarnación. Concejala. Vitoria

1928

  1. Aguilar Paredes, Eloísa. Hinojosa del Valle. Concejala. Badajoz
  2. Borrero Peral, Manuela. Concejala. Huelva
  3. Concejala sin identificar. Concejala. Cádiz
  4. Fenández Magaz, Pilar. Concejala. Zafra. Badajoz
  5. Fernández Reguera, Julia. Concejala. Cabuérniga. Cantabria
  6. García Pesquera, Diana. Concejala. Sevilla
  7. Mier, Petra. Concejala. Cabuérniga. Cantabria
  8. Ortiz Trueba, Patrocinio. Concejala. Ampuero. Cantabria
  9. Pérez Baturone (Baturones o Baturrone), Concepción. Concejala. San Sebastián
  10. Ponce Castaño, Gertrudis. Concejala. Huelva
  11. Ramudo Ramudo, Dolores. Concejala. Villalba. Lugo
  12. Sama Pérez, Dolores. Concejala. Toledo
  13. Seras Romero, María Luisa. Concejala. Municipio sin identificar
  14. Tavira y Díez de Ceballos, Pilar. Concejala. Sevilla
  15. VELASCO, JUANA. Alcaldesa. Concejala. Cantalejo, Segovia
  16. Zabala, María. Concejala. Granada

1929

  1. Aguilar Goya, María Antonia. Concejala. Sevilla
  2. Galán Carvajal, María. Concejala. Oviedo
  3. García Mauriño, Carmen. Concejala. Oviedo
  4. Maqua Carrizo, Isabel. Concejala. Oviedo
  5. Marín Molina, María. Concejala. Albacete
  6. Moreno, Isabel. Concejala. Oviedo
  7. Sala y Jove, Gertrudis de la. Concejala. Oviedo
  1. Gobierno de Berenguer

  1. Abia Martín, Elisa. Concejala. Sotobañado. Palencia
  2. HERRERO DEL CORRAL, Candelas. Alcaldesa. Sotobaño (Castromocho), Palencia
  3. MATA PÉREZ, Amparo. Alcaldesa. Sotobañado. Palencia

Asamblea Nacional (1927-1930)

  1. Cuesta del Muro, Carmen
  2. Díaz y Rabaneda, Micaela
  3. Domínguez Atalaya, Natividad
  4. Echarri y Martínez, María
  5. López de Sagrado y Andrés, María
  6. López Monleón, María
  7. Loring y Heredia, Concepción
  8. Luzzatti Quiñones de López de Rúa, Teresa
  9. Maeztu y Whitney, María
  10. Olóriz Arceluz, Josefina
  11. Quesada y Gutiérrez de los Ríos, Isidra
  12. Ríos Nostench, Blanca de los
  13. Scholtz-Hermensdorff, Trinidad von

Carmen Romeo Pemán

Imagen principal. Página de la revista Mundo Femenino, julio de 1934, p. 9.